viernes, 17 de diciembre de 2021

Mi crítica de "Eva y Victoria" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/eva-y-victoria


 Teatrix tuvo la buena idea de editar esta gran obra, de Mónica Ottino, obra que a pesar de tener largos 20 años de estrenada, sigue representándose con éxito, esta vez, con la participación de María Valenzuela (Victoria) y Sabrina Carballo (Eva), y con la dirección de Manuel González Gil.  Esta obra, revisitada con frecuencia, marcó un hito importante dentro del teatro argentino ya que inventó un género, aquel de contraponer los discursos de dos figuras históricas en el mismo escenario, que diera lugar a tantas pachoodonelliadas, e incluso aquel intento de Beto Casella de compartir cinco personajes en "Encuentro de genios". Por cierto que la reunión imaginaria entre Eva Perón y Victoria Ocampo es un argumento jugoso y da lugar a filosos dardos e ingeniosos diálogos, ya que éste es el sostén dramático de la pieza. La disputa entre ambas personalidades, tan marcadas y enfrentadas nos hace ver que la dichosa grieta no es fruto de nuestra actualidad política, si bien el peronismo siempre hizo resquebrajar el terreno, es tan antigua desde que surgió el país (si nos retrotraemos, desde que Caín mató a Abel hay grieta).Pero el surgimiento del peronismo hizo enquistar a la perfección a una mitad de la Argentina contra la otra. La presencia de Eva Duarte supo avivar los odios entre clases, y eso es lo que la obra quiere transmitir y fue muy bien capturado por Ottino.

La acción transcurre en dos escenarios, el primero en la mansión de Victoria, cuando Eva acude a ella para pedirle la colaboración en propulsar el voto femenino y el segundo en que la Ocampo visita a Evita poco antes de que ésta muera. Entre ambos encuentros transcurren años, y siempre es el mundo de la mujer el que se ve reflejado. El poder femenino para expresarse en las urnas, la independencia, la fidelidad, los amantes, la capacidad de crearse mundos, la imposibilidad de ambas de engendrar hijos, la riqueza y la pobreza, el poder, el odio y el resentimiento, son algunos de los temas por los que transita la obra. La pieza es tan amplia como para no postular ganadores ni perdedores, sino un franco y tenso debate entre el mundo de la cultura y las letras de la una y la ignorancia pero la astucia política de la otra. La agudeza de los diálogos es tal que propone un ping pong reflexivo entre ambas mujeres, si bien no se arriba a la convergencia sino en un encono sostenido.
El tono de odio constante y de cara de chupar limón que le imprime Valenzuela a su personaje, en un solo registro, lo apartan de la sabiduría escénica de China Zorrilla, quien lo estrenó (junto a Soledad Silveyra). Carballo se encuentra incómoda en la primera mitad, unida a una peluca que desentona con sus facciones dejando ver a todas luces la marca del implante que la borra de expresión. En la segunda parte, ya enferma, encuentra mejor su tono. La marcación de Valenzuela de arreglarse constantemente el cabello llega a ser exasperante. Belén Romano, que interpreta ambas mucamas, juega al límite la parodia. González Gil, hábil en el tránsito de las comedias se ve acá limitado en un texto que no deja mucho espacio para el humor. De todas formas la puesta es correcta y se desenvuelve con soltura y profesionalismo y deja apreciar un texto siempre agudo y sagaz.
Se deja ver muy bien y nos acerca a un recorte de nuestra historia que vale la pena tener siempre presente.
Acá se las dejo para que puedan disfrutarla.
Y gracias por continuar leyéndome.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

domingo, 5 de diciembre de 2021

Mi crítica de "Toc Toc" (Teatro)

 El jueves fuimos a ver la nueva puesta de "Toc Toc", todavía bajo la brillante dirección de la siempre eficaz Lía Jelín. Debo decir que esta segunda visión (sumada la versión cinematográfica española). me pareció mucho más aceptable y menos plomiza, tal vez anticipando el material con el que me iba a encontrar. El elenco brilla sin fisuras y presenta interpretaciones excelentes como la de Diego Pérez (Camilo), Gabriela Grinbalt (María Auxiliadora), pasando por Ernesto Claudio (Alfredo). Digámoslo una vez más: el elenco no desentona y da más de lo que promete. También está la bella Malena Figó (Lilí), Natacha Córdoba (Blanca) Diego Freigedo (Otto) y Gabriela Licht (la secretaria).

Aclaremos que el Toc del título hace referencia al Transtorno Obsesivo Compulsivo, y lo que parece una reunión de locos... efectivamente lo es. La cita: un consultorio de un afamado psiquiatra, el Dr. Cooper, quien nunca llegará, y los invitados, seis pacientes que padecen distintos tocs. Pero, son todos enfermos graves psíquicamente, pero esto no impide que se instale la comedia y que podamos reírnos con ganas de sus comportamientos. Uno padece el síndrome de Tourette, algo ligado a la coprolalia, lo que lo lleva a decir procacidades cada minuto (Alfredo), Camilo, taxista de profesión, tiene la manía de pasarse haciendo cálculos matemáticos complejísimos, mientras que Blanca, quien trabaja en un laboratorio lleva en sí la obsesión por la limpieza escrupulosa y a saber el contagio de cuanta enfermedad se le mencione. Este personaje ha sido bien explotado con el tema COVID, se presenta con barbijo y alcohol en gel y desinfecta toda superficie que toca, amén de abrir las ventanas para airear el ambiente. Lilí no puede obviar de repetir cada frase que dice dos veces, mientras María Auxiliadora, envuelta en el desenfreno místico tiene que cerciorarse infinitas veces sobre todo: desde si cerró la llave de gas o del agua como verificar si tiene sus llaves en la cartera. Otto, obsesionado por el orden y la simetría, no puede en cambio, pisar rayas. Sumados todos estos comportamientos, el cóctel es explosivo, y fue agudamente trazado por Laurent Baffie, el autor galo. Es especialmente efectiva la traducción y la adaptación al ámbito porteño.
La acción se estira un poco, sobre todo cuando deciden jugar a un juego de mesa, y más aún, cuando, ante la ausencia del galeno, quien se ha retrasado en su vuelo, deciden hacer terapia de grupo. Claro, este paso es necesario para comprobar que, ante situaciones extremas, cada uno pudo vencer su toc aunque más no sea por segundos. La terapia resultó exitosa, y todos se van conformes, incluso formándose una pareja o zanjando profundos enconos. Claro que para el final está reservada una gran sorpresa -tranquilos, que no la voy a revelar- que vendrá a dar vuelta todo. Sorpresa que para los que vimos "Bajo terapia" o "Terapia amorosa", no es tal.
Pero un gran regocijo y ganas de divertirse recorrió la sala chica del Multiteatro Comafi durante la función, en estos 11 años de representaciones de esta obra que bate récords, tal vez de forma un poco desmerecida...
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá, espero sus devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 13 de octubre de 2021

Mi crítica de "Fátima Superstar" (Teatro-Musical)

https://www.teatrix.com/ver/fatima-superstar


 Ayer tuve la dicha y la sorpresa de ver por Teatrix este, mi primer espectáculo de la gran Fátima Flores. Me pareció brillante y genial, no sólo por el nivel de las imitaciones -que son geniales y rayanas en la perfección- sino por el desarrollo de la idea en general. Por supuesto que no está sola, sino secundada por un amplio cuerpo de bailarines y, sobre todo, por el talentosísimo Fernando San Martín y el menos afortunado Julián Labruna. Pero la gran estrella es aquí Fátima. Y sale airosa. Ha sido elegida la mejor imitadora hispanohablante y lo tiene bien merecido. Este es un show del 2018 llevado a cabo en el Teatro Öpera.

