sábado, 30 de julio de 2016

Mi crítica de "El Señor del Baño" (Teatro)


Ahora Teatrix agregó a su catálogo esta obra de Rudy Chernicoff, con dirección propia.
No pienso hacer la crítica de tan ofensiva obra, ya que me pareció el sumun del mal gusto: escatologías de todo tipo, palabrotas, exabruptos, es como revolver una olla de excrementos con la mano. No pienso dedicarle una palabra más.
Comentario aparte me pareció totalmente desubicada la presencia de Jairo en el show, cantando la bellísima "Como la Cigarra", incomprensible para mí ya que Jairo es un Señor y un amante de la delicadeza y del buen gusto. No quiero pensar que hubo mucha plata de por medio.
Bueno, ahí les dejo la obra para quien le guste este tipo de cosas como todos los que lo aplaudieron de pie (no ví en ningún teatro una ovación de pie tan total como ésta), parece que yo bajé de un OVNI y caí mal parado porque no puedo ser el único al que lo agredan cosas como ésta.
Muchas gracias.
El Conde de Teberito (un crítico independiente)

Mi crítica de "Un Hombre Equivocado" (Teatro)

Anoche, con el pleno frío del invierno, fuimos a ver la penúltima función de la obra de Roberto "Tito" Cossa "Un hombre equivocado", que se daba en la sala mayor del Teatro Nacional Cervantes. Ya el título de la obra parece una paradoja, ¿un hombre está equivocado por su afán de querer ser honesto? Está puesto con toda mala intención y doble sentido por el autor, y me hace acordar a las palabras de Kant cuando decía que aunque existiera un solo hombre moral, ya podríamos decir que la moral existe. Y este Luis Bellomo, protagonista del relato, es un hombre moral, llevado hasta sus últimas consecuencias. Tito Cossa ha sido el creador de grandes obras, recordemos algunas: la extraordinaria "Gris de Ausencia" que escribió para Teatro Abierto en 1981, "La Nona", "El Avión Negro", "El Viejo Criado", "Ya nadie recuerda a Frederic Chopin", "Angelito" o su enorme "Yepeto", que estuvo un montón de años en cartel, con distintos elencos, pero recuerdo muy especialmente la inaugural con Ulises Dumont y Darío Grandinetti. La obra que nos convoca hoy fue escrita en compañía de Carlos Somigliana, en forma de guión para lo que sería la película "El Arreglo", dignamente dirigida por Fernando Ayala en 1983, con un elenco liderado por Federico Luppi, Julio De Grazia, Rodolfo Ranni, Haydée Padilla y Susú Pecoraro, ente otros.
"Un hombre equivocado" es una obra para la polémica y sugiere como disparador de varios interrogantes: ¿se puede llevar una moral perfecta sin lastimar a nadie? ¿y cuando se está perjudicando a gente querida por sostener una idea, es lícito seguir haciéndolo? ¿hay límites que no deben franquearse a ningún precio? ¿se puede ceder un poco en los principios sin caer en la categoría de "antiético"?, ¿cuáles son esos límites que no se pueden sobrepasar? Todo esto y mucho más es lo que nos plantea la obra de Cossa en un momento histórico que lo planta en un propio conflicto moral seguramente: él como socio fundador de "Carta Abierta", el órgano de difusión intelectual del kirschnerismo, ¿se horroriza ante la corrupción y el desbande que ahora se está descubriendo de ese gobierno? Seguramente él a solas con su conciencia lo sabrá... nosotros por el momento no.
La obra, para quien no haya visto la película (acá está ligeramente transformada en su planteo) empieza con Olga (Alejandra Darín) contándole a su nieta Elena (Sofía Bertolotto) su periplo junto a su marido Luis Bellomo (Alejandro Awada) en su lucha por el agua potable. El tiempo va para atrás y nos hallamos en un distrito del conurbano bonaerense sin agua potable, todo es a bomba y antes, en una bomba comunitaria que les quedaba a siete cuadras y de la que Olga se encargaba de ir y venir con los baldes llenos de agua. Un buen día llega la conexión del agua potable, pero quiere el destino que a los que vivan de la avenida para allá no les corresponde por cambiar de partido justo en ese límite. Claro, Luis y sus amigos están de la avenida para allá... Enseguida surge la coima y el capataz de la obra (Vando Villamil) "estiraría los caños unos metros más allá" por la suma de 500 $. Todos en la cuadra deciden arreglar, menos Luis, que tiene una moral a prueba de coimas, de vientos y de mareas. Su amigo Vicente (Manuel Vicente) aguanta firme todo lo que puede, pero al final termina cediendo. La "heroicidad" de Bellomo hace indignar a su familia, no tanto a su esposa que lo sigue en lo que él decidiere, sino a su hija Graciela (Maia Francia), embarazada a punto de dar a luz y a su yerno Mario (Gustavo Pardi), con quienes comparte terreno y bomba de agua. Pero Luis no cede un gramo de su dignidad, auspiciada por la figura de un abuelo italiano que peleó junto a Garibaldi y que dejó bien plantado el apellido Bellomo para la historia (luego, su hija, investigando no encontró ningún certificado que acreditara la moral del bisabuelo -claro, esos certificados no quedan justificados en los anales -perdón por el término- de la historia). Cuando la beba nace todo se vuelve más dramático porque se necesita agua que salga de una canilla tanto para alimentarla como para cambiarla y ahí se vuelven más feroces los reclamos al padre. Un padre que siempre fue demasiado contenido , casi seco, que nunca le prodigó una caricia a su hija  ni siquiera un beso, es justificada su seca actitud de resistencia ante el avasallamiento de lo corrupto. Pero , ¿se justifica hacer padecer a su familia los sinsabores de la privación en semejante circunstancias? ¿No podría haber dado su brazo a torcer? Su hija lo acusa de soberbio en vez de ético y también tiene algo de razón. Finalmente hija y yerno terminan"arreglando" por el agua potable. Pero se desencadena un mal peor. La bomba ya no extrae agua, la napa se ha secado. Es ahí cuando  Luis Bellomo decide entrar en el "arreglo".
Las actuaciones son desparejas. Awada está muy bien para la televisión y el cine, pero el traje de Luis Bellomo le queda grande, no lo puede sostener, de igual forma que Luppi era el actor indicado para ese papel. Alejandra Darín está mejor en sus momentos de esposa joven que en los de anciana y Maia Francia sostiene con dignidad el papel de hija despreciada. Gustavo Pardi tiene muy buena voz y pronunciación, pero su actuación corre por otro registro paralelo al de la obra. Manuel Vicente, en el rol del amigo, como siempre se come la obra, es por lejos el mejor actor, ayudado por un personaje que trae el humor necesario para tan profundo drama (ojo, el humor corre por toda la obra como en los mejores dramas de Cossa). Y Vando Villamil, que es un buen actor, me defraudó en ese capataz, es como si le dijeran, "mirá, vos tenés que hacer de hijo de puta" y le pone todos los lugares comunes del hijo de puta (sobreactuación, verborragia, soberbia, pedantería, grandilocuencia, etc), es decir, cae en la "machietta" tan aborrecida por actores y público. La dirección es de Villanueva Cosse, y podemos decir que si bien pifió en alguna selección de actores y en su marcación, supo darle un ritmo ágil a la obra, haciéndola llevadera aunque conocida, y gran creador de climas.
De todos modos la obra tiene su valor intrínseco y vale por eso, y es una lástima que haya tenido una temporada tan corta en uno de los teatros más lindos (y más incómodos) de la Ciudad de Buenos Aires.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

martes, 26 de julio de 2016

Mi crítica de "45 Años" (Cine)

