lunes, 30 de enero de 2017

Mi crítica de "Cyrano de Bergerac" (Teatro-Broadway)


Gracias nuevamente a Teatrix pude ver esta joyita venida de Broadway, con un elenco encabezado por Kevin Kline (Cyrano), Jennifer Garner (Roxane) y Daniel Sunjuta (Barón Christian de Neuvillette), subtitulada al castellano y en el inglés original. La dirección de la brillante puesta es de David Leveaux y data del 2016. Todos conocemos, al menos a grandes rasgos la historia que nos cuenta Edmund de Rostand, su autor. Cyrano es tan buen espadachín como lo es como poeta. De sus labios fluyen versos inspirados como su respiración y sabrá componer una balada mientras se bate a duelo de espadas  con un vizconde para culminar su último verso con la estocada mortal. Pero Cyrano no sólo es poeta y diestro con la espada, también es un tímido por causa del feo aspecto que le da su enorme nariz, un enamorado eterno de su prima Roxanne, es valiente, satírico, irónico y es , sobre todo un Quijote. Sí, porque si bien acá no hay molinos de viento, deberá pelear con lo que siente por su prima y su piedad lo lleva a desplazar ese amor dándole letra a quien ella ama.
Porque Roxanne lo cita al principio de la obra para confesarle su amor por Christian, a él se le derrumban sus sueños dorados de amor, pero transformará ese amor en constituirse como el alma de ese chato mental pero buenmozo de Christian. Le presta sus palabras elocuentes y retóricas al principio en cartas que el supuesto enamorado le manda a su amada, y luego será su voz, cuando, debajo del balcón de Roxanne, se haga pasar por Christian para alegrarle la noche a su pretendida acariciándole el oído con las palabras más bellas. Cyrano lucha contra lo injusto, es así como manda a su casa al actor Montfleury, por hacer abuso de su calidad de intérprete, y luego se batirá con 100 soldados que intentan asesinar a un tipo que le cae bien, matando a 9 de ellos y dispersando a los demás. Cyrano es precisamente un hombre de bien, que no delatará su pasión por su prima ni aún en las situaciones más favorables para él. Puesto a ayudar al soldado normando (único entre todo un regimiento de gascones) se convertirá en su sombra, en su pluma y en su voz, hasta lograr que éste se case con Roxanne. Pero la guerra es inminente, y un siniestro  Conde de Guiche, también enamorado de la mujer, mande a Christian y a Cyrano al frente, contra las tropas españolas. Allí, en medio del fuego, la muerte se apodera de Christian, y su esposa, que acudió al frente para estar con él recibe la última de las cartas fraguadas por su primo y lo ve morir en sus brazos. De allí en más se instalará en una asociación religiosa, a donde va a visitarla su primo todos los sábados, siguiendo con su amor platónico. Pero Cyrano se ha vuelto escritor de sátiras que ofenden a más de un conocido y por eso un grueso tablón caerá desde una ventana provocándole la muerte. No sin antes visitar a su prima, ya herido y reconocer que él fue el autor de todo el enamoramiento con Christian, sin decirlo directamente, Roxanne puede intuirlo. Se da cuenta que estuvo toda su vida abrazando una quimera, y que su verdadero amor estuvo siempre ahí, al alcance de su mano. Entre delirios y desenfundando su espada, Cyrano muere en sus brazos igual que lo hizo su marido y ella queda envuelta en lágrimas. Se puede decir que murió con su último beso de amor en su boca.
Todo pareciera indicar que estamos frente a un dramón, pero en realidad se trata de una comedia, por el ingenio de las situaciones, las respuestas ingeniosas y siempre afiladas de Cyrano y la puesta de enredos que se genera. Siempre que alguien tiene que suplantar a otra persona y ser su doble impone comedia ya sea en el teatro, el cine o la literatura. Las humoradas perviven en el tiempo, y si bien estamos ante una obra de los tiempos revolucionarios de Francia, sus bromas suenan tan bien como si se hubiesen escrito hoy en día. Cyrano parece estar obsesionado por su apéndice nasal, que es descomunal, y en ello basa no sólo su vergüenza ante las mujeres sino que también sus mejores réplicas ante las cargadas. Cyrano es un gigante, un hombre de letras y un hombre de luz, porque lo tiene todo (menos belleza, según él, lo cierto es que la nariz no le sienta tan horrible): habilidad, astucia, verborragia, compasión, amor en demasía, nobleza. Él, que terminará sus días asesinado como un perro.
Cyrano es el talentosísimo Kevin Kline y tiene que enfrentarse, no sólo a situaciones risueñas, sino a un texto plagado de escollos, que harían naufragar al más experimentado pero él es un actor de raza y puede ser cómico, sensible o dramático según lo pida el texto. Jennifer Garner en su Roxanne aporta no sólo belleza sino también un repertorio de tonalidades exquisitas para su personaje, con el llanto a flor de ojos y una delicadeza extrema. Daniel Sunjuta, por su parte, no es un gran galán, pero defiende su papel a fuerza de espada. Hablando de espada, se nota que Kline ha tomado cursos de esgrima para batirse a duelo con el vizconde, ya que es todo un derroche de agilidad y precisión en dicha escena, quedando como uno de los grandes espadachines que pobló la pantalla (o las tablas). Es encomiable el trabajo de Kline cuando recita sus versos más inspirados en la escena del balcón y a la vez deja caer las lágrimas.
Es por tanto una obra, que si bien dura sus dos horas y veinte, no aburre ni cansa en ningún momento, más bien todo lo contrario, nos hace pasar momentos de pura felicidad. Altamente recomendable para todo público. Y recuerden que están a un click de poder disfrutarla.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

sábado, 28 de enero de 2017

Mi crítica de "La La Land" (Cine)

Acabo de ver "La La Land" en DVD y celebro que una película tan simple en cuanto a argumento pero tan cara a todos los que amamos la comedia musical, haya ganado tantos Globos de Oro y esté tan cerca del Oscar. Pero tengo una mala noticia. No va a ganar. No puede ganar porque no tiene peso importante su desarrollo, porque la Academia no está acostumbrada a darle el premio a los musicales (recuerdo como una excepción cuando lo ganó "Chicago"), aunque sí pueden ganarlo los actores o los rubros musicales o técnicos. La película es deslumbrante en cuanto a belleza pictórica y en lo referente a bailes y canciones o melodías, lo más importante es que ni Emma Stone ni Ryan Gosling sabían cantar ni bailar antes del film, y lo aprendieron con tal motivo. Ni siquiera Gosling sabía tocar el piano, y acá todas sus escenas están filmadas sin trucos, él es quien toca y lo hace brillantemente bien. De todas formas voy a expresar mi opinión personal: mi comedia musical favorita es "Todos dicen Te Quiero", de Woody Allen (1996), que filmó con actores que eran eso, actores, ni cantantes ni bailarines, y hicieron lo que pudieron, cantando a media voz o a voz en cuello y en eso residía el valor de la película. Además la magia que desprendía aquella, con sus vuelos enamorados de Goldie Hawn y Woody junto al Sena le impregnaban de un encanto del que esta carece. Ya voy a hacer una crítica especial sobre aquella película como "la película que más feliz me hizo en mi vida". Quede escrito.
"La La Land" tiene escenas memorables y tiene homenajes permanentes a los grandes clásicos de ese género en toda la historia del cine, desde Vincente Minelli a Stanley Donen, por la alegría o melancolía que expresan sus números musicales. Hay una escena (la última) que es un descarado homenaje a "Un Americano en París", aunque también se rinde culto a las cintas con Fred Astaire y Ginger Rogers. Cuentan los actores que durante el rodaje se inspiraron en "Los Paraguas de Cherburgo" y "Las Señoritas de Rochefort", ambas de Jacques Demy, de la década del 60. Aunque se ven homenajes a todos los musicales que hayan pasado alguna vez por las pantallas.
Digo que el argumento no es muy sólido ya que se extraña particularmente el término "comedia", acá donde no hay ni un chiste, y además la estructura básica es chica conoce chico-chica no se enamora del chico-chico se enamora de la chica- se enamoran-conviven-se pelean-se reconcilian-se separan-termina cada cual por su lado. Sí, ya se los anuncio, el final es triste porque ella se casa con otro y él se queda recordándola. No le podemos pedir un tema muy elaborado a una "comedia musical", pero a ver, muchachos, a esforzar un poco más esa pluma... La dirección es de Damien Chazelle, quien ya había sorprendido con "Whiplash" en el 2015 y cubre un vasto terreno, desde el entrenamiento actoral y su dirección, el manejo de secuencias musicales y/o cantadas, el manejo de coreografías de baile, el uso de grandes plano-secuencia (es decir todo en una sola toma, sin cortes de montaje) para las escenas de los bailes, la armonización de una paleta de colores que incluye vestuario, escenografía, etc. y muchas cosas más. Ojo, no estoy diciendo que la película no valga la pena, al contrario, es muy disfrutable y se agradece que el cine se haya acordado de homenajear a un género tan vapuleado y menospreciado como el musical.
"La La Land" trata sobre la relación de Mía y Sebastian y de la evolución de sus propias carreras. Ella es actriz que se presenta a miles de castings de los que siempre sale rechazada y no le gusta el jazz. Él ama el jazz y es su pasión (además de ser un pianista formidable), y trata de vivificarlo ya que se piensa que el verdadero jazz está muerto o por lo menos, moribundo. Ella trabaja en la cafetería de la Warner, en donde ve rodajes y sueña con estar dentro de ellos algún día. Él toca en un restaurante del que es echado al comienzo del film y termina tocando en orquestas infames, y sueña con abrir algún día su propio reducto en donde revivir al buen jazz. Termina haciendo música electrónica para un compañero de secundaria que lo invita a tocar en su banda y comienza a despegarse de Mía, ya que debe hacer extensas giras por todo el país, con la excusa de tener un trabajo estable. No le importa ya no hacer lo que ama, sino sólo que lo que él hace lo ame la gente. Mía escribe una obra de teatro, la que interpreta (y se supone dirige), pero no va a verla nadie, y los pocos que entraron de casualidad salen sin entender lo que vieron. Es por eso que ella renuncia a todo y vuelve a vivir a casa de sus padres, en otro estado. Pero un día una llamada de una importante directora llega a la casa en que vivía con su novio. Éste corre a avisarle que se presente al día siguiente para un casting y ella, entre quejas, se apersona. La toman para una película a rodarse en París, cuyo guión todavía no está escrito y saldrá de la experiencia con los actores. Nuevamente la distancia los separa. Cinco años más tarde ella se ha casado con otro hombre y tiene una hija. Pero una noche deciden entrar a un local llamado Seb's donde su antiguo novio recrea a los grandes del jazz (que por fin le terminó por gustar, a ella). Ahí lo ve y se convulsiona, recrea toda su vida y lo que hubiera sido de haberse casado con él. Bailes. Canciones. Ella se va del local y le dedica una sonrisa amarga. Fin. Esto es todo lo que hay respecto a argumento. Como ven, no hay mucho. Súmenle lindas canciones y bailes inspirados y tendrán "La La Land". Desde aquí le deseo la mejor de las suertes. Ah. y Emma Stone está cada día más linda.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

viernes, 27 de enero de 2017

Mi crítica de "El Clan" (Cine)