Y empieza con todo: imitando a la siempre querida y recordada Raffaella Carrá, muerta este año. Y lo hace de la mano de tres de sus éxitos: "0303456". "Hay que venir al sur" y "Fiesta". Y lo hace en ese castellano italianizado que la caracterizó y desafinando como una burra al cantar. En cada una de sus imitaciones se esconde una crítica mordaz al aludido. Interviene a renglón seguido un Julián Labruna con su personaje de Rómulo Berreti (una farsa de Roberto Galán), alguien que merecía mejor libreto, ya que va a oficiar de nexo entre uno y otro personaje. Fátima arremete a continuación con una perfecta y altisonante Susana Giménez que invita a dos espectadores para sumarse con un juego, mientras les hace comentarios muy propios de la diva en cuestión. Claro, canta y baila (mal) como Susana. Y llega uno de los momentos de lujo de la noche. Y es cuando Susana invita a cantar a Cacho Castaña, interpretado por Fernando San Martín. Como acá no hay afán de parodia ni de chiste, estamos ante una imitación perfecta, de tal modo que nos queda la duda de haber visto al propio Cacho, ayudado por una prodigiosa caracterización (¡¡¡aprendan, imitadores!!!).  Lo mismo ocurre en el caso de Sandro y de Joaquín Galán. Y acá lo hace cantando como Castaña "Septiembre del 88". Interviene también Valeria Lynch, de la mano de Flores cantando a voz en cuello "Me das cada día más" y "Baila conmigo". Acá el estudio de sus inflexiones y movimientos es asombroso.
LLega el turno de la gran diva de la TV: Mirtha. Y Fátima vuelve a echar mano a su amplia gama de recursos con un personaje difícil y menos transitado. Y lo compone a la perfección y con humor (agarrate Alejandro Althabe). Acá el invitado es Sandro quien interpreta "Por ese palpitar" y "Dame fuego" (con mucho talento escénico).
Aparecen después dos ídolos internacionales, en inglés: Michael Jackson ("Thriller") y Madonna ("La isla bonita"), tal vez la sección menos riesgosa de un show de alto voltaje.
Y de ahora en más Fátima, a cara descubierta se lanza a completar, ella sola, todos las personalidades del año de la revisa Gente, en rápidas y riesgosas pinceladas, pasando de un personaje a otro sin solución de continuidad. Con la sagacidad de un retratista y la orfebridad de una eximia humorista,  con velocidad pasan sobre la escena Moria y Nacha, Mariana Nannis y Charlotte Caniggia, Catherine Fulop y Gabriela Sabttini, Marixa Balli, Carmen Barbieri, Barbi Vélez, Vicky Xipolitaquis, Silvia Súller, Soledad Silveyra, Gabriela Michetti, Lilita Carrió (las dos más aplaudidas), Graciela Alfano, María Eugenia Ritó, Ileana Calabró, Maru Botana y Marge Simpson. Para imitar a la, por entonces Gobernadora de la Pcia. de Bs.As. María Eugenia Vidal, se calza peluca morocha. Y falta el gran y esperado (y reclamado por el público) final con la Dra., la abogada exitosa... Maléfica para los íntimos... Cristina Fernández, tan odiada como amada, más lo primero que lo segundo, según el pulso del teatro, quien cae bajo el fino bisturí de la actriz.
Y con el final a lo Pimpinela, con los agudos gritos de una Lucía Galán de ficción ("Yo qué soy", "Olvídame y pega la vuelta", "La Familia"), parece coronarse el show. Pero Fátima es generosa. Faltan aún Lía Crucet y Gilda, con una conclusión digna de los mejores espectáculos: "No me arrepiento de este amor". Humor blanco para toda la familia y todo el talento de una verdadera genia.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá y espero las devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Mi crítica de "Díganlo con Mímica" (Teatro)

 Fui a ver hace dos semanas esta exitosa comedia de Nelson Valente y debo reconocer que me dejó con gusto a poco. El elenco está bien, todos hacen su esfuerzo por brillar y todos gritan mucho, si bien el que se luce es David Masjanik, el único que construye un personaje dentro del total. Vuelvo a decirlo: la obra se sostiene gracias a las actuaciones. Lo más original de todo resulta ser la canción compuesta para el saludo final por Rubén Rada (y cantada por él), sobre la base de "Muriendo de plena", uno de sus mayores y mejores éxitos. Veamos por qué falla, el material no es lo suficientemente gracioso, los chistes no son efectivos más allá de la sonrisa leve o la risa de compromiso. El público celebra, sin embargo, porque "una vez que uno sale al teatro..." o por el precio de la entrada, vaya a saber uno. Los que sí la encontraron cómica son los de AADET, que la eligieron como ganadora del "Contar 7" aquel concurso para autores nóbeles argentinos... Pero, ¿qué tiene de nóbel Valente? Eso queda en el misterio, de todas formas no se puede comparar con valores como "Bajo Terapia" o "Todas las Rayuelas", ganadoras con más fortuna de las primeras ediciones.

La obra no hace reír además porque aborda un tema muy bajo vuelo: discusiones de pareja, ya sean hétero u homosexuales. Y eso aburre. ¿Para qué ir a buscarlas afuera si uno las puede vivir en su casa?
Pero vamos a la obra. El matrimonio compuesto por la Peti y el Pela, o Pauli y Sebastián, mejor dicho (Andrea Politti y Carlos Belloso), reciben cada sábado a dos parejas amigas para jugar a Dígalo con mímica, juego en el que se dejan la vida. Ellas están formadas por Moni y David (Ileana Calabró y David Masjanik) y Luciano y Rodrigo (Gabriel Beck y Diego Gentile), estos últimos invictos ganadores de los encuentros del juego, lo cual saca de sus casillas a todos los demás.  Por supuesto que Pauli critica a todos sus amigos antes de que lleguen como buena hipócrita y chusma de barrio que bien podría haber sido interpretada por Niní Marshall, mientras su marido se esfuerza por arreglar la guirnalda de luces. Ella prepara comida de más ya que Moni y David son "unos muertos de hambre" que no tienen nada para comer en su casa y van a saciar su apetito allí. Por fin llegan: la intempestiva Moni, furiosa, al teléfono y el depresivo David, el personaje más rico dramáticamente y mejor jugado, es un personaje tridimensional, con su angustia siempre alerta y con su cóctel de Alplax. Enseguida llega la pareja faltante: los gays Luciano y Rodrigo, una dupla joven y de fuertes vínculos (según parece). Claro, porque nada es lo que parece en esta comedia del grotesco, en esta comedia de máscaras que se caen, todo parece frágil detrás de los potentes lazos que pretenden demostrar.
Por fin después de una larga introducción -el conflicto, motor de lo teatral, parece no llegar nunca- comienza el juego que los convoca, y es acá donde aparecen los gags más reideros de la obra, por ejemplo cuando David debe representar "Titanic" para que la abstrusa Moni lo adivine, contando toda la película en sólo un minuto. Por supuesto no lo logra. Los ganadores vuelven a ser Luciano y Rodrigo, los que parecen tener un código tácito, amparándose en que "practican toda la semana". Ësto inflama la sangre de los demás llegando desde el insulto a la agresión física. Y es allí cuando asoman los ajustes de cuentas.
La llama que enciende la mecha es la pasiva -casi catatónica- actitud de David ante la visita a sus suegros el domingo, lo que hace estallar la relación de la Peti y el Pela, quién tampoco soporta a su familia política, sólo que en este caso es recíproco. Todo será puesto en su lugar por la intervención de Luciano, el que afirma que en su pareja reina la paz, que todas las decisiones son consesuadas y que se rigen por el principio de la libertad... Todas esas afirmaciones calmas y sabias quedarán sepultadas bajo la catarata de reproches que tiene Rodrigo para con él, definiéndose como un sometido al que nunca se le preguntó nada. La velada concluye en el más desbaratado caos, con varias vueltas de tuerca: las parejas se reconcilian después de la tormenta, en donde por medio de un brindis Sebastián les jura fidelidad eterna, para, acto seguido los eche a todos blandiendo una botella y una silla en cada mano. Finalmentee el Pela y la Peti se quedan solos, juntos, brindando por su amor. El gag que bien podría haber llegado al final queda sin resolución. Pero ya nadie ni nada volverá a ser igual después de esa reunión. Las fachadas han caído.
Nelson Valente se demuestra como mejor director de actores que libretista y trabajó con un elenco sin fisuras en donde la acción está cronometrada al segundo (ese reloj que marca el minuto justo para el juego) y donde nada se dejó librado a la improvisación ni al titubeo. Lástima, podría haber sido mejor con más puntería en los diálogos.
Y gracias por leerme hasta acá y espero sus devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

sábado, 18 de septiembre de 2021

Mi Crítica de "El Método Moldavsky" (Teatro)

 Hace una semana fuimos con mi amiga Ana a la avant-premier de este nuevo show de Roberto Moldavsky. Debo decir que yo nunca había visto un espectáculo suyo y que la impresión fue como la que viví dos veces anteriormente: cuando vi por primera vez en vivo a Les Luthiers y a Geretto, que estaba frente a la perfección del humor. Digámoslo sin más, que me hizo llorar de tanto reírme. El tipo es astuto y sabe fijarse en los pequeños detalles de las cosas cotidianas, es un fino cristomatizador de la realidad y sabe encontrarle la viñeta cómica a cada drama. Como hábil transitador del más acabado humor judío sabe cómo hacer reír con la desgracia, con el fracaso, con la tragedia, ponerse en el lugar de la víctima, del pobre fracasado, del débil, el perdedor.