Hoy voy a comentar una película que vi en DVD pero que está en la cartelera de los cines todavía: "45 Años" del excelente director Andrew Haigh con los más que soberbias actuaciones de Charlotte Rampling (lo que le valió una nominación a los últimos Oscars) y Tom Courtenay (imborrable en su papel consagratorio, el del joven Pasha de "Dr. Zhivago", de David Lean). Realmente las actuaciones lo son todo en esta película chiquitita, (sí, sigo decantándome por las películas pequeñas, de bajo presupuesto y con pocos actores aunque debo reconocer que me satisfizo "Titanic"), muy bien elaborada en cuanto a un tema que, no por rebuscado, deja de ser atrapante. Kate y Geoff Mercer son una pareja de casi ancianos, que se manejan muy bien, sin hijos, que están viviendo la semana en que van a realizar su fiesta de 45 años de casados. Todo transcurre en el lapso de una semana, bien separados los días por intertítulos. La convivencia es buena, se quieren, se respetan y se ayudan en sus mutuos achaques. Todos los días de la semana empiezan con un Gran Plano General en donde ella está paseando a su perro Max por los terrenos de la campiña inglesa, donde viven. El primer día llega una carta en alemán para él que le informa que en el interior de un glaciar en Suiza, han encontrado el cuerpo de Katya, quien fuera su novia hace más de 50 años, en 1962, y que cayó a ese lugar por accidente en una escalada que estaban haciendo los dos junto a un guía. Claro, el cuerpo que encontraron es el de esa chica de 27 años que fue, congelado y perdura con su fisonomía de aquella época. Le piden que viaje a Suiza por ser su pariente más cercano. Él queda trastornado por la noticia y se lo cuenta todo a su mujer, quien al principio lo comprende. Pero pronto el fantasma de la novia muerta empieza a cobrar unos inesperados celos para Kate, sobre todo cuando comprueba que su marido piensa en hacer el viaje a Suiza. De repente ve derrumbarse sus sueños de tener una fiesta de aniversario en paz.
En un momento de la película en que bailan y se comportan como dos jóvenes en su casa, Kate y Geoff se lamentan de no tener fotografías colgadas en las paredes. Lo atribuyen a que siendo solos, no tienen hijos o nietos que exhibir, pero que bien podrían haberse tomado alguna foto de ellos cuando eran jóvenes o de sus mascotas. El tema de la fotografías lo traigo a colación porque tendrá mucho significado en la trama. Luego de ese baile se van a la cama e intentan hacer el amor, pero él fracasa en el intento. Ya no son los mismos de antes. Y ante sus preguntas, él le dirá que se lo considera el pariente más cercano de la chica ya que por aquel entonces hacían creer que estaban casados, para ser aceptados socialmente viviendo juntos como vivían, y que planeaban casarse no bien llegaran a Italia, de vuelta de su viaje por Suiza. Kate le pregunta si de veras se hubiese casado con Katya. Él le responde que sí, que por supuesto todo fue antes de conocerla a ella. Pero la incomodidad vuelve a instalarse en Kate, quien se siente que no es lo suficiente para su marido.
Una noche, él se levanta y va al desván a buscar una foto de Katya y su mujer se la pide,  él se la enseña a regañadientes y esa foto causa una profunda impresión en Kate. Los días se acercan para su fiesta de aniversario, y cada vez hay más dudas de llegar indemnes a ella. Una tarde que él sale, Kate sube al desván y se pone a buscar la foto, y da con una caja de diapositivas tomadas durante el viaje por las montañas con Katya. Se pone a verlas. Allí descubre la belleza de la chica y algo todavía más terrible: estaba embarazada. Esto termina por minar el ánimo de Kate quien literalmente se derrumba, siendo interrumpida por un llamado del D.J. de la fiesta quien le reclama la música que tiene que pasar.
La figura de Charlotte Rampling se mantiene intacta al paso de los años, impecablemente erguida y delgada, con sus facciones, si bien, arrugadas, mantenidas con el tiempo y unos luminosos ojos verdes que la hicieron la belleza que fue y que es. Tom Courtenay luce más achacado, a sus 79 gloriosos años, se finge desgreñado, con el pelo disperso y una barba sin afeitar desde hace algunos días y un encorvamiento provocado que lo hacen un poco más vulnerable (por eso es el personaje más golpeado de la película, su mujer lo soporta con mayor estoicismo). Kate siente que ya no es indispensable para Geoff porque la presencia de lo inasible, el "nosferatu" (lo no-muerto), se ha interpuesto entre ellos inexorablemente y para toda la vida. Ve a su marido sufrir, apesadumbrado, caído para movilizarse y corroerse por dentro.
Llegan a un acuerdo, de despertarse al día siguiente como si nada hubiese pasado y volver a empezar. Geoff la despierta de buen ánimo, con una taza de té en la cama y promete hacer huevos revueltos. Después sacan a pasear a Max los dos juntos (por primera vez). Así llegan al día del aniversario, dónde él le regala un precioso colgante para que luzca esa noche. Y se presentan al salón gloriosamente vestidos, ella de largo y él con smocking. Son recibidos por aplausos por cientos de amigos invitados. En el esperado discurso de él, éste se reprocha de los errores y aciertos que pudo haber tenido durante su vida, pero reconoce que su mejor acierto fue proponerle casamiento a Kate y le agradece su vida junto a ella. Luego se deshace en lágrimas. Pero sus amigos Lena y George les han preparado una sorpresa: un pizarrón lleno de fotos de ellos dos. Se muestran  muy agradecidos, pero la presencia fantasmática termina por arruinarle la velada a Kate.
En el baile de comienzo de la fiesta se escucha "Hay Humo en tus Ojos", por Los Plateros, y lo abren bailando Kate y Geoff. Él se muestra convertido en un galán de primera y trata de seducirla, canta, baila, todo un derroche de alegría. Pero eso no la convence. Tal vez por eso sea que el humo que nubla los ojos de Kate en la última escena y la deja definitivamente sola (aunque esté bailando con su marido) sea el humo provocado por la desconfianza, los celos y una profunda soledad.
Y perdonen si les conté toda la película, pero igual merece ser vista por las excelentes actuaciones, la fotografía y una estupenda dirección.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

domingo, 24 de julio de 2016

Mi crítica de "Calígula" (Teatro-Musical)