Francella es un monstruo. Es un monstruo de la actuación. Y es un monstruo el personaje de Arquímedes Puccio que le toca interpretar. Por fin veo una película fuerte, contundente, con garra, bien narrada, bien actuada, bien dirigida, que rompe con tanta medianía que hay por ahí. No es cierto lo que dijeron que esta era la peor película de Pablo Trapero, que con el correr de los años su cine había ido desmejorando. Es cierto que tuvo un debut estelar con esa maravilla chiquita de "Mundo Grúa", pero esta película por su virulencia y violencia está a la altura de "Leonera" o "Carancho", que son dos muy buenos exponentes de ese talento llamado Pablo Trapero.
Está recién llegada la democracia, Alfonsín, junto con Sábato y otros (con ellos comienza la película) firman el "Nunca Más" formando la Comisión para la Desaparición de Personas. Arquímedes Puccio mira todo displicentemente desde su casa. Es un tipo tranquilo, bonachón, que lava la vereda en saquito pijama y pantalones cortos, que saluda amablemente a sus vecinos. Es un farsante, un hipócrita, un bicho de la peor calaña. Creo que huelga explicar los crímenes que cometía, que todo el mundo debe estar enterado, pero bueno, la película viene a contárnoslo y es bueno refrescar el caso. En complicidad con su hijo Alex (muy buen trabajo también de Peter Lanzani, que lo muestra como un actor sólido, convencido), secuestraba compañeros de él en el equipo de Los Pumas para pedir rescate, y la mayoría de las veces, una vez cobrada la suma, terminaba matándolos. Claro que no sólo a rugbiers se dedicaba, todo conocido a quien le pudiera sacar dinero era bienvenido entre las paredes de su casa, donde convivían con su familia, los alimentaba la comida de su esposa y luego los torturaba. Es un buen recurso el uso de la festiva música del rock de los 60 para montarla con los secuestros y/o muerte de sus víctimas. Así como ese montaje entre la relación sexual de Alex con su novia (violenta, sin piedad, por adelante y por atrás) con el secuestro a uno de los amigos de su hijo y posterior asesinato. La película no tiene golpes bajos, la crudeza es amortiguada por las escenas familiares y los gritos de sus víctimas por la radio a todo volumen que pasa el mismo rock de sus montajes. Es una familia muy normal. Cristiana, rezan antes de comer, su esposa es maestra, una señora de su casa, de clase media, y "ajena" a todo lo que pasa ahí abajo. Sus dos hijas una pinturita de chicas, una sigue los pasos de su madre como maestra o profesora y la otra, inocente, va al secundario. Su hijo Alex es un chico sano que ama el deporte y tiene un negocio de ropa deportiva y "todo para el surf", que conoce a una linda chica, Mónica, se enamora de ella y planean casarse para salirse de todo ese horror. (Es inconcebible que Mónica no esté enterada de nada, si pasa mucho tiempo en casa de su novio). El otro hijo, "Maguila", vuelve después de un tiempo a casa de sus padres y se une al raid delictivo.
La cámara de Trapero hace una verdadera corposcopía con el rostro de los actores, marca cada arruga, cada imperfección, cara poro de la piel de ese Francella que se ejercitó en no parpadear durante todo el film, para dar un toque más siniestro a su personaje. Con el pelo canoso, sin los característicos bigotes y sus límpidos y siempre lubricados ojos azules, dan una fisonomía totalmente nueva de lo que teníamos de Francella. Es un actor que no le teme a mimetizarse para lograr una actuación lucida y lúcida. Peter Lanzani también se compromete, desde lo fisico (logra transformarse en un rugbier) y todo su cuerpo habla a la hora de luchar contra su mundo interior. Es particularmente lograda la escena en que Arquímedes se enfrenta a Alex y trata de ahorcarlo por haberlo abandonado en sus proyectos, la comunicación que se da entre los dos intérpretes es asombrosa.
El cine de Trapero ha ido creciendo en intensidad. Despegó con la pacífica "Mundo Grúa" para meterse en el transfondo podrido de "El Bonaerense",  saltó luego a dar un vistazo de las sórdidas relaciones familiares "alla italiana" en "Familia rodante". Transitó por la angustia y el encierro de "Leonera" y los bajos mundos de "Carancho" para meterse de lleno en las villas de "Elefante blanco". Es así como lo encontramos aquí con todo su talento y precisión para contar en este "El clan", que cuenta con producción propia y de los hermanos Almodóvar. La película está contada a intervalos, se intercalan secuencias del rescate final de la víctima por la policía, empieza por ese 23 de agosto de 1985 en donde son atrapados y así, a los saltos va contando una historia que empezó a fines de la dictadura y se extiende hasta ya afianzada la democracia.
Cuenta la relación de Puccio con Aníbal Gordon, quien cayó primero y a quien iba a visitar a la cárcel, "todo por culpa de ese Kelly, que presentó pruebas", pero todos son momentos de calma y de tormenta, le dice Gordon, ahora me toca estar adentro por un tiempo, luego estaré afuera... Pero a Arquímedes no le fue tan bien ya que pasó su vida en la cárcel hasta que murió a los 84 años, en donde se recibió de abogado. Se muestra, en una escena muy impresionante y muy bien filmada, el intento de suicidio de Alex cuando le toca ir a declarar, y se expone que intentó suicidarse varias veces en la cárcel hasta que murió, por fin en el 2008 a los 49 años. Se cuenta el derrotero de toda la familia (se salva el hijo menor que en un viaje deportivo, decide no volver a su casa nunca más). En esencia, estamos ante lo mejor del cine nacional que haya visto por muchos años (es increíble como no fue aceptada para el Oscar) y es altamente recomendable para espíritus atemperados ya que no todo el mundo podrá soportarla (aunque no se muestran escenas cruentas).
Bueno, gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

jueves, 26 de enero de 2017

Mi crítica de "Mujeres de Ceniza" (Teatro)


Hola. Pude ver en estreno exclusivo por Teatrix esta obra que ostenta dos autores a falta de uno, Sergio Marcos y Martín Guerra, que se nota que hicieron un brainsotrming o se rompieron bien la cabeza para ver de qué modo podían desempantanarla. La dirección es de Roberto Antier y le hace justicia a las mujeres con las que trabaja, todas de prestigio en una u otra época. Son ellas: Nora Cárpena (Clara), Mercedes Carreras (Estela), Adriana Salgueiro (Teresa) y Zulma Faiad (Isabel). El asunto es que una de ellas, Clara, ha quedado viuda hace un año exactamente de Ricardo, y en un arrojo desesperado escribe a sus tres amigas una carta ídem para reunirlas junto a ella en ese día. Una de éstas, Isabel, viaja desde Miami sólo para verla, viniendo directamente desde el aeropuerto a casa de Clara que es donde transcurre la acción. En el living, por supuesto. Lo cierto es que después del combo de "Brujas" se copió el modelo y pululan por nuestro ambiente comedias de mujeres reunidas para charlar, con una excusa mínima, y sacan a relucir viejas facturas y muchos trapitos al sol, echándose en cara con mayor o menor fineza todo lo que tengan para exponer. Nora Cárpena sabe de eso por haber sido socia fundadora de aquel club de fanáticos seguidores que perduró por diez años en nuestras carteleras, siempre amenazando con bajarse de cartel para volver al año siguiente (es ley del teatro que cuando tenés la vaca lechera atada no tenés que soltarla).
Y aquí transcurre algo semejante (es engorroso hacer la crítica sin contar el argumento ni develar detalles interesantes, pero trataremos). Al principio las tres amigas se saludan armoniosamente y con cariño, sin saber lo que se les iba a venir encima... cada una con sus manías o sus toc, muy bien marcados aquí. Clara es la que está saliendo del duelo, de a poco, aunque escribe esa carta en medio de una gran depresión, lo que las hace vaticinar a sus amigas un posible suicidio. Conserva en una urna las cenizas del finado con mucho celo (ésto es importante para el final de la trama) y no deja que nadie se siente en el sillón que correspondía a Ricardo. Estelita es un conjunto de tocs, mientras vive aferrada a su cartera todo el tiempo por miedo a que alguien se la robe, aún en la reunión de amigas, está también pendiente de las noticias de asesinatos, violaciones y robos que asedian la TV vernácula y el panorama nuestro de cada día, está exagerado, pero es un miedo que, al fin y al cabo, llevamos todos. Es la que está más estropeada, el tiempo ha hecho estragos con ella, gorda, envejecida, sin gracia para vestir, algo feucha, aún teme que los albañiles que trabajan en su casa, al verla en bata, intenten violarla... Teresa es todo lo contrario, alta, delgada, hermosa, joven, elegante, desprejuiciada, sin miedos a la hora de tener algún amante que no afecte su matrimonio, veloz, un torbellino de pasión y lujuria. Isabel tiene un cuerpo interesante a pesar de su edad (70 y pico), es pintora de cuadros, está casada con un marido que parece de 30 años menos... cuando toma el Viagra a la que no le vemos los ojos por tenerlos constantemente tapados por anteojos oscuros. Todas ellas parecen casadas felizmente, aunque alguna (Clara) no haya tenido nunca un orgasmo y Estelita haya tenido dos en toda su vida.
Lo que parece ser una tragedia es en realidad una comedia disparatada, sin pies ni cabeza, en donde todas las presuntas amigas de Clara han sido en su momento amantes de Ricardo; a Teresa la sedujo por su sentido del humor (algo que Clara no se explica), a Isabel por llevarla a conocer lugares del mundo y decirle que estaba enamorado de ella (algo que Clara tampoco se explica ya que con ella no salía ni a la esquina), y finalmente Estela, la más desvalida, por haberla sabido escuchar y darle sus tiempos para expresarse y para el amor (ahí nadie se lo explica). El descubrimiento de cada caso lleva su tiempo, aunque Clara lo tiene todo organizado, y las réplicas y acusaciones van de unas a otras, según sea el nivel de culpabilidad. Lo cierto es una única cosa: las tres se estuvieron acostando con el marido de su amiga, quebrando así su amistad. Clara parece no guardarle rencor a ninguna ya que no lo expresa ni con gritos ni con insultos, pero la venganza está soterrada y llegará al final. Sí, estamos también ante un thriller... Todos pensamos que las va a envenenar, ya que les sirve bebida displicentemente, o que las va a cuchillar, pues blande su cuchillo sin problemas... pero no, la venganza se sirve fría y ya está preparada de forma mucho más sutil.
La conversación dura la primera media hora entre cosas intrascendentes como amores, infidelidades, celos, sexo, fobias, amistad, etc. Lo que parece que nos va a conducir hacia un callejón sin salida de pronto toma el tinte de la primera acusación, a Teresa, con cartas probatorias de sus encuentros sexuales con Ricardo. No importa que ella lo niegue, Clara lo tiene bien comprobado. Hay un tiempo para que le lluevan los insultos de las otras y toda una serie de explicaciones por parte de ella. Amaga con irse, pero Isabel, la más virulenta, la apremia a que se quede. Luego vendrá la acusación a Isabel, ruegos, súplicas, perdones, y llanto incluido, finalmente a la "mosquita muerta" de Eselita y allí explotará todo.
¿Es buena o mala la obra? Camina por caminos transitados y parece inverosímil por su contenido de que las tres amigas se hayan encamado con el mismo sujeto. Pero más allá de eso resulta efectivamente cómica y hasta dramática por momentos (estos últimos muy  empalagosos, preferimos los primeros), pero están bien calculados los tiempos de risa y los de seriedad. Lo cual no quiere decir que la obra sea buena o mala per se. Se hace larga y endeble el argumento cuando empiezan a repetirse las situaciones, lo que nos estaría enfrentando con una pieza débil. En la exhibición hubo voces encontradas, hay quien la halló muy buena y quien no tanto (es mi caso). El resultado está a un solo click y los lectores podrán opinar. Agradezco las devoluciones.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

martes, 24 de enero de 2017

Mi crítica de "Inseparables" (Cine)