También aprovecha su rol de vendedor de ropa del Once y lo deja ver desde los primeros momentos; cuando después de reprocharnos que todos los que estamos ahí fuimos gratis por el club La Nación y que va a tener que hacer la unción sin cobrar un solo peso, empiece a observar la ropa del público. Sí, porque desde un monitor instalado entre bambalinas y a telón cerrado va a hacer foco sobre cada espectador para opinar sobre su ropa: si es de segunda marca, si lo engañó el vendedor, si es muy audaz para ponerse esos tonos y sobre todo, si usa "animals prints". Por supuesto todo dicho desde el respeto, el mejor sentido del humor y la complicidad de sus espectadores.
Está, felizmente, acompañado por la Valentín Gómez, una orquesta de exquisito gusto musical y que suena muy bien, cuyos integrantes son todos judíos, menos uno, de apellido Ramírez, a quién insiste que se haga un pequeño recortecito para ser admitido en la comunidad.  El humor de Moldavsky se apoya, en este show, sobre tres pilares funcionales: los políticos, la pandemia y las pequeñas cosas. Sobre la política, no deja a nadie en pie, ya que arrasa tanto con el oficialismo como con la oposición. Recuerda cuando Alberto dijo "vamos a encerrarnos por dos semanas, hasta que pase el virus" y cae en las repetidas veces en que tuvo que salir a dar explicaciones, desde el vacunatorio vip hasta el cumpleaños de Fabiola. Tampoco se salvan Cristina, Kicilof o Máximo. El peronismo es el partido más golpeado en el decir del humorista, quien habla de exportar la idea peronista a otras naciones y hasta llegue a postularse como presidente peronista de Israel, para lo cual prepara una insólita danza iddish.
Afirma: "Miren como financió la deuda Guzmán, tan bien que ya los paisanos están buscando en los registros de apellidos: éste tiene que ser judío... no como hizo Kicilof que es de los nuestros y pagó todo al contado y con intereses... ¡un judío no paga nunca al contado!". También cae bajo sus dardos la oposición. "Larreta se excita cambiando de mano las avenidas del centro. Miren lo que hizo con Córdoba: un carril para la bicisenda, otro para los colectivos, otro para taxistas, otro para los que no estén seguros de querer ir por Córdoba... ¡ya no podés doblar a la izquierda sin llevarte puestos dos Rapi y dos Pídalo ya!"
Pero la cosa no termina allí. Sigue con las conductas durante la cuarentena... "¿Se acuerdan que había tres formas de salir? Una era salir al súper -hace como si balanceara una bolsa y no bien lo paran muestra la bolsa-, otra era sacar el perro. Había gente que lo sacaba veintidós veces al día. Se lo prestaban en los consorcios... le daban diurético para que no parara de mear. Y la otra era cuidar a un viejito... yo le ofrecí a mi tía Frida y me sacó cagando: Hace treinta años que no te acordás de mí, desgraciado..." "Los hombres llegaban, se desnudaban en la puerta, le prendían fuego a la ropa mientras le pedían a la esposa que lo manguereara con lisoform y lavandina..."
Y llegamos al final del show después de 70 minutos de ocurrencias y carcajadas, atravesando jugosos diálogos en complicidad con su hijo Eial, quien figura como co-guionista del espectáculo, donde sin duda alguna lo más sabroso son los monólogos. Y terminamos todos cantando "Dale alegría a mi corazón" del asqueroso de Fito Páez. Aunque es otra historia.
Gracias por haberme seguido hasta acá y espero sus devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 25 de agosto de 2021

Mi crítica de "Dios Mío" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/dios-mio


 Teatrix estrenó esta comedia dramática del 2015 con Thelma Biral y Juan Leyrado, que vi en el momento de su estreno. Para leer la crítica busquen en ese año y se verán recompensados... La obra dirigida por Lia Jelín, es una aguda reflexión sobre la relación de Dios y sus criaturas humanas. Un buen día se le ocurre a Dios bajar de su reino celestial para analizarse con Ana, una psicóloga atea que tiene un hijo autista. Del diálogo entre otros estos dos personajes nos internaremos en la profunda soberbia y el sadismo del Creador, que goza viendo sufrir a sus propios hijos. Biral y Leyrado se sacan chispas en un contrapunto tan filoso como ingenioso en donde desnuda las inquietudes más profundas y antiguas del ser humano con respecto a la divinidad.

Para ver y rever, acá se las dejo
El Conde de Teberito (un crítico independiente)

domingo, 25 de julio de 2021

Mi crítica de "Brujas 1991-2021" (Teatro)

 Volví al teatro para ver "Brujas", creo que por 6° vez.  Mi primera sorpresa es ver lo cambiada que está la obra; claro, pasaron 30 años ya desde su estreno y las actrices también cumplieron años. Ya no son las frescas cincuentonas de aquella puesta original sino que ahora les rondan los 80, salvo las dos nuevas incorporaciones. Mi segunda sorpresa es la adaptación a tiempos de pandemia: todo es ahora con distancia social, las actrices no se acercan las unas a las otras, ni se abrazan ni hay franeleo, ni que hablar del beso entre Helena y Dolores, el cual queda justificado con una larga parrafada por parte de Helena (Thelma Biral). La inclusión de Sandra Mihanovich (Ana, la abogada y juez de la Nación) y María Leal (Dolores, la escritora brillante, lesbiana e intrigante) sale perdiendo frente a las dos referentes primigenias: Sandra muestra que como actriz de comedia es muy buena cantante, pierde sistemáticamente la oportunidad de hacer reír con los muy buenos remates que le tocaron en suerte, su vena se inclina más hacia lo dramático. Allí donde en Graciela Dufau había ironía, acá simplemente lo deja pasar de largo. Y María Leal, si bien se sostiene con gracia y comicidad, hace caso omiso de la lección de teatro que daba la inolvidable Susana Campos con sus explosiones dramáticas.

La pieza en cierto modo perdió vigencia, ya que no escandaliza a nadie saber que en el grupo de amigas haya una lesbiana, otra que lleva una doble vida y otra que se dedica a la prostitución vip, ya está todo más naturalizado dentro de la sociedad en que nos toca vivir. En cuanto a la dirección de Luis Agustoni también perdió un poco de vigor.  Tal vez un tanto más viejo, más cansado haya perdido su mano firme para la comedia. También es cierto que la obra es ya muy conocida y las risas hayan perdido el nivel de sorpresa del momento de su estreno. 
Moria Casán es quién más morcillea con respecto al texto original, como buena representante de la revista, y Nora Cárpena se mantiene fiel a su personaje de la tonta del grupo. Lo que celebro es que la cadera de Thelma Biral haya soldado tan bien que le permita moverse con naturalidad.
Para quién quiera enterarse del argumento de la obra lo remito a mi crítica sobre el estreno en Teatrix en esta misma página.
La pieza igualmente se deja ver con interés y suscita no pocas carcajadas. Y está por tiempo limitado. Para el que no la vio es un buen momento de acercarse a las brujas.
Y gracias por seguir leyéndome. Espero comentarios.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

viernes, 9 de julio de 2021

Mi crítica de "Once" (Cine)

 Vi la extraordinaria película independiente de origen irlandés "Once", algo así como "Una vez", del ignoto director John Caney y protagonizada por los carismáticos John Hannard y Marketa Irglová, que supo llevarse el Oscar a la Mejor Canción ("Falling slowling") y que diera origen a mi amado musical "Una vez en la vida", que acá protagonizaron Eliseo Barrionuevo y mi elogiada Paula Reca. La canción acá se tituló "Voy Cayendo" y es igualmente bella su letra y su música. Tienen la virtud los dos protagonistas del film el haber sido atores totales de letras y músicas -sí, porque nos encontramos ante un film enteramente musical- y de interpretar los instrumentos y prestar sus voces. La diferencia sustancial con la puesta argentina es que acá -como su original en Broadway- todos los actores tocaban un instrumento y cantaban y bailaban en escena, cosa que no sucede en el film con los secundarios.