De nuevo tenemos que agradecer a Teatrix un nuevo estreno, algo que de otro modo nunca hubiese podido ver. No se olviden mis lectores que haciendo click en "Ver obra" pueden acceder a la obra completa. En este caso se trata del primer musical de la exitosa dupla (que ya nos tiene un poquito cansados) Cibrián Campoy-Mahler, que data del '81, en donde tomaron la figura del cruel y tiránico dictador y emperador romano Calígula para hacer una metáfora con los sanguinarios gobiernos militares que por aquel entonces enlutaban a nuestro país. La obra parece y no parece una de Cibrián. Parece porque los motivos musicales son siempre los mismos y su ya conocido estilo recorre la obra entera. No parece, por ser una obra no enteramente cantada, sino más cercano a los musicales antiguos, en donde se imbricaban largas parrafadas con algún temita musical (y estoy hablando de grandes exponentes, las comedias de Fred Astaire o Gene Kelly, o las prestigiosas "My Fair Lady", "Hello, Dolly!" o "West Side Story", hasta Bob Fosse cayó en ese estilo. Los musicales actuales -ya no "comedias"- como "El Fantasma de la Ópera", "Los Miserables" o "Casi Normales", que siguen una línea musical continuada en tiempo y espacio, hacen otro empleo de lo musical y lo cantado). Esto desvirtúa la obra, en favor de otras posteriores de la dupla como fueron "Drácula" (su mayor exitazo), "El Jorobado de París", "El Retrato de Dorian Gray", "Las Mil y una Noches" o su más reciente "Excalibur", todas obras cantadas en todo su extenso recorrido (son obras de más de 3 hs.). Además los diálogos o monólogos que infectan y afectan "Calígula" son demasiado gritados, demasiado repetitivos y exacerbados: ya sabemos lo cruel que fue ese emperador, ¿es necesario que cada línea de diálogo esté ahí sólo para corroborarlo? ¿Es que no tenía ningún minuto de paz, de compasión, de humanidad, el anti-héroe Calígula? "Te temo", le dice Drusila, su incestuosa hermana, "Yo también", afirma él, "¿me temes?", replica la hermana, "no, a mí me temo", confiesa un asustado/implacable Calígula.
Lo mejor, como siempre en Cibrian-Mahler son las oberturas cantadas, en este caso por el tío de Calígula, un ridículo Claudio (otro emperador crudelísimo, ¿recuerdan la miniserie "Yo, Claudio"?) junto con la Pitonisa (Leandro Gazzia y Karina Sáez) en un bello dúo, que más tarde sería reemplazado por los coros de toda la compañía, en obras posteriores y con más efectividad. De todos modos esta obertura es muy bella, muy rítmica y bien interpretada por ambos. Después vendrá la presentación del salvaje Emperador (Ave César) (Damián Iglesias) y de su hermana Drusila (Gabriela Bevacqua), con quien, además de tener diálogos por demás salvajes (se podría llamar esta obra muy bien "Relatos Salvajes") tienen un bello dúo cantado. Al primero que hace ahorcar es a Macro (Bruno Pelicone), jefe de la guardia pretoriana. Los padres de Calígula lo abandonaron de bebé en favor de los sublevados de ese momento, lo que no se entiende es que luego afirme que fue él quien mató a sus padres, Germánico y Agripina y a sus demás hermanos. De niño, en la sublevación, fue salvado por su fiel Quereas (Diego Rodríguez) a quien nombrará jefe de su ejército y lo convencerá de conquistar Bretaña. Debemos decir que la escenografía es muy despojada, sólo se nota un girar de hélices sobre el fondo y en escena se usan sillas (no al estilo fossiano) sino con múltiples usos más allá de sentarse. Los elementos utilizados como escenografía dan unas imágenes muy bellas también, siendo estos principalmente grandes extensiones de tela que utilizan para insuflarles viento por debajo (y luz) creando imágenes poderosas y difíciles de olvidar (que repetiría en "Drácula").
Calígula padece largas crisis de nervios porque no puede dormir y -creyéndose un dios- les prohíbe a los dioses que duerman mientras él no lo consiga. Pasadas las escenas (plenas de sadismo y de violencia y gritos por doquier), decide casarse con Cesonia (Tiki Lovera), una prostituta experimentada en todas las perversiones que le dará hijos. Finalmente le da una hija a quien maltrata de bebé arrojándosela de unos a otros o estrellándola contra el piso. A veces el cuerpo de baile no acompaña a las canciones, y mientras que aquel es excelente estas son muy pobres. Los movimientos son muy plásticos y redondos, sobre todo en las escenas de amor bailado y no cantado. Lo que es de destacar, que mientras no hay canto ni danza, la obra está plagada de tiempos muertos muy aburridos (silencios, gritos desaforados, o simplemente los personajes no saben dónde ubicarse). Los mejores momentos, por lejos los llevan los coros como voz cantante (es indudable que tanto Cibrián como Mahler son duchos en escribir canciones tanto para solistas como para coros, pero donde más resultado tienen es en estos últimos).
Ya sobre el segundo acto (la obra dura unas largas dos horas y media, dedicándole una y media al primer acto y una al segundo), estalla una revolución en toda Roma reclamando justicia y cansados de la corrupción, la impunidad y la inseguridad... ¿les suena? Parece algo escrito para hoy y tiene la friolera de 35 años, quiere decir que nuestro país siempre hizo agua por los mismos costados (y si rastreamos en "Los miserables", el musical, también encontraremos los mismos males). Calígula declara su desprecio a Quereas, aunque es incapaz de declararle la muerte. En cambio manda a matar Mnestre (Nicolás Pérez Costa), su esclavo gay y confesor y aconsejador más fiel, en un estado de locura, que, si bien impera durante toda la obra, se desata con toda la potencia en el final. Mata también a su hermana y Quereas organiza una revuelta para matar al César, aunque es su tío Claudio quien lo ajusticia finalmente y es proclamado emperador (Claudio Imperator), constituyendo así esta "decadencia del Imperio Romano", lo que lo llevó a extinguirse.
Final del cuentito. Todos aplauden mucho a quien tanto odiaron (Calígula se lleva el grueso de los aplausos) y podemos decir de él que tiene unos pulmones privilegiados, porque ha cantado y se ha gritado todo, durante todo el tiempo, ya que Calígula era incapaz de decir algo simplemente hablando (ojo, es lo que nos muestran en esta puesta). La grabación se llevó a cabo en la Ciudad Cultural Konex en el 2013 y la verdad es que la obra nos deja con sabor a poco, por los motivos antedichos. Si bien el primer éxito de Cibrián fue el emblemático "Aquí no podemos hacerlo", con la música de Luis María Serra, un músico que brilló más en el cine que en otras áreas, el éxito total llegaría en los 90 con "Drácula" (no sé si su obra más ambiciosa pero sí la más perfecta y con "gancho"). Bueno, esperamos pronto que Teatrix edite otros musicales de Cibrián-Mahler con más fortuna...
Y gracias por leerme hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

viernes, 22 de julio de 2016

Mi crítica de "Nerium Park" (Teatro)

