sábado, 30 de marzo de 2019

Mi crítica de "María by Callas" ("María Callas según sus propias palabras") (Cine)

La apasionante vida de la más grande cantante de ópera de todos los tiempos, María Callas, llamada "la Divina" por su público, es lo que recorre este interesante documental/documento biográfico en casi dos horas, dirigido por Tom Wolf. Con filmaciones tomadas de la TV, o representaciones escénicas o material de archivo privado, asistimos al largo derrotero de la, paradójicamente, corta vida de la diva, muerta a los 53 años de un infarto, o bien de un suicidio, ya que nunca quedó claro. La primera pregunta que ejerce el periodista de un prestigioso programa de entrevistas de la televisión francesa es: "¿cuánto hay de María y cuánto de Callas en su vida en el escenario así como en la intimidad?", a lo que ella responde que una depende de la otra, no podría haber una María sin una Callas, ya que su vida pública es igual a su vida privada, no hay diferencia entre su temperamento ni sus pasiones en una o en otra.
Así nos enteramos que Callas nació en New York un 2 de diciembre de 1923 (siempre se creía que era griega), descendiente de una pareja de padres de esa nacionalidad (la adoptaría definitivamente para anular su primer matrimonio, llevado a cabo en Norteamérica y poder casarse con Aristóteles Onassis, lo cual también fracasó). Los padres se separaron al tiempo de nacer ella y su relación con su madre siempre fue tirante y agónica, ya que la quería nada más que por su talento vocal y su visión para sacar dinero de ello, por lo demás, nunca dejó de ser una "gorda inútil". Sí, porque la Callas fue muy gorda en toda su niñez y su primera etapa como cantante, hasta que de un año para el otro rebajó 37 kg. para asumir el papel protagónico de "La Traviata", de tal modo que cuando se presentó, ni su director de orquesta la reconoció. En 1937 se fueron a Grecia con su madre a vivir, ella con su hermana, e ingresó en el Conservatorio, falseando su edad, ya que tenía sólo 13 años y no los 17 necesarios para entrar en esa casa de altos estudios. Tuvo una coloratura fantástica, que le permitió adoptar los más diversos roles, desde los más ingenuos del "bel canto" hasta los más trascendentes como Macbeth o la Brunhilda de Wagner, por su amplio espectro, ningún papel femenino le estaba vedado a su voz, ya que podía ser tanto soprano como mezzo o contralto. Su primer papel no profesional lo obtendría como Santuzza en la "Cavalleria Rusticana" de Mascagni.
Por medio de las grabaciones que quedan de sus actuaciones, asistimos a fragmentos de "Mme. Butterfly", "Carmen", "Macbeth", "La Traviata", "La Gioconda", "Othello", "Tosca" o "Norma", permitiéndonos disfrutar de su talento y su voz. Callas no sólo fue la mejor cantante, sino que poseía un don actoral fuera de serie, podía meterse en cualquier papel que se le exigiera. Se casa con Battista Meneghini, un empresario que la impulsa con su carrera, Pero el 3 de noviembre de 1959, lo dejará para casarse con su gran amigo y confidente, el multimillonario Aristóteles Onassis, aunque nunca lleguen a casarse. Él contraerá matrimonio con Jacqueline Kennedy, la viuda del presidente de Estados Unidos el 20 de octubre de 1968, lo que provocará una gran depresión en la Callas y la ruptura entre los dos amigos.
En una presentación en Roma, en 1958, en plena función de "Norma", María pierde completamente la voz, función a la que asistía el presidente de Italia y su mujer, y alguien más importante para ella: Vincenzo Bellini. Fue abucheada por el público y tardó mucho tiempo en ser perdonada. Ese momento está también registrado por este documento. Nos metemos por una hendija a su vida personal y ella nos descubre que su hobbie preferido y su gran manía era nada menos que coleccionar recetas de cocina, aunque nunca las llevara a cabo. En agosto de 1959 Meneghini, su ex marido le entabla un juicio del que sale triunfante ella. Pero su vida estuvo signada por los altibajos, tanto en su relación con los hombres como con el éxito, ya que nunca se le perdonaron sus traspiés. Tras siete años de retiro retoma su carrera profesional, y considera que una trayectoria que duró de los 13 a los 41 años ya podía darse por finalizada. Sin embargo seguirá cantando, aunque su voz ya no será la misma de los primeros tiempos, está gastada, luce cansada y deslucida, el público no perdona y los abucheos son constantes. Así como los nuevos enamoramientos y la caterva de aplausos y flores a granel.
En 1969 Pier Paolo Pasolini, el gran cineasta italiano le ofrece el papel protagónico en el film "Medea", el que ella acepta y debe filmar en Turquía y en Pisa, llegando a desmayarse después de una jornada dura de filmación. El film pasó sin pena ni gloria, pero con el tiempo se agigantó debido al peso de los dos nombres principales, el de la diva y el de su director. También fue asistida en puestas operísticas por otro gran cineasta: Luchino Visconti y también por Franco Zeffirelli, quien la homenajeara con la película "Por siempre Callas".
María Callas tenía un temperamento fuerte, casi despótico, apasionado hasta la desmesura, y por eso se la recuerda frecuentemente, algunas partes de este documental versan sobre ello, el mismo periodista de la TV francesa hace hincapié en preguntas referidas a esto. En los últimos años de su vida, y después de la separación de Onassis vuelve a ser su amiga y confidente y se ven a menudo: ella sabe que está próximo el fin de él y quiere acompañarlo hasta sus últimos momentos. En 1973, en Hamburgo, prepara su gira de regreso, la que sin duda será coronada con el éxito por parte del público pero con un gran fracaso a nivel profesional. Nunca volverá a ser la misma voz de antes.
Ese magnetismo que irradiaba la Callas en cada una de sus presentaciones, tanto escénicas como más pedestres, en reportajes o asediada por los periodistas, a los que siempre trató de evitar, como una dama que era, se ve acá acrecentado por la voz en off de Fanny Ardant, otra gran diva del cine francés. El 16 de septiembre de 1977, María Callas muere en su residencia de Francia, de un supuesto paro cardíaco, ya había tenido una internación anterior por intentar suicidarse por consumo de tranquilizantes, y nada parece indicar que no haya sido esa la causa de su prematuro deceso. María Callas vivió una vida agitada, tormentosa, pero se puede decir de ella que nos deja todo su talento y su presencia escénica, sumado a algunos registros de su impecable voz y de sus magistrales actuaciones. Este documental, que presenta material inédito quiere dejar constancia de ello, así como de fragmentos de su vida personal. Y termina con una maravillosa versión de "Oh, mio babbino caro", en su voz y figura, que la lleva a la gloria con su aria favorita.
Bendita seas María.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

domingo, 24 de marzo de 2019

Mi crítica de "Isla de Perros" (Cine-Dibujos Animados)

