miércoles, 19 de mayo de 2021

Mi crítica de "El Bululú. Antología Endiablada" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/el-bululu-antologia-endiablada


 Por fortuna, Teatrix, pierde el pelo pero no las mañas, y ahora nos sorprende con esta presentación de "El Bululú", aquel clásico de José María Vilches con el que recorrió caminos, hasta su inesperada muerte en un accidente automovilístico, pero aquí adaptada y transformada por el actor boliviano Osqui Guzmán. Y el cambio ha sido provechoso en más de un sentido: si bien Vilches era portador de una voz profunda y trabajada que lo hacía único para recitar estos poemas del Siglo de Oro español, o en el caso de Machado -lo cierto es que hacía tres unipersonales al mismo tiempo-, Osqui, lo supera en destreza y posee la gracia de un bailarín por su desplazamiento en escena. Guzmán trabaja con todo el cuerpo, no sólo con una perfecta dicción que permite apreciar muy bien los mil y un vericueto de estos complicados textos, sino que emplea su cuerpo entero para transmitir las vivencias de este muestrario -por demás gracioso, otras veces trágico- de poemas y entremeses del Siglo de Oro español.

Recuerdo que a mis catorce años, cuando escuché la noticia trágica de la muerte de Vilches, me quedé petrificado, no sólo porque sabía lo buen actor que era, sino por el infortunio de no haber podido verlo nunca en vivo. Algo parecido le pasó a Osqui quien escuchaba el cassette de El Bululú mientras hacía sus labores de costura en el taller de sus padres emigrados a la Argentina. Y cruza la cultura boliviana, con su oro robado por los españoles con lo mejor del Siglo de Oro español. Comienza con un baile de diablada y va a ir contándonos vivencias propias, como que era un apasionado por las artes marciales, y cuando descubrió que existía una carrera que contaba esgrima y violencia física en escena, no dudó y se inscribió. Para disgusto de sus padres: su madre se puso a llorar y su padre dejó de hablarle por cuatro años. Más tarde, cuando lo escucharía recitar fragmentos de El Bululú, lo aplaudiría de pie entre el público con lágrimas en los ojos.
Esta es más o menos la historia de Osqui Guzmán, quien luce una capa boliviana cosida con hilos de oro y máscara de diablo haciendo juego. Pero enseguida empezará a recorrer el repertorio que inmortalizó Vilches en ese bendito cassette. Y lo hace con el "Elogio de la Mujer Fea", de Lope de Vega, con inconmensurable gracia y donaire, convenciéndonos de las virtudes amorosas dignas de la mujer desposeída de belleza. Sigue con el "Romance de la Luna Luna", de García Lorca entonando sus sones con un lamento boliviano de tonada para continuar con el "Prendimiento de Antoñito el Camborio en el Camino de Sevilla", donde aumenta el dramatismo del poema con el rítmico sonido de una caja o cajón peruano, también poema lorquiano. Hay que tener talento de verdad y ser un gran actor para pasar casi sin transición de la comicidad de un poema para meterse en la poesía de Luna Luna y cambiar por la tragedia de Antoñito el Camborio. No es fácil. No cualquiera puede hacerlo y salir airoso. Además Guzmán exhibe una memoria prodigiosa para decir sin titubear estos textos tan complicados.
Seguirá con la conocida "A un hombre de gran nariz", de Francisco de Quevedo, en donde vuelve a lo desopilante, esta vez acompañado de una nariz grande de verdad. Luego se desenvuelve con la mímica y la destreza física en un número propio, mudo, "La Cucaracha", en donde pasa por las mil y una vicisitudes de tener que deshacerse de tan asqueroso insecto. Y lo hace demostrando que sus cualidades para el escenario son infinitas y festejadas. Para cerrar el espectáculo con un entremés de Cervantes: "Los Habladores" en donde interpreta a todos los personajes del texto, siendo estos muy disímiles y complejos, tanto por su forma velocísima de hablar como de una exacta pronunciación. Muy festivo será este cierre. Pero para no quedarse corto se despide con un canto boliviano.
Tanto la adaptación como la dirección del espectáculo corrieron por cuenta suya, anotándose otro poroto ahí, ya que el mismo brilla por los cuatro costados. Es una obra como para no dejar pasar y ver más de una vez, tal su riqueza en materia de textos como de interpretación.
Acá se las dejo para que puedan disfrutarla. No se la pierdan.
Y gracias por seguir leyéndome y espero sus comentarios y devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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