jueves, 12 de enero de 2017

Mi crítica de "Taquicardia" (Teatro musical)


"Taquicardia" (que es lo que tengo yo, entre otros males) se llama el espectáculo 2016 de la prolífica Valeria Ambrosio, aquí como autora y directora, y se lo puede ver por Teatrix desde este mes. Está protagonizado por la multifacética Flor Benítez, una estupenda cantante y actriz. Y digo multifacética porque acá demuestra tanto su talento para el canto lírico como para abordar las canciones de corte más popular tanto en italiano, francés o castellano. Aunque la obra no es hablada (sólo cantada) podemos ver en ella un gran potencial como actriz dada su expresividad, su cantidad de matices y su calidad para el abordaje de distintos materiales.
Lo que no queda muy en claro es esta definición de "Kbaret post Kpitalista". Tenemos bien por cierto que todo empieza con la destrucción masiva del planeta por sucesivas bombas atómicas y un berenjenal de cosas post caos en la escena. Pero ¿por qué "post capitalista"? ¿Fue el capitalismo entendido como sistema/gobierno/organización el que tiró las bombas? ¿Son esos objetos ahora inútiles -en otro tiempo útiles- manifestaciones del capitalismo salvaje? Tal como ese celular que suena con la obertura de "La Traviata" y acumula mensajes apocalípticos. ¿Serán los humildes platos? ¿O acaso el zapato de taco que se obstina en no salir de abajo del piano? No quiero pensar que un piano deshecho pueda tomarse como símbolo del capitalismo. Bueno, son preguntas que para mí quedan sin respuesta.
Lo que sabemos es que la Tierra explotó y sólo queda una sobreviviente -esto no se deduce sino que lo explica el resumen-, Flor, quien entre otras preocupaciones de su vida en soledad de aquí en adelante se manifiestan cantando canciones de amor como loca. Se escucha el llanto de un bebé y la vemos a ella incrustada adentro de la caja del piano, aparentemente con vida. Enseguida saldrá de allí y -con un músico en escena- se desata con una ópera barroca en clave (en clave de ópera) que puede confundirla con las óperas mozartianas y sus "recitativos" (la parte hablada de la ópera, acompañada por el clave). Mientras canta con muy buena formación lírico-clásico se las ingenia para sacar el zapato de debajo del piano y completar el par que le falta. Luego revisa su bolso y es el momento en que le suena el celular y expande la bellísima obertura de "La Traviata" verdiana con los mensajes del más allá. Hay en todos sus movimientos (hasta el momento) un velado homenaje a las corridas chaplinescas y al cine mudo todo, quiero creer que de forma voluntaria de la directora. Enseguida se larga con un "musical" en inglés, género por donde oscila el trabajo de la cantante. Luego asistimos a unas proyecciones electroacústicas sobre la escena que ella acompaña con su canto. Sin transiciones se pone a cantar una canción en italiano mientras llora abundantemente (las intenciones hay que adivinarlas ya que son poco claras). Hay que destacar el trabajo coreográfico que realizó Juan José Marco, que acentúan su sensualidad y su trabajo múltiple con los objetos en escena.
En ese momento irrumpe el músico a ordenar fragmentos dispersos de lo que antes fueran objetos, e irrumpe con su reloj, que no sólamente le marcará el paso del tiempo sino que será lo que desatará su "taquicardia" (presumimos). Enseguida Flor arremete con una bellísima versión de "No me quite pas" que se transmutará en canción en inglés mientras se dedica a acomodar objetos adentro del piano para luego cerrar su tapa, a modo de resguardo o de ataúd. Parece que queda cansada de hacer todo esto porque se queda dormida... Cuando despierta va depositando ramos de flores en todos los lugares de destrucción que se encienden cuando ella las besa, mientras canta una balada en italiano. Entonces, quien se había quedado en corpiño y bombachudo, encuentra ropa y se viste con ella, incluídos unos borcegos muy militares que también se coloca (¿la milicia no está asociada al capitalismo que queremos combatir?). Ahora le canta una canción a las "amadas" cucarachas, que según dicen serán los inmundos bichos que sobrevivirán una catástrofe nuclear. Bueno, ella les canta, muy enamorada de ellas...
Luego vuelve a quedarse dormida para despertarse enseguida, eufórica por sus movimientos y actitud, con "La Mañana" de la suite de "Peer Gynt" de Grieg. Cantará enseguida una versión de "Maledetta primavera" (en italiano) con todo el rimmel corrido de tanto hacerse amargura por nada, ¿vio?
Para el final encimará las versiones de "A perfect day", con "Lacrime d'aprile", un aria de ópera, para terminar cantando "Un beso y una flor" de Nino Bravo. Todo se resuelve de esa manera y los aplausos son muchos. Pero ¿y la progresión dramática de la obra? ¿y el "mensaje"? ¿Cuál es el sentido de amontonar canciones muy bonitas además, lógicamente, del lucimiento de la cantante? El que repase el derrotero de acciones y melodías que fui describiendo lo puede tomar como un simple rejunte o como un "homenaje" a Italia, Estados Unidos y Francia en una obra que nos quiere imponer el anti-capitalismo por enema. No se entiende. Perdoname Valeria, pueden haber sido muy encomiables tus intenciones y la cantante la verdad que es un lujo pero no se entiende...
Finalmente, el que quedó con taquicardia después de ver este ensayo, fui yo. Que Flor Benítez, además de sus talentos, es muy hermosa, con esos ojazos celestes pintados de manera hiperrealista y su delgado y esbelto cuerpo de amazona perdida en un planeta desierto, es innnegable, y ¿quién puede descartar el imán de atracción que ella nos ofrece? Pero de ahí a llamar a esto "obra" hay un trecho muy grande. Será que me agarraron en un día mal dormido y mal comido y eso me pone muy nervioso, pero ¡¡¡qué alguien me lo explique por favor...!!!
Me quedo con el rostro y la figura de Flor y su bellísima voz.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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