martes, 30 de enero de 2018

Mi crítica de "Present Laughter" ("Risa Presente"- Teatro- Broadway)


Noel Coward sigue siendo el prototipo de comediante que puede combinar una bata con el moño del smocking: así de refinadas son sus comedias y a pesar del tiempo que llevan escritas siguen surtiendo el mismo efecto reidero en el público. Esta que nos convoca hoy ha sido presentada recientemente por Teatrix y  es una gran actuación de Kevin Kline al frente de un elenco igualmente solvente. No hay nadie que desentone en esta decena de actores, todos cumplen con el cometido máximo de todo actor: hacer reír, provocar la carcajada. Como decía el gran Nietzsche: "¡Y que sea falsa para nosotros toda verdad en la que no haya habido al menos una carcajada!" Esta obra, Coward la escribió en 1939, antes de que estallara la Guerra y la estrenó recién en 1942, a pedido de Churchil para cumplir con su labor en la contienda: hacer reír a los soldados. Y la escribió como una especie de autobiografía y hasta se animó a representarla él mismo en el momento de su estreno. Muchos otros actores la hicieron suya con gran éxito, entre ellos los grandes Albert Finney, Peter O'Toole, Simon Callow e Ian McKellen. Ahora se luce Kevin Kline en el papel de Garry Essendine, ese actor exitoso que parece que todo en su vida es actuación, todo es impostura, tonos de voz, algún parlamento de una obra aprendida, sentimientos vacíos y el nulo compromiso con cualquier carga afectiva. Es una obra con metatexto: porque estamos hablando de un actor que sobreactúa en el escenario, y para hacerlo más visible, el actor que lo interpreta, lo sobreactúa en la obra, mérito en este caso de Kline y de la mano magistral de Moritz von Stuelpnagel, que forzó su mano conductora allá por Broadway. Y movió los hilos para que todo este mundo de marionetas respondiese al milímetro en el plan urdido por el autor y por él para llevar a cabo tan costoso emprendimiento. Debo decir que no vi muchas obras de Noel Coward, tan sólo ésta y la que presentara Inés Estévez hace tres o cuatro temporadas en nuestros escenarios ("Otra forma de vida") la cual me aburrió mucho y me pareció francamente intolerable. Por eso estaba mal predispuesto para ver ésta, pero debo decir que me reí con ganas y me satisfizo por completo.
La trama gira en torno de un actor (Garry Essendine), petulante, artificioso, grandilocuente, aparatoso y muy seductor e insoportable a la vez, que está por dejar un éxito de cartel para emprender una gira por África con la módica cantidad de seis obras. Pasará de todo en esos días previos, lo que lo llevará a un autoexamen de conciencia y a empezar a dejar caer caretas y poner la verdad sobre el tapete. La obra comienza con una veinteañera, Daphne Stillington (Tedra Millan), quien sale a la mañana en pijama de la pieza de huéspedes, después de haber pasado la noche con Garry quien le juró amor eterno como quien recita el padrenuestro. Ella está perdidamente enamorada de él, pero este la manda de vuelta a su casa. Para controlarlo y censurarlo está su cohorte de secretaria, Mónica (Kristie Nielsen), su mucama alemana que parece haber sido la sirvienta de Hitler, Srta Erikson (Ellen Harvey, genial), su mayordomo Fred (Matt Bittner) y su ex esposa Liz (Kate Burton). Todos ellos allí para marcarle su actuación y vanidad en la vida tanto como sobre el escenario. Pero se rumorea que Joanna (Cobrie Sinuldess), esposa del productor de Garry, Henry (Peter Francis James), lo engaña con su director, Morris (Reg Rogers) y es su ex esposa quien tratará de sacarle de mentira verdad a Morris y que confiese todo. Todos detestan a Joanna porque la consideran una seductora