La historia es la de un cantautor callejero irlandés abandonado por su novia hace diez años, a quien dedica las canciones que escribe, y una chica inmigrante checa quien también es música, sólo que pianista -él toca la guitarra-, se conocen por casualidad, viven lo que puede considerarse más que una amistad, en el transcurso de unos pocos días, y luego se separan. La sutileza de esta atracción solapada consiste sólo en imperceptibles miradas, minúsculos gestos, aproximaciones casi inexistentes -en la obra teatral no se tocan en ningún momento- y eso aumenta la expresión del deseo. Lo malo de la película es que acá todo cierra muy bien, contrariamente al musical que dejaba muchos interrogantes abiertos. Acá, él se va a Londres a reconquistar a su novia, quien lo recibe ansiosa después de diez años de separación, y ella rehace su vida junto al padre de su pequeña hija. Ella trabaja vendiendo rosas en la calle y como personal de limpieza en casas y él, cantando en la calle y en un pequeño negocio de reparación de aspiradoras junto a su padre. Son lo más bajo de la escala socia irlandesa, los desclasados totales. Aún así se las ingenian para pedir un préstamo en el banco para grabar un disco con los temas de él en un estudio de grabación.
En la versión local, Reca y Barrionuevo hicieron mucho más entrañables a los personajes, ella desde una seriedad/adustez que escondía todo lo frágil de su corazón y él desde una humildad y una torpeza casi chaplinesca. Los irlandeses son mucho más fríos para estas cuestiones del corazón y no logran transmitir tanta emoción. Es por eso que el film se queda a mitad de camino -el musical ganó el Tony, la canción el Oscar, los Grammy y en su versión vernácula todos los Hugo-. Sólo hay un atisbo de unión entre ellos, y es cuando, en la víspera de su viaje a Londres, ella le promete ir a su casa para hacer "travesuras", cosa que nunca sucede. El se queda esperando infructuosamente sin poder concretar su pasión. En la versión argentina pasaba algo parecido pero era porque ella lo sorprendía hablando muy animosamente con su ex y decidía irse por dónde había venido. Un detalle a mencionar es que tanto él como ella carecen de nombre, figuran en los créditos sólo como "chico" y "chica", lo que le da más universalidad al asunto, pueden ser los exponentes de cualquier pareja heterosexual del mundo, eso le da un gran criterio de amplitud. 
Repito, falta en la película todo el despliegue escénico que brindaban esos doce músicos-cantantes-actores-bailarines que brillan en el musical, tan bien pergeñado y con tanta imaginación. La chica no tenía un piano propio donde ensayar, se lo prestaban en una casa de música; él le regala un piano al final de la película con el dinero que le ha dado su padre para abrirse paso en Londres. Es la rúbrica a un film que brilla por sus temas musicales y sus actuaciones y que sin embargo me deja con gusto a poco después de haber disfrutado dos veces del apreciado musical.
Y gracias por seguir leyéndome, espero sus comentarios.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

lunes, 28 de junio de 2021

Mi crítica de "Auto Sex" (Performance)

https://www.teatrix.com/ver/auto-sex


 Absolutamente inútil me resultó esta verdadera porquería de José María Muscari. Que alguien me explique si es posible encuadrarla bajo algún tipo de arte; tampoco cabría bajo el de la pornografía, ya que en rigor esa, la forma más baja del espectáculo, sirve para excitar al espectador, y de calentura acá no hay ni un gramo. Sirve sólo para que Muscari se pasee entre los autos, exhibiendo toda su alma gay, entre homos y lesbos y se sienta la reina de la noche.

Paso a explicar. "Auto Sex" es la misma propuesta que "Sex". el autopromocionado espectáculo de Muscari sólo que, en tiempos de pandemia, en un autoteatro, donde el público. desde su auto puede ver a los "actores". El escenario parece ser el de una orgía, en donde muchos cuerpos se mueven al compás de la música, pero como aquí lo denostado es la palabra y los cuerpos, mientras que sabemos que el mejor afrodisíaco es la palabra, no queda ya chance para la excitación. Y en cuanto a los cuerpos, parece muy salido de un programa de Tinelli, con poca ropa pero que no deja ver nada, y pasitos de baile coreografiados y hasta ¡¡¡un baile de caño!!!
Está el Tucu López, al que no se logra escuchar, porque no tiene voz para emitir, Adabel Guerrero haciendo el baile del caño menos excitante de la historia, Felipe Colombo, no se sabe para qué, el otro gay Diego Ramos gritando que se hagan la paja adentro de los autos, en modo transparencia de bulto y Gloria Carrá -¿quieren algo menos tentador que Gloria Carrá?- repitiendo la palabra "pija" muchas veces y con perfecta dicción. Y si algo faltaba... Miss Bolivia para ponerle el ritmo de cumbia tan fino con unas letras que por suerte no se oyen gracias al viento o a los micrófonos. Igual cree que con mostrar una teta se arregla todo.
Para colmo todos bailan entre los autos en pleno plan de fiesta, ignorando que hay millares de muertos por el Covid y que no hay nada para festejar. La mayoría de las que se asoman por las ventanillas para bailar son chicas de entre 30 y 40 años esperando encontrar un chongo para pasar la noche.
El sexo debe ser una experiencia enriquecedora y vivificante y no algo bastardo desde el comienzo como es esta propuesta nefasta, obscena y tinelliana. Por suerte no tuve que pagar para verla, me bastó sufrirla desde Teatrix, que por estrenar algo nuevo cada semana, viene derrapando.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente)

miércoles, 9 de junio de 2021

Mi crítica de "Toquinho. Concierto Intimo para Argentina" (Música)

https://www.teatrix.com/ver/toquinho-intimo-para-argentina


 Teatrix inauguró su sección de conciertos musicales y yo debuto como crítico de música, aún sin tener mucho fundamento para sostener mis tesis. Digamos que soy un crítico improvisado, arrastrado por la situación. Si bien me encanta la música y disfruto de ella todo el día de todos los días, carezco de formación teórica, sin embrago puedo reconocer el buen gusto musical allí donde lo haya. Y Toquinho (Lampinho para el decir de los ya míticos Luthiers) es uno de esos músicos que dejó una huella indeleble en la música de su país y del mundo artístico en general. Y de la bossa nova como género en particular. Junto a otro grande, Vinicius de Moraes formaron un dúo indeleble al que acompañaría otra figura de la canción brasileña: María Creuza. Juntos hicieron temas que forman el ADN cultural popular brasileño y de toda latinoamérica.