Me encontré con esta verdadera joya de dibujos animados para adultos, dirigida por Wes Anderson que dio en llamarse "Isla de Perros", y que en su momento, el crítico de "La Nación" le pusiera un "excelente". Siempre tuve buena relación con los perros, como la mayoría de los mortales, esa empatía que lo coloca en el lugar del mejor amigo del hombre, así que me pareció una buena idea que hubiera una isla de perros, claro, no sabía la concepción funesta que daba a ésta el argumento. Si nos retrotraemos a la historia, los mismos perros cuentan que en el Japón, hace 10 siglos, antes de la era de la obediencia, allá se daba preferencia a los gatos, adorándolos, y se mataba a todos los perros, hasta que un niño samurai se sublevó y empezó a cortar cabezas para devolver su lugar a nuestros amigos de cuatro patas. En pleno siglo XXV, se instauró la "fiebre del hocico" y se decretó a los perros como portadores de una plaga por la cual debían ser confinados a la Isla de la Basura, llevados desde  la ciudad de Magasaki, gobernada por el temible alcalde Kobayashi. Esto condenaba a la pena de muerte a todos los perros, que se encontraban en esa isla basurero sin el menor atisbo de comida ni de medios para la subsistencia. El plan era el exterminio sistemático de todos los canes, por orden del gobernador de la ciudad.
Es una pena que en la versión que tengo yo, no estén subtitulados los carteles en japonés, que dividen la película en episodios, ni las voces de los actores japoneses, que tienen sus buenos parlamentos. Sí, en cambio, hay un buen seleccionado de voces para los papeles de los perros, con nombres como los de Bryan Cranston (Líder), Edward Norton (Rex), Bob Balaban (Rey), Jeff Goldblum (Duque), Bill Murray (Manchas), Scarlett Johansson (Nuez Moscada), Harvey Keitel (Gondo), F. Murray Abraham (Júpiter) y Tilda Swinton (Oráculo), entre otros grandes. Son estos los representantes de la fauna canina que podemos compartir, todos perros mestizos, callejeros o de raza, que pueblan este relato.
La película se divide en cuatro partes, de las cuales, la primera se titula "El pequeño piloto", que hace referencia a Atari, sobrino de Kobayashi que se arriesga en un pequeño avión a llegar hasta la isla para encontrar a su fiel guardián (no "mascota", ya que en ese tiempo estaba prohibido hacer alianza con los perros) "Manchas", con quien está conectado por un micrófono auricular y es recibido por la banda de perros amistosos, menos uno, "Líder", quien es un perro callejero y "muerde". Enseguida se hace buen rapport entre esos perros y Atari (Rex, Rey, Duque), quienes le ayudarán a encontrar el rastro de su fiel compañero. Por una confusión, toman a "Manchas" por los huesos descarnados de un pobre perro que no llegó a salir de su jaula y lo dan por muerto. Después de rendirle honores, Atari se sube nuevamente a su avioneta y emprende vuelo, pero la jauría le informa que se habían equivocado de perro. Así que vuelve a aterrizar y, en compañía de sus amigos caninos emprende la busca de su perro. Lo que da paso al segundo capítulo: "La búsqueda de Manchas", un largo periplo en donde cada perro emite sus opiniones y nombran al callejero y peleador "Líder" como jefe de la pandilla. En un momento se separan de los otros perros y quedan solos Atari y Líder, y entonces aquel lo baña, sacándole su tono oscuro y transformándolo en un hermoso perro blanco con manchas que le hace acordar a su guardián, lo cepilla, lo alimenta con galletas para perros que Líder no había probado nunca, y éste le cuenta su historia.
Que no siempre fue un perro callejero, en sus inicios era un perro perseguido por los cazadores, hasta que dio con una buena familia con cinco hijos que lo querían mucho y lo atendían muy bien, hasta que en una noche fatídica él mordió la mano del menor de los hijos hasta casi arrancársela y fue desterrado para siempre del abrigo familiar y condenado a vivir en la calle. Aún hoy en día no se explica el motivo de su impulso por morder. Pero lo está controlando. Y se forma una amistad entre Atari y Líder, quién lo conducirá en busca de Manchas. Paralelamente asistimos al presunto suicidio del Profesor Watanabe, un científico que estaba en contra de la matanza de los perros y de la asociación de varios escolares, sobre todo una chica norteamericana que quieren salvar a los perros y se ponen en busca del suero para combatir la fiebre de hocico. Estos serán decisivos a la hora en que Kobayashi quiera renovar su mandato y sea denunciado por los chicos de su maltrato injustificado contra los perros.
La parte número tres de la historia se denomina "Los encuentros" y está precedida por la reunión de Atari con su fiel Manchas que está siendo presa de una jauría a la que denominan caníbal, pero que ellos se encargan de desmentir, ya que si bien devoraron a otro perro fue por una vez única y porque querían aliviarle el sufrimiento. Manchas está por ser padre con una perrita de la tribu  por eso delega su "guardia" personal de Atari en "Líder", que a partir de ese momento pasará a reemplazarlo.
La cuarta parte se llama "La linterna de Atari", y se mete de lleno en el viaje que realiza el niño de 12 años construyendo una embarcación para transportar a sus perros de vuelta a la ciudad y cómo deben enfrentarse a perros-robots fabricados por orden de Kobayashi, que son destruidos por la pericia de Manchas. Regresan a tierra firme justo para impedir que su tío fuera reelegido y en el tole tole que se arma, Atari queda mal herido y debe enfrentar una operación. Mientras, la chica activista ha encontrado el suero y se lo inyecta a todos los perros devolviéndoles su vitalidad y su fuerza. Por suerte todo termina en paz para los perros y los malvados terminan en la cárcel, no sin haberle donado Kobayashi un riñón para su sobrino y salvándole la vida.
La película está realizada con una técnica de animación que no es la de Disney ni la de Pixar y DreamWorks sino que es casi una "stop.motion" con caracteres generados por computadora y es muy agradable de ver y de disfrutar. El film tiende un puente pacifista hacia toda la matanza indiscriminada de especies animales y es una reivindicación de la vida animal, a la que festeja. Nos enseña a escuchar a nuestros perros y a sacar enseñanza de ellos de su propia boca. ¡¡¡Ay, sería tan lindo si los perros pudiesen hablar y contarnos lo que les pasa por la cabeza!!! Esto, la magia del cine lo vuelve realidad. Una película que nos hermana con nuestros parientes, los animales, y que es un gran canto a la vida, sólo que debido a algunas truculencias y a hablar de forma franca el lenguaje animal no la hace recomendable para los más chicos. Es un dibujo animado para adultos exclusivamente. ¡Y es una maravilla, de la mano genial de Wes Anderson, que tuvo una excelente idea!
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (Un crítico independiente).



sábado, 23 de marzo de 2019

Fe de erratas: "A Chorus Line"

El papel de Diana Morales, en "A Chorus Line", está interpretado por Mariu Fernández, que no es la "youtuber" de "Re-Loca", como afirmaba yo, sino que cumplía el rol de Milagros en "El Amor menos Pensado". Es que con tantas obras y películas que veo, a veces se me mezclan. Sepan disculpar.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

lunes, 18 de marzo de 2019

Mi crítica de "A Chorus Line" (Teatro Musical)