trepadora que no se detendrá por nada por acumular poder. Lo que nadie sabe es que una noche que fingirá haber perdido las llaves de su casa, se presentará en la mansión de Garry para seducirlo a él, aprovechando que su esposo está de viaje, diciéndole que él es su único amor de verdad y que se casó con Henry para poder llegar a él. Por supuesto pasarán la noche juntos y Garry le jurará amor eterno y le dirá que es la mujer de su vida, cuando momentos antes se detestaban y no podían soportarse el uno al otro. Es ya tradicional cómo falsean los actores (hago mea culpa, los hombres en general) sus sentimientos con tal de acostarse con una chica linda (somos capaces del mayor de los piropos o elogios por recibir los favores en la cama de una mujer... somos una basura, en fin...) (Como si las mujeres no lo hicieran también... ya parezco los Pimpinela a esta altura).
Pero sigamos con la historia, todo se complica cuando llega Mónica a su trabajo, la Srta Erikson y el bueno de Fred... y la ex esposa de Garry quien no puede creer que Joanna haya dormido con él, sabiendo que es la mujer de su amigo y que en verdad le tenía bronca. Hay más, un joven autor de nombre Maule, interpretado por un indio, Bavesh Patel, que es uno de los grandes hallazgos de la obra. Con una carga de locura inusitada y gran fanatismo por Garry, viene a ponerlo en su lugar ofreciéndole su obra para que él la interprete, cosa que éste rechaza por ser una obra deficiente. Pero Maule le dice que el escribe para el teatro del futuro, que Garry está acostumbrado a hacer obras mediocres pero comerciales, que le han llenado de fama y de dinero pero que no sabe apreciar los valores de un buen texto. Garry también se defiende, diciéndole que empiece de abajo, que escriba veinte obras y que cuando la número veintiuno sea representada todas las noches en un teatro venga a convocarlo. Esto lleva al paroxismo de la locura y la admiración a Maule que no se amedrenta por tocarle el timbre cuantas veces crea necesario y hasta de sacar pasaje para acompañarlo en su gira por África. No es el único que lo hace. También Daphne, que se ha presentado de nuevo en casa de Garry, ahora como la aspirante a actriz, sobrina de la benefactora  sra. Saltburn para captar su atención, ha decidido acompañarlo a África y ofrecerle amor incondicional. Garry, con sus casi 47 años desperdicia la oportunidad de aceptarla y prefiere la soledad a una compañía que no necesita. También Joanna se ha ofrecido a acompañarlo en su viaje y finalmente, Liz, su ex esposa. La última hora de comedia es un desquicio de timbres que suenan, personajes que se acumulan en la sala de Garry, confusiones, arrebatos, confesiones varias y caídas del pedestal de varios santos. Uno no puede dejar de reírse con ganas con ese juego de puertas del más franco vaudeville francés y corridas y desencuentros y escondidas varias. Tiene muy buen ritmo esta producción y si bien todos los trabajos son excelentes, descuella por sobre todos la labor de un Kevin Kline cada día más sabio y más entendido de su profesión (desde su labor en "La decisión de Sophie" -1982- hasta la fecha, nunca ha defraudado, y es uno de los grandes del cine y del teatro norteamericanos). El final no provocará menores carcajadas, siempre abriendo una puerta para algo distinto en la vida de Garry. Repetimos, es una obra a la que no le pasó el tiempo, y que si bien se debe haber aggiornado un poco, se puede ver con beneplácito durante los 138 minutos que dura la exhibición. Les recuerdo para los que quieran verla, que cliqueando en el "Ver Obra" pueden acceder a la obra completa.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