Es muy difícil tomar o no partido por una película como esta, tan planificada para que no tenga golpes bajos que termina incurriendo en varios de ellos, como la mayoría de las "ejemplificadoras" historias de la vida real. Acá estamos ante una remake de una floja película, que la mejora en mucho debido a la excelencia de sus actuaciones y de un guión caprichoso. Acá estamos frente a dos gigantes de nuestra escena y nuestra pantalla: Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna, que pueden hacer creíble y querible cualquier historia. Como dije, ésta está basada en otra película de origen francés que tenía más o menos la misma estructura (no recuerdo haberla visto, pero algunas escenas me sonaban conocidas...) sólo que en esa la relación se daba entre un tetrapléjico y un negro. Acá es entre otro tetrapléjico y un representante de la clase baja, un lúmpen. Martínez y De la Serna habían trabajado juntos en teatro el año anterior haciendo "Amadeus", la gran obra de Peter Shaffer, con una excelente combinación. La química ya estaba preparada, y aquí vuelve a repetirse.
Felipe (Martínez) es un tetrapléjico cincuentón y millonario, capaz de pagar miles de dólares por una pintura de arte abstracto que no dice nada, y parece que es capaz de comprarlo todo... menos su salud. Tito (De la Serna) es un excluído, que vive en un monoblock de Lugano con una tía a la que llama madre, una novia con un hijo y un primo. Quiere la casualidad que esté trabajando de ayudante de jardinero en casa de Felipe y venga a reclamar su paga porque se va debido a malos tratos del jardinero. Es un muchacho sin cultura, impulsivo, violento, desbocado, desubicado y sobre todo, sin compasión. Esto es lo que más le atrae a Felipe (sin contar que en ese hombre grande pueda haber alguna atracción homoerótica por ese joven musculoso y de buena pinta), necesita un ayudante que no se compadezca de él, y por eso lo contrata como su asistente personal, sin importarle que haya estado preso ni que fume porros. Tito acepta a regañadientes, pero la paga es interesante y se mete en esa relación de dos en la que al principio él ejercerá el rol de torturador. El maltrato es evidente y el desprecio por su "protegido". Por suerte hay dos asistentes de Felipe, Ivonne, una mujer grande que se ocupa de todos sus asuntos personales (la siempre eficaz Alejandra Fletchner) y otra más joven, Verónica (Carla Peterson) quien atiende el dictado de las cartas a una mujer desconocida por parte de Felipe y que se convierte inmediatamente en objeto de deseo de Tito. Hasta acá veníamos bien, pero ya se nos hace sentir lástima por la pobre situación que tiene que soportar Felipe.
El cuadrapléjico (como por demás es costumbre de los cuadrapléjicos) sólo puede mover del cuello para arriba. Para abajo está muerto. Y por eso es que no siente el agua hirviendo del té derramándose en su pierna ni los golpes a los que lo somete Tito. Él remite su parálisis a un accidente ecuestre que tuvo un año después de que muriese su mujer, con quien vivió una gran historia de amor por 14 años, cuando era recién recibido en ciencias sociales. Pero no todo es malo en Tito. Tiene algo de justiciero. Empezará a velar por la salud de su paciente. Cuando a la hija de Felipe la abandone su novio diciéndole "putita" él irá a enfrentarlo y le obligará a que se disculpe y le regale chocolates todos los martes durante un año diciéndole cuánto la quiere. Animará la aburrida velada de cumpleaños de Felipe con un cuarteto de cámara poniendo una versión de la porquería esa de "El bombón asesino" y haciendo bailar a todos e incluso la orquesta lo seguirá. Y, finalmente, la reparación más grande, empezará a pintar sus propios cuadros, inspirados en la "basura" contemporánea que Felipe le ha hecho ver y en un acto de justicia, el mismo Felipe venderá su cuadro a un comprador avieso por 11.000 dólares, dinero que irá a engrosar el bolsillo de Tito.
Y ejercerá el mayor acto de justicia cuando haga que Felipe hable por teléfono con su interlocutora desconocida epistolar y finalmente intercambien fotos y en el final lleguen a conocerse, cerrando con un moñito de final feliz la historia. Por supuesto que para llegar a dónde llegó debe pasar por muchas pruebas. Debe ser echado del departamento por su madre (tía) ya que hacía dos años que no sabía nada de él. Deberá cortar lazos con su novia y su hijo y sobre todo, cobijar a su primo en la casa de Felipe cuando llegue el momento. La película se basa en el sentimentalismo, como todas las dirigidas por Marcos Carnevale ("Elsa y Fred", "Anita") pero en todas ellas era salvada por las brillantes actuaciones (allá China Zorrilla, acá el cuarteto central) y rescata del olvido a una bellísima Flavia Palmiero que vuelve a aparecer en el cine, acá de la mano de un papel minúsculo pero trascendente, el de Sofía, la enigmática corresponsal. Decíamos, que si bien no hace derramar lágrimas (ni de compasión ni de emoción, las valiosas), está jugando siempre sobre la cornisa de lo sensiblero, y si bien provoca la risa en muchas de sus escenas, debemos admitir que es una risa fácil, el recurso de "El bombón asesino", las puteadas a un espectador circunspecto del Teatro Colón, etc. La película no se autodesmerece y la adaptación del original lo mejora, pero como decía, es una película "border".
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

lunes, 23 de enero de 2017

Mi crítica de "Buried Child" ("Chico Enterrado") (Teatro-Broadway)


Por Teatrix y su estreno de obras de Broadway pude ver esta producción del 2016, de la autoría del prestigioso Sam Shepard y dirección de Scott Eliot. La protagoniza un grande de la pantalla, Ed Harris (que para mí no es tan grande, ya que no le vi hacer papeles relevantes). La obra, dividida en tres actos no arranca verdadero interés hasta entrado el tercer acto.
Lo primero que salta  a la vista es que el espectador de teatro norteamericano es un verdadero imbécil. No sé, se ríen de estupideces o sino en los momentos más dramáticos siempre se escuchan desde las primeras filas sonoras carcajadas. Habría que hacer una tesis sobre el sentido del humor del norteamericano promedio ya que daría para mucho, algo que excede los límites de esta simple crítica. Otra cosa es la seriedad con que los autores abordan sus obras. No hay ni un soplo de humor en la mayoría de las obras norteamericanas, que, admirablemente, cuando llegan a nuestras tierras, y con nuestros adaptadores, se convierten en piezas de relojería de la comicidad. De más está hablar de nuestras obras vernáculas, todas tienen al menos chispazos de comedia, hasta los dramas más acabados, sin hablar de nuestras múltiples comedias y comedias dramáticas que suelen atestar la Avenida Corrientes. A la familia disfuncional de esta obra le daría mucha envidia una propuesta como, por ejemplo, "La Omisión de la Familia Coleman", de gran éxito en más de una veintena de países de las etnias más diversas.
Pero vayamos a "Chico enterrado" del eximio Sam Shepard. La escena más contundente sería esa en que se ve a una chica joven de pie con una pierna ortopédica en la mano, a un viejo paralítico tirado en el suelo, una mujer con un cura tomados de la mano y con un gran ramo de rosas amarillas, y un muchacho de mediana edad sin su prótesis quejándose en el sillón, envuelto en una manta. Pero para llegar a eso hay que atravesar largas capas de sopor. Es decididamente una obra aburrida. En este tipo de obras se suele definir como "un estadounidense auténtico" a aquel que juega al baseball, que gana medallas deportivas y ostenta chaquetas del mismo tenor. Por lo tanto en la cabeza de Dodge (Ed Harris) el viejo enfermo, fumador, bebedor y paralítico se luce permanentemente una gorra de baseball, que pasará, como legado significativo a la cabeza de su nieto cuando este muera. Uno de los hijos de la pareja que conforman Dodge y  Halie, Ansel, prematuramente muerto, es recordado por su destreza para el básquet y su rifle siempre colgado del hombro para matar enemigos en la guerra, de tal modo que se le está preparando una escultura de bronce con una pelota en una mano y una escopeta en la otra. Es por estas dos funciones por donde pasa el sentido patriótico norteamericano y no hay conversación que no incluya el baseball, hasta en sus momentos más íntimos o simples. De estos elementos podemos sacar una configuración de lo que es el espíritu del pueblo norteamericano y lo superficiales que pueden llegar a ser.
Pero bueno, a grandes rasgos, "Chico enterrado" es una obra que se basa en haber guardado un secreto terrible por muchos años, hasta que llega el nieto (¿?) de Dodge y su novia Shelly y el abuelo vomita todo el pasado. No lo vamos a revelar aquí, por supuesto. Lo que es cierto es que Dodge está muy enfermo, que vive postrado en un sillón con su botellita, sus cigarrillos, su televisor y su cantidad de frascos de pastillas. Su esposa, Halie, se mofa de él y desaparece por un día en la iglesia (es una acendrada chupacirios) y aparece muy contenta de la mano del cura del lugar, con quien parece muy "compinche". Los otros hijos de la pareja son Tilden y Bradley. Tilden es quien más comparte escenas, y es un muchacho al que le faltan varios jugadores para llenar la cancha, no se explica como puede haber sido el padre de Vince, a quien, cuando este vuelve después de años de no verlos, no reconoce. Tampoco lo reconocen su abuelo ni su abuela, llega prácticamente de la nada junto a su novia para patear el hormiguero de un drama que estaba latente. El otro hijo de Dodge es Bradley, quien siempre que su padre está dormido aprovecha para cortarle el pelo a ras. Y tiene una pierna ortopédica ya que se la aserró con la motosierra. Shelly es una chica flaquita, linda sin pretensiones, que llegada a ese mundo de hombres parece venir a remover cimientos, y logra metérselos a todos en el bolsillo, menos a Bradley, quien la humilla.
Lo que sucede a lo largo de la obra es muy poco interesante, y sólo cobra vida en los últimos 30 minutos de la pieza y que no voy a revelar. Así que el que quiera verla, sólo tiene que apretar el "Ver obra" de mi blog y enterarse los entretelones de esta familia como la suya (¡!) y entrar en la modorra eterna. Podemos pasar sin ella y su patrioterismo inútil.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

domingo, 22 de enero de 2017

Mi crítica de "El Discurso del Rey" (Cine-2010)

