miércoles, 11 de enero de 2017

Mi crítica de "Drácula" (Teatro musical)


Ayer pude ver por Teatrix (que no para de estrenar, nos está malacostumbrando), la sensacional "Drácula" de Pepe Cibrián Campoy-Ángel Mahler. Yo la había visto dos veces en el Luna Park en el momento de su estreno, allá por el '91 (la segunda vez, no la entendí) y puedo ver la diferencia con esta puesta en el 2011 en el Teatro Astral. La primera y más notable es la referente al espacio. Allá donde el Luna Park era amplio y generoso acá resulta mezquino y acotado. Faltan las grandes escalinatas por donde descendían los pequeños vampiritos y en donde se hacía el mar del océano y se resolvían escenas muy impactantes. También el lugar para que se deslizaran las escaleras se extraña, pero no es más que eso. La nueva concepción escénica es muy buena y está muy ingeniosamente resuelta. No recuerdo si se agregaron o se quitaron canciones, pero el esquema original se mantiene fiel a lo editado en aquel CD. memorable del '91. Todas las letras y la musicalización son notables y hacen honor a la dupla Cibrián-Mahler y la verdad es que no tiene nada que envidiarle a "El Fantasma de la Ópera" o "Los Miserables, por mencionar dos exponentes máximos del género. Es un muy buen ejemplo de que, el teatro musical, en la Argentina "aquí también podemos hacerlo". Sólo algunas partes aparecen deslucidas, que son aquellas que podrían haber sido habladas y no cantadas, que no tienen rima y la música hace grandes esfuerzos por acompañarles. 
Vamos a los cantantes. Como Drácula está el multiterreno Juan Rodó (porque aparece en todas las obras de la dupla) y la verdad es que si bien posee un gran caudal de voz y un buen volumen, es muy limitado en su espectro, ya que tiene la misma tonalidad para todo y para todos los roles que interpreta. Es por demás inexpresivo en su canto. Esperamos que con el tiempo madurara... pero no lo hizo. Y si de inexpresión se trata, acá está acompañado por la sobrina de Pepe, Candela Cibrián, en Mina Murray, que ni es muy linda (a pesar de ser rubia, tiene una cara desproporcionada y la nariz no la ayuda...), sí tiene un buen manejo de los agudos y los graves. Como cantante es buena, aunque la parte actoral no colabora mucho. (Yo la había visto con Cecilia Milone como Mina y Paola Krum en Lucy, lo cual son palabras mayores). En el rol de Lucy está la bellísima, gran cantante y gran intérprete Luna Pérez Lening y salvamos la plata. Le toca el papel más difícil (o será que ella, con sus virtudes hace que parezca el más rico) y lo salva con prestancia. Aplausos para Luna. Jonathan Harker, el novio de Mina, está cantado por Leonel Fransezze y lo hace aceptablemente bien. En Nani se destaca Adriana Rolla (Nani siempre fue un papel muy difícil y muy querido por el público) y ella sabe bordarlo de manera admirable. Por último, Van Helsing es Germán Barceló, que hace lo que puede con su juventud para un papel que necesitaba alguien de más edad. Pero se defiende.
Pasemos ahora a la parte estrictamente musical. Son muy bellas y pegadizas las melodías de Mahler y no carecen de cierta poesía las inspiradas letras de Campoy. Si bien en lo que más se destacan ambos en en los ensambles vocales ("Obertura"; "Los Gitanos"; "La Plaza de Whitby"; "La Canción de los Locos") con sus magníficas coreografías y su aceitado mecanismo de concordancias en el baile, las arias (sí, podemos llamarlas así) solistas también son muy bellas y están muy bien interpretadas ("Siento enloquecer"; "Tu esclava seré"; "Saber por fin quién soy"; "Mi dulce Mina"; "Tus sueños dónde han ido"; "Madre tan sólo esta vez") y los dúos son especialmente inspirados ("Soñar hasta enloquecer"; "Dúo Mina-Drácula"; "Tú y yo, quién nos puede separar"). La verdad es que las más de dos horas y media de música y letra es un verdadero empacho melódico. Todas las partituras centrales o medulares del relato son muy hermosas, sólidas y valiosas, algo que no volverá a repetirse muy seguido en la trayectoria de la dupla.
Pepito Cibrián no sólo es un maestro en dirección general, libro y letras, sino también como puestista de luces, es maravilloso el clima que crea con la luminotecnia. Esa luminosidad en "stacatto" durante las escenas de las mordeduras del vampiro, de la posesión de Lucy o de la apertura del ataúd son francamente inigualables. Casi todo el espectáculo está dado con una luz blanca, lo que va muy acorde con el tono de piel del vampiro. Se agradece la luz cálida en "Los Gitanos" o "La Plaza de Whitby".
La historia está narrada muy ágilmente y es bien conocida por todos. La partida de Jonathan Harker, novio de Mina, agente inmobiliario, hacia Transilvania, para venderle unas tierras en Inglaterra al Conde Drácula. Éste es un hombre-lobo (ésto no aparece en la generalidad de las historias de "Drácula") y vampiro, que compra el terreno de una vieja abadía en Whitby. Mientras Drácula viaja hacia Inglaterra Jonathan permanece sin memoria perdido en los Cárpatos. Una vez llegado, vampiriza a Lucy, amiga de Mina próxima a casarse y cree encontrar en Mina a su antiguo amor redivivo. Trata de seducirla y explicarle que es la reencarnación de su antigua esposa, pero Mina se niega a aceptarlo. La ola de vampiros acecha a Whitby y llaman a un viejo profesor y "vampirólogo", Van Helsing, quien se dispone a matar al monstruo. Drácula secuestra a Mina y trata de vampirizarla, pero su amor por ella le hace ver la verdad, de que no es ella la que alguna vez amó y la deja libre. En eso llega Jonathan y vuelve a Mina. Van Helsing y el pueblo entero mata a Drácula con una estaca de madera en el corazón.
Para ese entonces se había estrenado la versión cinematográfica de Francis Ford Coppola "Brams Stocker's Drácula", con Gary Oldman, Winona Ryder y Anthony Hopkins que produjo un sacudón en el Drácula contado hasta entonces en la pantalla, dándole una visión totalmente extraordinaria y con una narración a la vez clásica y moderna que reinventaba el Drácula hasta el momento conocido.
La puesta de Pepe Cibrián, con esas escalinatas por las que suben y bajan los personajes y que se mueven por todo el espacio escénico, uniéndose a modo de puertas, le imprimieron una vitalidad hasta entonces desconocida al teatro musical. Son muy buenos también los efectos especiales, como la aparición de Drácula en el espejo, la estaca clavada a Lucy o la conversión en vampiro del cadáver de Drácula a último momento "rompiendo el molde" nos deja entrever que estamos ante un musical rejuvenecido y renovado.
Pese a los errores aquí consignados mi puntaje para "Drácula" es un 10 y ampliamente recomendable para todo público. Y no se olviden que oprimiendo el "Ver obra" en mi blog pueden ver el musical completo.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (primo del Conde Drácula, un crítico independiente).

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