domingo, 28 de enero de 2018

Mi critica de "La Rueda Maravillosa" (Cine-Woody Allen)

Mi crítica de la última de Woody Allen no se aleja ni del asombro ni del lugar común. Explico. Woody  parece afianzado desde hace un montón de años en un territorio al que prefiere: el drama por sobre la comedia. Pero resulta que él era excepcional para transitar por aquellos guiones disparatados, de rápida contestación, altamente efectivos y muy cómicos, en donde se notaba que estaba su veta artística, que se movía como pez en el agua y que no le costaba ningún esfuerzo. Pero siempre consideró, como género, a la tragedia como superior a la comedia. Por eso en estos últimos años no hizo ningún esfuerzo y se limitó a plantear, no sin cierta imaginación, dramas familiares con los que parece que eleva la vara. Y mi grado de acercamiento al lugar común es porque ya no produce asombro en su público, ya no resulta nuevo ni remozado el material que nos presenta. Por eso es que "La Rueda Maravillosa", si bien presenta una vuelta de tuerca más sobre las relaciones afectivas puede tener mucha semejanza a su última "Blue Jasmin" o a la memorable "Crímenes y Pecados". Si bien ya se corrió un poco de su tan transitado crimen perfecto y nunca descubierto, los entramados de romances y engaños que nos presenta, tampoco son nuevos.
La acción transcurre en un parque de diversiones del Coney Island, igual que 40 años atrás situaba el comienzo de la maravillosa "Annie Hall" (1977), como su propia biografía de un niño que había nacido y criado bajo la montaña rusa del Coney Island, lo que determinaba su carácter como un poco nervioso. Ahora todo es diferente, si bien hay un chico, el hijo de Ginny (la maravillosa Kate Winslet), Ritchie, que es piromaníaco, le gusta provocar incendios, única nota que bien mirada puede ser el efecto cómico de la película. El matrimonio formado por Ginny y Humpty Javelin (Jim Belushi) vive en esa feria de diversiones del Coney Island, y mientras él es el propietario de la calesita, ella padece sirviendo mesas en un restaurante instalado allí mismo. Los caracteres de ambos no son nuevos para los seguidores de Woody: él es un tipo desagradable y violento (por ratos tierno) que no desentona mucho con el marido de Cecilia en "La Rosa Púrpura de El Cairo"; ella es una neurótica consumidora de aspirinas y psicofármacos a quien le duele la cabeza constantemente y está de mal humor, y como si fuera poco tiene su botellita de whisky siempre a mano. Ellos fueron la segunda elección romántica para ambos, mientras ella engañaba a su primer marido quien la amaba de verdad y decidió alejarse y dejarla con un hijo, Humpty es viudo de su primera esposa la que le dejó una hija, Carolina (Juno Temple), que aparece después de cinco años de no hablarse con su padre cuando empieza la trama. Sucede que viene huyendo de los gángsters que mataron a su marido, Frank Adano, y que como ella contó cosas jugosas a la policía, ahora vienen por ella. Y no tiene mejor idea que unirse a la familia de su padre.
El comienzo de la película marca un quiebre con toda la producción anterior de Woody Allen, nos sitúa en un lugar de playas, a pleno sol (ya sabemos que él odia filmar con sol, apareciendo en sus films sólo días nublados de otoño o invierno) y en pleno verano. Allí conocemos al cuarto personaje de la historia y principal motivo de discordia entre las dos mujeres: Mickey Rulin (Justin Timberlake), un "salvavidas" (atención a esta palabra porque la ejercerá en más de una función) de playa con aspiraciones a dramaturgo, quien decide narrar todo lo que vemos, incluyéndose como personaje de esta "telenovela". Tiene un romance con Ginny (que ha cumplido los 40, cuando él no la alcanza ni remotamente), a quien le promete rescatarla de su marido violento, del que Ginny aprendiera todo lo que "no" es el amor, llevarla a conocer tierras exóticas y darle una vida de ensueño. Estamos a mediados de la década de los 50 pero los romances extramatrimoniales ya venían bien aceitados para entonces. Con Mickey Ginny conoce efectivamente todo lo que es el amor y se hace ilusiones de una vida mejor.
Pero aparece Carolina en su vida, y mientras aprende el oficio de camarera junto a ella, se dedica a tomar clases en la escuela nocturna para profesora de inglés con el dinero que su padre ahorra para ella. Y se mete en la vida de Mickey, a quién deslumbra con su juventud y belleza. Tiene 26 años contra los 40 de Ginny. Un apartado merece expresar la tristeza de ver tan desgastada a Kate Winslet, quien supo ser una belleza de otrora. Todos la recordarán como la "chica de Titánic", pero también fue bella en otras películas como "Criaturas Celestiales", "Sensatez y Sentimientos", "Jude", "Humo Sagrado" y "Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos", por nombrar sólo unas pocas. Acá está muy avejentada (no sabemos si es por el papel o porque verdaderamente está así), recordemos que este fue el primer nombre que se barajó para "Match Point", reemplazándola Scarlett Johansson, porque para ese momento había sido mamá. Pero volvamos a nuestra película. Aparece Carolina y le mueve el piso al tunante de Mickey quien se demuestra enamorado de ella. Acá podemos hacer una comparación con "Disparos sobre Broadway", ya que él reconoce que a él le tocó vivir en un mundo de letras mientras que ella vivió la vida con intensidad al estar casada con un mafioso que le hizo dar la vuelta al mundo y frecuentar los lugares más caros, plena de emociones y de sensaciones, como el autor y el gángster/autor de esa película también de Woody de 1994.
Finalmente plantará a Ginny logrando que esta se descontrole y hasta piense en el suicidio. Pero llega el momento en que los gángsters vienen a por Carolina, y ella se encuentra en una encrucijada donde decidirá por su propio revanchismo y sus celos, llevando todo al peor de los resultados. "Somos los constructores de las decisiones que tomamos en nuestra vida", decía el profesor Levy en el final de "Crímenes y Pecados" (1989). Así será el final amargo de esta amarga película de un hombre que en otros momentos de su vida nos hacía partir a carcajadas con una frase salida de su propia inteligencia.
Un capítulo aparte debemos dedicar a los decorados de Santo Loquasto (viejo seguidor de Woody), de quien dice Ginny al principio de la película que anteriormente su casa fue un circo, al que debió remodelar. Esto define bien lo que hubiese sido la película en otro momento. Porque con el entramado amoroso y los engaños y contrastes, bien hubiese dado para un circo de tres pistas. La magnífica dirección de fotografía de Vittorio Storaro, aquel mítico iluminador de Bertolucci y de tantos grandes de la cinematografía italiana, hace un verdadero disfrute de cada escena, tanto las soleadas y saturadas de playa como las interiores, siendo destacada aquella del interior del auto en una tarde lluviosa, ya que da el toque justo de esa resolana húmeda que impregna el ambiente. Es otra de las innovaciones de Woody, un hombre que no se cansa de probar cosas nuevas, a sus jóvenes 82 años, siempre listo para la acción. Por lo tanto, el film no me decepcionó, pero tampoco me provocó gran entusiasmo. Tal vez con el paso de los días lo revalorice.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

sábado, 27 de enero de 2018

Mi crítica de "Abalou Bangú 2-La Fiesta" (Teatro-Brasileño)