Ayer pude ver por segunda vez la excelente y oscarizada (tuvo el Oscar a la Mejor Película 2010 y a Colin Firth como Mejor Actor) película del joven Tom Hooper "El Discurso del Rey". Tom Hooper es un joven de tan sólo 44 años que ya filmó esta en el 2010, la adaptación del musical "Los Miserables" (discutida) en el 2012 y "La Chica Danesa" (también discutida, incluso en este blog), en el 2015. Como vemos, no ha perdido el tiempo con chiquitajes. Yo pienso que toda buena película es una película de suspenso (aunque lo contrario no sea cierto), ya que un film debe despertar ese grado de interés en el "qué pasará" como para que nos tenga en vilo hasta el final. Además, como analizaba Hitchcock en la magistral "Hitchcock/Truffaut" (también analizada en este blog recientemente), el suspenso no debe asociarse siempre con cosas siniestras, sino que bastaba el plano fijo de una simple telefonista para despertar el suspense.
Acá lo que trata el suspenso es si un rey tartamudo podrá o no leer por radio su discurso de entrada en la guerra del 39 sin balbucear. De eso y sólo de eso trata la película. Aunque esté tamizada de algunas intrigas palaciegas, como la supuesta vida disoluta del Príncipe de Gales y su incapacidad para asumir el reinado, no hay mucho más que eso. El rey empieza como príncipe, es el Duque de York, de Inglaterra, estamos en 1925 y es el hermano menor del nombrado Príncipe de Gales. Está casado con Elizabeth (Helena Bonham-Carter), su fiel esposa y debe leer un breve discurso por radio y con su tartamudez provocará la burla y la mofa de la plebeyada general. Consulta miles de especialistas para solucionar su problema pero ninguno consigue dar en la tecla con el asunto. Hasta que, siguiendo unas indicaciones llega a un número de la Haley Street y desemboca en un gran cuarto descascarado, humedecido y con un sólo sillón como mobiliario. Es el humilde departamento de Lionel Logue, un especialista en el estudio de la fonética. El personaje está genialmente abordado por otro premio Oscar, Geoffrey Rush ("Shine"-1996), que se merecía algún premio por su excelsa pronunciación y su buen uso de la voz.
Al principio son rispideces las que manejan al Duque en su relación con alguien que prefiere llamarlo "Bertie" (ya que su nombre es Albert) y que a él lo llamen Lionel, derribando las barreras entre reyes y plebeyos, para acrecentar su confianza entre ellos. Albert puede mantener una conversación de corrido (con alguna dificultad), pero su gran traba consiste en leer un texto. Lionel, que trabajó con los soldados en la guerra en Australia y llegó a vencer sus neurosis de guerra y sus trabas en el habla, tiene más de psicoanalista que de fonoaudiólogo y se interne a bucear en el incosciente de Bertie y en sus recuerdos de niño. Por supuesto que él se resiste a todo esto. A esta altura estamos en 1934 y Albert tiene dos preciosas niñas y dos preciosos perros. En esta primera entrevista, Lionel le hace leer un texto mientras con unos auriculares escucha música a todo volumen, sin poder oír su propia voz y lo graba en un disco. El Duque se siente ultrajado por este experimento y decide irse para no volver más. Pero pasado un tiempo, en su casa, decide escuchar la grabación, que el Dr. le ha regalado y descubre que ha leído el texto perfectamente. Ergo, que cuando su cerebro está ocupado en otra cosa, su trauma desaparece.
Albert vuelve a la consulta con la cola entre las piernas, dispuesto a ponerse en manos indiscutidamente de tal eminencia. A partir de ahí son muchos los ejercicios que le hace hacer (algunos rayanos en el ridículo, que un Duque no puede permitirse). A un tiempo su padre, el Rey George V de Inglaterra muere y en un "acting" de llantos por su heredero, el Príncipe de Gales, descubrimos que él no llora por la muerte de su padre sino porque piensa casarse con una mujer dos veces divorciada, Wallis Simpson, y la corona no admite ese tipo de relaciones. Asume como Rey y lo mantiene un tiempo en secreto, pero las fiestas y las recepciones son cada vez más asiduas y su hermano le reprocha la vida disoluta que lleva. Entonces decide renunciar a la Corona. El Duque de York sufre de la misma impotencia que sufría el Cardenal de la genial "Habemus Papam", de Nanni Moretti, una imposibilidad de afrontar tan elevado cargo y de sentirse muy inferior (agravado por su tartamudez). Pero los ejercicios con el Dr. Logue avanzan viento en popa, y pronto se verá curado de su mal.
Llega el momento de asumir el trono en la Catedral de Westminster y pide permiso a las autoridades eclesiásticas para ubicar en el palco principal a su médico, quién lo ayudará con la jura. Todo sale bien. El 12 de diciembre de 1936 asume el nuevo George VI de Inglaterra. Pero deberá afrontar una prueba más. Está por estallar la guerra con Alemania (por ahí anda Churchill dando consejos, perfectamente encarnado por ese otro grande que es Timothy Spall) y toda Inglaterra se pone a la defensiva. Finalmente la contienda se declara, y llega el momento de "El discurso del Rey", el que tiene que pronunciar por radio para todo su país dando inicio a las acciones bélicas e insuflando confianza a sus soldados. Debe evitar la burla y el escarnio popular. Es un momento trascendente.
Y ahí es cuando se concentra la mayor dosis de suspenso de la película. El nuevo rey. El micrófono temible. La audiencia. La guerra. La vergüenza. La prueba de fuego. Bien asesorado por el siempre correcto Dr. Logue (de quién después nos enteraríamos que no era Dr. sino un aficionado que se interesó por las neurosis de guerra) se acerca al micrófono y comienza a hablar...
Una película que si bien recorre una sola cuerda temática, lo hace con calidez, con emoción y verdadera sinceridad. Tomando en cuenta cada pequeño detalle y cada plano (los planos detalle son muy importantes en el film), cada cadencia en el habla, cada trabazón en la lengua, la perfecta dicción de su profesor, quien se postula para papeles teatrales clásicos, son tenidos en cuenta por la maestría de un director que sabía muy bien lo que se proponía y a cada instante.
Las actuaciones del triángulo protagónico, tanto Colin Firth en ese Rey que debe vencer su trauma infantil, aquejado por las dudas y la propia insatisfacción, su esposa que con amor y paciencia sabe acompañarlo y ese falso médico que romperá códigos y tradiciones con tal de curar a su paciente, se lucen en un grado superlativo, haciendo de "El Discurso del Rey" una película que bata tiempos y fronteras. Altamente recomendable para todo público.
Y gracias por leerme hasta acá nuevamente.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

viernes, 20 de enero de 2017

Mi crítica de "El Violinista en el Tejado" (Teatro musical)