Este es un concierto privado, en tiempos de pandemia, que el músico y cantautor grabó para nuestro país, con comentarios en castellano para introducir cada canción, que el maestro de la guitarra portuguesa asumirá como propia. Y cuenta con otro detalle de buen gusto canoro: la voz seductora y atrapante de la bella Camilla Faustino como acompañamiento. Aunque no hay problema: él se sabe defender solito. Y le basta su guitarra y su voz bien templadas (ambas). Y para comenzar este encuentro lo hace con "El día que me quieras" en solo de guitarra como homenaje a la Argentina. Después vendrá el recuerdo a Vinicius y su composición conjunta de "Una tarde en Itapoa" de muy bella factura musical. Los homenajes se van sucediendo y llega el momento de "Que maravilla", una canción compuesta por él solo en letra y música. Toquinho empezó a componer y a cantar y tocar en los 70, junto a Vinicius y a Creuza en el local llamado La Fusa, en plena Buenos Aires, y para esos momentos son sus recuerdos más cálidos. Después de eso, llegaría la fama internacional de la mano del gran poeta brasileño de la canción en portugués. Como su "Samba de Fumicino", que escribiera junto al Maestro y a otro grande de la canción: Tom Jobim.
Continúa con un tema conocido por todo el mundo "Vocé a vusó, ya con la voz de la cantante Faustino como complemento de la suya. Y la deja sola para cantar "Basta de nostalgias", un tema desgranado por ella con toda delicadeza. Así como la versión en castellano de "Gracias a la vida", el clásico de Violeta Parra, en donde Camilla pone toda su emoción y delicadeza creando una versión nueva y totalmente diferente a todas las hechas hasta el momento. Y llega otro clásico y momento especial de la noche: "Yo sé que voy a amarte", de Tom Jobim y Vinicius, cantado a dúo por el guitarrista y la bella. Llegan a momentos de sensualidad y de amor únicos en una pieza de colección.
Ya más lejano en su repertorio, Toquinho la emprende con "Diving Bao", nuevamente a dúo, como así su tema propio "Carinhoso", llegando a picos de alta poesía y lucimiento vocales. Un párrafo aparte lo merece su función como guitarrista, como amante de ese instrumento el cual parece no tener secretos para él. Tal es su condición de virtuoso y de fino digitalizador de cuerdas y arpegios. Llega la canción "Canto yofré", ya próxima a la despedida del cantautor. y finalizará con "Acuarela", todo un emblema dentro del repertorio del músico bahiense -nacido en Bahía.... en Bahía... en Bahía Blanca, dirá otro chiste de Les Luthiers-.
Así transcurre la hora que dura el concierto de Toquinho, un señor Maestro que ya pertenece al territorio de las leyendas.
Bienvenido sea este recital-concierto a la plataforma de Teatrix, una excelente idea.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá, espero sus comentarios y devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente)

martes, 25 de mayo de 2021

Mi crítica de "¡Ay, Amor Divino!" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/ay-amor-divino 


Nuevamente Teatrix nos sorprende, esta vez reeditando este espectáculo unipersonal escrito y protagonizado por la gran Mercedes Morán y junto a la dirección de ClaudioTolcachir, montado allá por el 2016 en el Teatro Maipo. Morán demuestra una vez más que la comedia fluye por sus venas, pero igualmente nos pasea por todo el carrusel de emociones que un gran actor sabe tocar: nos hace pasar de la risa al llanto como por obra de magia. Desde su infancia en Concarán, el pueblito cordobés minúsculo, con su amor incondicional por un hombre -su hermano- y las desventuras con su hermana -la linda, la vizca, la tozuda- sus palizas de su madre la maestra y el respeto por la justicia social de su padre, junto a su tía Carmen, la puteadora, y a los zafarranchos con sus primos, nos va pintando todo un cuadro de infancia y adolescencia de lo más jugoso e interesante. Luego su traslado a la Capital, sus parejas y embarazos, su lucha revolucionaria y su amor por la actuación. Todo en un combo que en manos de Mercedes no puede ser sino explosivo. Para quien opte por degustar la crítica completa, lo mando a buscar allá por el año de su estreno. Yo cumplo con dejarles acá la obra para que la disfruten completa.

Y gracias por seguir eligiéndome. Espero sus críticas y devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 19 de mayo de 2021

Mi crítica de "El Bululú. Antología Endiablada" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/el-bululu-antologia-endiablada


 Por fortuna, Teatrix, pierde el pelo pero no las mañas, y ahora nos sorprende con esta presentación de "El Bululú", aquel clásico de José María Vilches con el que recorrió caminos, hasta su inesperada muerte en un accidente automovilístico, pero aquí adaptada y transformada por el actor boliviano Osqui Guzmán. Y el cambio ha sido provechoso en más de un sentido: si bien Vilches era portador de una voz profunda y trabajada que lo hacía único para recitar estos poemas del Siglo de Oro español, o en el caso de Machado -lo cierto es que hacía tres unipersonales al mismo tiempo-, Osqui, lo supera en destreza y posee la gracia de un bailarín por su desplazamiento en escena. Guzmán trabaja con todo el cuerpo, no sólo con una perfecta dicción que permite apreciar muy bien los mil y un vericueto de estos complicados textos, sino que emplea su cuerpo entero para transmitir las vivencias de este muestrario -por demás gracioso, otras veces trágico- de poemas y entremeses del Siglo de Oro español.

Recuerdo que a mis catorce años, cuando escuché la noticia trágica de la muerte de Vilches, me quedé petrificado, no sólo porque sabía lo buen actor que era, sino por el infortunio de no haber podido verlo nunca en vivo. Algo parecido le pasó a Osqui quien escuchaba el cassette de El Bululú mientras hacía sus labores de costura en el taller de sus padres emigrados a la Argentina. Y cruza la cultura boliviana, con su oro robado por los españoles con lo mejor del Siglo de Oro español. Comienza con un baile de diablada y va a ir contándonos vivencias propias, como que era un apasionado por las artes marciales, y cuando descubrió que existía una carrera que contaba esgrima y violencia física en escena, no dudó y se inscribió. Para disgusto de sus padres: su madre se puso a llorar y su padre dejó de hablarle por cuatro años. Más tarde, cuando lo escucharía recitar fragmentos de El Bululú, lo aplaudiría de pie entre el público con lágrimas en los ojos.
Esta es más o menos la historia de Osqui Guzmán, quien luce una capa boliviana cosida con hilos de oro y máscara de diablo haciendo juego. Pero enseguida empezará a recorrer el repertorio que inmortalizó Vilches en ese bendito cassette. Y lo hace con el "Elogio de la Mujer Fea", de Lope de Vega, con inconmensurable gracia y donaire, convenciéndonos de las virtudes amorosas dignas de la mujer desposeída de belleza. Sigue con el "Romance de la Luna Luna", de García Lorca entonando sus sones con un lamento boliviano de tonada para continuar con el "Prendimiento de Antoñito el Camborio en el Camino de Sevilla", donde aumenta el dramatismo del poema con el rítmico sonido de una caja o cajón peruano, también poema lorquiano. Hay que tener talento de verdad y ser un gran actor para pasar casi sin transición de la comicidad de un poema para meterse en la poesía de Luna Luna y cambiar por la tragedia de Antoñito el Camborio. No es fácil. No cualquiera puede hacerlo y salir airoso. Además Guzmán exhibe una memoria prodigiosa para decir sin titubear estos textos tan complicados.
Seguirá con la conocida "A un hombre de gran nariz", de Francisco de Quevedo, en donde vuelve a lo desopilante, esta vez acompañado de una nariz grande de verdad. Luego se desenvuelve con la mímica y la destreza física en un número propio, mudo, "La Cucaracha", en donde pasa por las mil y una vicisitudes de tener que deshacerse de tan asqueroso insecto. Y lo hace demostrando que sus cualidades para el escenario son infinitas y festejadas. Para cerrar el espectáculo con un entremés de Cervantes: "Los Habladores" en donde interpreta a todos los personajes del texto, siendo estos muy disímiles y complejos, tanto por su forma velocísima de hablar como de una exacta pronunciación. Muy festivo será este cierre. Pero para no quedarse corto se despide con un canto boliviano.
Tanto la adaptación como la dirección del espectáculo corrieron por cuenta suya, anotándose otro poroto ahí, ya que el mismo brilla por los cuatro costados. Es una obra como para no dejar pasar y ver más de una vez, tal su riqueza en materia de textos como de interpretación.
Acá se las dejo para que puedan disfrutarla. No se la pierdan.
Y gracias por seguir leyéndome y espero sus comentarios y devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

viernes, 7 de mayo de 2021

Mi crítica de "Reconocernos" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/reconocernos


 La idea partió del incansable Oscar Barney Finn y la asociación con Teatrix apareció enseguida. Contó con un espacio escénico grande pero sin escenografía, tan sólo puntuado por unos focos que llenan de expresividad al material. Y como este es material sensible necesitaba de grandes actores para llevarlo a cabo: Selva Alemán, Thelma Biral, Daniel Miglioranza y Osmar Núñez, con la exquisita voz de Inés Rinaldi en las canciones. Y los textos provenían de manos tan variadas y célebres como Borges, Mujica Lánez, Sábato, Cortázar, Lugones, Osvaldo Soriano o Manuel Puig. La intención es un recorrido por la historia argentina, tomando como puntales personajes célebres y emblemáticos de la misma. Empieza con el fusilamiento de Liniers y termina con la vuelta a la democracia del 83. Y la intención, como dice el título que nos lleva en ese viaje de apenas una hora, es reconocernos, que podamos vernos reflejados en este o aquel personaje, siempre separados, como es la historia argentina, por los amores y los odios.