No sé, francamente cómo hay quien soporte esta obra. Y Teatrix tuvo la bondad de presentarnos, bajo la producción brasileña "Cennarium" esta berretada. Digamos en principio que parece ser la segunda parte de un éxito anterior, ya que esta se llama "Abalou Bangú 2-La Fiesta", lo que nos hace sospechar tremendamente que hubo una "Abalou Bangú" primordial, que llenó de plata a los bolsillos de su productor y exigió una segunda parte que, como sabemos, nunca fueron buenas (con la excepción de "El Padrino 2"). Esta obra pertenece en texto y dirección a Flávio Marinho y está grabada en el Teatro dos Quatro, en Río de Janeiro en el 2011. Parece que el público de Río es mucho más participativo, pues festeja cada embiste de este desastre con sonoras carcajadas y el saludo final con amplios aplausos y hasta chiflidos de placer. Ya me parecía a mí que el público de Brasil está muy alejado con el teatro de verdad.
Esta es una comedia delirante, todo el tiempo gritada a los límites aceptables para el oído humano y muy sobreactuada, lo que convierte el producto en "una" de Sofovich o de Enrique Carreras. Se me dirá que "Esperando la Carroza" también está gritada y sobreactuada, pero es que allí nos encontramos en el teatro del grotesco, y esto de grotesco no tiene nada salvo sus características exteriores. La trama presenta a una pareja que cumple sus 40 años de casados, María Elvira (Cristina Pereira, insufrible) y Mauricio Octavio (Paulo Goubart, insoportable) y que ante la ausencia de sus cuarenta invitados por un brote de gripe, deben festejarlo sólo con la pareja de vecinos gay, Carlos y Silvio (Renato Rabelo y Luciano Borges), tan afectados como ellos, aunque en un tono un poco más decente. Y esa es la síntesis de la obra. Porque medular, no hay nada más. No hay nada que nos permita hacernos preguntas, salvo ¿cómo se soporta una pareja así durante 40 años? Respuesta: Porque son iguales. Hay sí una moralina sobre el final de la obra sobre el amor conyugal, y qué sería el uno sin el otro y que si muriera uno el otro debería morirse inmediatamente. Y frente al matrimonio compuesto por los dos hombres se reflexiona que cada uno elige su propia familia y la arma según sus posibilidades y sus circunstancias, y que los gays pueden ser tan buenos esposos y padres (están planeando en alquilar un vientre para combinar sus espermas y tener un hijo propio) como cualquier pareja heterosexual. Ah, qué alivio saber todo esto. Realmente, después de los amores homosexuales de Sócrates y Platón, no se había descubierto en el mundo una verdad tan reveladora como esta.
Pero ¿por qué tiene que ser todo gritado y actuado como si estuvieran haciéndolo para millones en un estadio de fútbol? No le encuentro explicación posible, salvo que el autor y director estaba un poco fumado con esos porros que fuman los gays y convidan a María Elvira, que los hace pasar de rosca y reírse de todo con la naturalidad de quien se ríe de un chiste bien contado, sólo que exacerbada por los efectos de la marihuana a gran escala. Y el público también debe haber consumido lo mismo, porque reírse de este despropósito habla muy mal de la cabeza de los brasileños. Es cierto que hay un montón de chistes para el consumo interno y de actualidad, como decir que están gobernados por una guerrillera, refiriéndose a Dilma, o aquel chiste de las copas que venían con la revista "Caras". Los demás chistes son indescifrables para mí, que no estoy empapado de las minucias brasileñas. Sólo nos enteramos que  Bangú es un barrio, al parecer de baja categoría, de donde proceden estos personajes ahora instalados en Copacabana en un piso de lujo del que son muy caras las expensas. Carlos se lo hace notar a cada rato a Mauricio Octavio, a la sazón, administrador del edificio.
Sabemos también que Copacabana se ha convertido en un lugar inseguro, de acuerdo al robo que sufre María Elvira al principio de la obra y que el pillaje y el raterío son moneda corriente en ese punto de nuestros vecinos latinoamericanos. El matrimonio formado por María Elvira y Mauricio Octavio tiene un hijo, Felipe, casado con una tal Monique ("es nombre de travesti", declara abiertamente María Elvira), quien lo lleva de las narices y que por una gripe de ella, él no concurrirá a la fiesta de aniversario de sus padres. Felipe es un pollerudo sin más ni más, y así lo hacen ver sus padres cada vez que mencionan a su "querida" nuera. Así, la lista de cuarenta invitados se completa con todos los "muertos vivos" parientes de la rama de María Elvira, sin dejar decidir a su marido a quien quiera invitar. Él se decanta por Judith, una prima de su esposa que según dice es hermosa, porque fue tercer finalista "Miss Bangú 1968", aunque su esposa se refiera a ella como "prostituta". Es también de remarcar que María Elvira estuvo ese mismo año entre las quince finalistas del "Miss Bangú" y que cuando se le preguntó qué esperaba del mundo ella contestó "la paz mundial"... Así de superficiales son los pensamientos de María Elvira (que en su momento supieron conquistar a Mauricio), y así de superficial es la obra toda. Levanta un poco de vuelo cuando nos ponemos a examinar la conducta de la pareja de hombres, de los cuales uno es enfermero "diplomado" y el otro actor (no pasó de extra de teleteatros y  ha sido convocado para algún comercial). Es muy efectivo, sí, el paso de baile que entablan ellos dos en un momento y que arranca aplausos de la platea, sin haber agregado nada a la textura dramática de la obra.
Las actuaciones (lo repetimos) están al borde de lo exasperante. Cristina Pereira, con su kilos de más y su voz de cotorra ronda lo patético (no el personaje, sino la actriz) y Paulo Goubart no se conforma con gritar a la par sino que además pone caras de extraviado mental que hacen juego con lo deslucido de su papel. Los que salvan bastante la plata son los muchachos, que salvo, algún indicio de posesión demoníaca que los lleva al paroxismo, juegan casi decentemente su rol de homosexuales asumidos con su batir de palmas, sus genuflexiones y sus piquitos exabrúpticos, creando dos personajes entrañables dentro de tanto desborde. Lo demás es aire.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