Ayer, en uno de esos días cálidos que nos está dando el invierno porteño, fuimos con mi amiga teatrera Amalia a ver teatro off. Bueno, en realidad no era muy off porque era en "Timbre 4", la propiedad de Claudio Tolcachir que ya se popularizó tanto que dejó de ser off. Y además Tolcachir ya es director de teatro comercial en la calle Corrientes así que tampoco tiene mucho de off. Y su obra (de autoría y dirección) "La Omisión de la Familia Coleman" ya lleva tres temporadas en el complejo La Plaza y va por más. Así que, bueno, fuimos a ver algo de teatro que no está en la avenida Corrientes pero de muy alta calidad.
Y es teatro del bueno. No sólo porque es brillante la obra de Josep María Miró, sino porque también son brillantes sus actores y su directora, Corina Fiorillo de quien ya había visto "El Principio de Arquímedes" y "Tres". Y digo que la dupla actoral también es excelente porque ahí están el mismo Tolcachir acompañado de Paula Ransenberg, toda una revelación. Tolcacir es un gran actor. Lo hace todo con la naturalidad de quien está conversando, se mueve bien en escena, sabe decir un texto, es un gran intérprete. Pero sucede que a veces los grandes directores saben transmitir mejor que lo que ellos mismos saben hacer. No estoy diciendo que la actuación de Tolcachir sea mala (todo lo contrario), sólo que acá lo eclipsa la gran Paula Ransenberg. Ella tiene todos los matices y todas las posturas. Puede ir desde una escena de ternura, convertirla en erótica, ponerse los pelos de punta del terror (y a nosotros también), gritar de furia, llorar gritando o hacerlo muy despacito como lo hace al final de la obra. Estoy en condiciones de decir que hemos visto una de las grandes actuaciones femeninas de los últimos años en la cartelera porteña.
La directora también se movió con soltura. Supo construir un espacio al principio en tono de comedia hasta desembocar en un thriller del más puro espanto. Y digo esto porque la obra es "una de suspenso" pero no el suspenso exterior, sino el que viene de adentro, el psicológico, aquel que más miedo puede infundir. Fiorillo sabe crear situaciones y climas, es muy eficiente en todo lo que hace.
La obra, que parece comenzar en un tono liviano, va enmadejándose hasta convertirse en un verdadero thriller, que al principio empieza poniendo los motivos de pánico en el exterior para dar a lo último un volantazo y demostrarnos que todo el terror proviene de lo psíquico. De estos volantazos de trama sabía muy bien el "mago del suspenso", el gran Hitch cuando cambiaba de argumento a mitad de la trama, como el caso de "Psicosis", en donde mata a su estrella protagónica a los 45 minutos de película, y de ahí en más trueca el planteo hasta desembocar en algo totalmente inesperado. Era muy famoso por sus "MacGuffin" (Hitchcock definía un MacGuffin como el darle una pista falsa al espectador y hacerle creer que va por el camino correcto, hasta que se bifurquen esos caminos y le demuestre al final que fue durante toda la película sobre un rastro erróneo). Algo parecido sucede en esta obra, donde los espacios "fuera de campo" están utilizados a la manera de una película. Los actores pueden hablar detrás de puertas o paredes verdaderas con la misma naturalidad que lo hacen en escena.
Pero vamos a la trama. Una pareja de jóvenes que llevan nueve años de casados, Nacho y ¿? (nunca sabremos el nombre de ella) se mudan desde la ciudad a vivir a un complejo de edificios torre en un barrio cerrado cerca del bosque. El único edificio habitado es el de ellos, no han conseguido vender ninguna otra propiedad a nadie aunque a veces hay posibles compradores, ergo, no tienen ningún vecino. Ella es licenciada en recursos humanos, es decir, esas personas que pueden decidir sobre la homeostasis de una empresa: si sobra gente, se despide a los descartables, si se necesita personal, se contrata. Y por esas comedias del destino, él, excelente empleado de otra empresa, de pronto queda fuera del sistema, es despedido, por lo que pasará a estar todo el día metido en la casa. Ella tiene que despedir a un sujeto de nombre Sergio, quien la espera a la salida del trabajo y la ataca muy ferozmente, sacudiéndola de un brazo y le dice que si lo despide lo está matando, que tiene una ex esposa a quien pasarle dinero para su hija discapacitada, y que si se lo despide cometerá una locura. Hasta aquí esa historia. Pasados los meses se instala en la baulera del edificio un sujeto que hace en seguida buenas migas con Nacho. Su nombre es Sergio, está desocupado por eso tiene que tomar el lugar por asalto, que tiene una ex esposa que le reclama dinero para su hija discapacitada... ¿Les suena? Sí, es el mismo individuo que su mujer despidió. Ella empieza a entrar en pánico y manda a poner cámaras de seguridad en todo el predio, hasta que llegan los de la inmobiliaria y asustan al intruso, quien se va. Ahora, Paula (vamos a llamarla así) nunca los ha visto juntos a su marido y a Sergio, ni lo ha visto al extraño, ese es uno de los ganchos de la trama. Ella ha quedado embarazada, y sobre el final de su embarazo decide abandonar a su marido e irse a vivir con sus padres. El resto no se los voy a contar porque estaría traicionando la buena voluntad de quienes quieras verla. Señores, paguen su entrada y vean...
La obra estará en escena hasta el 31 de este mes (se da los jueves a las 17 hs y los domingos a las 19.15 hs) y vuelve el 2 de octubre hasta el 20 de noviembre, quien no tenga la posibilidad de verla ahora puede hacerlo más entrada la primavera. Y la entrada es realmente accesible: 200 $
Recomiendo furiosamente "Nerium Park" porque es de lo mejor que he visto en esta despoblada temporada.
Gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 20 de julio de 2016

