viernes, 25 de marzo de 2022

Mi crítica de "Maten a Hamlet" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/maten-a-hamlet


 De nuevo Los Macoco me convocan. Y esta vez de la mano de Teatrix. Ya conocen mi profundo desagrado por este conjunto de cómicos de churrasquería, aunque en esta oportunidad, debo confesar que la balanza se inclinó a su favor. Reconozco la audacia de meterse con el texto del genial Shakespeare y los riesgos que eso conlleva. Han tenido la oportuna idea de parodiar al "Hamlet" aunque sin caer en el revisionismo de la obra sino metiéndose en ella y provocando la farsa desde dentro. Es decir, dando la vuelta a la historia, contando su anverso, y jugándola no ya desde la tragedia sino desde la comicidad. Contar la trama desde su anverso significa tomar la historia por su lado más flaco, es decir, apuntalándose en la figura de Yorik, aquel bufón cuya calavera sostiene Hamlet en el momento de su famoso monólogo. Y es una buena manera de acercar el texto shakespeareano a los jóvenes -o a los adultos que no lo hayan visto representado ni accedido a su lectura-, de popularizar la historia de aquel príncipe de Dinamarca que hizo de la locura su marca de fábrica, enajenado por la muerte de su padre llevada a cabo por su sanguinario tío en complicidad con su madre, con la que se casa.

Retomo, Yorik se aparece acá como la punta de lanza de la anécdota, y es un grupo de cómicos trashumantes quienes se encargan de revivirlo, ya que el director de ellos es sobrino de aquel bufón que hiciera célebre Hamlet con su reflexión sesuda y filosófica. Y este grupo de cómicos de la legua, hambrientos y desharrapados, se encaminan al castillo de Elsinor con el afán de encontrarse con él y así conseguir un trabajo digno. Pero en mitad del viaje se enteran de que Yorik ha muerto hace veinte años de mala manera, y que el responsable de esa muerte no es otro que Hamlet. Y se dirigen a castillo con el afán de venganza y de matar al príncipe para poner las cosas en su lugar. Y por el camino se encuentran con Guildenstein y Rosencrantz, aquellos actores trágicos que son convocados desde el texto para entretener a la corte, reemplazándolos en su empeño. Y digo la valentía de acometer contra el texto shakespeareano porque cuentan otra historia -que es la misma- pero desde las antípodas del original. Y se meten de lleno con el cuento, tomándolo por asalto y haciendo humor con ello. Ahora bien, si el humor de Los Macocos se basa en presentar personajes estúpidos a los que les falla la inteligencia -Lelo-, la pierna -Falda- o el brazo -Chasco-, ganan el primer premio. No es estilo de humor que a mí me gusta, coincidamos, pero no por ello tengo que decir que no lo intenten. Sus sketchs rondan siempre la caricatura de la idiotez, la chatura, la falta de brillo, y esto no lo hacen desde afuera sino que los constituye. Sus remates desafían al humor inteligente, y hasta caen en la guarangada o la escatología -hay varias escenas en las que se pasean con la bacinilla del rey alabando la consistencia de sus excrementos, o la dichosa frase de "ago huele a podrido en Dinamarca" se reduce al "pisé mierda" (sic)- por no nombrar las constantes palabrotas que acompañan cada uno de los diálogos de este grupo humorísitico.
Es hábil la sucesión de personajes interpretados por ellos -aunque todos pecan de estupidez-, ya que asumen no sólo a los cuatro cómicos sino también gran cantidad de personalidades, desde el mismo Hamlet hasta el rey Claudio, la reina Gertrrudis, Ofelia, la novia, Polonio, el consejero, los mencionados Guildenstein y Rosencrantz y lo hacen con agilidad en el cambio de vestuarios y de actitudes, no se les puede negar su versatilidad actoral. El ritmo de la obra es sostenido, anque su duración llega a la hora y media no se hace tediosa ya que recrean la propia historia de Hamlet. Los actores de palacio, decía, son reemplazados por los cómicos y llegan al castillo de Elsinor, llevados por la venganza. Allí se dan cuenta de que el príncipe no es tan malo como se lo pintaban y deciden perdonale la vida a cambio de que se les permita actuar y sean remunerados. Hamlet les marca la obra que deberán representar ante el nuevo rey y la reina y éstos -los cómicos- salen a hacer su función, la cuá hábilmente no es mostrada, como en la obra original, sino que vemos el contracampo del público de la representación y sus reacciones airadas. Después de la furia general se muestra a Hamlet asesinando a Polonio -representado por un muñeco al que revolean acá y allá- y por último se enfrascan en una disquicisisón intelectual frente a la calavera, del valor de la comedia y del hacer reír, que vale más que la tragedia -con esto último estoy de acuerdo-. Hay algún que otro apunte sobre ls realidad que atraviesa el país -breves y fugaces- y no les pidan más que eso.
Ya bastante y suficiente con el valor de meterse contra la obra más representativa del teatro universal de todos los tiempos y su posible salida cómica. Ya eso basta para exculpar de todas las imbecilidades que pueden surcar las interpretaciones de Los Macocos hoy, ayer y mañana. Resquit in pace.
Y gracias por seguir leyéndome, y espero sus devoluciones.
Acá les dejo la obra por si quieren acercarse a ella.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