jueves, 25 de enero de 2018

Mi crítica de "Popcorn" (Teatro-Brasileño)


Ahora Teatrix nos acerca esta comedia dramática salida de la pluma brasileña del autor Jo Bilac y dirigida por él mismo junto a Sandro Pomponent en el teatro Nair Bello, de San Pablo, en el 2014. El elenco de actores y actrices son cinco, pero no sé a qué personajes pertenecen pues no figuran en el programa y son francamente desconocidos para mí. Ellos son: Alessandra Colasanti, Mabel Cezar, Maria Maya, Ricardo Santos y Viniciús Ameiro.
Las preguntas que surgen de esta obra podrían ser: ¿Quién es el verdadero autor de una obra, el que la escribe o quien se apropia de ella, haciéndola suya al reescribirla?, ¿Hasta dónde llega la autoría cuando nos ponemos en manos de otra persona? y, más profundamente, ¿Cuál es el origen de una ficción? ¿Sirven los materiales "caseros" para inspirarse o hay que darle una vuelta de tuerca para enriquecerlos? A todo esto nos lleva "Popcorn" una obra que tiene bastante de comedia pero que al ser recibida muy fríamente por el público del teatro (faltan risas, entusiasmo, aplausos) nos contagia a nosotros, virtuales espectadores, esa apatía por lo que está pasando, hasta el punto de volverla "pesada". Debo reconocer que el público brasileño es muy mal público de teatro ya que no acompaña a sus actores con la devolución correspondiente (sólo se escuchan risas cuando el personaje que hace de la actriz, dice que se va a fumar un porro y saca de su cartera un kilo de "hierba" para prepararlo).
Hasta entrados los primeros cuarenta minutos no sabemos bien de qué va la obra. Si ya sabemos que hay una actriz que ha recibido un premio y que escucha palabras pronunciadas por otra actriz en iguales circunstancias, sabemos  que Marcia, hija adoptiva de Octavio y hermana de Marcos y cuñada de Roni, ha escrito un libro de éxito y que serán visitados por la actriz. Estos son básicamente los cinco personajes de la obra, hay otro que permanece en tinieblas, Media, que a la postre nos enteramos que es ex esposa de Marcos y que convive bajo el mismo techo con Marcia y su padre. Marcia ha sido adoptada de niña por Octavio y Leila, quienes no podían tener hijos, al tiempo Leila quedó embarazada de Marcos y a un tiempo más se tomó las de villadiego sin dar explicaciones ni a su marido ni a sus hijos. Sabemos también que Leila era actriz y que fue quien pronunció las emotivas palabras que a Saubara O'donnor (la actriz de telenovelas) le parece escuchar cuando recibe su premio.
El tema es el siguiente, Marcia escribió un libro llamado justamente "Popcorn" que cuenta la historia de su familia con algunos retoques (el padre pasó a convertirse de Octavio en Olivia y su hermano Marcos pasó a llamarse Borges, tal vez porque también escribe) y este libro ha sido comprado para llevarlo al cine con la actuación estelar de Saubara, quien hace suya la historia y se da el lujo de reescribir el libreto cambiándolo casi todo, el personaje central pasará a llamarse Alessandra y será quien reemplace al de Marta, protagónico del libro. Marcia, al ver destrozada su obra tiene un ataque de furia y retira a Saubara la potestad para encarar el proyecto. Pero la venta y contratación de los actores ya está hecha, así que es un caso perdido la rebeldía de Marcia.