Mi crítica de "El Acompañamiento" (Teatro-TV)


Ayer murió un gran hombre. No sólo un gran dramaturgo y director. Sino un hombre bueno. Carlos Gorostiza ("El Goro") era un hombre ético y bueno, que además portaba cara de buen tipo. Murió a sus juveniles 96 años y hasta una semana antes estuvo activo, cenando con Magdalena Ruíz Guiñazú, después de cuya cena se sintió con presión y taquicardia y hubo que internarlo. Una trombosis coronaria acabó con su fructífera vida una semana después y fue velado en el Teatro Nacional Cervantes. Escribió más de 40 obras y 4 libros de novela. Fue el que le dio aire nuevo a un alicaído teatro nacional con el estreno en 1943 de su obra (emblemática) "El Puente" y colaboró durante los años de la dictadura en ese excepcional grito de libertad y creatividad que fuera Teatro Abierto, de dónde procede esta obra (1981). Con vientos democráticos fue Secretario de Cultura del gobierno de ese gran demócrata que fue Raúl Alfonsín. Porque Gorostiza también era un gran demócrata, y creía en esos tiempos de cambio para la Argentina. Todas sus obras están cargadas de un profundo amor por el ser humano, de libertad y de creatividad. Recuerdo la emocionante visión de "El Patio de Atrás" o de "Aeroplanos", dos obras suyas que él mismo dirigió. Así como recuerdo la puesta que hicimos con nuestro grupo de teatro de esta que nos convoca hoy, con la mágica mano directriz de Jorge Fiszsón cuando hicimos aquel memorable "teatrazo" en 1985 en el Centro Cultural de Floresta. Ayer murió un gran hombre. Y como mi pequeño homenaje volví a ver "El Acompañamiento" en Teatrix. Siempre conservó su rostro fresco y lozano, hasta su muerte, un rostro que resplandecía vitalidad, honorabilidad y sentido del humor. Nunca dejó de frecuentar los teatros, ya fueran los del off o los comerciales. Era hermano de Analía Gadé y sentía una profunda fraternidad aunque los separara un océano. Siempre quedarás en nuestro recuerdo y en nuestros  corazones, Goro...
Teatrix tomó esta versión de una televisación de Canal 9, que hiciera de obras nacionales, dirigida por Raúl Serrano e interpretada magníficamente por Hugo Arana y Arturo Maly. Lo que le sobra es esa introducción de Sebastián (Maly) hablando con los familiares entre sombras en una pieza exterior o asomándose desde un pasillo a la pieza de Tuco (Arana). Le quita teatralidad. Pero en fin, son las reglas de la televisión. La imagen en este caso es perfecta, tal vez por verse sacada del formato televisivo, más acorde a Internet, que las demás obras, grabadas "con calidad cinematográfica", que producen frecuentes saltos e interrupciones en la emisión.
La historia es simple pero profundamente emotiva. Tuco está desde hace una semana encerrado en su pieza porque vuelve a cantar (tangos). Y somete al público a escuchar una y otra vez su interpretación de "Viejo Smocking", con una voz destemplada y ridícula. Acá se nota el homenaje que Arana le hace a Carlos Carella, quien la estrenara, con esa voz finita que lo caracterizaba. A su encuentro viene su amigo Sebastián, convencido por la familia para que lo saque de su ostracismo y vuelva a convivir con ellos. Y que sobre todo, se saque esa manía de querer cantar de nuevo. Sebastián viene con todo su aire de perdedor y está a punto de echarse a llorar al ver enajenado a su amigo. Resulta que Tuco habló con "el Mingo", un personaje sobrador y atorrante, que le dijo que estaba cantando mejor que nunca, y que él le iba a mandar un acompañamiento de guitarras para presentarlo en televisión. Y Tuco cree, con la ingenuidad de los chicos (o de los locos) de que ese acompañamiento efectivamente llegará. Y no renuncia a su fantasía de cumplir su sueño de libertad de juventud. "Vos sí que triunfaste en la vida", le dice Tuco a su amigo, porque éste tiene un quiosco y no depende de nadie, no se casó y vive solo, no como él "rodeado de locos". "¿Y qué hacés en tu quiosco?", le pregunta, "Y... veo la calle, veo hasta la vereda de enfrente", le contesta en su modestia Sebastián. Esa es toda la independencia que ha conseguido en su vida, pero al otro le parece el "sumun" de la libertad. Los diálogos son entre cómicos y patéticos y están muy bien logrados por la sabiduría de su autor y por la ternura que saben insuflarle Arana y Maly, y respetan hasta la última coma del texto original. Es que Tuco y Sebastián son esos personajes que bien puede ser cualquiera de nosotros, esperando toda la vida la concreción de un sueño  que nunca llegó. Son los personajes de Godot que esperan, en este caso al acompañamiento, pero su espera se transforma en ese anhelo de lo otro, de salir de la rutina diaria, de salir de  de esa pieza de chapas y paredes descascaradas con un catre vencido, que hace más asequible ese sueño. El idioma que usan es un léxico bien porteño, lleno de guiños, "malas palabras" que le otorgan certificado de realidad a la obra que estamos viendo. Son dos seres en completa y perpetua agonía buscando un rayo de sol que les modifique  el sendero. ¿Pueden salir de esto? Sí, con la fantasía que otorga la locura, finalmente Sebastián se convierte en el "acompañamiento" que busca Tuco, tocando una imaginaria guitarra y preparándose para el "vuelo a la fama". Si Gorostiza supo darles el aliento poético que necesitaban Tuco y Sebastián era porque conocía profundamente el alma humana. Con esta sóla obra de 40 minutos basta para agradecerle a Gorostiza su fortuna de creador. Y recordarlo por siempre...
Y en homenaje a él, gracias por leerme hasta acá nuevamente. No se olviden que entrando a mi blog pueden ver la obra completa.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

viernes, 15 de julio de 2016

Mi crítica de "Eran Tres Alpinos" (Teatro)