Gracias a Teatrix podemos recobrar esta obra presentada hace varios años, sacada de los archivos de Alejandro Romay y con las actuaciones superlativas de Pepe Soriano y Rita Cortese en los papeles principales. Es una obra de colección, tomada sólo con dos cámaras pero que hacen lo suficiente para mostrarnos cada detalle de esta consagrada obra. La historia de esta pieza es ya legendaria y antigua, sólo diremos que en Broadway la estrenó el genial Zero Mostel y que pertenece  al autor Joseph Stein y aquí está dirigida por Claudio Hochman y adaptada en libro y canciones por el propio Romay. Sí, es un musical, pero habla de cosas fundamentales para el judaísmo como el tema de la tradición y los rituales, algo que una religión con más de 5.000 años no ha perdido y resiste a todos los tiempos. Pero ¿hasta dónde es conveniente dejarse arrastrar por la tradición? ¿cuáles son los ideales que no hay que entregar? ¿hay que doblegarse ante el enemigo o adaptarse? Estos son algunos de los interrogantes que plantea esta pieza y que hacen tambalear los cimientos de la tradición mosaica.
El violinista en el tejado aparece constantemente en escena y es un loco, un funambulista, pero también es una ilusión, una esperanza, un norte a seguir. El pueblo judío que nos ocupa es Anatevka, instalado en plena Rusia zarista, y en el que conviven pacíficamente un puñado de judíos junto con una convivencia no tan pacífica con el alguacil ruso y sus soldados. Tevie y su esposa Golde (Soriano y Cortese respectivamente) son judíos de ley, que respetan la misma ley judaica y sus preceptos. Pero el mundo está muy convulsionado y los pondrá a prueba constantemente. La pareja no se ha casado justamente por amor, innovación que traen los jóvenes de hoy en día y que los harán replantearse cosas. Ellos están unidos porque así lo decidieron sus padres, en todo caso el amor llegó después, junto con la comprensión, el compañerismo, la convivencia... Pero ese matrimonio ha tenido cinco hijas, en edad casadera, y estas sueñan con casarse por amor, algo que para Tevie será muy difícil de aceptar y comprender. La primera, Sheitel, está destinada al carnicero viudo y rico del pueblo, un gran partido (el siempre efectivo Juan Manuel Tenuta), pero ella se ha comprometido en secreto con Motel, un compañero de juegos de infancia y amigo de toda la vida, sastre pobre y que no tiene donde caerse muerto. La amistad se ha ido convirtiendo en amor y hace inseparables a estos dos, a tal punto que Sheitel llora sobre la mano del padre para que no la obligue al matrimonio con el carnicero ya que no lo ama, y ahí nomás le pide su mano Motel. Tevie, al ver la desesperación de su hija y sus ojos que  brillan cuando lo ve a su prometido, termina cediendo. Primer paso en falso que tuvo que dar.
Hay también un maestro con ideas revolucionarias (socialistas) que Tevie ha traído para sus hijas (Juan Gil Navarro), llamado Perchik. Pero sucede que Perchik se enamora de otra de las hijas, Ioder, y le habla de esta nueva idea de casarse por amor. Pero los disturbios sociales reclaman a Perchik en el corazón de Rusia y debe partir, no sin antes prometerle a Ioder eterno amor y que la mandará a buscar para casarse. El maestro revolucionario termina preso en Siberia, y allí parte su enamorada para casarse con él, previo consentimiento a regañadientes de su padre. Recordemos que la tradición judaica es paternalista, ha creado un dios masculino, alejado de toda idea de la femineidad en lo religioso (si bien la descendencia hebraica es transmitida de madre a hijo), así que es la palabra del padre lo que cuenta, aquí las mujeres no tienen voz ni voto (por lo menos en la época que transcurre esta fábula).
Su tercera hija, Jave, traba relación con un soldado zarista, Fredka y después de un rechazo visceral por parte de ella, él le sugiere que no todos los rusos son iguales, que él no está de acuerdo con las ideas imperantes, y se comprometen en silencio. Cuando dan a conocer su intención de casarse ahí sí que Tevie no puede aguantar más y la echa de su casa y declara a su hija muerta para él y su esposa. Jave debe "pasar a la clandestinidad" con Fredka. Es que Tevie ya se ha acostumbrado a muchas cosas, pero no piensa ceder en su tradición ni un paso más. De golpe llega el tiro de gracia: el alguacil le avisa que tienen 48 hs. para marcharse todos del pueblo por orden del Zar. Esto destruye por completo a Tevie y a Golde, pero se rearman y emprenden el exilio a casa de un pariente. Es así como unos se van a Norteamérica, otros a Jerusalén y ellos deben irse a la casa de un hermano que vive fuera del país. Con su carro de lechero ambulante y sus enseres, parte junto a su esposa y las dos hijas que le restan a tierras desconocidas. No sin antes despedirse de sus hijas casadas y decirle "que Dios te bendiga" a Jave, en un último acercamiento. De Sheitel y Motel ha nacido un hijo y han comprado una máquina de coser eléctrica, con lo que se supone que los pesares del sastre desaparecerán. No todo es desazón al final de la obra, aunque ellos también deban partir. Es la famosa diáspora, la que ha obligado al pueblo de Abraham a ser un pueblo nómade por tantos años hasta culminar formando el estado de Israel, que aún hoy les trae tantos dolores de cabeza.
Pero la obra, pese al final triste, no es bajoneante, está llena de bailes judíos alegres y tiene al principio ese exitazo de "Si yo fuera rico", pieza que se agrega indiscutidamente en todas las selecciones de musicales del mundo. Le puedo criticar los chistes, que para mí no tienen ninguna gracia (y me parece que para Pepe tampoco, la rema, hace lo que puede ante tan pobre traducción) y otra cosa que me molestó es ese lugar común de pintar a todos los judíos con barbita de chivo, indistintamente como si todos fueran cortados por la misma tijera (bueno... no sé si por la misma, pero algo de eso hay, ¿no?). Fuera de eso, la obra funciona aceitadamente, ágil y con mano firme en la dirección de Hochman. Esta fue una producción de Romay para el teatro "El Nacional".
¿Y qué podemos decir de Pepe Soriano que ya no lo haya dicho? Es un actor completamente camaleónico, que puede instalarse en la piel de cualquier personaje, de cualquier nacionalidad o acento con igual oficio. Pero no sólo es oficio lo que inspira a Pepe, es magia, es conocer cada resorte del alma humana, cada hilo de su profesión con amor y plena convicción. En esta obra está magistral y hasta se da el lujo de cantar y hacer algunos pasitos de baile. Lo mismo digo de Rita Cortese, otra experimentada actriz que sabe acompañar con igual soltura y ternura a Soriano. Una gran recuperación para la pantalla de Teatrix y un lujo de obra. Altamente recomendable para todos los públicos.
Y gracias por leerme hasta acá nuevamente.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

jueves, 19 de enero de 2017

Mi crítica de "Hitchcock/Truffaut" (Cine)

Acabo de ver la singular película "Hitchcock/Truffaut", imprescindible para todos quienes amamos y veneramos al séptimo arte, y que arrasara con la cosecha de premios en varios festivales internacionales (todavía no estrenada comercialmente en Argentina). Todo parte de la idea que tuvo el cineasta francés Francois Truffaut de realizar un libro de entrevistas a Hitchcock, y se reunieron en Hollywoood con una intérprete, durante una semana para repasar toda la vasta filmografía de Alfred Hitchcock, el maestro del suspense. Nadie puede negar la gran influencia que ha ejercido el gordo Hitch sobre todos los cineastas que vinieron después, se lo considera un verdadero maestro del cine de autor. Pero no todo fue así siempre... Hasta que Truffaut no tuviera la idea de hacer el libro (que terminó en 1962 y presentó en 1966) se consideraba a Hitchcock un cineasta menor, hecho sólo para el divertimento y ocasionarnos un par de sobresaltos. Cuando le preguntaban sobre sus influencias a Truffaut él siempre lo mencionaba a Hitchcock, lo cual era tomado un poco en broma. Pero el francés estaba convencido de la buena madera del inglés para confeccionar sus films. Y es por eso que decidió reivindicarlo ante el mundo. En la película que nos ocupa hay declaraciones actuales de otros talentosos como Martin Scorsese, Wes Anderson, Richard Linklater, Peter Bogdanovich, Olivier Asayas, André Desplechin, Kiyoshi Kurosawa y Paul Shcrader hablando de lo indispensable que ha sido para sus carreras la figura del gran Maestro Inglés. El libro de Truffaut "El cine según Hitchcock" es una publicación de culto y muy protegida por cada cinéfilo, es un libro en el que entendemos al cine como arte pero más que ello como ecuación matemática, imaginación y sobre todo trabajo.
Hitchcock y Truffaut (más la mujer que ejerce de intérprete) están siempre sentados a una mesa redonda, con sus habanos en la boca, charlando muy animosamente, y hasta se pueden oír sus voces registradas en un magnetófono de la época. Allí el gordo sádico con las mujeres que le apasionaban e impotente (se cuenta que sólo tuvo una relación sexual con su esposa Alma Reville y de la que nació su hija Patricia), de lo cuál por supuesto no se habla en la película, desentraña el mecanismo de cada uno de sus films, deteniéndose por varios instantes en analizar "Vértigo" y "Psicosis". Se cuenta que aunque en muy pocas películas aparezca su esposa como responsable de alguno de los rubros, él siempre consultaba todo con ella antes de ponerlo en práctica, era su norte y su punto de referencia.
Hitchcock recorrió todos los aspectos del cine. Empezó como cartelista de films mudos y trabajando en la producción, hasta que le dijeron: "¿no se animaría a dirigir un film?", "nunca lo había pensado", contestó él. Y así fue que se lanzó a su primera película (muda), corría el año 1923 y debutó con "The Lodger" ("El Inquilino") donde ya estaba presente el sello Hitchcock: para hacer ver los pasos del inquilino de arriba ideo un piso de cristal para que pudieran trasparentarse. Lo cierto es que Hitch no volvería a hacer una película igual a otra, siempre cambiaba su punto de vista, ya fuera por las máquinas que utilizaba, por la construcción del espacio, el diseño escenográfico, la posición de las filmadoras al rodar o los giros inesperados de guión. Del cine mudo pasó al sonoro, aún en blanco y negro (todavía en su período inglés), donde obtuvo grandes éxitos como "Los 39 escalones", "La Dama desaparece", "El hombre de la isla de Mann", "Sabotaje" o "Corresponsal extranjero". Del sonoro pasó a Hollywood, bajo el manto de David Selznick, uno de los más grandes productores de todas las épocas (en la época en que la estrella era el productor, antes que el director o los actores), que hizo entre otras cosas "Lo que el Viento se llevó", y acá había tentado a Hitchcock para dirigir "Titanic", proyecto que nunca se llevó a cabo por el costo y las dificultades de rodaje (esto no lo cuenta en la película) y en cambio le ofreció igualmente una obra de alto presupuesto: "Rebecca", que fue la entrada de Hitch a Norteamérica. Después vendrían otros grandes éxitos en blanco y negro como "Mi pasado me condena", "Extraños en un tren", "Saboteadores" o "El Hombre equivocado". Luego aparecería el color y en sus obras más refinadas encontramos "La Llamada fatal", "La Ventana indiscreta", "El hombre que sabía demasiado", "Cortina rasgada", "Los Pájaros", "Intriga Internacional" o "Marnie", por citar sólo algunas, descontando esa obra maestra que figura entre las 10 mejores del cine que fue "Vértigo". Cada uno de estos hitos permanecen indelebles en la memoria de cada cinéfilo.
Hichcock hablaba de un cine universal, él pretendía que reaccionaran igual ante una emoción o frente a una cuota de suspenso igual en Japón que en la India, y al parecer creemos que lo logró. Luego viene su diferenciación entre lo que es sorpresa y suspenso. La sorpresa es algo imprevisto, nos explica, mientras que el suspenso no necesita ser algo siniestro por excelencia. En la película "Vida Fácil" ("Easy Virtue") la chica le dice a su enamorado que le dará el sí luego de pensarlo, esa misma tarde. Lo que filma Hitch es la cara de la telefonista, intrigada en la declaración amorosa de la pareja, que pasa de serio desconcierto a una cara eufórica de alegría. Con un solo plano Hitchcock sabe resolver una situación de tensión. Para otras películas necesitará muchos más, como el caso del asesinato en la ducha de "Psicosis" en que debió montar más de 70 planos para tres minutos de horror. La lección en el libro es mucho más jugosa: supongamos que usted y yo estamos sentados a la mesa de un café y de pronto estalla una bomba y todo vuela por los aires, eso es sorpresa, susto. Pero si estamos ante la misma mesa y una cámara advierte que hay una bomba debajo de la mesa y que va a estallar dentro de 5 minutos y nosotros seguimos charlando como si nada. Plano a la bomba, quedan 4 minutos. Seguimos conversando. Ahora faltan 3. No la advertimos y continuamos en lo nuestro. Ahora 2... Ahí se produce la tensión y la sensación de suspenso.
En fin, que de esta conversación mutilada que abarca los 80 minutos de la película más aclaraciones en off en la voz de Bob Balaban más los comentarios de los directores, concluimos que "Hitchcock/Truffaut" es una película dedicada al aprendizaje, a un viaje de iniciación por los mundos de ambos directores (también se ven algunas escenas del cine de Truffaut). La recomiendo fervorosamente. La pueden bajar del U Torrent o del Emule (que son los servidores con que me manejo yo, pero estarán en muchos más) y disfrutarla cómodamente en su televisor. No la dejen pasar, me lo van a agradecer.
Y gracias por leerme otra vez nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 18 de enero de 2017

Mi crítica de "Wunderkinstz, el Encuentro" (Teatro musical)