Realmente Saubara no tiene ningún derecho a meterse con lo que Marcia estima una obra de arte y ella lo califica de simple "manual de autoayuda", tan disparatados son los retoques que piensa hacer, como la escena con la que se presenta en la casa de la familia. Ella llega llorando, completamente trastornada, diciendo que se había comprado un auto nuevo y toda la naturaleza empezó a apoderarse de ella mientras conducía, esa naturaleza se fue transformando hasta convertirse en toda Latinoamérica, luego los conflictos de Israel y Unión Soviética, hasta convertirse en el planeta mismo, el sistema solar y por fin la Vía Láctea, hasta que se detuvo porque había atropellado a un hombre y estaba rodeada por gente que la llamaba "asesina, asesina". Pareciera que se hubiese fumado un porro más grande que el ya enorme que se fumó en presencia de Octavio no bien comenzada la obra. Presa del llanto y la angustia... Pero no, es una actuación que ella ideó y que decidió incorporar al guión de la película sobre el libro de Marcia. Todos la aplauden muy conmovidos  menos la autora, que ve desvanecerse su poder de autoría en el aire.
Debemos decir que en la familia de Marcia todos escriben: ella ha dado como por casualidad con el éxito de este best-seller que era su primer intento con la literatura, su hermano es el escritor "serio" de la casa, con una infinidad de libros publicados y que ahora escribe uno que trata de la "energía oscura", y Octavio es columnista de un diario, ocupación que no le ha dado tiempo para leer el libro de su hija. Un libro es como un hijo, vaya si lo sabemos los que escribimos, y cada cual le pone y le saca lo que quiere, le da la forma, maneja los personajes y los materiales a su gusto, pinta conceptos, ideas e intuiciones (al decir de Kant), y que esta potestad de paternidad nos sea arrebatada por un mero interés comercial nos afecta profundamente. Más todavía si quien se apropia de nuestras ideas es una simple aprendiz, cuyo único mérito es ser actriz de teleteatros, que no conoce el oficio de guionista, nunca se ha asomado a un escenario ni a las cámaras del cine. Sin contar que en el libro de Marcia se hace mucha referencia a la palabra "origen" pero no en el sentido de la concepción sino en el de "original" (que sin embargo tienen una raíz en común y significados, si los rastreamos, más bien parecidos).
Otra confusión que se da es cuando Octavio le confiesa a Saubara que está casado desde hace 17 años con Hércules... sólo que Hércules es un perro que está llegando al final de su vida, ha perdido los dientes y deja toda la sala destrozada. Confusión que queda sin aclarar.
En principio, los personajes están bien delineados y bien adjudicados: Saubara, la actriz voluptuosa y exuberante, alta, corpulenta y muy maquillada, contrastando con el de la más pequeña Marcia, una mujer bien formada y bella pero sin atributos especiales, más bien una mujer común, de carácter tímido y reservado que no obstante sabe pelear como una leona cuando le tocan su "cría". Marcos está correcto, salvo que no sabe moverse en escena y hace movimientos muy poco armónicos (eso que tienen una asesora de coreografía, tema que en Brasil se le presta mucha más atención que acá) y la que sobresale es esa Roni, mujer joven, delgada, de ropas sensuales y minifalda corta y botitas, que dejan ver sus hermosas y largas piernas. Maleducada, deslenguada, atrevida, metida e inconveniente quien provoca la mayoría de los desmanes que se suceden en la relación Marcia-Saubara. Octavio no está del todo bien escogido, podría haber sido un poco mayor para acentuar la diferencia de edad con su hija, quien por momentos creíamos la esposa. Marcia tiene un ex esposo, Sergio, que no aparece en escena.
La obra nos deja a medias, si bien nos hace reflexionar, pero su material para la risa es insuficiente, o está maltratado por el público, como ya analizamos antes, pero se deja ver... si no caen en el sopor total antes de que expire su hora cuarenta. Y recuerden que pulsando el "Ver Obra" pueden acceder a ella.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

domingo, 21 de enero de 2018

Mi crítica de "Voley" (Cine-2014)