Gracias a la labor de Teatrix, nuevamente, pude disfrutar la obra de Julio Ordano en su función de autor y director "Eran Tres Alpinos", una pieza entrañable. En su libro "Construir al enemigo", Umberto Eco nos dice que para que un grupo tome cohesión es imprescindible que se invente un enemigo contra el cual luchar, ya sea entre dos naciones, partidos políticos o creencias religiosas. Siempre hay que buscar a un Otro en quien depositar el miedo. Y cuando al Ruso y al Gordo (este último no tiene nombre, por eso de acá en más lo voy a llamar así) se les acerque Pedro, un muchacho joven e impetuoso en aquel andén frío y húmedo de invierno, se replegarán para atacarlo. Aunque Pedro viene con intención amistosa, les propone regalarle su mochila, les trae comida y bebida, ellos dos se atrincheran y lo enfrentan. El Ruso sobre todo, quien es el más irascible de los dos cartoneros que están esperando el tren que los llevará a Moreno para cartonear. Se podría sospechar que esos dos hombres grandes con alma de niños están esperando a Godot, pero no, con el transcurso de la obra nos damos cuenta que lo que esperan, en ese tren que los lleve a la "terminal" es la muerte, así como muere Pedro sentado entre los dos, después de un ataque de pulmonía. Y el indicio lo da la historia que cuenta el Gordo sobre el cementerio de "mamíferos" (opta llamarlos así a los elefantes) donde se reúnen estos animales cuando, ya cansados de la vida, deciden morir.
Se nota en estos dos cartoneros una pátina de cultura, de que han vivido tiempos mejores pero ahora el devenir del destino los hace andar andrajosamente vestidos y cubriéndose con frazadas agujereadas. Cultura no sólo enciclopédica sino también de la vida: hay entre los dos una especie de ternura muy particular. Se quieren, se hacen compañía, se protegen. Y forman un dúo muy contrapuesto: el Ruso es el cabrón, se enoja por nada, grita, defiende el territorio. El Gordo permanece todo el tiempo sentado en ese banco sin moverse (tal vez dado el enorme cuerpo de Roly Serrano a quien le debe resultar muy difícil desplazarse) contando historias... inventadas todas. Él no es un creador, dice, porque el creador inventa desde la nada, lo que cuenta él tiene una semilla de cierto. Para aclarar después que todo, absolutamente todo lo que cuenta es pura invención. Así nos pasea por las historias más dulces, trágicas o románticas. Es que el Gordo habla y se maneja con cierta inocencia y gracia que le da un aire de niño grande. "Invento para saber que estoy vivo", le dice al Ruso cuando éste le dice que malgastó su vida no siendo escritor, que podría haberse llenado de plata y no tener que estar ahí pasando frío y hambre. Pero en todas sus mentiras hay una gran cuota de poesía, de lirismo. El Ruso y Pedro también son poetas a su manera, hablan eligiendo las palabras, lo hacen rápido, con maestría de verdaderos oradores y construyen imágenes de potente belleza. Son verborrágicos los tres, cada cual en su estilo.
Otro detalle. Los tres tienen la cara maquillada con un blanco ceniza lo que les da el aspecto de muertos vivos, tal vez lo que estamos viendo es una reunión de espectros que están esperando su pase al Purgatorio. Esperar, esperan. No se sabe qué, pero el Gordo está constantemente preguntando la hora al Ruso y siempre falta un poco. Cuando por fin pasa el tren, lo dejan ir, quietos en su banco y divirtiéndose con las caras que ven dentro. Pero su espera no ha concluido. Esperarán al tren que viene después. Tienen constantemente los ojos rojos, surcados por lágrimas, lo que juega en ellos como fantasmas con corazón humano. Esperan para llegar al Centro de Morón, a la Terminal...
El juego entre los actores es impagable y delicioso. Está el enorme (en volumen y en talento) Roly Serrano, jugando a ser un chico grandote cuyo talento es la invención de mentiras poéticas. Invalorable también es el trabajo de Pablo Alarcón en El Ruso, con toda su carga de nerviosismo, furia incontenible y ternura infinita, tocando delicadamente una armónica de la que extrae las más bellas melodías. Y el tercero en discordia es un joven Álvaro Ruíz, cuya juventud desbordante le juega en contra, con sus grandes parrafadas se ve un poco fuera del registro de los dos maestros por su exuberancia de vitalidad y movimiento (a pesar de llevar un brazo en cabestrillo).
La dirección es impecable y combina momentos muy graciosos con otros patéticos o decididamente románticos (¿es imposible un buen "romance" entre dos hombres?). Muy bien Ordano, se destaca en la creación de climas y en generar imágenes poéticas.
¿Qué podemos agregar? Que Teatrix se ha inspirado para ofrecer una grabación impecable lista para el disfrute y con gran profesionalismo en el muestreo de primeros planos y planos conjunto.
Se las recomiendo fervorosamente y, como todas las obras de Teatrix, pueden verlas con sólo cliquear el enlace en la página de mi blog.
Gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

sábado, 9 de julio de 2016

Mi crítica de "Viajo Sola" (Cine)