Cada actor compone personajes señeros, en breves monólogos salidos de la pluma de tan eminentes escritores o cortos diálogos. Así desfilarán desde el nombrado Liniers, Mariano Moreno, Castelli, Saavedra, Alberdi, Rosas, Leopoldo Lugones y Severino Di Giovani, Yrigoyen, Perón, Frondizi y los militares de turno. Además de sus esposas, amantes, amigos, enemigos y cuanta filiación se les pueda ocurrir. El contexto es dinámico y en general está signado por el llanto de la pérdida, de lo irreparable, de lo funesto, como fue la historia argentina. Los actores y actrices prestan voz y cuerpo para asumir sus creaciones, todas diferentes y con el sello propio de cada uno. Así, Osmar Núñez puede reconocerse como Perón pero también como Yrigoyen y sus destructores de vivienda, con la ambigüedad del actor que puede desprenderse de su filiación personal y acometer personajes para él rechazables. Digamos que a Núñez le ha tocado la peor parte, ya que también debe encarnar a Rosas. Pero lo hace con la misma pasión con que aborda a San Martín. Esa es la magnífica y mágica labor del actor, poder desdoblarse, jugar, combinar sentimientos y sensaciones. Selva Alemán se mueve desde la pasión de quienes le toca encarnar y Thelma Bira lo hace más desde la melancolía o el llanto (que por otra parte es su fuerte). Migloranza juega desde la bronca o el resentimiento, pero también pone mucha dulzura a sus creaciones.
Toda la historia argentina pasa como sobre un telón o una pantalla sin solución de continuidad por esa hora que dura el espectáculo, todo matizado por las hermosas canciones de Inés Rinaldi, quién va desde "Razón de Vivir" a "Caserón de Belgrano", desde "El día que me quieras" de Gardel hasta "¿Te acordás hermana?" de María Elena Walsh, terminando con la "Serenata para la tierra de uno", y "Yo vengo a ofrecer mi corazón". Osmar Núñez también se arriesga con el tango "Ni el tiro del final". Todos acompañados por el sentir y el buen gusto musical del pianista y director musical Juan Carlos Cucci. Son todos maestros de la vieja guardia, y la intención no es precisamente disimular el paso de los años, sino hacerlos carne, como si toda esa historia hubiese pasado ante sus propios ojos. Son grandes actores que se nos están yendo, pero que desde su ocaso nos gritan: "Estamos acá. Seguimos. Resistimos".
Es un momento nomás dedicado a cada prócer, pero desde ese fugaz instante marca toda una época de la Patria, con sus enfrentamientos, sus duelos, sus odios, sus momentos de dicha, todo lo que en definitiva cimentó esta brecha, esta grieta terrible y temible que hoy nos divide como argentinos, como habitantes de un mismo país, allá se puede vislumbrar el origen de todos nuestros males. Y no, no es culpa nuestra la división, viene de dos siglos de cosecha. Así estamos, y el título elegido por Baney Finn, quien dirige muy bien la proa de su viejo timonel, me parece el adecuado para darnos cuenta que nos estamos viendo ante un espejo, por momentos deformante, pero que así somos como país. No falta el conventillo y la inmigración, el tango y Gardel, la llegada del cine, las guerras intestinas ni los bombardeos a la Plaza de Mayo. Todo está pintado con su pincel de gran narrador, de un trabajo minucioso que fue unir los planteos de los grandes escritores, de ambos bandos, y dar forma a este colorido Cambalache nacional que supone la historia argentina.
Un recorrido que vale la pena hacer de nuevo para Reconocernos.
Acá se las dejo. Y gracias por seguir leyendo y espero sus devoluciones y comentarios.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

Mi crítica de "Entre Ella y Yo" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/entre-ella-y-yo


 Por suerte Teatrix la pegó con esta. Tuvo la buena idea de estrenar esta comedia efectivamente reidera de Pablo Mir, con la bellísima y flaquísima Soledad García, además de excelente actriz y el muy cómico Sebastián Presta, que no sólo es buen actor sino que tiene algo que muchos actorzuelos de stand-up le deben envidiar: gracia. Y dirigidos además por la mano experta de Diego Reinhold. La crítica de la obra, a la que vi en vivo, búsquenla a principios del año pasado y podrán disfrutarla. Yo acá les dejo la obra para que la gocen. Mi opinión: es excelente, salvo algún pequeño detalle ideológico que deja traslucir.

Que se diviertan.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 21 de abril de 2021

Mi crítica de "El Amor sos Vos" (Teatro-Musical-Unipersonal)

https://www.teatrix.com/ver/el-amor-sos-vos


 ¡Ah, es tan placentero hacer una buena crítica, tan diferente a la que recién me tocó hacer de Picotto! Es que el espectáculo unipersonal-musical escrito y dirigido por Mike Amigorena y Miguel Kot y protagonizado por el primero es puro placer estético y auditivo. Tan ajustadas son las canciones y plásticos los bailes a cargo de Amigorena como filosóficos y reflexivos sus monólogos. Las canciones que canta son en gran parte desconocidas -al menos por mí- pero de ritmos suaves y agradables, que se prestan bien a la voz de un cantante, y más si tiene la ductilidad de Mike, que viene de hacer el Maestro de Ceremonias de "Cabaret", con todo lo que ello implica. Con total serenidad y buen ánimo se planta ante un público imaginario -está grabado durante la pandemia- y empieza con su reflexión: el amor no se puede definir, ¿qué es el amor? ¿quién es el amor? ¿es amor o acostumbramiento? Tales son las preguntas que nos plantea al comenzar el espectáculo. Y no tendrán respuesta...

Para decir el monólogo que Romeo le dedicara a su amada Rosalinda a quien debió dejar para poder enamorarse de Julieta. Un amor tan arrasador como catastrófico: en tan sólo tres días de pasión dejó seis muertes. Todo se trata de aprender a soltar, nos dice, y nos canta "¿Dónde vas?". Porque esto no se trata de un curso de autoayuda sino de narrar experiencias personales: hay que dejar de tener miedo a perder el control, y nos regala los versos "Esto es amor", que Lope de Vega escribiera hace 400 años y que nos resuenan vigentes hoy en día. Porque los tiempos cambian, pero el amor no, su fórmula es inmortal e intemporal. ¿Somos capaces de autoexaminarnos a nosotros mismos? Porque nos enfrentamos al enemigo más poderoso: el ego. Y matiza cantando "¿Qué eres?" Y continúa diciendo lo que deseamos: contemplar al prójimo, imaginarnos al otro (o a la otra) sin buscar la perfección. Estamos de acuerdo en que cada uno viene con un don que estamos obligados de sacar afuera y dárselo al otro.
Hay que escuchar al propio corazón, dialogar con él. Matamos al elefante por el valor de sus colmillos pero no entendemos que tiene un corazón que ama y sufre. Cuando uno de ellos muere, toda la manada lo escolta y lo acompaña, y lo entierra en un lugar alejado del que nunca se olvidarán su ubicación. ¿Cuánto vale el amor? No lo sabemos, aquella persona deja de ella lo que menos pensamos. Hay que mirarse a los ojos, ¿somos capaces? Y nos canta "Mírame, mírame". Hay una frase que dice: "si lo ves, es posible" ¿Qué es lo que nos impide ser felices? Son preguntas retóricas. ¿Cuáles cosas nos atan? Respuesta: los hijos, pero no tanto; tratamos de explicarle con dedicación cada cosa importante, y al final son ellos quienes terminan explicándonos a nosotros.
Luego nos enseña los pasos básicos para bailar bachata con "¿Quién ocupa mi lugar?" Y termina cantando "Esta canción es para vos". El amor es ecléctico, nunca sabemos con quién te podés encontrar: ¿será hombre? ¿será mujer? ¿transexual? ¿travesti? ¿polisexual? y todas las variantes que se te puedan ocurrir. ¿Si somos diestros nunca hacemos nada con la mano izquierda? No. En el sexo es lo mismo. Si pudiésemos comer todos los días lo mismo no sólo nos aburriríamos sino que además nos haría mal, filosofa Mike. "Sumemos al mundo entero" La segunda condición es más extensiva: conocernos. Y termina cantando una conocida: "Dame fuego".
El modo de bailar de Amigorena es sobrio pero distendido, rítmico y diferente, es un buen cantante y un excelente actor. Verlo discurrir sobre el amor nos transmite paz y un sentimiento que es una gran oleada de amor, de un corazón que parece abierto en una operación a cielo abierto para nosotros. Es sabio y refrescante este monólogo sobre el amor tamizado por canciones y baile. Disfrutémoslo.
Acá se los dejo. Teatrix nos da una de arena y dos de cal, parece ser la norma. Aceptémoslo y estemos abiertos a disfrutar de los eventos buenos.
Gracias por seguir leyendo y espero sus comentarios.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