Extraño deporte el voley. Pareciera ser que es uno cuyas reglas son de lo más fáciles, se trata de poner la misma cantidad de gente de un lado y otro de la red y golpear la pelota con las manos para que el contrario la devuelva. No tiene nada de misterioso. Pare haciendo un paralelismo entre este juego y las relaciones sociales y enamoramiento entre personas el entrecruzamiento se complica más. Al máximo si tenemos en un microcosmos seis personas, dos varones y cuatro chicas, que se disputan entre sí, y que no jugarán tres contra tres, sino que parece ser todos contra todos. O todos gustando de todos.
Me interesaba conocer la obra del gran Martín Piroyansky (nacido en 1986) y sólo sabía que esta era su tercer película como director y guionista. Las anteriores, un corto, "No me ama" (2010) y otro largometraje "Abril en New York" (2012), la que nos ocupa aquí es del 2014. Y se nota que Piroyansky ha visto mucho NCA (Nueva Comedia Americana, pero también Nuevo Cine Argentino), porque conoce las reglas de uno y otro para explotarlas al máximo. Y si hasta ahora había sido un excelente comediante, como director da dos pasos adelante, manejando como pocos el género al que es más propicio: la comedia. Y digo que conoce la fórmula de la Nueva Comedia Americana porque recurre acá a un lenguaje poco académico, escenas escatológicas (sólo tres, por suerte) y los tópicos de la estudiantina estadounidense como fumarse un porro o aspirar cocaína y tener relaciones sexuales todos con todos, mostrando poco pero sugiriendo mucho más.
Aquí, Piroyansky se guarda el papel de antihéroe que lo caracterizó en tantas películas y logra su objetivo, que es acostarse con la mayor cantidad de chicas posibles. Él es Nico, propietario (en realidad lo son sus abuelos) de una casita en pleno Tigre, rodeados por el agua y lejos del mundanal ruido a donde van a festejar año nuevo y a pasar unas vacaciones en la que todo está permitido cinco amigos más. Su pareja (no se sabe bien si son todavía o ya no), Pilar (Ines Efrón), su amigo Nacho (el Chino Darín), la novia de éste, Manuela (Violeta Urtizberea), otra amiga, Cata (Vera Spinetta), y una colada, amiga de la primaria de Manuela y el centro de todas las miradas, la bella Belén (Justina Bustos). Este es el seleccionado. Y entre estos se darán todas las combinaciones posibles del amor heterosexual (aunque hay también un beso lésbico). La convivencia en esos días de vacaciones parece natural, pero no lo es tan así. Manuela hace un cartel con todas las normas de convivencia y combinaciones de camas, y aquí empieza a demostrarse su obsesión por el orden y la limpieza. Ella con su novio se apoderan del único cuarto con cama matrimonial y adjudican los otros dos cuartos a los otros cuatro, pero de forma rotativa ya que hay un colchón en el suelo por el que todos deberán pasar para repartirse desdichas. Pronto empiezan a circular los dos únicos porros que llevaron y realmente hacen estragos. También la cocaína está a la orden del día, aspirada pro Belén y Nico. Y para completar el cuadro, Pilar, Cata y Nacho comen unos hongos alucinógenos que los pondrán fuera de circulación para la noche de Año Nuevo. Alguien le dice a Manuela que ella es tan ordenada y limpia que es insoportable, y esto la vuelve más vulnerable y se pone a llorar mientras repasa los platos a la noche.
Manuela y Nacho no están pasando por el mejor de sus momentos, y este no duda en engañarla con Belén, que era la presa favorita para Nico. Y Nico se enrollará con Manuela, pero tendrá sexo a la vez con Cata (como un simple acto, propuesto por ella) y con su ex novia Pilar, la que cree que él está enamorado de ella y esta considera su relación como simplemente sexual. Nico lo explica todo durante la primara noche: un hombre puede tener sexo todos los días y dejar embarazadas a 365 mujeres en un año, y una mujer sólo puede tener un embarazo por año, o sea que de entrada hombres y mujeres somos diferentes. Es por eso que el hombre (más cercano a un animal prehistórico que a un ser racional) busca tener sexo con muchas mujeres más que estas con hombres. Esta teoría le será rebatida por las mujeres del grupo quienes consideran una excusa para su machismo. Nico tratará de enganchar a Belén, pero ella le rehuye y termina metiéndose con Nacho, hasta que son descubiertos por Manuela, quien a su vez estaba haciendo lo mismo con Nico. Es graciosísima la escena de las recriminaciones, en ralenti y al son del "Nessun Dorma" de "Turandot", cuando todos se dirigen a la parte de abajo de la casa para ver por qué se mueve el caño del baño y sorprenden a Nico y Manuela en plena cópula, siendo Nico golpeado de un trompazo por Nacho, su mejor amigo, al que él le está usando la mujer...
El partido de voley es importante en la película porque allí quedan demostradas las posibles relaciones de sexo o de pareja entre estos seis amigos. Manuela disculpará a su novio y finalmente se irá con él, dejando enamorado por completo a Nico, quien tiene que conformarse con la compañía de Pilar, su eterna novia quien decide quedarse para ayudarlo con la limpieza, y, tal vez empezar a encarar su relación desde un lugar distinto.
Pero todo esto no sería más que un círculo de parejas si obviarámos un complemento exclusivo: el humor. Hay acá un uso inteligente del humor que levanta carcajadas a su paso y unas excelentes actuaciones de todos los integrantes, que saben condimentar con su pizca de gracia cada escena que transitan. Salvo, como dijimos, cuando se recurre a la escatología, como el sonido de una brava defecación de Nacho o una pedorreta de Nico, que no me resultan graciosas sino vulgares. Ahí es cuando se empequeñece la trama intelectual de la película, cuando se vuelve vulgar. Pero el resto es valioso y Piroyansky lo sabe, y sabe que él es capaz de muchos matices cómicos y que sus compañero están a la altura de él, aunque se reserve las mejores escenas para su explotación personal.
La dirección de fotografía es otro de los puntales altos de este film, y corresponden a Julián Ledesma, quien, como buen aprendiz de Gordon Willis (el fotógrafo de los primeros films de Woody Allen y de la trilogía de "El Padrino") sabe utilizar muy bien las postales de oscuridad, en donde los personajes quedan ocultos y sólo se los oye, o esa luz tan especial que el Tigre puede imprimir en la cinta de celuloide con sus maravillosas tomas a pleno sol. Todo el elenco se mueve con soltura utilizando un vocabulario que es común de los adolescentes o jóvenes de treinta y pico, bastante explícito en su forma de expresarse. Pero la película tiene sus méritos y eso la hacen sobresalir dentro de una filmografía local que -salvo honrosas excepciones- no se dedica a la comedia. Queremos más Piroyansky.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