Ayer domingo, en el día de su última función (por lo menos en el Maipo, ya que ahora pasa al Metropolitan Sura), fui a ver este maravilloso musical con libro de James Kirkwood y Nicholas Dante, música de Marvin Hamlisch y letras de Edward Kleban. Es una puesta (y apuesta) imponente por donde se la mire de Ricky Pashkus en la dirección y de todo un elencazo de quince artistas todos a la par de talentosos. La obra duró mucho tiempo en Broadway y se hizo película, allá por 1985 con la osada dirección de Sir Richard Attenborough ("Gandhi"). Lo que más resalta de esta obra es la valiosa y pegadiza música de Hamlisch, el músico de películas muerto en el 2013 a los 68 años de edad con todavía una promisoria carrera por delante. Hamlisch fue el autor además de temas musicales como "Mirando con los ojos del amor", de "Castillos de Hielo", la banda de sonido y canción de "Nuestros años felices", el también musical "Están tocando nuestra canción" y la adaptación y partitura de "El Golpe", además de dos incursiones con el primerizo Woody Allen: "Robó, Huyó y lo Pescaron" y "Bananas". Con todos estos lauros (y varios Oscars) en su haber, no podía defraudar con este musical. Compuso además la música para varias presentaciones de los premios Oscars y Tonny y para muchas otras películas y series. Se trata de uno de los grandes músicos contemporáneos norteamericanos. Su tema "One" del presente musical resuena en todos los oídos y es una fiesta de celebración a esa línea del coro que mencionamos.
Sí, porque lo que buscan los 13 aspirantes a bailarines y cantantes es nada más que eso, integrar la línea del coro; nadie quiere ser primera figura ni cortarse solo, saben que están allí para servir de soporte a sus compañeros y van a matar por quedarse con el papel. Como toda obra de muchos personajes protagónicos (y casi todos los musicales lo son), hay muy poco tiempo para el lucimiento de cada uno, pero lo que acá hacen en conjunto, es francamente impresionante. Los bailes y canciones ejecutados por todo el grupo son de una coordinación, una ejecución y una perfección casi ideal. Cuando salen a hacer el saludo final y todos interpretan "One" en trajes de luces se viene el teatro abajo, no sólo por el altísimo volumen que ponen a la canción sino al clamor del público que se desgrana en aplausos y en "bravos" (yo entre ellos). Pero para llegar a este final debió pasarse por una dura selección en donde cada uno debió mostrar su lado más oculto, mostrar sus miedos, sus esperanzas, sus aciertos y fracasos. Hay canciones solistas y otras en conjunto de a tres o más, pero todas con muy bellas melodías y ya familiares para los amantes de los musicales. Las letras no son muy inspiradas, pero lo que brilla es la música.
Está el director, el que va a seleccionar quién queda y quién se va, ese Zach con voz de locutor de radio o de terapeuta, calmo y paciente, que está allí para sacar lo mejor de cada uno (Martín Ruíz), está el director de escena, Larry, al que Gustavo Wons le presta toda su presencia sobre el escenario de musicales, cada vez más mimetizado con Bob Fosse, a quien admira sin duda. Además fue el coreógrafo de la puesta, y se lució. También hay una prima donna de otros tiempos, que ahora se rebaja y lucha por ganar un puesto en la línea del coro, ex amante además de Zach, con quien tiene un diálogo intimista a solas, Cassie (la gran Laura Conforte). Esta actriz de musicales no se especializaba hasta ahora en danza (fue protagonista de "La Novicia Rebelde" y "Casi Normales", entre otros éxitos) y hace un despliegue majestuoso bailando sola frente a los espejos que devuelven su imagen deformada, ya que son espejos convexos. También se luce Sofía Pachano, en su Val. Otros trabajos interesantes son el de Jessica Abouchain en su  Sheila, una bailarina y cantante veterana (tiene más de 30) y con un físico monumental que no duda en exhibir y que se plantea a cada paso si no será esta la última presentación que haga pues ya está al borde de terminar su carrera (el mundo del baile es implacable), de gran presencia escénica e imponente ésta Jessica. Está también Mariu Fernández (la "youtuber" de "Re loca") en su Diana Morales, tan despistada como buena cantante y bailarina. Repetimos, el nivel es homogéneo y todos tienen su parte de lucimiento. No faltan los bailarines gay, los latinos, los itálicos, y toda una fáuna que expone sus rarezas.
Lo que constituye la trama de "A Chorus Line" es o puede parecer intrascendente. Es simplemente una selección de bailarines en una presentación para pasar a formar la línea del coro de un musical. Tal vez la prueba tan esperada para algunos, la decisiva para otros, la última para alguien más. Para todos es imprescindible estar parado en el escenario como sostén para otro gran cantante. Pero lo que marca la diferencia es la fuerza y la vibración que le pone cada uno a su personaje, aquello que en "Coronado de Gloria" criticaba como dañino, acá ejerce todo lo contrario. Es indispensable para lograr ese papel, bailar bien, cantar súper bien, sonreír hasta último momento y no dejar traslucir el cansancio. La prueba es larga y los nervios no resisten, hasta habrá algún accidentado por obra de los meniscos, pero todo se resolverá de la mejor manera: saliendo todos a cantar y bailar al final, aunque la mayoría hayan sido descartados. Acá no son un simple número, se presenta cada uno con su nombre verdadero, su seudónimo artístico y su edad (la verdadera). Habrá quienes estén disconformes con su cuerpo, quienes se hayan operado para evitar ser malmirados y quienes ostentan de uno perfecto. Pero lo que todos saben hacer y a la perfección es bailar, cantar y actuar. No nos podemos quejar en esos rubros, que son los imprescindibles para un espectáculo como este, todos logran su cometido y lo hacen de la mano de canciones muy hermosas y bien ejecutadas. La orquesta del foso también se luce y si bien en el programa de mano no constan los nombres de sus integrantes es justo recordarlos.
Hay quienes presenten problemas raciales, otros sexuales, de identidad o de transgénero, pero todos con una carga humana y afectiva que los hace queribles, esto en el orden de los varones, en las chicas se presentan más los problemas físicos, habrá quién se queje de ser muy petisa, otra de sus lolas, otra de su físico poco agraciado y de las operaciones por las que debió cambiar, y hasta por algún síntoma de deterioro y vejez para la danza. Pero todos son profundamente humanos, con sus falencias, sus problemas familiares, sus envidias, celos, frustraciones y quejas. Y el director está allí para contenerlos. Y detrás de ese director está el gran Ricky Pashkus, que debió hacer otro tanto con su elenco, como para mostrar que sabía conducir un gran ejército y prepararlo para la batalla.
En la función final en el Maipo hubo lágrimas y rosas arrojadas desde los palcos. Todo se engalanó en una gran noche de fiesta, con sus emociones y triunfo del elenco. Ojalá haya más "A Chorus Line" por mucho tiempo, ahora en sala nueva. Me encantó.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

sábado, 16 de marzo de 2019

Mi crítica de "Coronado de Gloria" (Teatro)


La idea sonaba interesante: la colaboración de Blas Parera en componer la música de nuestro himno y todas las tribulaciones por las que debió pasar. Teatrix tomó la posta y la editó para completar el mes de marzo. El resultado de la obra escrita por Mariano Cossa (¿será hijo de Roberto?) y con dirección y puesta en escena de Daniel Marcove podría haber sido por lo menos decoroso... pero no, nos encontramos con una pieza que si bien está correctamente escrita, su puesta resulta altisonante, demasiado gritada, demasiado enfatizada, en fin, demasiado sobreactuada. Todo en ella resulta antipático por el desafuero puesto en las acciones y en los diálogos, choca al oído, para retratar precisamente la vida de un músico, que debió de ser algo armónico, biensonante, atiplado. Blay Perera y Morat (tal el nombre original del transformado por la historia en Blas Parera) era español de origen, y por lo que resta inferir de la obra, nunca dio su consentimiento para poner la música de los sones del Himno Nacional Argentino, era música escrita para una obra de teatro que protagonizaba el actor criollo Luis Ambrosio Morante (Juan Manuel Correa), que tuvo gran éxito (la música) y fue tomada poro Vicente López y Planes (Miguel Sorrentino) para que concordara con sus grandilocuentes versos. López y Planes quería a toda costa obtener el beneplácito de Parera para que le aprobase la música, pero éste, sintiéndose español de nacimiento, no quería transar con la causa rioplatense. Además estaba convencido que él iba a ser un músico de sinfonías, conciertos, óperas y que sería representado en Europa y no quería pasar a la historia como simple ilustrador de una "propaganda" política advenediza con la nueva Junta de Gobierno.
Así las cosas tenemos a Blas Parera cuando llega al puerto de Cádiz el 2 de agosto de 1818 para ser trasladado a su pueblo de Barcelona en calidad de traidor por no aceptar entregar su música a acompañar los versos de López y Planes. Parera, encarnado por Marcelo Serre es interrogado por el Comendador (Marcove, en su calidad de actor) y devenido reo político. Nos retrotraemos a los años de la Revolución de Mayo y a la obra que prepara Morante para agasajarla, una obra por demás afectada y con todos los tópicos comunes aduladores de una revolución recién ganada y que asombraba a América toda. El actor que hace de actor Morante podría haber sido un buen actor cómico si no fuera porque estamos en terrenos de lo solemne (transfigurado), ducho en el arte de la pantomima, de la payasada, lo recurrente y lo desmesurado (esto de acuerdo a la puesta de la obra), que rompe con los paradigmas del actor patriótico de época consustanciado con la causa de la revolución de mayo. Vicente López y Planes aparece primero como el censor enviado por el Triunvirato para constatar la obra que Morante está por poner en escena, que lleva el acompañamiento musical de Blay Perera y Morat, y pronto se enamora de la potente música del compositor y le propone componer un tándem para elaborar una marcha patriótica. Luego tomará los acordes de la música que acompañaban la obra del actor y le pondrá la letra. Parera está convencido que el arte debe estar al servicio de la belleza y no de las causas de la política y por eso renuncia a su dúo con Vicente López. Éste lo amenaza de que si al día siguiente no lo encuentra componiendo será arrestado por la guardia bajo el cargo de conspiración a la revolución, sentando precedentes en su carta de ciudadanía española, a pesar de que hace quince años que vive en el país, está casado con una criolla, Facunda, y tiene un hijo de un año. 
Suenan muchos nombres de patriotas insignes, algunos maltrechos, como Mariano Moreno y otros con mejor fortuna, los datos son muchos y muy surtidos y apabullan por momentos al espectador. La escenografía se sitúa en un espacio no convencional, a pesar de que fue representada en el Teatro de la Comedia, puertas, paredes, partituras diagramadas en el piso y toda la apariencia de encontrarnos en una vieja casona. Hay un clave en escena, que Parera (o Perera) toca y un piano ejecutado por el músico de la obra: Christian de Miguel. Como dije al comienzo todo es grandilocuente, exagerado, altisonante, desmesurado, habría sido en favor de la obra un poco más de calma para describir las acciones y diálogos y se hubiese disfrutado mejor. Nos relatan los últimos años de la vida de Parera: confinado en su pueblito catalán, no pudo ejercer por veinte años (hasta su muerte) el arte de la música, ni la composición ni la enseñanza ni siquiera la ejecución de instrumento alguno. No pasó a la historia más que por su controvertida colaboración en el Himno Nacional Argentino y no brilló en los escenarios de Europa como era su deseo. Vivió de la caridad pública y no se le conoció ningún trabajo. Murió pobre y olvidado.
Otra historia de olvido y fracaso, como la de tantos próceres argentinos, éste buscando su propio destierro a conciencia y llevado por una altanería y una soberbia que le impidió compartir su arte con el pueblo, convencido de que estaba llamado a un destino superior. La obra nos sirve para conocer los entretelones (todo lo que se cuenta es verídico, según reza un anuncio) de quien fuera gestor de la máxima canción patria y de un himno que está ubicado en segundo lugar en el mundo, después de "La Marsellesa", por su calidad artística y la belleza de su composición. Vaya como recuerdo a Blas Parera.
Y pueden ver la obra pulsando con un click en el link que antecede al artículo.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



miércoles, 13 de marzo de 2019

Mi crítica de "L'Atelier" (Cine)

