martes, 25 de mayo de 2021

Mi crítica de "¡Ay, Amor Divino!" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/ay-amor-divino 


Nuevamente Teatrix nos sorprende, esta vez reeditando este espectáculo unipersonal escrito y protagonizado por la gran Mercedes Morán y junto a la dirección de ClaudioTolcachir, montado allá por el 2016 en el Teatro Maipo. Morán demuestra una vez más que la comedia fluye por sus venas, pero igualmente nos pasea por todo el carrusel de emociones que un gran actor sabe tocar: nos hace pasar de la risa al llanto como por obra de magia. Desde su infancia en Concarán, el pueblito cordobés minúsculo, con su amor incondicional por un hombre -su hermano- y las desventuras con su hermana -la linda, la vizca, la tozuda- sus palizas de su madre la maestra y el respeto por la justicia social de su padre, junto a su tía Carmen, la puteadora, y a los zafarranchos con sus primos, nos va pintando todo un cuadro de infancia y adolescencia de lo más jugoso e interesante. Luego su traslado a la Capital, sus parejas y embarazos, su lucha revolucionaria y su amor por la actuación. Todo en un combo que en manos de Mercedes no puede ser sino explosivo. Para quien opte por degustar la crítica completa, lo mando a buscar allá por el año de su estreno. Yo cumplo con dejarles acá la obra para que la disfruten completa.

Y gracias por seguir eligiéndome. Espero sus críticas y devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 19 de mayo de 2021

Mi crítica de "El Bululú. Antología Endiablada" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/el-bululu-antologia-endiablada


 Por fortuna, Teatrix, pierde el pelo pero no las mañas, y ahora nos sorprende con esta presentación de "El Bululú", aquel clásico de José María Vilches con el que recorrió caminos, hasta su inesperada muerte en un accidente automovilístico, pero aquí adaptada y transformada por el actor boliviano Osqui Guzmán. Y el cambio ha sido provechoso en más de un sentido: si bien Vilches era portador de una voz profunda y trabajada que lo hacía único para recitar estos poemas del Siglo de Oro español, o en el caso de Machado -lo cierto es que hacía tres unipersonales al mismo tiempo-, Osqui, lo supera en destreza y posee la gracia de un bailarín por su desplazamiento en escena. Guzmán trabaja con todo el cuerpo, no sólo con una perfecta dicción que permite apreciar muy bien los mil y un vericueto de estos complicados textos, sino que emplea su cuerpo entero para transmitir las vivencias de este muestrario -por demás gracioso, otras veces trágico- de poemas y entremeses del Siglo de Oro español.

Recuerdo que a mis catorce años, cuando escuché la noticia trágica de la muerte de Vilches, me quedé petrificado, no sólo porque sabía lo buen actor que era, sino por el infortunio de no haber podido verlo nunca en vivo. Algo parecido le pasó a Osqui quien escuchaba el cassette de El Bululú mientras hacía sus labores de costura en el taller de sus padres emigrados a la Argentina. Y cruza la cultura boliviana, con su oro robado por los españoles con lo mejor del Siglo de Oro español. Comienza con un baile de diablada y va a ir contándonos vivencias propias, como que era un apasionado por las artes marciales, y cuando descubrió que existía una carrera que contaba esgrima y violencia física en escena, no dudó y se inscribió. Para disgusto de sus padres: su madre se puso a llorar y su padre dejó de hablarle por cuatro años. Más tarde, cuando lo escucharía recitar fragmentos de El Bululú, lo aplaudiría de pie entre el público con lágrimas en los ojos.
Esta es más o menos la historia de Osqui Guzmán, quien luce una capa boliviana cosida con hilos de oro y máscara de diablo haciendo juego. Pero enseguida empezará a recorrer el repertorio que inmortalizó Vilches en ese bendito cassette. Y lo hace con el "Elogio de la Mujer Fea", de Lope de Vega, con inconmensurable gracia y donaire, convenciéndonos de las virtudes amorosas dignas de la mujer desposeída de belleza. Sigue con el "Romance de la Luna Luna", de García Lorca entonando sus sones con un lamento boliviano de tonada para continuar con el "Prendimiento de Antoñito el Camborio en el Camino de Sevilla", donde aumenta el dramatismo del poema con el rítmico sonido de una caja o cajón peruano, también poema lorquiano. Hay que tener talento de verdad y ser un gran actor para pasar casi sin transición de la comicidad de un poema para meterse en la poesía de Luna Luna y cambiar por la tragedia de Antoñito el Camborio. No es fácil. No cualquiera puede hacerlo y salir airoso. Además Guzmán exhibe una memoria prodigiosa para decir sin titubear estos textos tan complicados.
Seguirá con la conocida "A un hombre de gran nariz", de Francisco de Quevedo, en donde vuelve a lo desopilante, esta vez acompañado de una nariz grande de verdad. Luego se desenvuelve con la mímica y la destreza física en un número propio, mudo, "La Cucaracha", en donde pasa por las mil y una vicisitudes de tener que deshacerse de tan asqueroso insecto. Y lo hace demostrando que sus cualidades para el escenario son infinitas y festejadas. Para cerrar el espectáculo con un entremés de Cervantes: "Los Habladores" en donde interpreta a todos los personajes del texto, siendo estos muy disímiles y complejos, tanto por su forma velocísima de hablar como de una exacta pronunciación. Muy festivo será este cierre. Pero para no quedarse corto se despide con un canto boliviano.
Tanto la adaptación como la dirección del espectáculo corrieron por cuenta suya, anotándose otro poroto ahí, ya que el mismo brilla por los cuatro costados. Es una obra como para no dejar pasar y ver más de una vez, tal su riqueza en materia de textos como de interpretación.
Acá se las dejo para que puedan disfrutarla. No se la pierdan.
Y gracias por seguir leyéndome y espero sus comentarios y devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

viernes, 7 de mayo de 2021

Mi crítica de "Reconocernos" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/reconocernos