jueves, 3 de marzo de 2022

Mi crítica de "Una" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/una


 De entre la gran cantidad de porquería que estrena Teatrix cada mes, elegí ver "Una", y no me equivoqué. Sucede que está basada en la última novela del Premio Nóbel italiano Luigi Pirandello, titulada "Uno, ninguno y cien mil", y eso era ya un pasaporte a la excelencia. Del género que más me gusta (y que enloquece a mi amiga Amalia): un actor y una silla. Nada más. Despojado totalmente, el actor y su almita. Y descubrí el enorme talento en la dramaturgia y la dirección del ignoto (para mí) pero no neonato Giampaolo Samá, quien hizo un sublime trabajo. Y en la actuación está esa enorme actriz desaforada que es Miriam Odorico, actriz insustituible en "La omisión de la familia Coleman", que se muestra sólida y esperpéntica, una y cien mil en este texto que logró hacer suyo, haciendo que le calce como un guante. Todos mis elogios son pocos para esta inmensa actriz, fea y desproporcionada hasta decir basta quien logra hacer íntima y querible a esa Angélica Moscarda, quien, si busca saber quién es, no le quedará más opción que la de ser todas.

Con sus pies y manos gigantes, logra dotar de repulsión a su personaje, criatura de por sí repulsa. Así como opta por el afeamiento de la decena de personajes a los que les pone piel y voz (Hugo, su marido, el amigo Aldo, su padre, los socios de éste, un chupasangre inventor, su suegra, el monseñor, el escribano, un alto funcionario de la iglesia, el juez, etc.). El recorrido vital que hace la pluma de Pirandello en su Angélica Moscarda va desde la autoproclamación como identidad hasta el intento de asesinato y la final locura. De ahí en más pasa por todos los mojones que una vida humana puede suscitar: la verguenza, la alegría, la desconfianza, la justicia reparadora, el enamoramiento, la piedad, la dulzura, el desequilibrio. De más está decir que la actuación de la Odorico resulta estupenda, acompañando con su cuerpo y cada inflexión de voz a todos esos estados.
El largo monólogo comienza con Moscarda descubriéndose ante el espejo tal cual es, asumiendo sus defectos -señalados por un siempre antipático marido- y se detiene en sesudas reflexiones sobre el arte del vivir, sobre la observación y la contemplación de las formas. Va tornándose más concentrado sobre sí cuando ella descubra -o asuma- que no es la mujer que todo el mundo percibe sino la que ella se proponga ser. Y allí gira completamente su personalidad, desde la sumisa y aceptante que siempre fue hasta la independiente y activa que ahora juega. Aunque ésto le implique muchas cosas, desde abandonar a un esposo dominante y autoritario hasta salir de la sombra de un rico padre banquero, llamado por todos usurero. Y desprenderse de ese mote ella misma. Y empezar a vivir por su cuenta y no de las regalías de un banco que le pertenece. El despojamiento es total, aunque todo el pueblo la tilde de loca. Y hacer experimentos con la gente... El primero lo lleva a cabo con un arrendatario de una propiedad suya, que nunca pagó un centavo por ese alquiler: un presunto inventor de cosas imposibles que siempre sueña con vivir en Inglaterra, al que hace desalojar de la noche a la mañana... y para remediar su acto le regala una casa. Está completamente loca, para el vulgo. Después vendrá el arrobamiento por el amigo de su esposo y la intención de cerrar el banco y el querer transformar ese dinero en obras de beneficencia. Luego el intento de homicidio por parte de su enamorado y el juicio, y con él, paradójicamente, la pérdida del juicio. El triste final, ella, habiéndole dejado toda su herencia a la iglesia e internada en un hospicio de la misma.
Corolario. Una obra intensa, potente, lírica, llevada a cabo por la mejor actriz posible, con la mejor de las direcciones y con un entramado que da lugar a múltiples subtramas y poblada de detalles e imágenes poéticas, salida de la pluma de un grande de la literatura de todos los tiempos.
Pueden ver esta joya, se las dejo.
Y gracias por continuar leyéndome, espero sus devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).