Laurent Cantent ("Recursos Humanos", "El Empleo del Tiempo") es un realizador de fuste y controvertido, más inquieto en el ámbito de plantear interrogantes que en el de aliviar con respuestas, y en "L'Atelier" realiza un trabajo soberbio. Digamos para empezar que un atelier no siempre se refiere a un taller de pintura, sino que puede hacer alusión, como en el del caso que nos convoca, a un taller literario. Pareciera desde el comienzo de la película (sin música de títulos, muy hablada) que se trata de examinar el proceso creativo que conlleva el acto de la escritura. Bien, indaga sobres esto y lo hace a fondo, con toda la lucidez de que Cantet es capaz (co-autor también del guión), pero en definitiva lo que se pregunta el director es qué lleva a un hombre a matar. Y se da sus respuestas y sus preguntas también.
El atelier en cuestión es un taller literario que trabaja con adolescentes y jóvenes conflictivos en su misión por acercarlos a la cultura y movilizarlos hacia una actividad socialmente aceptada (lo que se denomina "sublimación"), y está conducido por una exitosa escritora de novelas policiales, Olivia Dejazet (Marina Foïs) y se centra sobre todo en la relación de esta con su alumno de lujo, Antoine (Matthieu Lucci). El conjunto de aspirantes a escritores es heterogéneo está Ettiene (Florian Beaujean) el más comprometido con la escritura; Benjamin (Julien Souve), un chico díscolo que fue enviado allí por obligación, su opción era ser albañil; Malika (Warda Rammach), una descendiente de musulmanes, Boubur (Mamadou Doumbia), un negro presuntamente argelino, Lola, una jovencita romántica (Melissa Guilbert, sí, como la "Laura" de la Familia Ingalls) y un joven árabe Fadi (Issam Talbi). Primero surge la idea de escribir una novela policial y poco a poco se van armando las piezas, utilizando el sistema del "brainstorming" o "tormenta de ideas", muy usado en grupos de trabajo como así en corporaciones o empresas. Aparece el muerto, y se le van sumando y restando características, luego el lugar, al que sitúan en los viejos astilleros en los que en otros tiempos trabajaron más de 10.000 personas y que hoy son de uso exclusivo, el tiempo, si es en el pasado o en el presente, el móvil y por último el asesino. Todo esto se lleva a cabo tirando y desechando ideas en las que todos colaboran. Para solidificar más la investigación Olivia acompaña a sus alumnos a visitar los astilleros y hacer una visita guiada, en donde terminan a bordo de un yate de lujo, de los que se construyen hoy día y que les proporciona la idea de que el asesino pueda ser un nuevo millonario.
Mientras tanto la vida de Antoine continúa sin mayores contratiempos: le gusta nadar en el mar y hacer clavados desde los acantilados, concurrir a fiestas, estar solo en su habitación escuchando música o bien investigando sobre los temas propuestos para el libro, o hasta leer uno de los libros de su profesora. Y es allí donde aparece el primer conflicto. Que él le recrimina a ella que utiliza frases muy elaboradas para describir sus crímenes, pero que le quitan verosimilitud al hecho, que se nota que por su cabeza no pasó nunca la idea de matar a otro ser humano. Esto hace enojar a Olivia y le dice que no está allí para ser criticada, que por favor se retire de su clase. Luego aparecerán las explicaciones académicas: que en el arte se puede escribir sobre un tema con el que no se está de acuerdo y se lo hace para poder criticarlo, o que no es preciso identificarse con el personaje que se está escribiendo.
Aparecerán peleas de Antoine con Fadi sobre sus coetáneos y su accionar en el famoso "Bataclán", que habría que ver qué les pasó por la cabeza a la hora de matar, pero que hasta en ellos es justificable -no el hecho en sí- pero sí su modo de pensar la realidad, que sentían tanta bronca que pensaban que matando algunas decenas de personas esa ira se disiparía. Boubur también es motivo de ataques de parte de Antoine por su condición de negro y una posible comprensión del crimen. Lo cierto es que el que escribe las páginas más lúcidas y más cruentas es Antoine, que poco a poco se va consustanciando con la idea del asesinato y su justificación. El hecho más concreto es que una noche sale con su primo y unos amigos, todos de ideología de la ultra derecha, casi neo nazis, y salen armados y se pintarrajean las caras y se filman apuntando a cámara (¿a la profesora?) y diciendo que la van a matar. Luego suben esos videos al facebook de uno de ellos, el cual llega a manos y ojos de Olivia quien se horroriza de ver esas armas apuntando directamente a la cámara. Por eso es que le pedirá a Antoine su autorización para entrevistarlo para darle consistencia a personajes del nuevo libro que está escribiendo. Luego de repensarlo, Antoine accede y se siente estafado por su profesora que lo entrevistó para sacarle confesiones acerca de aquella noche de pistolas.
Cantet es un director que le presta mucha atención al lenguaje corporal y al de las miradas, y así como notamos mirada de soberbia en el rostro de Olivia vamos viendo cada vez más las de odio en la cara de Antoine. Finalmente el libro va cobrando dimensión y todos están abocados a la tarea de escribir -por separado, luego unirán sus trabajos- y si bien no aspira a ser un "best-seller" sí un ejemplo de cómo se puede fabricar una novela con varias firmas. Pero lo que es más importante es el desarrollo de la idea del asesinato en la mente de Antoine y de llevarlo a cabo en la realidad. El final con su profesora será muy demostrativo de esto y no conviene revelarlo acá porque le imprime buena carga de suspenso y de inquietud al relato. Sólo digamos que Antoine se excusa de seguir con la escritura del libro para enrolarse en las filas del ejército (un ámbito donde matar está auspiciado y bien visto), estamos en el contexto de la guerra en Siria.
Los diálogos de construcción del libro son todo un ejemplo del proceso de creatividad y del trabajo en grupo, ambas chicas le reprochan a Antoine la crueldad ejercida en sus textos, diciéndole que se pasó de la delgada línea roja del buen gusto y él responde que sólo trató de dar verosimilitud a su relato. Hay muchas disensiones políticas y religiosas debido a las distintas etnias que se presentan en el taller literario, algunas llevadas casi hasta el enfrentamiento con las manos.
Estamos en un curso de verano y todos se reúnen en un lugar cómodo al aire libre, en donde pueden trabajar bajo sombrillas o bien al sol, pero el clima de trabajo en principio es bastante productivo, a no ser por las pequeñas rencillas o corto circuitos que se van produciendo entre los integrantes. La película, ya lo dije antes, como todas las de Cantet deja más interrogantes que certezas, si bien se le da un cierre redondo a la historia, y puede servir de disparadora de muchas discusiones a la hora de comentarla. Es un film altamente recomendable que sin embargo produce una visión placentera y un verdadero goce para el intelecto. Véanla, por favor.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



lunes, 11 de marzo de 2019

Mi crítica de "Terapia Amorosa" (Teatro)

