viernes, 17 de diciembre de 2021

Mi crítica de "Eva y Victoria" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/eva-y-victoria


 Teatrix tuvo la buena idea de editar esta gran obra, de Mónica Ottino, obra que a pesar de tener largos 20 años de estrenada, sigue representándose con éxito, esta vez, con la participación de María Valenzuela (Victoria) y Sabrina Carballo (Eva), y con la dirección de Manuel González Gil.  Esta obra, revisitada con frecuencia, marcó un hito importante dentro del teatro argentino ya que inventó un género, aquel de contraponer los discursos de dos figuras históricas en el mismo escenario, que diera lugar a tantas pachoodonelliadas, e incluso aquel intento de Beto Casella de compartir cinco personajes en "Encuentro de genios". Por cierto que la reunión imaginaria entre Eva Perón y Victoria Ocampo es un argumento jugoso y da lugar a filosos dardos e ingeniosos diálogos, ya que éste es el sostén dramático de la pieza. La disputa entre ambas personalidades, tan marcadas y enfrentadas nos hace ver que la dichosa grieta no es fruto de nuestra actualidad política, si bien el peronismo siempre hizo resquebrajar el terreno, es tan antigua desde que surgió el país (si nos retrotraemos, desde que Caín mató a Abel hay grieta).Pero el surgimiento del peronismo hizo enquistar a la perfección a una mitad de la Argentina contra la otra. La presencia de Eva Duarte supo avivar los odios entre clases, y eso es lo que la obra quiere transmitir y fue muy bien capturado por Ottino.

La acción transcurre en dos escenarios, el primero en la mansión de Victoria, cuando Eva acude a ella para pedirle la colaboración en propulsar el voto femenino y el segundo en que la Ocampo visita a Evita poco antes de que ésta muera. Entre ambos encuentros transcurren años, y siempre es el mundo de la mujer el que se ve reflejado. El poder femenino para expresarse en las urnas, la independencia, la fidelidad, los amantes, la capacidad de crearse mundos, la imposibilidad de ambas de engendrar hijos, la riqueza y la pobreza, el poder, el odio y el resentimiento, son algunos de los temas por los que transita la obra. La pieza es tan amplia como para no postular ganadores ni perdedores, sino un franco y tenso debate entre el mundo de la cultura y las letras de la una y la ignorancia pero la astucia política de la otra. La agudeza de los diálogos es tal que propone un ping pong reflexivo entre ambas mujeres, si bien no se arriba a la convergencia sino en un encono sostenido.
El tono de odio constante y de cara de chupar limón que le imprime Valenzuela a su personaje, en un solo registro, lo apartan de la sabiduría escénica de China Zorrilla, quien lo estrenó (junto a Soledad Silveyra). Carballo se encuentra incómoda en la primera mitad, unida a una peluca que desentona con sus facciones dejando ver a todas luces la marca del implante que la borra de expresión. En la segunda parte, ya enferma, encuentra mejor su tono. La marcación de Valenzuela de arreglarse constantemente el cabello llega a ser exasperante. Belén Romano, que interpreta ambas mucamas, juega al límite la parodia. González Gil, hábil en el tránsito de las comedias se ve acá limitado en un texto que no deja mucho espacio para el humor. De todas formas la puesta es correcta y se desenvuelve con soltura y profesionalismo y deja apreciar un texto siempre agudo y sagaz.
Se deja ver muy bien y nos acerca a un recorte de nuestra historia que vale la pena tener siempre presente.
Acá se las dejo para que puedan disfrutarla.
Y gracias por continuar leyéndome.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

domingo, 5 de diciembre de 2021

Mi crítica de "Toc Toc" (Teatro)

 El jueves fuimos a ver la nueva puesta de "Toc Toc", todavía bajo la brillante dirección de la siempre eficaz Lía Jelín. Debo decir que esta segunda visión (sumada la versión cinematográfica española). me pareció mucho más aceptable y menos plomiza, tal vez anticipando el material con el que me iba a encontrar. El elenco brilla sin fisuras y presenta interpretaciones excelentes como la de Diego Pérez (Camilo), Gabriela Grinbalt (María Auxiliadora), pasando por Ernesto Claudio (Alfredo). Digámoslo una vez más: el elenco no desentona y da más de lo que promete. También está la bella Malena Figó (Lilí), Natacha Córdoba (Blanca) Diego Freigedo (Otto) y Gabriela Licht (la secretaria).

Aclaremos que el Toc del título hace referencia al Transtorno Obsesivo Compulsivo, y lo que parece una reunión de locos... efectivamente lo es. La cita: un consultorio de un afamado psiquiatra, el Dr. Cooper, quien nunca llegará, y los invitados, seis pacientes que padecen distintos tocs. Pero, son todos enfermos graves psíquicamente, pero esto no impide que se instale la comedia y que podamos reírnos con ganas de sus comportamientos. Uno padece el síndrome de Tourette, algo ligado a la coprolalia, lo que lo lleva a decir procacidades cada minuto (Alfredo), Camilo, taxista de profesión, tiene la manía de pasarse haciendo cálculos matemáticos complejísimos, mientras que Blanca, quien trabaja en un laboratorio lleva en sí la obsesión por la limpieza escrupulosa y a saber el contagio de cuanta enfermedad se le mencione. Este personaje ha sido bien explotado con el tema COVID, se presenta con barbijo y alcohol en gel y desinfecta toda superficie que toca, amén de abrir las ventanas para airear el ambiente. Lilí no puede obviar de repetir cada frase que dice dos veces, mientras María Auxiliadora, envuelta en el desenfreno místico tiene que cerciorarse infinitas veces sobre todo: desde si cerró la llave de gas o del agua como verificar si tiene sus llaves en la cartera. Otto, obsesionado por el orden y la simetría, no puede en cambio, pisar rayas. Sumados todos estos comportamientos, el cóctel es explosivo, y fue agudamente trazado por Laurent Baffie, el autor galo. Es especialmente efectiva la traducción y la adaptación al ámbito porteño.
La acción se estira un poco, sobre todo cuando deciden jugar a un juego de mesa, y más aún, cuando, ante la ausencia del galeno, quien se ha retrasado en su vuelo, deciden hacer terapia de grupo. Claro, este paso es necesario para comprobar que, ante situaciones extremas, cada uno pudo vencer su toc aunque más no sea por segundos. La terapia resultó exitosa, y todos se van conformes, incluso formándose una pareja o zanjando profundos enconos. Claro que para el final está reservada una gran sorpresa -tranquilos, que no la voy a revelar- que vendrá a dar vuelta todo. Sorpresa que para los que vimos "Bajo terapia" o "Terapia amorosa", no es tal.
Pero un gran regocijo y ganas de divertirse recorrió la sala chica del Multiteatro Comafi durante la función, en estos 11 años de representaciones de esta obra que bate récords, tal vez de forma un poco desmerecida...
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá, espero sus devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).