"Viajo sola" se estrenó este jueves, a pesar de estar fechada en el 2013, pero quiero recomendarla porque es una muy buena película y una muestra cabal del cine italiano (que está pasando por una etapa de decadencia) y de lo que se puede ver en la actualidad. Confirmo, no es "la" película, pero sí algo que se puede disfrutar plácidamente.
Irene Lorenzi (la siempre eficaz Margherita Buy) llega a un hotel y, ya en la habitación, comienza su trabajo. Se pone los impecables guantes blancos para comprobar que no haya una sola mota de polvo en sillas, camas, muebles, estantes, cuadros, etc, para asegurarse que las sábanas no tienen ninguna mancha y están perfumadas, al igual que las toallas, que el clima de la habitación (termómetro en mano) es el ideal, que el vino está a la temperatura indicada, así como lo debe estar la sopa y las infusiones. Su trabajo comienza en realidad cuando entra al hotel. Asegurarse que el conserje no tarde más de dos minutos en hacer la recepción, que todos sean gentiles, que las indicaciones sean precisas, que el traje y los zapatos del botones sean los adecuados y no esté con ninguna arruga... Sí, Irene tiene gran grado de locura obsesiva, pero de otra forma no podría hacer su trabajo. Ella es inspectora de hoteles y tiene que rendir cuentas ante un superior y asegurarse que los hoteles "cinco estrellas", tengan con qué sustentar esa calificación. "Puedo hacer este trabajo perfectamente, justamente porque no tengo una vida", dice en un momento. Y sí, es triste admitirlo pero Irene no dispone de muchas atracciones en su vida personal. Mantiene una relación de camaradería/amistad con un ex novio, con el que se ven siempre y hasta comparten cama en algún cuarto de hotel, se visitan seguido y se apoyan mutuamente. Pero sucede que Andrea (Steffano Accorsi), el ex, ha dejado embarazada a su novia actual, Fabiana, y piensan tener el bebé, para eso debe acompañarla a las ecografías y demás estudios a los que deba someterse Fabiana (que ya no es tan joven, tampoco). Es por eso que Irene tema con perder a Andrea y su apoyo incondicional, y en una de las últimas instancias del film, terminen acostándose juntos. La de Andrea-Fabiana podría ser una de las subtramas del largometraje. Pero hay otra, la relación de Irene con su hermana Silvia, su cuñado Tommaso y sus dos sobrinas, a las que llevará consigo en uno de los viajes de inspección. Irene y Silvia tienen muchas cosas por decirse, pero sólo soterradamente se dicen. Es más fácil regalarle un vestido que antes había criticado, a su hermana, que hablar francamente de las cosas que les pasan. Tommaso es violinista de una orquesta y Silvia ama de casa con dos niñas que atender y parecen haber llegado a una crisis en donde ya no hay sexo en la pareja. Cómo lo discuten y afrontan este cambio en sus vidas constituye otra subtrama.
Es por todo esto que no podamos decir que Irene esté sola, está rodeada de gente, pero cuando vuelve a su casa, sólo el silencio la espera. A su manera también está sola, como solos están todos los personajes de la película. Ha decidido no casarse ni tener hijos, sus viajes permanentes no le dejan tiempo para otra cosa que no sea la solitaria tarea de comprobar la perfección dentro de un mundo que se le presenta imperfecto. Los hoteles que visita son muchos durante el film, pero podrían ser el mismo que no notaríamos diferencias salvo en sus matices. Donde sufre una verdadera conmoción es en Berlín. Allí conoce a una cincuentona (en el sauna) que se interesa por hombres más jóvenes, que resulta ser una antropóloga invitada por la TV de ese país para presentar su libro y hablar sobre la sexualización de la mujer moderna. Esta es la parte más interesante de la película por los contenidos que ella transmite, sobre la presunta "liberación" de la mujer, condicionada por belleza, estética, cirujanos que actúan con un mismo molde, el condicionamiento de la pornografía, y una sexualidad resignada a las más hermosas. Todos conceptos claros y ricos para debatir desde la antropología. Incluso llegan a conocerse y hacerse amigas. Pero todo termina abruptamente cuando,  en el hotel, la noche posterior al programa de televisión la Lic. Sherman muera de un ataque cardíaco, dejando a Irene sola, enfrentándose a su propio vacío. Allí toma conciencia de que todo lo que hace es efímero si no posee una familia de respaldo detrás, un hombre que no sólo sea su amigo o su cuñado, sino alguien que responda por ella, como ese marido de la antropóloga que no veía hacía 15 años y al que deben llamar para atestiguar su identidad. Irene se asoma al abismo por primera vez en su vida.
Todo el film es igualmente placentero y disfrutable, sin vulgaridades ni golpes bajos, ni abusar tampoco del primer plano ni de los planos detalle, sólo cuando encontremos a Irene en plena tarea. Se basa en campos de fotografía abiertos, nada claustrofóbicos a pesar de que la mayor parte del metraje transcurre en espacios cerrados. Altamente recomendable esta película que se puede ver en familia y para quien no quiera ir al cine lo puede bajar desde el Torrent.
Gracias por leerme hasta acá nuevamente.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

lunes, 4 de julio de 2016

Mi crítica de "Yo y Tú" (B. Bertolucci-2012) (Cine)

Ver una película del (en otros tiempos) gran Bernardo Bertolucci siempre consiste un desafío. "Yo y Tú", su última producción hasta ahora, corresponde al 2012 y nos deja a medio camino entre lo que Bertolucci fue y lo que se puede esperar de él. No es que sea una mala película, aclarémoslo de entrada, si hubiese sido dirigida por cualquier otro del montón, pero en manos de don Bernardo, el material daba para más. Es en cierta parte como un refrito de sus grandes éxitos, sin la consistencia de ellos.
Vamos por parte. La historia cuenta la anécdota de Lorenzo, un adolescente de 14 años que, decide no irse de excursión a la nieve con sus compañeros de clase, mintiéndole a su madre y refugiarse por esa semana en el sótano del departamento en donde vive, con los víveres que compró para irse y escuchando rock tranquilamente. Sólo que su estadía será interrumpida por la presencia de su media hermana, Olivia, que busca refugio para ampararse de su adicción a las drogas y "limpiarse" ya que en esos días cambiará de rumbo e irá a vivir al campo con un amigo que le pide que no consuma más. Claro que la relación no será fácil. Lorenzo es un chico con problemas, ermitaño, tendiente a los desbordes de carácter, que opta por comprarse un insectario con hormigas, fascinado por ellas, que irse con sus amigos a jugar juegos invernales. Ella tampoco es una joyita. Está en plena desintoxicación autoimpuesta. Tiene síndrome de abstinencia, vomita, no puede dormir, grita, llora y le pide por fin a Lorenzo que le consiga somníferos. Lo que hace Bertolucci es mantener la tensión erótica entre estos dos personajes, sin decidirse por nada, sólo al final habrá un baile con abrazos fuertes, pero eso será todo. Bertolucci, quién supo hacer del sexo su religión, lo explotó de manera extraordinaria en "El Último Tango en París", en "Novecento" también asomaba, en la transgresora "La Luna" y hasta en una de sus últimas provocaciones que fue "Los Soñadores" hizo un uso exquisito de la pulsión sexual entre hermanos. Pero acá no hay nada de eso. Está presente, sí, pero sólo a nivel tácito. La política marxista, otro de sus fuertes ("Novecento"), acá también está ausente. Nos puede dar una lección moralista sobre qué mal hacen las drogas, pero lo hace con cierto aire paternalista (a esta altura, de abuelo), que le calza muy mal. Los ataques de abstinencia de Olivia son tan didácticos que dan vergüenza ajena, más dignos del canal Encuentros.
Olivia es muy linda y llamativa, si no fuera por ese par de granos que afectan su cara. Lorenzo también es un lindo chico, pero tiene la cara llena de impurezas. ¿Qué nos quiere decir Bertolucci? Que los dos, a su manera cada cual, están manchados. Cha chan. Si, Berto, se entendió. Como cuando Lorenzo se ve rechazado por Olivia y camina cada vez más rápido, sorteando obstáculos en el pequeño espacio del sótano como ese armadillo que vio en la veterinaria (se incluye la imagen en flash-back del armadillo). ¿Era necesario? Ya sabemos que la mulita o armadillo es ese animal que camina rápido y que tiene una caparazón tan dura que es difícil atravesarla. Uy, mirá, como Lorenzo... Metáforas como estas hay a montones y sería vano explicitarlas acá.
Cuando come con su madre (todavía joven), Lorenzo se tira un lance. Le dice qué pasaría si desapareciera la humanidad en el mundo y sólo quedaran ellos dos. ¿No habría que sacrificarse por preservar la especie? Parece estar en tiempos de "La Luna", sólo que aquellos eran más ambiciosos... La madre lo corta, se enoja y ahí se acabó toda insinuación al incesto. Como después tampoco se dará entre los hermanastros. ¿Es necesario que Bertolucci nos tire estas puntas, estos amagues, cómo para que digamos "mirá qué jugado el tipo", sin después desembocar en nada? ¿Es imprescindible que los dos hermanastros se encuentren en un lugar cerrado, claustrofóbico, que los mantiene casi pegados todo el día para que no se despierte el mínimo interés sexual entre ellos -repito, al menos de forma explícita-?
Es que Bertolucci, después de aquella faraónica "El Último Emperador" hollywoodense cosechadora de tantos Oscars, se industrializó, perdió toda su pulsión vital por el psicoanálisis y el marxismo que tan bien supo exponer en sus primeras "La Cosecha Seca", "La Estrategia de la Araña" o "El Conformista". Después del Oscar vino esa nada que fue "El Cielo Protector" ("Refugio para el Amor") con Debra Winger y John Malkovich, dos actores en el cenit de sus carreras que pasaron sin pena ni gloria por esta. También volvió a Italia para filmar "Belleza Robada", que fue otro fracaso. Y se recuperó un poco con "Los Soñadores" y su visión del Mayo Francés en la experiencia de dos hermanos incestuosos y un amigo al que introducían en sus juegos sexuales. Pero después volvió a caer.
Y ahora nos presenta "Yo y Tú", que, como bien digo, en otras manos podría haber sido una digna película. Pero en Bertolucci es un fiasco, no porque sea mala, sino por todo lo qué él supo ser antes.
Gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