Mi crítica de "Picadito de Picotto" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/picadito-de-picotto


 Me tiene cansado Teatrix con su rejunte de mediocres. Estoy HARTO de los bufones, de los cómicos de churrasquería y de los inútiles que se creen comediantes porque son capaces de decir dos o tres puteadas juntas. No tolero más a los comediantes -esto es mucho decir- ignorantes y bocasucias. ¿Dónde quedó el humor fino de Les Luthiers, Dolina, Niní Marshall, Gabriela Acher, Woody Allen, Quino, Fontanarrosa o Bernardo Ezequiel Koremblit? El humor es el más agudo complemento de la inteligencia, y parece que en toda esta camada de nuevos cómicos eso se ha dejado de lado. No importa que Pablo Picotto haga dos o tres personajes -el ferretero, el paraguayo y el chino Leo- lo que sería deseable es que cuando se suba al escenario lo haga desde el lugar del saber. Fisonómicamente puede pasar por gracioso, pero desde que entra diciendo "bienvenidos, amiguites" ya deja oler una ideología que repugna. Puede resultar gracioso, su evocación a la infancia con sus bailes folclóricos o su actuación como Cristo crucificado para Semana Santa, cayéndose justamente de la cruz accidentalmente. Incluso su relato de la vida de Cristo para aquellos que la desconozcan. Lo que es aborrecible es su grosería de barrio, innata, donde falta cualquier matiz de educación o de buen gusto. Picotto cuenta cómo se decidió a ser comediante. En su pueblo -que era muy chico- se representaba la Misa Criolla con su grupo de folclore y narra que para ilustrarla se les ocurrió reflejar la Pasión de Cristo por medio de imágenes vivientes. Y a él le tocó ser el Cristo de la cruz, cayéndose en pleno acto, lo que provocó la risotada del pueblo entero, que había acudido a la representación. Allí descubrió que cualquier cosa que hiciese en su vida iba a estar marcada por el ridículo, por lo tanto debía ser "humorista" -con perdón a los antes mencionados-. Pobre decisión es la de confundir el ridículo con alguna forma de humor, y más como un destino, ya que lo ridículo queda emparentado con la torpeza, la desgracia, lo tonto, en fin. Si es por eso hubiera decidido hacerse payaso y entrar en un circo (ojo que para entrar en el Cirque du Soleil también hay que tener arte). Si esa hubiera sido su decisión nos hubiésemos ahorrado plata y tiempo de tener que soportarlo.

El espectáculo dura no más de una hora, pero a mí me pareció eterno. Es el viejo cuento de la relatividad de Einstein, que un minuto abrazado a una chica bonita pasa volando y con un carbón quemante en la mano parece una eternidad. Pero prepárense para la segunda parte que acá se pone sesuda la cosa. Ahí se pone reflexivo enserio. Resulta quese pone a analizar las fases del crecimiento asociándolas con las formas de producción, ya que, según él, todo en nuestra vida se rige con la manera de hacer plata. Deduce que el tiempo de vacaciones más prolongado que tenemos va desde que nacemos hasta cumplir un año. Después nos mandan al jardín maternal, y según las sucesivas etapas, pasamos por la guardería, el jardín de infantes y el preescolar, en donde lo más importante que aprendemos es a pintar fideos para hacer un collar. Habría que explicarle a este señor huevón que lo que se aprende en estas etapas de la educación son las normas básicas de comportamiento que han de servirnos para toda la vida y la capacidad de sociabilizar con otros chicos. Parece ignorarlo. Después viene la primaria, a la que él denosta si es educación pública del estado. Sepan que yo hice tanto mi primaria como mi secundario en colegios del estado y estoy muy orgulloso de haberlos transitado, así como también la facultad. No sé qué le habrá pasado a este monigote comunista, pero deduce que lo único para lo que sirve la secundaria es para tres cosas: para que uno se haga amigos, para que se emborrache como una cuba y para que viva masturbándose sin parar. En mi caso -y en el de todos mis amigos- las dos últimas cosas no sucedieron, sí pude hacerme de amigos y muy buenos y que me duran hasta el día de hoy. Pero de las dos cosas restantes, ni noticias. Para él toda la educación es vana y es inútil. Y lo refleja explicando que todo se retrotrae a la revolución industrial, en donde necesitaban obreros para las fábricas y que había que educarlos. Entonces se inventó una escuela que se caracterizaba por premios y castigos. Y obediencia. Y que eso dura hasta los tiempos de hoy, sin revisar los programas educativos. 
Esta conferencia de salón bien podría haberla dado Dolina, que conoce mucho más de historia y de procesos educativos y que es mucho más reflexivo.  A Dolina yo lo respeto porque es un Maestro, si bien tenemos diferencias en cuanto a pensamiento político, y que me peleé con él y dejé de escucharlo desde el día en que dijo que Rosas no había cometido ningún crimen político. Como me indigné, simplemente dejé de ser su oyente fiel, pero me parece un tipo súper inteligente y cualificado para cualquier tipo de conferencia histórica -salvo la de Rosas-.
Y Picotto llega a la reflexión de que finalmente, cuando terminaste la universidad y estás ante tu jefe y te entran ganas de rascarte el culo (sic) el sistema te enseña que no hay que hacerlo. Y como no hay nada más lindo, hermoso y saludable que rascarse el culo, como rebeldía ante el sistema el propone que todos nos lo rasquemos.
Así concluye el monólogo de este gran visionario y revolucionario que no me dejó nada. Y como corolario hace a su personaje del paraguayo atendiendo el bar del teatro quien nos contará una historia por demás desflecada de una mujer de edad indefinida -según él era chica cuando Mirtha Legrand ya tenía 150 años- y su perro pekinés, Napoleón. Según él hay dos profesiones del más alto riesgo: ser astronauta de la NASA y ser jubilado de la mínima en Argentina. Y esta Saturnina era jubilada con la mínima. Y cuenta cómo una tarde de verano, cuando la descaderada y su perro bajaban el cordón de la vereda, un auto atropelló al can. Pero se salvó, aunque hubo que ponerle una rueda en sus patas traseras. A eso llama reciliencia... Ah, muy bonito cuento para enseñarnos lo que es la reciliencia...
Una verdadera porquería el inflamado discurso proselitista del Picotto este lleno de groserías, por otra parte, y sin nada bueno que recordar.
Acá se los dejo por si se quieren divertir (recuerden que "divertir" significa "apartar de lo importante")
Y gracias por seguir leyendo y espero sus devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 7 de abril de 2021

Mi crítica de "Protocolo Macoco" (Zoom)

 https://www.teatrix.com/ver/protocolo-macoco


Es muy poco lo que pueda comentar de esta experiencia vía zoom del grupo Los Macocos, que Teatrix tuvo la desafortunada idea de citar para provocar carcajadas... Una abulia total es lo que me provocaron estos muchachos, a saber: Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf y Marcelo Xicarts, tan alejados del humor como lo puede estar una hormiga de un elefante. No tienen la menor gracia, sus libretos son inexistentes y carentes del menor grado de comicidad, sus actuaciones, lamentables y lo que es peor, se creen un grupo de prestigio y éxito.