 La idea partió del incansable Oscar Barney Finn y la asociación con Teatrix apareció enseguida. Contó con un espacio escénico grande pero sin escenografía, tan sólo puntuado por unos focos que llenan de expresividad al material. Y como este es material sensible necesitaba de grandes actores para llevarlo a cabo: Selva Alemán, Thelma Biral, Daniel Miglioranza y Osmar Núñez, con la exquisita voz de Inés Rinaldi en las canciones. Y los textos provenían de manos tan variadas y célebres como Borges, Mujica Lánez, Sábato, Cortázar, Lugones, Osvaldo Soriano o Manuel Puig. La intención es un recorrido por la historia argentina, tomando como puntales personajes célebres y emblemáticos de la misma. Empieza con el fusilamiento de Liniers y termina con la vuelta a la democracia del 83. Y la intención, como dice el título que nos lleva en ese viaje de apenas una hora, es reconocernos, que podamos vernos reflejados en este o aquel personaje, siempre separados, como es la historia argentina, por los amores y los odios.

Cada actor compone personajes señeros, en breves monólogos salidos de la pluma de tan eminentes escritores o cortos diálogos. Así desfilarán desde el nombrado Liniers, Mariano Moreno, Castelli, Saavedra, Alberdi, Rosas, Leopoldo Lugones y Severino Di Giovani, Yrigoyen, Perón, Frondizi y los militares de turno. Además de sus esposas, amantes, amigos, enemigos y cuanta filiación se les pueda ocurrir. El contexto es dinámico y en general está signado por el llanto de la pérdida, de lo irreparable, de lo funesto, como fue la historia argentina. Los actores y actrices prestan voz y cuerpo para asumir sus creaciones, todas diferentes y con el sello propio de cada uno. Así, Osmar Núñez puede reconocerse como Perón pero también como Yrigoyen y sus destructores de vivienda, con la ambigüedad del actor que puede desprenderse de su filiación personal y acometer personajes para él rechazables. Digamos que a Núñez le ha tocado la peor parte, ya que también debe encarnar a Rosas. Pero lo hace con la misma pasión con que aborda a San Martín. Esa es la magnífica y mágica labor del actor, poder desdoblarse, jugar, combinar sentimientos y sensaciones. Selva Alemán se mueve desde la pasión de quienes le toca encarnar y Thelma Bira lo hace más desde la melancolía o el llanto (que por otra parte es su fuerte). Migloranza juega desde la bronca o el resentimiento, pero también pone mucha dulzura a sus creaciones.
Toda la historia argentina pasa como sobre un telón o una pantalla sin solución de continuidad por esa hora que dura el espectáculo, todo matizado por las hermosas canciones de Inés Rinaldi, quién va desde "Razón de Vivir" a "Caserón de Belgrano", desde "El día que me quieras" de Gardel hasta "¿Te acordás hermana?" de María Elena Walsh, terminando con la "Serenata para la tierra de uno", y "Yo vengo a ofrecer mi corazón". Osmar Núñez también se arriesga con el tango "Ni el tiro del final". Todos acompañados por el sentir y el buen gusto musical del pianista y director musical Juan Carlos Cucci. Son todos maestros de la vieja guardia, y la intención no es precisamente disimular el paso de los años, sino hacerlos carne, como si toda esa historia hubiese pasado ante sus propios ojos. Son grandes actores que se nos están yendo, pero que desde su ocaso nos gritan: "Estamos acá. Seguimos. Resistimos".
Es un momento nomás dedicado a cada prócer, pero desde ese fugaz instante marca toda una época de la Patria, con sus enfrentamientos, sus duelos, sus odios, sus momentos de dicha, todo lo que en definitiva cimentó esta brecha, esta grieta terrible y temible que hoy nos divide como argentinos, como habitantes de un mismo país, allá se puede vislumbrar el origen de todos nuestros males. Y no, no es culpa nuestra la división, viene de dos siglos de cosecha. Así estamos, y el título elegido por Baney Finn, quien dirige muy bien la proa de su viejo timonel, me parece el adecuado para darnos cuenta que nos estamos viendo ante un espejo, por momentos deformante, pero que así somos como país. No falta el conventillo y la inmigración, el tango y Gardel, la llegada del cine, las guerras intestinas ni los bombardeos a la Plaza de Mayo. Todo está pintado con su pincel de gran narrador, de un trabajo minucioso que fue unir los planteos de los grandes escritores, de ambos bandos, y dar forma a este colorido Cambalache nacional que supone la historia argentina.
Un recorrido que vale la pena hacer de nuevo para Reconocernos.
Acá se las dejo. Y gracias por seguir leyendo y espero sus devoluciones y comentarios.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

Mi crítica de "Entre Ella y Yo" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/entre-ella-y-yo


 Por suerte Teatrix la pegó con esta. Tuvo la buena idea de estrenar esta comedia efectivamente reidera de Pablo Mir, con la bellísima y flaquísima Soledad García, además de excelente actriz y el muy cómico Sebastián Presta, que no sólo es buen actor sino que tiene algo que muchos actorzuelos de stand-up le deben envidiar: gracia. Y dirigidos además por la mano experta de Diego Reinhold. La crítica de la obra, a la que vi en vivo, búsquenla a principios del año pasado y podrán disfrutarla. Yo acá les dejo la obra para que la gocen. Mi opinión: es excelente, salvo algún pequeño detalle ideológico que deja traslucir.

Que se diviertan.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).