viernes, 1 de julio de 2016

Mi crítica de "Juana, la Loca" (Teatro)

Ver obra

Ahora, gracias a la magia de Teatrix podemos acceder a este mágico (sí, ¿por qué no?) espectáculo escrito y dirigido por Pepe Cibrián Campoy y actuado por Patricia Palmer, ya que, al igual que "Marica", se trata de otro unipersonal, un monólogo escrito en verso de una hora cinco de duración, perfectamente disfrutable y admirable. Pepe Cibrián se revela, en su anterior trabajo y en este, como uno de los grandes autores de texto en verso, más allá de los musicales a los que nos tiene acostumbrados (perfectos en su concepción también), pero acá se ve la calidad de un autor que tiene una hondura, una profundidad, una musicalidad en el decir y en el escribir, un talento para decir cosas y transmitirlas, poco frecuentado en esta época del teatro en prosa, donde el verso ya ha quedado atrás. Pepe revitaliza todo eso y lo hace, no sólo con altura, profesionalismo y calidad sino también con una actualidad en las ideas poco frecuentado en ese género. Y es Patricia Palmer (una actriz que -debo confesar- hasta hoy yo consideraba menor) quien le presta perfecto envase a esa Juana la Loca, carcomida por la sensualidad y sexualidad, por los celos y la pasión, una actriz exacta para todo lo que quiere transmitir el gran Pepe (este es uno, tenemos al otro gran Pepe que es Soriano).
Por la historia nos enteramos que la llamada Juana la Loca nació en 1479 sólo para morir en 1555, viviendo sus 75 años; que fue hija de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón y que fue reina de Castilla de 1504 a 1555 y de Aragón y Navarra desde 1516 hasta 1555 pero fue una reina virtual (hoy está tan de moda la palabra) ya que desde 1509 hasta su muerte estuvo encerrada en Tordesillas primero por su padre y luego por su hijo Carlos I. La historia que nos cuenta Cibrián la halla ya presa en su torre y con su sillón de reina como única escenografía. Palmer luce una ropa de reina deslucida, con enaguas y capa y va descalza (igual que Pepe en "Marica", se ve que es ya sello de autor). Y lo que nos presenta es una reina en cautiverio acosada por los fantasmas de su vida, su gran poder de seducción y su deseo insatisfecho, su amor espiritual y el carnal por sobre todo. Se cuenta de cómo se enamoró y casó con Felipe el Hermoso, heredero de Flandes, de cómo vivieron un amor apasionado signado por el sexo y la pasión y de cómo fue luego despreciada por él, rebajándola a menos que una ramera, directamente a un ser despreciable que le inspiraba el más profundo de los ascos y las repulsiones, y de la descendencia que tuvieron.
Juana es tratada de loca precisamente por su pasión por todo lo que fuera amor sensual en todas sus manifestaciones, y por los celos terribles que le atacaban cuando Felipe se iba por ahí con otras mujeres, ya que parece que no le hacía asco a su fama de "Hermoso" y cuando ya no le servía el refugio que Juana le daba entre sus brazos y sus piernas, debía buscar estímulo en el afuera. Los fantasmas incluyen a su tremenda madre, quien actuaba junto a la feroz Inquisición para echar a los moros y a los judíos de tierra española, y a practicarla con su propia hija; a sus diálogos con Felipe en su época de enamorados tanto como en la de amante de otras; e incluso con la visión de sus nietos, uno de los cuales lleva el nombre de Felipe. Pero su gran locura se debe a la muerte de el "Hermoso" y a su negativa a despedirse de él en este mundo terrenal. Es algo que definitivamente no acepta ni puede admitir sin partirse de dolor. Su cautiverio la muestra ensoñándose con sus aventuras sexuales desde la juventud hasta la vejez, donde ya las costras, el pelo largo hasta el suelo y las manchas en sus vestidos la convierten en una vieja aborrecible, sumada a la persistente tos que la acompaña en su retiro carcelario.
Los pasos de un estado a otro dados por la Palmer son admirables, los hace con tal desenvolvimiento y naturalidad que nos hacen creíbles todas sus edades, claro, esto está mágicamente (y aquí revalorizo la palabra) dado por la iluminación que Cibrián Campoy sabe darle. Lo que hace con la luz es auténticamente un prodigio, creando climas, transiciones allí donde las hay como donde no, cambiando los estados mentales del personaje, en suma: magia.
"Se me pasa el tiempo", repite sin cesar la Loca, y es cierto, el tiempo pasa para aquella reina prisionera, pero a la vez se le hace largo, parece no pasar en esa torre a la que ha sido confinada. Y tiene el tiempo necesario para repasar toda su vida de amoríos con un sólo hombre y sus desengaños con este, y todo lo que hubiese querido vivir si no hubiera estado presa. Fue una vida miserable la que pasó la pobre Juana por pretender sólo una cosa: amar y ser amada.
Cibrián como director se anota otro poroto en este proyecto, tanto en su creación de climas psicológicos (ya lo dijimos) como en la movilidad del personaje en escena, ya que a pesar de contar con un sólo elemento escenográfico sabe dotarla de tanto magnetismo y circulación dentro del proscenio que no cansa ni se repite nunca. Es todo un hallazgo como director de actores.
Y qué podemos decir, que agradezco infinitamente a Teatrix la dicha que me ha dado de poder ver este excelente espectáculo que en su momento no pude ver en el teatro. Altamente recomendable.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
 El Conde de Teberito (un crítico independiente).