Segunda vez que visito al teatro del Picadero en estos dos meses, esta vez para asistir a la ejecución de "Terapia Amorosa", la obra de Daniel Glattauer con versión y dirección de Daniel Veronese, un experto conductor de comedias desaforadas y de peleas y conflictos teatrales. Por supuesto que la obra está bien aceitada y todo funciona a las mil maravillas, si bien no colmó mi expectativa en cuanto a comedia, puede ser porque ya tengo mucha comedia vista y le conozco todos los hilos, o bien porque esta no le da el pinet para hacerme reír a carcajadas. Y eso que se trata de "una de psicólogos", casi mi profesión y con la cual podría haberme divertido a mis anchas. No alcanza con que el terapeuta (Fernán Mirás) sea un conflictuado, que esté pasando por una situación bastante fulera y que la pareja que lo visita lo saque de sus casillas. No alcanza con que el matrimonio conformado por Juana (Violeta Urtizberea) y Valentín (Benjamín Vicuña) sea más una pareja de gallos de riña que una verdadera pareja de "pares". No alcanza con que los tres protagonistas sean excelentes comediantes y estén a la altura de las circunstancias. El libreto no alcanza a colmarme, y si bien, la veo con una sonrisa permanente en la boca no despierta mis carcajadas muy a menudo. Tal vez me esté poniendo muy exigente y quisquilloso con los años, pero ya no estoy para reírme porque un matrimonio se lleve como perro y gato. Falta algo más...
El director dice de su obra: "...Desde el comienzo, ambos se mostrarán tanto indomables pendencieros, como eximios manipuladores, y no sólo entre ellos, sino también con el terapeuta, quien intentará salvar los restos del naufragio, rescatar las luces,, no las sombras. Así la pareja en discordia, deberá avanzar por un campo minado, atravesar el laberinto en que se encuentran perdidos. Y aprender a escucharse, a entender que quizá no son perfectos, aprender también a pedir disculpas. A entender, en definitiva, el espinoso lenguaje de la guerra y del amor..." Sí, porque Juana y Valentín acuden a una terapia de pareja para desencontrarse más que para unirse, para perderse en lugar de buscarse, para servir de contrincantes en lugar de volver a ser la hermosa parejita enamorada que supieron ser en un comienzo. Porque todo se trata de remontarse al comienzo, cuando estaban enamorados, cuando eran capaces de seducirse y conquistarse con sólo mirarse, hablarse, besarse... Tal vez esa vuelta al comienzo será lo que los salve. Y como ese ejercicio que les hace hacer el terapeuta, llamado "el puño de Hamburgo", consiste en que el hombre sea capaz de hacer abrir el puño cerrado de su mujer, que simboliza a su corazón, y lo que en sesión no consigue Valentín ni aún mojándose el dedo en las encías para darle asco a Juana y que ella abra el puño, lo consiga al final, plantándole un gran beso en la boca como aquel primer beso bajo las aguas del mar. Claro, ella responderá con un beso igual de fuerte y de importante, que será en definitiva lo que salve su matrimonio.
Porque Juana y Valentín llegan a la consulta con todos los deseos de preservar el vínculo, no quieren ni hablar de separarse, porque saben que hay algo que los une. Y no son precisamente los dos hijos en común. Es el ansia por ponerlo todo en tela de discusión, es el movimiento y el calor que les origina una buena pelea, pero al final será el regreso al primer amor lo que los salve. Claro, para llegar a eso hay que pasar por mucho griterío, mucha histeria y mucha discrepancia, mucho estar al borde del abismo todo el tiempo. Todos los ejercicios que les propone el terapeuta a la pareja Dumont son inútiles, todos terminan en lo mismo, descubrir que el uno es para el otro su más acérrimo contrincante. Pero lo que los una finalmente, será tener un frente de batalla en común: un enemigo más grande que ellos se les pone enfrente y ese es el terapeuta con su propio fracaso matrimonial. Y como bien sabemos, cuando hay una fuerza más poderosa contra la que luchar los enemigos terminan volviéndose aliados. Pero los que hemos visto y disfrutado de "Toc Toc" y de "Bajo Terapia", sabemos que en el consultorio del psicólogo no todo lo que vemos es lo real, y empezamos a sospechar de todo. Y no fallamos. Hay un falso final, una gran vuelta de tuerca que pone todo en su lugar.
Y es a través de retazos que nos vamos enterando de la situación del terapeuta con su propia pareja, a la que está tratando, infructuosamente, de salvar. Primero atado como por el cordón umbilical a ese teléfono celular al que no para de responder whatsapps, siempre en pie de guerra, lo que hace desatender el caso de la pareja Dumont. Luego es la constante perturbación que sufre y que le lleva en más de una ocasión a gritarle a sus pacientes. Finalmente es el verlo desarmarse ante la llamada fatal de su mujer quien le dice que lo deja... Y vendrán las indiscreciones, cuando se vaya al baño a vomitar Juana y Valentín le escucharán el mensaje de voz que le ha dejado su mujer en donde expone las razones por las cuales lo deja: porque no hay conflicto, siempre la entendió, siempre supo poner paños fríos a la relación, le faltó valoro para una buena pelea. Y como en eso son expertos los Dumont, se las tomarán con él, ora burlándose, ora queriéndolo ayudar, gritándole, sacudiéndolo, hasta zamarreándolo de su pullover para incitarlo a la pelea con su mujer, que no se deje vencer, que no sea un "pechofrío", que le ponga pelotas al asunto y le dé el calor a su mujer, que ella tanto necesita, de una buena discusión. No basta que el perro labrador se llame Sigmund para dar a entender que tiene una pareja perfecta, ni a que su mujer sea mucho menor que él, una verdadera "pendejita", ni a que sus dos hijos gemelos parezcan ser fecundados "in vitro", le falta la llama vital que es que toda familia pase por su etapa de crisis, lo cual vemos al final que es verdad, que todos los consejos que dio a la pareja de pacientes se le vuelven en contra.
Porque al final nos vamos renovados, después de que ha lidiado con una pareja que entra en los anales de la psicología de todos los tiempos, como pareja guerrera si las hay, un trabajo que le costó su buena transpiración y toda su energía de terapista para ponerlos en órbita, para lograr que se escuchen, que puedan aprender del otro y aprehender del otro sus mejores circunstancias. Son muy arduas las discusiones, casi interminables que se plantean entre Juana y Valentín. Entre Valentín y Juana. Porque nunca se sabe quién es el que empieza ni el que la termina. Sólo hay ruido, en el mejor sentido de la teoría de la comunicación, como las interferencias en un mensaje que no permite ser decodificado. Y le piden al terapeuta un cierre, una conclusión que les permita irse en paz aún sin haber resuelto ningún conflicto -antes que se presente el frente de batalla común-. La respuesta que éste les da no es para nada halagüeña, los desconcierta mucho más, pero luego, el segundo final los pondrá activos a luchar por lo que creen que están allí.
Una comedia que si bien no me hizo desternillar de risa me resultó divertida y me dejó con preguntas, se puede ver muy bien antes de que baje de cartel, ya para fin de mes. Los tres son grandes comediantes y no hay ninguno que sobrepase al otro, los tres tienen sus momentos de lucimiento y los saben aprovechar. Otro éxito para Daniel Veronese en su calidad de versionista y director, que sale muy bien parado del ruedo que significa dirigir una comedia que no otorga ni un momento de respiro.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



sábado, 9 de marzo de 2019

Mi crítica de "Moscú" (Teatro)