¿Qué se puede agregar sobre la pandemia que todos los humoristas -caí en mi propia trampa, llamar humoristas a todos estos cómicos de churrasquería- del planeta no hayan abordado ya? Están los tópicos del barbijo, del alcohol en gel, de no darse la mano, de la distancia social, de salir a hacer las compras vestido de astronauta, de las charlas con distintos profesionales por zoom -llegamos al "ingenio" de un paciente al que lo atiende su analista  sentado en el inodoro haciendo sus necesidades, el colmo de la fineza, ¿vio doña?- o todas las mil y una escatologías a que son tan propensos estos muchachos, cuando no raya en la soberana estupidez. La presentación dura sólo 45 minutos pero parecen eternos, como todos los infiernos. Y es hora de preguntarnos, ¿es esto humor? ¿a cuánto chanta estamos bancando esperando que nos saque una sonrisa? Ya es tiempo de poner blanco sobre negro y decirle a todos estos imbéciles que se dediquen a otra cosa, y que si no supieron tener ninguna otra profesión salgan a cartonear, pero que no nos embauquen más tratando de pasar por comicidad la chatura más ramplona, la estupidez vestida de oropeles, la hemorragia cerebral confundida con el verdadero proceso creativo. Estoy cansado de tanto inútil que se cree que por tener pantalla me va a hacer reír. Ya es hora de que lean un poco a Bernard Shaw, o a Oscar Wilde y aprendan de qué va la ironía, que no es otra cosa que el más sano producto de la inteligencia.
No los tolero más, IMBÉCILES. Vean las películas de Chaplin, de los Hermanos Marx, de Woody, de Billy Cristal o de Alan Alda, por citar contemporáneos profesionales del humor y aprendan. Que hay que tener TALENTO además para hacer desternillar de risa. Lo demás es una costra sucia que se olvida pronto. Como dijera Pinti: dura lo que un pedo en un canasto.
Y gracias por seguir leyéndome y espero sus prontas devoluciones y comentarios.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

jueves, 1 de abril de 2021

Mi crítica de "De Eso No se Canta" (Teatro-Musical)

https://www.teatrix.com/ver/de-eso-no-se-canta

 Teatrix ha tenido la bonísima idea de grabar este material durante la pandemia, en un escenario con cantantes y músicos pero sin aplausos -los que realmente hacen falta porque son el marco que cierra el cuadrito de cada canción-, un espectáculo ideado por el siempre activo Pablo Gorlero y con las excepcionales voces de Débora Turza, Laura González, Julián Rubino y Nicolás Cúcaro, estupendamente acompañados por el piano de Juan Ignacio López y la percusión y el charango de Tomás Pol. En todas las épocas de toda la humanidad existieron esas canciones "prohibidas", esas que incomodaban al poder de turno o simplemente podían "herir" los oídos de las gentes bienpensantes y que por un intersticio o por otro acababan por filtrarse y salir a la luz de cualquier manera. En estos tiempos no tenemos listas negras, afortunadamente, pero sí. como dice el querido amigo Luis Brandoni "listas blancas", aquellas que favorecen y dan trabajo siempre a los artistas -actores, cantantes- aliados del poder.

Y este recital se encarga justamente de rescatar ese manojo de letras, músicas y textos censurados y que ayudan a vivir en esos tiempos difíciles. Señalar las propiedades canoras de uno sobre otro sería injusto, ya que los cuatro tienen excelentes voces y el desempeño es impecable, calzándose diferentes personajes y estilos a lo largo del concierto. Sólo remarcar que Débora Turza pone toda su autoridad de ser la figura más conocida, que Laura González pone un dejo de intelectualidad y de romanticismo y es impactante la actitud rebelde y "militante" que se calza Cúcaro no obstante su juventud.
Empieza el concierto con los cuatro autojustificándose con "Por qué cantamos", ese himno colosal proveniente de la pluma de Benedetti y el pentagrama de Favero. Sigue después Turza haciendo una muy buena versión recitada de "La Llorona" y González otra vez con Benedetti diciendo "Qué les queda a los jóvenes". Luego los cuatro juntos cantarán "La Internacional", ese panfleto comunista vigente hasta nuestros días. Sigue el recuerdo de la Guerra Civil Española con la muy sentida "Ay, Camela!" en la potente vos de Débora Turza y unas fuertes palabras a cargo de Nicolás Cúcaro sobre la Segunda Guerra Mundial, prólogo de la hermosa canción de los partisanos "Bella ciao" en la voz de Rubino, con dulzura y potencia. Para escuchar nuevamente a Cúcaro en "Que la tortilla se vuelva", otra canción de rebeldía ante la burguesía.
Luego se evoca, sin solución de continuidad a Martin Luther King, la Primavera de Praga, Mayo del 68, la matanza de Tlatelolco y el Cordobazo, en la palabra y el cuerpo de los cuatro actores. Para terminar con la alegría y la sabiduría de la cueca de Violeta Parra "Me gustan los estudiantes", en las voces de los cuatro. Débora Turza asumirá seguidamente la sentida canción "Te recuerdo Amanda", continuamos con una evocación de Vietnam y un tema en inglés a cargo de Rubino. Luego será el turno del atentado al teatro de Alejandro Romay por la futura puesta de "Jesucristo Superstar", de Andrew Lloyd Webber, con bombas y todo el incendio al teatro por un supuesto grupo nacionalista. Débora Turza cantará entonces la canción más provocativa de la obra, aquella en donde María Magdalena le confiesa su amor a Cristo: "Es más que amor". Seguimos con el Proceso Militar y los Desaparecidos en nuestro país, con los temas "Ayer nomás" y "Alicia en el País..." encarnados por Cúcaro y Rubino seguidamente y luego "Otra voz canta", mientras Turza recita -pañuelo blanco en la cabeza- "Desaparecidos", de Benedetti. y González recitará "Señora de Ojos Vendados", de María Elena Walsh. Entre los cuatro atacarán la "Balada del Cómudus Vizcacha", de la misma autora, esta vez en forma de canción. Luego vemos un pequeño video de Piazzolla hablando del gobierno de Alfonsín y de cómo un ala del peronismo intentaba hacerle un golpe de estado, y de que entonces sí habría llegado el momento de abandonar el país. Todo para corolarlo con "La Bicicleta Blanca" y seguir con "Para el pueblo lo que es del pueblo". Voy a hacer un alto acá. En la época de Alfonsín nos habíamos juntado con mis amigos Fabián Vena, Miguelito y Alejandro y habíamos grabado una parodia de radio (WU50 Radio Kilombo) donde un grupo de militares preparaban un golpe a Alfonsín, a quien por otra parte admirábamos mucho y en esa radio Vena cantaba como el cantautor "Piedro" "Para el pueblo lo que es del pueblo" con la misma música y la siguiente letra: "Para el pueblo lo que es del pueblo, porque el pueblo se lo ganó/para el pueblo los militares, para el pueblo la represión" Y un corito de ángeles (nosotros) coreábamos: "la represión... la represión..." Fue francamente muy divertido y una etapa de mi vida que nunca voy a olvidar.
Pero saltándonos esta parte, la función termina con la "Marcha de la Bronca" a todo coro y a todo pulmón por los cuatro. Un muy buen espectáculo que toca los puntos picantes de la historia mundial y argentina, con esas canciones prohibidas que siempre quisimos volver a escuchar, esta vez en manos de tan buenas voces y excelentes actores además. Un "gorlazo" de Gorlero y esta formación acústica que daría gusto ver reunida prontamente y nuevamente. Para ver una y otra vez y cantar con ellos. La recomiendo fervorosamente.
Gracias por leerme y espero sus prontas devoluciones y acá va el link para que puedan ver el show.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).