Dado a que Teatrix está estrenando una tras otra sin parar, a veces se le filtran bodrios mayúsculos, como este, pergeñado por un autor muy joven (podría decir, casi adolescente), que es responsable del libro, la música y las letras de las canciones que cantan los niñitos. Se le perdona por su juventud, pero la propuesta peca de cierta inocencia... todo está dicho en un tono muy dulce (casi empalagoso) y acaramelado, su trato con los chicos, cuando se sienta al piano y cuando cuelga los presuntos mensajes de paz de los infantes.
El responsable de esto se llama Ezekiel Elhim y es políglota, no sólo habla muy bien el castellano y el inglés sino también chapurrea en portugués, idish o griego sin que se le mueva un pelo. Pero ¿es esto una obra de teatro o un simple recital de chicos de varias nacionalidades? ¿Cuál es el conflicto? Ah, sí, que hay un árbol de la paz en cierto bosque, el álamo de las virtudes, cuyo frasco, que era el corazón se ha roto, y sólo lo pueden salvar los buenos deseos de los niños... ¡¡¡Ayyyyy... qué lindo...!!! Todos los chicos que se presentan a cantar son buenos y dejan su mensaje esperanzador, no importa qué cultura, raza o religión tengan, todos hermanados.
Pero pensemos un poco lo que descubrió Freud, que no son buenos los niños por naturaleza, sino que más bien tienden hacia el egoísmo y la maldad y que sólo la socialización y la cultura los pueden encauzar. Se ve que todos estos impúberes fueron bien socializados porque son a cada uno más bueno que el anterior. Y si pensamos que el mundo actual no está diseñado para que los niños tengan una buena sobrevida, si pensamos que más de la mitad de los niños son pobres, y que más de la mitad de los pobres son niños, no estamos en el mejor de los mundos. Pero claro, todo se resuelve llenando el teatro Gran Rex con un musical para chicos, al que casualmente no concurren chicos sino los padres babosos de éstos, como dijimos antes, de todas las culturas, razas y religiones. Todos hermanados... ¡¡¡Ay, qué lindo...!!! Pero bueno, son los buenos deseos de un joven (inexperto) y eso es lo valioso. Ezekiel comparte constantemente escenario con sus chicuelos y hasta es amenazado por tres matones que le dicen que el mundo no es tan bello, que se una a ellos... pero después nos damos cuenta de que tampoco eran tan malos.
Por el escenario desfilan canciones de varios países y sus pequeños intérpretes, los que sí son una revelación y se comportan con soltura y "cancherismo" a la hora de cantar y actuar. Comienza con un número musical conjunto: "Con luz de niño", en el cual intervienen todos los chicos y hay un coro y un cuerpo de baile integrado por... niños. Enseguida arremete un tanguero, Juan José Greco, con "Che, vos... tango mío", que no debe tener más de 7 años y se comporta como todo un "arrabalero".
Mención aparte es para el dúo de payasos... ¿por qué tienen que ser tan estúpidos y hablar con sonidos guturales? Son malísimos, pero el público, conforme con todo, los aplaude. (Vayan mis respetos para los payasos del "Cirque du Soleil" que son los únicos que me hacen reír en el mundo de los clowns.
Después seguimos por Estados Unidos, con "Un ángel llamado mamá" (My mom, my angel), por Izzy Shiff que canta mitad en su idioma mitad en castellano, como todos los que la seguirán. Aparece en escena el ángel de la mamá, que parece que está pujando en labores de parto para tratar de infundir emoción a su personaje (Veanlá sino).
Sigue un representante de África, Ifemayi Obi, con "Piel de ébano" (Ika o do'gba) muy al tono para la ocasión. ¡Tiemblen, padres y chicos! Llegó "Viva la pizza, Viva Italia" (Tarantella della mozzarella), por Carla Giblisco, donde lo peor que se puede esperar... se hace verdad. Un horror, vean. Encima con reparto de pizza por los payasos...
Sigue Israel, con "Mi plegaria de Shabbat", por la niña Ofir Elbaz, quien no puede mantener su kipá sobre la cabeza (me parece que esta es del Once). Continuamos por Brasil, con "Samba, mi nombre" (Vozes de rua), por la niña Manú Paisce, que por su acento me parece que es más argentina que brasileña. Seguimos con "El siviaki de Ícaro" por el griego de Paternal Konstantinos Chrysostámou (To ovptaki tov' Ikapov). Sigue el chinito Chenle Zhong, que mientras dejó atendiendo el supermercado por sus padres, canta "El romance del dragón".
Es el turno ahora para una bella representante de la comunidad azteca, Janneth Becerra, con "Encanto azteca". Y para terminar el recorrido por el mundo, finalizamos en Australia con Chloe Marlow y "Un sueño de eucalipto" (Sautry of the woods), que se anima a hacer unos pasos de tap lo cual es aplaudido por todo el mundo como a la niña "mona" prodigio (hace tres pasitos). Termina cantando Ezekiel frente a los matones "Me miran raro", pero lo disculpan enseguida.
El final es con todos los niños de probeta (quise decir de promesa) cantando "Un mundo sin fronteras" y "Con amor se puede". Yo digo, todo muy lindo ¿no?, pero mientras haya chicos que empuñan armas para matar a otros chicos como sucede en tantas guerras nuestras, o un Brian que dispare en la cabeza de otro Brian, el futuro no está asegurado por nadie. Sigamos cantando y pensando que todos los niños son buenos y angelicales. Y así nos va...
Lamento decirlo, pero el futuro, por el momento, no es de nadie...
Y gracias por leerme hasta acá nuevamente.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

lunes, 16 de enero de 2017

Mi crítica de "La Tentación del Dr. Antonio", de "Bocaccio 70" (Cine-1962)

Sigo con mi revisión de films del gran Federico Fellini para el curso que espero poder llevar a cabo este año. Esta vez le toca a un mediometraje de 50 minutos, que pertenece al film en conjunto "Bocaccio 70" (los otros episodios serán dirigidos por Mario Monicelli ("Renzo e Luziana" -eliminado en el corte final del film), Lucchino Visconti ("El Trabajo") y Vittorio De Sica ("La rifa")), el film es de 1962 y sólo volvería a intentar otro mediometraje en el '68, "Tobby Dammit" en "Historias Prohibidas", un tributo a Edgar Allan Poe.
Acá Fellini se asoma por primera vez a trabajar con color y le sale muy bien, son especialmente bellos los planos nocturnos en el delirio del Dr. Antonio con Anita. Los intérpretes son Peppino De Filippo y Anita Ekberg, como el castrador censor Dr. Antonio y la chica del anuncio de leche. Su próximo film sería aún en blanco y negro ("8 y 1/2") y recién arribará definitivamente al color en "Giulietta de los Espíritus". Hay dos aspectos del uso del color que alcanzarán más madurez en "Giulietta..." pero que ya están presentes: la utilización expresionista y decorativa del color y el simbolismo de ciertos colores -sobre todo el blanco y el rojo- La apertura del film es un juego polícromo: dos monjas con blancas tocas se separan del centro del encuadre como la cortina de un telón de teatro, dejando ver un grupo de niñas vestidas de amarillo y blanco (el color papal). Por la derecha entran en cuadro una serie de curas vestidos con sotanas de rojo cerezo y desde la izquierda llueven pétalos encarnados. Estas indumentarias reaparecerán en todo su esplendor en el desfile de modelos eclesiásticos en "Roma".
El presente film es una sátira de la moral fascista residual en la época contemporánea, dirigida hacia una de las manifestaciones más hipócritas: la censura. La pone en boca de una criatura ambigua, al mismo tiempo demonio y Cupido que tiene el cuerpo de una niña traviesa. Recuerda la diablita pelirroja de "Tobby Dammit". Personaje juguetón, se introduce en el escenario de su propio relato y llega a tropezarse físicamente con Antonio Mazzuolo. Los ataque de la censura están representados en este signore, que hace la vida imposible a los enamorados que se apretujan en los coches del parque nocturno y se comporta frente al amor como un loco. Sufre la irrisión y la indignación generales, a las que opone los ideales antiguos, pero de una antigüedad fascista, que discrimina en la Roma imperial lo decente y lo indecente, lo virtuoso y lo bajo. En la música resuenan acordes militares o eclesiásticos comentando la acción o su sentido.
La vocecita nos presenta a Mazzuolo mediante un par de fotografías. "En esta se lo ve mejor" dice de una en que se lo ve besando un anillo eclesiástico, porque Mazzuolo es un beato. O las fotos para el documental cinematográfico. Se trata de una película en blanco y negro con la banda de sonido de las voces acelerada, aunque la música de piano que la acompaña se oye a velocidad normal. Cuando va a increpar a una mujer escotada a quien abofetea anuncia la diablita: "y es allí donde comienza nuestra historia".
Los primeros pasos de la historia es la colocación del cartelón de Anita Ekberg incitando al consumo de la leche italiana. Mazzuolo se escandaliza de tal forma que cae en el delirio. Mientras está con los boyscouts repartiendo ridículos premios su discurso es interrumpido por el ruido de unas grúas rojas que entran en campo como monstruos espaciales, como harán las cámaras y las grúas de rodaje en films posteriores. Parecen dedicarse a alguna obra en construcción pero son las que ayudan a la colocación del cartel, señalando la cara oculta del arte como trabajo, otra de las ideas constantes en el cine de Fellini.
Comienza el montaje del anuncio, se trata de la creación por el montaje de una gigantesca imagen de mujer, como lo hace el cine en su operación de fabricar un cuerpo inexistente, objeto de fantasía y deseo, a través de objetos parciales. Fellini utiliza una plataforma metálica como ya vimos en "El jeque blanco" y sobre todo en "8 y 1/2" y la va llenando con los distintos elementos que configuran una imagen y un sonido. Descompone estos elementos para jugar con ellos como con un rompecabezas y mostrar su verdadera esencia lúdica y placentera, como las fotografías de "El Jeque Blanco". Un micro de músicos negros se detiene e interpreta música de films anteriores de Fellini. A esta altura ya participan del jolgorio los scouts y los seminaristas. La música publicitaria comienza a sonar cuando se coloca el último fragmento que contiene la cara y el pecho de Anita. Más tarde serán los "bersaglieri" quienes toquen en su trompeta el leiv motiv de la banda sonora. Mazzuolo trata de tapar el escote como lo hizo antes con la señora del documental, pero no consigue nada. La censura, le dice el jefe de la cuadrilla, perjudica la belleza.
De la tentación del cine para Fellini a la tentación en pantalla grande y a todo color de la época del crecimiento, engrandecimiento e internalización del cine italiano y de la sociedad de consumo que amenazan el mundo tradicional de Mazzuolo. No estamos ante una reflexión sobre la publicidad, -como haría más tarde- sino sobre la imagen cinematográfica. En el cine de Fellini las referencias históricas siempre se expresan en término de imágenes, por lo que la crítica tradicional no las ve y le reprocha injustamente su subjetivismo arbitrario.
Al levantar el anuncio es como si se levantara el telón. El cartel queda frente a las ventanas de Mazzuolo como la pantalla de un autocine, del cine como proyección de los deseos y su reverso, el temor generado por la propia represión.
El calvario de Mazzuolo está narrado sin contemplaciones. Visita espacios eclesiásticos fríos y funcionales, no de la iglesia barroca donde está el desnudo de los ángeles y la exuberancia de las madonnas, sino la escuálida iglesia fascista burocrática, blanca, estéril.
La escena con el censor que se toca continuamente la nariz y las orejas y se tira gases mientras diserta sobre las distintas clases de "instituciones", la visita del arzobispo y la inspección de los secretarios que acuden al descampado en un Mercedes, dan la pista hasta qué punto Mazzuolo ha perdido la cabeza, ni los suyos le hacen caso. Fellini muestra con gran economía y mucha gracia, que el escándalo está en el censor y no en el anuncio.
La tentación comienza por indicios: la visión de Mazzuolo en el espejo del baño del brazo enguantado sosteniendo un vaso de leche o los cambios que ve en el cartel. Pero el peligro no está aquí, en que el protagonista, como le pasa a Wanda de "El Jeque...", atraviese el espejo y se meta en el mundo de fantasía, por el contrario, es la imagen obscena de la gigante que invade el espacio "real" la que se instala en Roma y más tarde cobra vida y sale de su cuadro en medio de un irónico fragor gótico de tormenta, relámpagos, rayos y truenos. La gigante se anuncia con un sonido turbador: el repentino silbido de redes de su traje de noche y sus velos. Es una Venus y una niña, como la "Sylvia" de "La Dolce Vita", maternal y al mismo tiempo inocente, juguetona. Trata a Mazzuolo como un bebé y él, sofocado por el perfume de sus senos, pierde ante ellos su diminuto paraguas.
Su voz dulce y acatarrada tiene resonancias huecas cuando es una gigante. Cuando se vuelve una mujer normal la voz también desciende de volumen. Él, loco de amor, se propone seducirla, guardarla para sí en una relación fraternal. Ella amenaza con desnudarse.  Del streep-tease final de "La Dolce Vita" se pasa al delirio, se maquilla con su polvera-relicario. Cuando cae el vestido y los velos se pone frenético y nos impide ver la maravilla a nosotros, -no miren, salgan del cine- tapando el ojo de la cámara con su saco y sus pantalones, con lo que irónicamente resulta ser él quien queda en paños menores.
Finalmente, Anita se desnuda, y Mazzuolo, con armadura, le clava una lanza en su pecho (del cartel), que muere y cierra sus ojos sin soltar el vaso de leche. Mazzuolo ve venir, entre lúgubres campanadas, un cortejo de familiares y amigos con un ataúd gigante. Al día siguiente, con una polea, cuyo chirrido animalesco expresa la locura de Mazzuolo, lo bajan del cartel. Esta escena es semejante a la bajada del tío de Tita del árbol en "Amarcord". Luego lo encierran en la ambulancia en donde ríe la niña-diablo, triunfante, sacando la lengua, pero no de manera impúdica de otros personajes de Fellini sino con gesto infantil.
En resumen, que asistimos al mediometraje más inspirado de toda la película, una fiesta de color, música y humor. Otra vez lo hizo, Fellini.
Y gracias por leerme hasta acá, nuevamente.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