El universo de Chejov es tan amplio, tan abarcativo, tan inconmensurable que hasta puede darse el lujo de algunas adaptaciones, como por ejemplo lo fueron en cine "Vanya en la Calle 42", de Louis Malle o "Agosto", de Anthony Hopkins (ambas excelentes). Acá nos encontramos con el mundo de "Tres hermanas", que también fue suficientemente adaptada para cine y ahora lo es para el teatro bajo la pluma de Mario Diament y con dirección de Daniel Marcove. Y toma el guante Teatrix de ser el primer estreno que nos regala para el mes de marzo. Y nada mejor que empezar marzo con un buen Chejov. "Yo escribo, -decía un personaje de "Celebrity", de Woody Allen-, ¿conocés a Chejov? bueno, como él..." Porque la escritura de Diament respeta muy bien esos ambientes chejovianos tan característicos y amables, en donde parece no pasar nada pero pasa un mundo de sensaciones y sentimientos. Y las tres hermanas del caso son Alejandra Darín (Olga), su hija en la vida real, Antonia Bengoechea (Irina) y la bella y talentosa Maia Francia (Maya), cada cual con sus complejos, su personalidad, sus gustos, sus manías, pero todas ellas unidas por el amor fraternal.  Ellas viven en un pueblito de provincias donde no ocurre nada, y el horizonte está puesto en Moscú, como paradigama de todos los sueños y utopías. Y es justamente de eso que habla la obra, de la utopía, que como toda esperanza se encuentra diez pasos más allá de donde nosotros estamos. Y ellas sueñan con irse a vivir a Moscú para estar en una ciudad cosmopolita por donde pasa el mundo. Por lo menos ese es el sueño más potente de Irina, la menor, la que todavía no resolvió su vida. Y como en todas las obras que sueñan con lo utópico sabemos que ese sueño nunca se concretará.
Olga, la mayor, es maestra y vive dedicada al colegio, no por eso ahorrarse risas y lágrimas para compartir con sus hermanas; Maya, la del medio, está casada con Fiodor, un hombre quieto que no le reserva mayores sorpresas e Irina, la más joven, todavía sueña con el amor, con vivir su vida de mujer independiente, de mundo, sin casarse ni tener hijos y conociendo todas las maravillas de la gran ciudad: leyendo los libros de los grandes autores, visitando museos, yendo a la ópera, a conciertos, al Bolshoi... Por eso es que casi toda la escenografía está compuesta por valijas, valijas con ropa, con objetos, con agua. Valijas que auguran un viaje, un cambio de rumbo, un nuevo horizonte.
Tienen otro hermano, Andrei, quien no aparece en escena, que se pone de novio y luego se casa con Natacha Ivanova, una chica rústica, ordinaria, sin el menor sentido del gusto ni de la elegancia, lo opuesto a las tres hermanas que visten de blanco inmaculado todas ellas como símbolo de su pureza de espíritu. Pero pronto, después de casarse, el hermano reincidirá en el vicio del juego, y , siendo él quien lleva las cuentas de la casa se atrasa ocho meses en pagar los impuestos y están en riesgo de perderlo todo. Aunque ese pueblo esté maldito, como sentencia Irina, en definitiva es la casa donde viven desde que vinieron de Moscú, donde vivían con sus padres, un difunto padre militar que bebía (mucho) y maltrataba a la madre, también muerta. Andrei y su esposa pasarán a vivir a la actual casa de las hermanas y piensan en desalojar a Irina de su cuarto porque no encuentran demasiado lugar para ellos. Y Natacha quiere despedir a Anfisa, la vieja criada que les ha servido durante años, y a lo que se oponen férreamente las hermanas. Por fuera hay una revolución contra el zar, que probablemente planea destituirlo (¿será la de 1917?) y corromper el mundo de comodidades en que viven las acomodadas hijas del general.
Siempre se está a la espera de algo, como en la memorable "Esperando a Godot" o en nuestro más humilde "El Acompañamiento", de Gorostiza. ¿Pero qué es lo que se espera? ¿El cambio? ¿La felicidad? ¿La muerte, tal vez? Eso pueden esperarlo las otras dos hermanas, que ya han realizado sus vidas, pero no Irina, que todavía tiene la vida por delante y el futuro delante de sus ojos. Por eso cuando la tientan de casarse con Tusenbaj, el más feo de los hombres, pero con una buena posición económica, ella lo duda, pero la convencen de que la llevará a vivir a Moscú y ella acepta. A un casamiento sin amor ni pasión, que por otra parte él venía programando desde hace tiempo: tardó cinco años en decidirse a declarársele. Mientras tanto Maya tiene un romance a escondidas con el Barón Beryini, lo que le ilumina el alma y la hace refrescarse un poco del imbécil de su marido. Es por eso que se desespera y quiere morir por él, metiendo la cabeza en la valija con agua. "Lo amo, lo amo", grita a voz en cuello. Sólo que ambos están casados y para esa época eso supone un amor prohibido. "Las cosas sólo se aprecian cuando no se tienen", sentencia Olga. Y eso es cierto si vemos el transcurrir de la obra. Son tres hermanas con un pasar promisorio que podrían haberlo tenido todo de haberlo querido o de haber sabido elegir mejor, y se encuentran en cierto punto sin nada. Sólo se tienen a ellas. El amor que se profesan y que es incondicional. Y nada más.
Lo que impera en esa casa es el aburrimiento, el tedio, el ocio, viven una vida burguesa que no las conduce a nada. "¿Cómo puede vivir una chica que desayuna a las doce en la cama -postula Irina- sólo para pasarse otras dos horas vistiéndose". Otro elemento que sobresale en la escenografía es un gran péndulo, como síntesis y metáfora del tiempo que pasa dentro de ese gran vacío. Esa nada. Ese no saber qué hacer, que Olga lo rellena repasando sus cuadernos de clases e Irina con sus colores de óleos pintando una valija. El ocio está también representado en otra frase: "Es esta ciudad que nos devoró el corazón como una gangrena". Por eso es que aún tienen esperanzas de salir de allí. Luego a Olga le ofrecen el puesto de directora de escuela, Maya tiene a su amante y sólo queda el futuro para Irina, futuro que también se verá truncado de la forma más terrible. No hay salida para estos pobres cuerpos con alma que pugnan por una vida diferente y mejor, menos patética.
Y la más cruel de las frases queda signada para Irina: "lo peor de los sueños es despertar y ver que todo sigue igual". Porque Irina todavía está en la edad de soñar, de planificarse una vida, aunque todo quede truncado de la nada como el despertar brusco y violento.
El mundo de Chejov es así, sutil, convulso, violento, enamoradizo, amante y profundamente esperanzador. Es por eso que lo seguimos viviendo y compartiendo a través de esas obras inmortales. Y bienvenida sea esta versión de "Tres hermanas" y su revisión de la historia. Aunque ahora hablen de "vos" sigue siendo igual de efectiva. Y qué decir de las actrices. Que Alejandra Darín es talentosa no es ninguna verdad revelada, pero acá confirma una vez más su valía. Que su hija Antonia tiene un gran futuro es otra verdad de Perogrullo. Y que Maia Francia es muy hermosa y admirable está también de más. Resta decir que la dirección de Marcove es sutil y repara en el mínimo detalle (como eso de que anden todo el tiempo descalzas o con medias), que utiliza el menor de los gestos de cada una de las tres para enmarcar un mundo expresivo está también proclamado. Es una obra bella y conmovedora que llamo a ver en un momento de paz y calma para el espectador apurado. Y gracias nuevamente a Teatrix.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

viernes, 8 de marzo de 2019

Mi crítica de "Re Loca ¡Y me Encanta!" (Cine)

Oscar Wilde dijo cierta vez que quisiera escribir una obra donde el protagonista dijera siempre la verdad... pero que no pasaría con vida del primer acto... Algo parecido sucede en esta secuela de secuela: "Re Loca ¡Y me Encanta!", dirigida con muy buena mano por Martino Zaidelis, con guión propio. La lectura que conviene hacer de este film es si descubrir el verdadero yo, la real esencia de nuestras almas no nos convierte en un ser agresivo y repudiable que se llevaría mal con todo el mundo. ¿Cuáles son los límites del "sí mismo"? ¿No nos pareceremos al personaje de "Un día de Furia, aquella vieja película con Michael Douglass? ¿Será posible conciliar el deseo propio con los buenos modos, la delicadeza y la sutileza? Esta es la premisa de donde parte "Re Loca", la película del 2018 con Natalia Oreiro. Pienso que sin ella la película hubiese perdido efectividad y no hubiera llegado a los altos momentos en que se trepa. Vamos por el lado del humor, aunque sea absurdo, ligeramente grosero y con aires de slapstick, pero la Oreiro es tan buena comediante que nos hace olvidar de todas las flaquezas que pudiese tener la película.
Lo cierto es que a Pilar (Natalia Oreiro) todo le sale mal. La primera noche no puede dormir porque su esposo Javier (Fernán Mirás, cada vez más autoparódico) ronca como un oso con sinusitis y ella debe abandonar el lecho conyugal por el sillón del comedor. Llegada la mañana va a bañarse pero de la ducha sólo sale agua fría y debe soportar el chapuzón, es que su marido se olvidó de pagar el gas. Está al borde de cumplir los 40 y eso se lo señalan todos cuantos la ven y la pone de muy mal humor. Cuando va a sacar su auto para ir a trabajar nota que le dejaron otro auto atravesado, es el del vecino fiestero que se la pasa bailando, emborrachándose y metiendo ruido en la jarana vecinal. Cuando llega a la agencia publicitaria nota que su garage está ocupado y peor, cuando sube se desayuna que el auto que ocupa su lugar es de una youtuber quinceañera, Maia (Malena Sánchez) de gran popularidad en las redes que vive para filmar todo lo que hace. Entre otras cosas, participar de la publicidad de "la vaca de vacas", gran éxito que tuviera Pilar y su socio hace diez años y que ahora le piden recrear. La adolescente es pedante, autosuficiente y metida y da su opinión allí donde nadie se la pidió, pasando por encima de la cabeza del equipo que es Pilar. Para colmo su amigo Pablo (Diego Torres) va a casarse con Sofi (Gimena Accardi) otra insoportable que no tolera a Pilar y se lo dice en la cara. Sumado a esto el hijo de su marido se pasa el día con unos raperos y la destrata y la llama vieja, amén de mandarle una foto al celular de su culo peludo, lo que pone de gran fastidio a Pilar. Se encuentra con su amiga Valeria (Pilar Gamboa) y esta no hace más que hablarle de su novio y sus peleas, además de estar siempre pendiente del maldito celular. Y su psiquiatra (Diego Peretti), mientras ella le cuenta un sueño erótico que le da mucha vergüenza, ha aprovechado para ir al baño y dejar vacante su sillón de psicoanalista, para retomar luego y preguntarle si está tomando todos los medicamentos que le dio. Se suma a esto la constante agresión callejera de tantos automovilistas desubicados y piropos subidos de tono. Cuando vuelve a su casa está el gasista en la puerta de su departamento pidiéndole una firma, para decirle que no le abrieron y que ya es hora de terminar su trabajo... Todo está por explotar como una olla a presión. Es lógico que Pilar no aguante más. Y el hilo se corta por lo más delgado: la grúa le ha llevado su coche, ante la mirada del cuidacoches. A ella le da un ataque del corazón en plena calle y recurre a su amigo Pablo para calmar la ansiedad.
Pero cuando vuelve a la noche a su casa, caminando por el puente de la Mujer (justo en el Día de la Mujer se me ocurre ver esta película que trata de todos los horrores que padece una mujer por ser tal), ve a un hombre que arroja su saco al agua y parece querer tirarse él también. Fernando Salaberry (Hugo Arana). Pilar intenta "salvarlo", pero él le dice que no piensa tirarse, que está haciendo un ritual de sanación y le pregunta que qué la pasa a ella. Ésta le cuenta todas sus cuitas y él le dice que la va a ayudar. Y la ayuda haciéndole preparar dos brebajes uno consistente en leche, hojas de una rosa roja recién quemada y una gota de su sangre, mientras que el otro consiste en vino tinto, gotas de su orina y hojas quemadas de una rosa blanca. Debe tomar y vomitar enseguida este último y beberse el primero sin dejar nada. De paso le regala una medalla que oficia de talismán. Pilar realiza el ritual y, a la mañana siguiente es otra persona, mucho más vital, más enérgica y agresiva.
Empieza por no bañarse y lavarse sólo la cara, hablando con un lenguaje procaz e insultando al roncador y "´pedorro" de su marido y olvidándose de la dieta y de esos kilitos de más... Llega a la oficina y se enfrenta a su jefe con un tono amenazante y soez, en el cual le dice que prefiere renunciar antes de ser destratada de esa forma y pasada por alto por una quinceañera que va a suicidarse cuando deje de tener los seguidores que ahora tiene en el You Tube. No sin antes verificar que su estacionamiento está ocupado por el auto de ésta y romperle la ventanilla con su matafuegos y chocárselo, lo que provoca la histeria de la jovencita. Vuelve a su casa, en donde encuentra otra vez al gasista esperando y le dice que pase igual aunque se haya terminado su horario de trabajo, para encontrar al hijo de su marido en su cuarto filmando una película porno casera con su novia. Javier está embobado mirando la play que se compró y no se entera de nada. Ella echa al hijo con malos modos y le estropea una de sus pinturas (Javier es pintor) echándole baldes de pintura encima y acuchillándole la tela. Lo echa de la casa y le tira la play por la ventana, ante los ojos azorados de Javier y su hijo y amigos. El gasista por fin ha terminado su trabajo y lo despide con un dejo de ironía, para luego pasar a tirar todos sus antidepresivos. Cree haber descubierto a la verdadera Pilar que llevaba en sí misma. Se lo encuentra a Pablo y la novia de este la encara diciéndole que no la quieren ver más y ella le echa una perorata digna de Groucho Marx en versión arrabalera. Se encuentra con su amiga Valeria y le dice que ha renunciado a su trabajo, mientras la otra no deja de mirar su celular, hasta que por fin Pilar se lo sumerge en una jarra de jugo, mientras se va. Tiene peleas con un taxista al que le choca el auto y le da un fuerte cabezazo que lo deja fuera de combate. Se encuentra con su psiquiatra y le recrimina que ya le pagó el valor de una casa en honorarios y le hace tomar la pastillita que este le da, a la fuerza, para luego llegar a su casa y prepararse un porro de marihuana. Se encuentra con Pablo, quien tiene dudas de casarse o no, reflexionando sobre todo lo que ella le dijo, entonces lo besa fuertemente en la boca y como él no reacciona le dice que en realidad se merece a la mujer con quien se va a casar.
Pero todos estos desbordes la superan como persona, ya que ha perdido buenas amistades, un trabajo, un marido y la paz. Quiere volver a ser la que era antes, ¿Podrá? Encuentra en la medalla que le regaló Salaberry la dirección del teatro donde este trabaja y va a verlo para pedirle consejos...
Todo está narrado de manera muy graciosa, con la ductilidad que tiene Natalia Oreiro para la comedia, en donde sale ganadora. Y nos deja bien resuelta la película, viendo que todo puede volver a su cauce cuando la verdadera pasión y los verdaderos sentimientos están en uno y debe ser capaz de controlarlos y manejarlos: La película tuvo mucho éxito, más que su versión española, y nos deja pensando hasta dónde son convenientes los alcances de la veracidad y la revancha. Un muy disfrutable film del cual recomiendo su visión, ya que todos los rubros artísticos como técnicos son impecables.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



jueves, 7 de marzo de 2019

Mi crítica de "Mi Amiga del Parque" (Cine-2015)

Vi "Mi Amiga del Parque" después de un día signado por la fiebre, y la verdad es que este excelente film me hizo subir la fiebre de nuevo. No llega a las alturas paroxísticas de "El Inquilino", de Polanski, pero instala un sentido de paranoia que no tiene nada que envidiarle a esa película. El tema puede ser el resultado de los vínculos ocasionales ("uno no sabe con quién se mete"), el instinto maternal y las relaciones invasivas. Sí, porque todo comienza con la madre primeriza Liz (excelente Julieta Zylberberg) y su hijo Nicanor de apenas meses (un gran actor en ciernes: Andrés Milicich), quien es recomendada por su pediatra que frecuente el parque para que su bebé establezca vínculos con otros chicos de su edad. Y aunque estamos en pleno invierno, allí van Liz y NIca a enfrentarse con el mundo desconocido. Y el primer contacto que hacen lo realiza con Rosa (Ana Katz, también directora de la película, que se reserva el papel de villana) y su (aparente) hija Clarissa, coetánea con Nicanor. En unas hamacas, inocente juego que simboliza el hamacarse en la vida de Rosa, para pasar luego al sube y baja, otro símbolo del devenir Rosáceo. Enseguida se hacen amigas y lo primero que pregunta Rosa es si Liz tiene marido. Ella le contesta que sí pero que está en Chile filmando un documental sobre un volcán. Gustavo (Daniel Hendler, marido de Katz en la vida real) es el marido de Liz y se contacta con ella vía skype. Liz acaba de contratar una niñera/empleada, Yasmina (Mirella Pascual) que la ayudará con su hijo. Tiene mucho prurito en darle la mamadera ella pues no tuvo leche para amamantarlo y eso quedó como un déficit, así que quiere estar presente cada vez que su hijo tome la bendita mamadera. Justo acababa de ver nuevamente por Teatrix "Somos Childfree" (Casados sin hijos) y comparto verdaderamente la posición del personaje de Augusto (Gabriel Goity) ante el suplicio que significa tener bebés: significa no dormir nunca más en la vida, cambiar cantidades de pañales y no tener un hijo, sino un "chabón", eso que tenés ahí se va a convertir en un tipo... Algo por el estilo es lo que le pasa a Liz, madre "cuasi-soltera" que se tiene que arreglar sola para bañarlo, cambiarlo, darle de comer, llevarlo al parque y... pasarse toda la noche haciéndole upa.
Pero volvamos a la extraña amiga. Ya de entrada percibimos algo funesto en ese vínculo: cuando le pregunta si tiene auto, porque les puede hacer un gran favor a ella y a su hermana, llevándola a conocer a Saladillo a un novio que encontró por chat. Como cuando la invita a la pizzería y acepta la plata que le deja Liz pero se van sin pagar, y no le devuelve el dinero. Como cuando decide intercambiar el impecable saco que ostenta Liz por su campera gastada, con la promesa de devolverlos en una semana. Como cuando le dice que su hermana Renata tiene ciertos "problemas"... Todo eso hacen parar las antenas de Liz y depararnos a nosotros el peor de los finales. Rosa en invasiva, se invita a casa de Liz y hace pis con la puerta abierta, se mete a charlar con el marido de ella por la computadora o insiste para que hable por teléfono con su cuñado Lucho acerca de prestarle una sillita para la nena para el viaje a Saladillo.
Hablando con otras madres de la plaza, se entera Liz que tanto Rosa como Renata robaron el auto a uno de los padres para hacer un viaje a Mar del Plata, y que cuando este las denunció a la policía, a los dos días se lo devolvieron con disculpas. Renata logra meterse en la casa de Liz con la excusa de ayudarla con la limpieza Y ésta extrae un arma de la cartera de Renata (Maricel Álvarez), que resulta ser de juguete, pero con gran parecido con las verdaderas. Cuando Renata insiste para volver otro día a continuar con la limpieza, Liz le dice que no la precisa, que ya tiene quien la ayude, y ella le propina una contestación que es un verdadero desplante. Liz empieza a temer por su vida y la de su hijo, aparte de un robo del auto o de su casa, ya que ambas hermanas han invadido todo (en un momento alguien le pregunta a Rosa por su prima). Así nos enteramos que Rosa no es verdaderamente la madre de Clarissa, sino Renata, quien no tiene el más mínimo instinto ni amor maternal, eso queda implícito en la pelea que tienen a la bajada del taxi, al hecho de que a la niña la tenga siempre Rosa y al resultado de que Renata se quede a vivir en Saladillo junto a su amor pasajero dejando a su hija en manos de su hermana. Por supuesto que Rosa en ningún momento había desmentido su maternidad, es más, lo aseguraba como algo implícito y patológico. Cuando Liz vaya a echarle en cara varias cosas, lo primero que le enrostra Rosa es su falta de instinto de madre, a lo que ella contesta qué sabe ella que ni siquiera es madre. Eso pone una distancia fatal entre ambas, barrera que romperá finalmente Liz al ir a buscar a Rosa a la fábrica en donde trabaja para llorar acerca de lo que le dijo de su instinto materno.
Lo que hay que decir para completar la biografía de Liz es que trabaja en una editorial y además escribe, tiene una novela completada para la que un familiar le consigue una propuesta de un editor. Cuando sucede esa reunión es cuando se produce la mayor tensión del film. Liz ha dejado a su bebé con Rosa en el jardincito donde transcurre la reunión y en un momento estos desaparecen, otorgándole a Liz el mayor momento de desesperación de su vida...
La dirección de Ana Katz ha sido impecable, dando el tono exacto de paranoia a toda la película, y tiene la costumbre de filmar a los personajes caminando de espaldas (tal vez heredada de los hermanos Dardenne), para establecer un abismo emocional con ellos, muy efectivo. Las actuaciones son de primer nivel, tanto Julieta Zylberberg, siempre impecable y muy distinta a sus trabajos anteriores, acá convertida en una madraza amorosa y emotiva, como la propia Ana Katz, que, como dije al comienzo se dejó el papel más desagradable para ella. Todo en su concepción ayuda a vestir al personaje, desde sus mínimos gestos hasta la ropa que lleva puesta hablan de esta mujer con doble vida y nada confiable destinada al fracaso. Son los dos papeles protagónicos, pero también está muy bien Maricel Álvarez como esa Renata impulsiva, fea y desgreñada que se cree con ínfulas de mujer superada. Una película para disfrutar y estremecerse y (por qué no), pensar, del principio al fin.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