sábado, 14 de enero de 2017

Mi crítica de "Incidente en Vichy" (Teatro-Broadway)


Teatrix. La guerra. El horror. La vergüenza de ser judío. El miedo. La paranoia. Los trenes. Los hornos. El coraje. La solidaridad. La incomprensión. La extrañeza. Lo nuevo. El exterminio. Todo esto y mucho más aparece en esta obra de Arthur Miller producida en Broadway en 1998 y dirigida sabiamente por Michael Wilson. Gracias a Teatrix tenemos la fortuna de poder asistir a ella en su versión completa de una hora y media. Está hablada en inglés y subtitulada, con lo que no perdemos la cadencia del idioma para la cual fue escrita. La carrera de Arthur Miller como dramaturgo ha sido muy extensa y plagada de obras señeras ("Todos eran mis hijos", "Panorama desde el puente", "La muerte de un viajante", "Cristales rotos", "El descenso del Monte Morgan", "El Precio", etc), éstas entre las más difundidas. De alguna u otra manera siempre tocó el tema del judaísmo, el cuál, como representante de esa religión, lo movilizaba mucho, acá preocupado por los albores del nazismo y los primeros reportes de judíos y de gitanos a los campos de concentración con sus hornos crematorios. Es un teatro de texto, para escuchar atentamente y no dejar pasar frase ya que todas son imprescindibles y jugosas; es un teatro que no se ha escrito para la diversión ni dispersión del espectador, sino para un profundo compromiso con la temática que trata y el momento social que se vivía en Francia -como en tantos otros países- en aquel momento. No quiero decir con esto que sea un teatro aburrido ni solemne, sino una verdadera joya de la dramaturgia y la interpretación para los que amamos el teatro.
Sin música incidental, nos situamos en una descascarada comisaría de la ciudad de Vichy (Francia) en donde han sido reclutadas sin convocatoria alrededor de diez personas. Digo sin convocatoria porque han sido detenidos en la calle, por su aspecto o para "medir su nariz", como proclama uno de los personajes. Hay de todo: un influyente industrial, un pintor surrealista, un psiquiatra, un actor, un joven de 14 años, un reparador de trenes socialista, un judío ortodoxo, un príncipe austríaco, un gitano, un mozo y alguno más. Como los  "diez indiecitos" de Ágatha Christie irán desapareciendo uno a uno tras la siniestra puerta que da a la oficina del "profesor". El título en cuestión corresponde a un profesor en antropología racial nazi que es quien lleva a cabo los interrogatorios y que pertenece a la terrible SS. Al principio impera el desconcierto entre los "candidatos". No saben en dónde están ni para qué los han llevado ahí. Poco a poco, al ver a los oficiales (algunos de ellos franceses) reparan en que han caído en una comisaría. Y poco a poco, también, descartando datos como saber si los han llevado para ver si sus papeles están en regla, van infiriendo que hay un común denominador entre todos ellos: todos  son judíos, con excepción de dos (el industrial y el príncipe). A ellos dos se les otorga el pasaporte para salir en libertad. Se rumorea entre los presentes, que han escuchado que llevan trenes cargados de judíos hacia lugares de trabajo. Otro aporta algo nuevo: se han instalado hornos crematorios para la desaparición de los mismos. El terror empieza a imperar entre los que esperan su sentencia de muerte. Y está la más cruel de las verdades, los harán bajarse los pantalones para comprobar si están circuncidados, prueba irrefutable de su judaísmo. Nadie quiere entrar a ese cuarto del que ya no se vuelve. Hay quienes plantean salir por la puerta desbaratando al guardia, aunque saben que eso es imposible. Y hay quienes otorgan su última voluntad a los presuntos liberados (el príncipe Kessler es ario, y primo del Barón Kessler, austríaco y miembro de la SS), el príncipe ha emigrado a Francia tras ver  asesinar a uno de sus músicos por el sólo hecho de ser judío. Hay un guardia francés arrepentido que se enfrenta con el psiquiatra (quien parece comandar la "resistencia"), éste le increpa que por qué no se suicida antes que obedecer órdenes criminales, y el otro le pregunta qué cambiaría eso, si no sería inmediatamente reemplazado por otro y le inquiere al psiquiatra si él acaso no saldría contento si le dan el permiso de liberación aunque a todos los demás los envíen a morir, a lo que este responde que sí. Es un texto que habla sobre las culpas y las responsabilidades frente al horror de la muerte y la tortura. Es un texto del cual no se sale ya que nos presenta la degradación del ser humano ante los más horrendos crímenes. Es un texto el cuál me gustaría tener en mano para leer y releer, tal la riqueza de su provocación. Es un texto que nos hace asomar al abismo de la manera más sutil y desgarradora. En ese momento, el hecho de ser judío pasa a convertirse en objeto de temor y en pasaporte seguro para los campos.
En el último momento asistimos a un gesto de solidaridad tan grande que nos hace volver a tomar confianza en el ser humano, y mientras toda la policía corre tras el hombre que se ha escapado, vemos de fondo, correr a esos trenes, símbolo del destino para la muerte. Las actuaciones son todas sublimes, destacándose, por su preponderancia y compromiso, la del psiquiatra, la del pintor y la del Príncipe Kessler, sin empañar para nada todas las demás soberbias interpretaciones. La dirección aporta brío, compromiso y emoción a tan sublime texto. Es bueno, que, una vez más se nos recuerden los horrores del nazismo dentro de una obra de teatro, para no dejar cauterizar a esa herida que todavía sigue abierta, y que nos hace temer actualmente por el destino del mundo ya que en Europa están ganando elecciones democráticas grupos neonazis en varios de sus países. Algo preocupante porque quiere decir que la historia no les ha enseñado nada o porque es tan fuerte ese antisemitismo que no perdona a un pueblo perseguido.
Y gracias por leerme hasta acá nuevamente.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

jueves, 12 de enero de 2017

Mi crítica de "Taquicardia" (Teatro musical)


"Taquicardia" (que es lo que tengo yo, entre otros males) se llama el espectáculo 2016 de la prolífica Valeria Ambrosio, aquí como autora y directora, y se lo puede ver por Teatrix desde este mes. Está protagonizado por la multifacética Flor Benítez, una estupenda cantante y actriz. Y digo multifacética porque acá demuestra tanto su talento para el canto lírico como para abordar las canciones de corte más popular tanto en italiano, francés o castellano. Aunque la obra no es hablada (sólo cantada) podemos ver en ella un gran potencial como actriz dada su expresividad, su cantidad de matices y su calidad para el abordaje de distintos materiales.
Lo que no queda muy en claro es esta definición de "Kbaret post Kpitalista". Tenemos bien por cierto que todo empieza con la destrucción masiva del planeta por sucesivas bombas atómicas y un berenjenal de cosas post caos en la escena. Pero ¿por qué "post capitalista"? ¿Fue el capitalismo entendido como sistema/gobierno/organización el que tiró las bombas? ¿Son esos objetos ahora inútiles -en otro tiempo útiles- manifestaciones del capitalismo salvaje? Tal como ese celular que suena con la obertura de "La Traviata" y acumula mensajes apocalípticos. ¿Serán los humildes platos? ¿O acaso el zapato de taco que se obstina en no salir de abajo del piano? No quiero pensar que un piano deshecho pueda tomarse como símbolo del capitalismo. Bueno, son preguntas que para mí quedan sin respuesta.
Lo que sabemos es que la Tierra explotó y sólo queda una sobreviviente -esto no se deduce sino que lo explica el resumen-, Flor, quien entre otras preocupaciones de su vida en soledad de aquí en adelante se manifiestan cantando canciones de amor como loca. Se escucha el llanto de un bebé y la vemos a ella incrustada adentro de la caja del piano, aparentemente con vida. Enseguida saldrá de allí y -con un músico en escena- se desata con una ópera barroca en clave (en clave de ópera) que puede confundirla con las óperas mozartianas y sus "recitativos" (la parte hablada de la ópera, acompañada por el clave). Mientras canta con muy buena formación lírico-clásico se las ingenia para sacar el zapato de debajo del piano y completar el par que le falta. Luego revisa su bolso y es el momento en que le suena el celular y expande la bellísima obertura de "La Traviata" verdiana con los mensajes del más allá. Hay en todos sus movimientos (hasta el momento) un velado homenaje a las corridas chaplinescas y al cine mudo todo, quiero creer que de forma voluntaria de la directora. Enseguida se larga con un "musical" en inglés, género por donde oscila el trabajo de la cantante. Luego asistimos a unas proyecciones electroacústicas sobre la escena que ella acompaña con su canto. Sin transiciones se pone a cantar una canción en italiano mientras llora abundantemente (las intenciones hay que adivinarlas ya que son poco claras). Hay que destacar el trabajo coreográfico que realizó Juan José Marco, que acentúan su sensualidad y su trabajo múltiple con los objetos en escena.
En ese momento irrumpe el músico a ordenar fragmentos dispersos de lo que antes fueran objetos, e irrumpe con su reloj, que no sólamente le marcará el paso del tiempo sino que será lo que desatará su "taquicardia" (presumimos). Enseguida Flor arremete con una bellísima versión de "No me quite pas" que se transmutará en canción en inglés mientras se dedica a acomodar objetos adentro del piano para luego cerrar su tapa, a modo de resguardo o de ataúd. Parece que queda cansada de hacer todo esto porque se queda dormida... Cuando despierta va depositando ramos de flores en todos los lugares de destrucción que se encienden cuando ella las besa, mientras canta una balada en italiano. Entonces, quien se había quedado en corpiño y bombachudo, encuentra ropa y se viste con ella, incluídos unos borcegos muy militares que también se coloca (¿la milicia no está asociada al capitalismo que queremos combatir?). Ahora le canta una canción a las "amadas" cucarachas, que según dicen serán los inmundos bichos que sobrevivirán una catástrofe nuclear. Bueno, ella les canta, muy enamorada de ellas...
Luego vuelve a quedarse dormida para despertarse enseguida, eufórica por sus movimientos y actitud, con "La Mañana" de la suite de "Peer Gynt" de Grieg. Cantará enseguida una versión de "Maledetta primavera" (en italiano) con todo el rimmel corrido de tanto hacerse amargura por nada, ¿vio?
Para el final encimará las versiones de "A perfect day", con "Lacrime d'aprile", un aria de ópera, para terminar cantando "Un beso y una flor" de Nino Bravo. Todo se resuelve de esa manera y los aplausos son muchos. Pero ¿y la progresión dramática de la obra? ¿y el "mensaje"? ¿Cuál es el sentido de amontonar canciones muy bonitas además, lógicamente, del lucimiento de la cantante? El que repase el derrotero de acciones y melodías que fui describiendo lo puede tomar como un simple rejunte o como un "homenaje" a Italia, Estados Unidos y Francia en una obra que nos quiere imponer el anti-capitalismo por enema. No se entiende. Perdoname Valeria, pueden haber sido muy encomiables tus intenciones y la cantante la verdad que es un lujo pero no se entiende...
Finalmente, el que quedó con taquicardia después de ver este ensayo, fui yo. Que Flor Benítez, además de sus talentos, es muy hermosa, con esos ojazos celestes pintados de manera hiperrealista y su delgado y esbelto cuerpo de amazona perdida en un planeta desierto, es innnegable, y ¿quién puede descartar el imán de atracción que ella nos ofrece? Pero de ahí a llamar a esto "obra" hay un trecho muy grande. Será que me agarraron en un día mal dormido y mal comido y eso me pone muy nervioso, pero ¡¡¡qué alguien me lo explique por favor...!!!
Me quedo con el rostro y la figura de Flor y su bellísima voz.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 11 de enero de 2017

Mi crítica de "Drácula" (Teatro musical)


Ayer pude ver por Teatrix (que no para de estrenar, nos está malacostumbrando), la sensacional "Drácula" de Pepe Cibrián Campoy-Ángel Mahler. Yo la había visto dos veces en el Luna Park en el momento de su estreno, allá por el '91 (la segunda vez, no la entendí) y puedo ver la diferencia con esta puesta en el 2011 en el Teatro Astral. La primera y más notable es la referente al espacio. Allá donde el Luna Park era amplio y generoso acá resulta mezquino y acotado. Faltan las grandes escalinatas por donde descendían los pequeños vampiritos y en donde se hacía el mar del océano y se resolvían escenas muy impactantes. También el lugar para que se deslizaran las escaleras se extraña, pero no es más que eso. La nueva concepción escénica es muy buena y está muy ingeniosamente resuelta. No recuerdo si se agregaron o se quitaron canciones, pero el esquema original se mantiene fiel a lo editado en aquel CD. memorable del '91. Todas las letras y la musicalización son notables y hacen honor a la dupla Cibrián-Mahler y la verdad es que no tiene nada que envidiarle a "El Fantasma de la Ópera" o "Los Miserables, por mencionar dos exponentes máximos del género. Es un muy buen ejemplo de que, el teatro musical, en la Argentina "aquí también podemos hacerlo". Sólo algunas partes aparecen deslucidas, que son aquellas que podrían haber sido habladas y no cantadas, que no tienen rima y la música hace grandes esfuerzos por acompañarles. 
Vamos a los cantantes. Como Drácula está el multiterreno Juan Rodó (porque aparece en todas las obras de la dupla) y la verdad es que si bien posee un gran caudal de voz y un buen volumen, es muy limitado en su espectro, ya que tiene la misma tonalidad para todo y para todos los roles que interpreta. Es por demás inexpresivo en su canto. Esperamos que con el tiempo madurara... pero no lo hizo. Y si de inexpresión se trata, acá está acompañado por la sobrina de Pepe, Candela Cibrián, en Mina Murray, que ni es muy linda (a pesar de ser rubia, tiene una cara desproporcionada y la nariz no la ayuda...), sí tiene un buen manejo de los agudos y los graves. Como cantante es buena, aunque la parte actoral no colabora mucho. (Yo la había visto con Cecilia Milone como Mina y Paola Krum en Lucy, lo cual son palabras mayores). En el rol de Lucy está la bellísima, gran cantante y gran intérprete Luna Pérez Lening y salvamos la plata. Le toca el papel más difícil (o será que ella, con sus virtudes hace que parezca el más rico) y lo salva con prestancia. Aplausos para Luna. Jonathan Harker, el novio de Mina, está cantado por Leonel Fransezze y lo hace aceptablemente bien. En Nani se destaca Adriana Rolla (Nani siempre fue un papel muy difícil y muy querido por el público) y ella sabe bordarlo de manera admirable. Por último, Van Helsing es Germán Barceló, que hace lo que puede con su juventud para un papel que necesitaba alguien de más edad. Pero se defiende.
Pasemos ahora a la parte estrictamente musical. Son muy bellas y pegadizas las melodías de Mahler y no carecen de cierta poesía las inspiradas letras de Campoy. Si bien en lo que más se destacan ambos en en los ensambles vocales ("Obertura"; "Los Gitanos"; "La Plaza de Whitby"; "La Canción de los Locos") con sus magníficas coreografías y su aceitado mecanismo de concordancias en el baile, las arias (sí, podemos llamarlas así) solistas también son muy bellas y están muy bien interpretadas ("Siento enloquecer"; "Tu esclava seré"; "Saber por fin quién soy"; "Mi dulce Mina"; "Tus sueños dónde han ido"; "Madre tan sólo esta vez") y los dúos son especialmente inspirados ("Soñar hasta enloquecer"; "Dúo Mina-Drácula"; "Tú y yo, quién nos puede separar"). La verdad es que las más de dos horas y media de música y letra es un verdadero empacho melódico. Todas las partituras centrales o medulares del relato son muy hermosas, sólidas y valiosas, algo que no volverá a repetirse muy seguido en la trayectoria de la dupla.
Pepito Cibrián no sólo es un maestro en dirección general, libro y letras, sino también como puestista de luces, es maravilloso el clima que crea con la luminotecnia. Esa luminosidad en "stacatto" durante las escenas de las mordeduras del vampiro, de la posesión de Lucy o de la apertura del ataúd son francamente inigualables. Casi todo el espectáculo está dado con una luz blanca, lo que va muy acorde con el tono de piel del vampiro. Se agradece la luz cálida en "Los Gitanos" o "La Plaza de Whitby".
La historia está narrada muy ágilmente y es bien conocida por todos. La partida de Jonathan Harker, novio de Mina, agente inmobiliario, hacia Transilvania, para venderle unas tierras en Inglaterra al Conde Drácula. Éste es un hombre-lobo (ésto no aparece en la generalidad de las historias de "Drácula") y vampiro, que compra el terreno de una vieja abadía en Whitby. Mientras Drácula viaja hacia Inglaterra Jonathan permanece sin memoria perdido en los Cárpatos. Una vez llegado, vampiriza a Lucy, amiga de Mina próxima a casarse y cree encontrar en Mina a su antiguo amor redivivo. Trata de seducirla y explicarle que es la reencarnación de su antigua esposa, pero Mina se niega a aceptarlo. La ola de vampiros acecha a Whitby y llaman a un viejo profesor y "vampirólogo", Van Helsing, quien se dispone a matar al monstruo. Drácula secuestra a Mina y trata de vampirizarla, pero su amor por ella le hace ver la verdad, de que no es ella la que alguna vez amó y la deja libre. En eso llega Jonathan y vuelve a Mina. Van Helsing y el pueblo entero mata a Drácula con una estaca de madera en el corazón.
Para ese entonces se había estrenado la versión cinematográfica de Francis Ford Coppola "Brams Stocker's Drácula", con Gary Oldman, Winona Ryder y Anthony Hopkins que produjo un sacudón en el Drácula contado hasta entonces en la pantalla, dándole una visión totalmente extraordinaria y con una narración a la vez clásica y moderna que reinventaba el Drácula hasta el momento conocido.
La puesta de Pepe Cibrián, con esas escalinatas por las que suben y bajan los personajes y que se mueven por todo el espacio escénico, uniéndose a modo de puertas, le imprimieron una vitalidad hasta entonces desconocida al teatro musical. Son muy buenos también los efectos especiales, como la aparición de Drácula en el espejo, la estaca clavada a Lucy o la conversión en vampiro del cadáver de Drácula a último momento "rompiendo el molde" nos deja entrever que estamos ante un musical rejuvenecido y renovado.
Pese a los errores aquí consignados mi puntaje para "Drácula" es un 10 y ampliamente recomendable para todo público. Y no se olviden que oprimiendo el "Ver obra" en mi blog pueden ver el musical completo.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (primo del Conde Drácula, un crítico independiente).