martes, 5 de marzo de 2019

Mi crítica de "El Amor menos Pensado" (Cine)

La ruptura de la pareja debe ser uno de los temas más transitados en el cine y uno de los más dolorosos para la vida de cualquier ser humano civilizado. Es lo que les pasa a Ana (Mercedes Morán) y Marcos (Ricardo Darín), después de estar casados 25 años y haber criado a un hijo, Luciano, que comienza la película yéndose a estudiar a España, lo que provoca el primer cimbronazo existencial para los padres, el "síndrome del nido vacío" y todo lo que eso conlleva. Pero él se ha establecido bien en el Viejo Continente, compartiendo habitación con una chica vietanmita de quien pronto se enamorará. Marcos es profesor de literatura latinoamericana en la universidad y Ana en psicóloga que trabaja supervisando entrevistas de amas de casa aburridas, por ejemplo. Marcos es el subversivo de la familia, un escritor revolucionario siempre unido a la causa del pueblo y a los movimientos sociales, pero en realidad -como se lo echa en cara Celia, su última pareja (Andrea Pietra)-, es un amante del status quo, un tipo ordenado y obsesivo que anula cualquier posibilidad de cambio. Aunque se muestre feliz de la vida que su hijo, en peregrinaje por VIetnam se instale en casa de una familia marxista, comunista y maoista. Ana es más relajada, pero su vida hace un click cuando piense para qué acumulan tantas cosas: sillas, muebles, sillones, máscaras tribales, tazas... Que sería un pensamiento más acorde en Marcos, primer entusiasta de juntar cosas.
La pareja de ellos dos parece funcionar a las mil maravillas, no discuten, se comprenden, se llevan bien, y cuando él le pregunta a su mujer qué siente por él, ella le contesta que se siente contenida, amada, protegida, respetada y él otro tanto. Pero parece que todo eso no alcanza, por lo menos es la conclusión a la que llegan después de haber asistido al cumpleaños número 55 de Edi (Luis Rubio), casado con Lili (Claudia Fontán), pareja íntima de ellos dos, que se declaran mutuamente su amor y que ostentan comprensión, cariño, mantener la armonía universal y ejercitar un buen sexo en todos los momentos. Pero claro, Edi tiene una amante joven, Antonella, desde hace 9 años, con la que sólo "es sexo", y que no debe cruzarse con su querida mujer. Pero quiere las delicias de Instagram que una foto en donde se ve a los dos amantes sonriendo felices en Cariló, llegue a ojos vista de Lili y todo se vaya a la basura. Ella le declara la guerra a él y éste, destrozado sólo piense en volver con su mujer, aunque luego opte por armar una nueva vida con su novia. "Se los ve felices", en la foto, dice Marcos, "la felicidad es la peor pornografía".
Y así como así, de la nada, Ana y Marcos deciden separarse porque "no están enamorados". Cada uno se va por su lado y comienza a tener nuevas relaciones, Marcos saldrá con Bárbara (Andrea Politti), una ortodoncista prestigiosa y depravada que, en la barra de un restaurante le dice que "ya está empapada" cuando él le dice una chanchada al oído, para luego desmayarse en el baño; está Milagros (Mariú Fernández) una guitarrista rockera callejera que insiste en convivir con él, aunque éste no quiere y finalmente Celia, quién instala su biblioteca en casa de Marcos y se separan por pavadas. En el caso de Ana, saldrá con Fabián (Gabriel Corrado), un ex compañero de la secundaria que siempre supo que terminaría con ella, aunque la cosa no pase de ahí; Anselmo (Juan Minujín), un perfumista tan sofisticado como exhibicionista y drogón, a quien nada la une, salvo tener sexo constantemente y finalmente Eloy (Jean-Pierre Noher), un tipo obsesivo y amante de la quietud, con quien convive y que será el que más le duró, un hombre pacífico y comprensivo que será el primero en darse cuenta que ella extraña a su marido.
Está también Cora (Claudia Lapacó), la madre de Ana, quien a los 82 años se ha vuelto a enamorar y piensa casarse con Ioshi (Chico Novarro) y anda por ahí Rafael (Norman Brisky), el padre viudo de Marcos quien le dará una gran lección de vida en apenas un relato que nada tiene de marxista. Como ven, el elenco es basto y generoso en nombres de personalidades, y entre los productores de la película encontramos al mismo Darín y al "Chino" Darín. Se ve que se han preocupado de rodearse bien...
Pero no todo es maravilloso en la vida de solteros de Ana y Marcos, hay mucho de desamparo, de soledades no compartidas. Tal vez el peor momento sea el de vender la casa conyugal, y deshacerla, conviviendo con recuerdos y un arpón que simboliza a "Moby Dick" (con cuyo prólogo se inicia la película y Marcos dice estar plenamente identificado con él y ser el que marcó el rumbo de su actual separación), que se niega a despegarse de la pared que lo retiene, tal vez como ese cable a tierra que los une todavía a un departamento que hicieron con todo su amor y que se niega a ser vendido. El baile ocupa un lugar preponderante en la vida de Ana, ha empezado a tomar clases de bachata, merengue y todo cuyo ritmo sea latinoamericano, tal como lo expresa Marcos, de unión con nuestros hermanos del cono sur. También la salvará el baile de un momento de depresión en casa de su madre, cuando Ioshi ponga más fuerte la radio y se entregue a la danza y con él las dos mujeres.
Las relaciones con el hijo son vía skype, y son buenas (Marcos se entera de todo lo de Ana por medio de él, antes que ésta se lo cuente), hasta que Luciano decida dejar de estudiar para irse de mochilero a recorrer mundo, lo cual destruye a Ana quien siente que les debe una deuda de gratitud por haberlo mantenido durante 24 años y así les paga... Marcos es más comprensivo y adora que su hijo se vaya por ahí a conocer culturas comunistas. Es lo que desata la ira entre ambos ex esposos y lo mismo que los une en un abrazo. Todos son muy abiertos a la hora de aceptar la pareja del ex cónyuge, pero no pueden dejar una mordacidad natural en los comentarios.
El final vendrá a poner las cosas en su lugar y se mostrará como muy esperanzador y les regalará un nuevo comienzo.
Todos los actores están muy bien, no obstante estar atados a un guión de hierro, que no permite las salidas brillantes y cancheras tanto de Darín como de Morán, a las que nos tienen tan acostumbrados en sus films. Si bien la película se deja ver con una sonrisa en los labios y es amable y beatífica, no explota la carcajada tan a menudo establecida en las actuaciones de estas dos estrellas. El director Juan Vera realizó un trabajo pulcro y honesto, no obstante excederse un poco en el metraje (la película dura dos horas diez minutos), lo cual conspira en favor de la atención que podamos sostener. Pero más allá de este reparo, es una película estupenda que habla sobre los vínculos que sostenemos a diario con nuestros allegados (esposas, amantes, madres, padres, amigos) y permite bucear a fondo en estas relaciones. Óptima para ver y discutir al término de su visión.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).