martes, 16 de enero de 2018

Mi crítica de "La Mujer de la Próxima Puerta" (Cine-1981)

"La femme d'a coté" ("La mujer de al lado") título igual o más sugestivo para esta brillante y emblemática obra de Francois Truffaut, es una clara historia de "amour fou", como él clasificaba a todas sus películas. Se han escrito ríos de tinta sobre la filmografía de Truffaut, que alcanzó los 28 títulos como director y guionista en su corta vida (ya que murió a los 52 años, de un tumor cerebral, en 1984), así que qué podré agregar yo a tantos enjundiosos estudios. Digamos de entrada que todas las obras de "amour fou" terminan mal, sobre todo por esta locura adjudicada al amor, y esta película no es una excepción. Deténganse aquí los crédulos, porque pienso revelar el final...
La protagonizan dos monstruos del cine francés: Gerard Depardieu (en su versión flaca, allá por el 81) y Fanny Ardant (pareja de Truffaut hasta su muerte, en versión de niña asustada, claro, sabía lo que se traía entre manos...). Ellos no forman pareja sino que están casados con sus respectivos consortes (como decía Bernardo Ezequiel Koremblit: "el matrimonio es una desgracia consorte"). Ellos son Bernard Coudrey (Depardieu) y su esposa Arlette y Philippe Bauchard y Mathilde (Ardant). Pero resulta que ellos dos han sido una pareja loca hace ocho años, que se amó locamente y que terminó de igual forma. Luego se separaron y cada uno armó su vida. Y quiere el azar que ella y su marido hayan encontrado casa en una en alquiler que queda separada por una pequeña calle de la de él y su esposa y su hijo pequeño. Hechas las presentaciones del caso (ella desciende de la escalera desde arriba, como sólo las diosas y los dioses pueden hacerlo, sorprendiéndolo), cada uno decide ocultar a sus esposos la verdadera relación que hay entre ellos dos. Al principio se evitan, pero todo eclosiona la noche en que Arlette decide invitar a cenar a sus nuevos vecinos. Allí Bernard, se "retrasa" en su trabajo de instructor de barcos para no toparse cara a cara con Mathilde. Se refugia en la posada de la dueña de las canchas de tenis y gran observadora de la historia, Mme. Jouve. Cuando empieza la película es ella quien nos avisa que una ambulancia se acerca a toda sirena a casa de los protagonistas.
A Mme Jouve tampoco le ha ido tan bien en la vida, ya que quedó lisiada de una pierna, para la que usa un bastón canadiense, cuando su gran amor la dejó y ella decidió tirarse del octavo piso, con tal suerte que una cristalería que había abajo le impidió que se matara. Su amor se casó y se fue a vivir a Nueva Caledonia. Pero un día decide volver a visitarla y es allí cuando ella se toma el primer vuelo a Grenville para no reencontrarse con su antigua pareja. Pero va piloteando bien su vida, sin indiscreciones, con el oído abierto para escuchar viejas cuitas y para disfrutar de su vida. Así, cuando conoce a Mathilde le dice que ella es la mujer  que parece "buscar el mediodía a las dos de la tarde", frase que le ha dicho Bernard refiriéndose a su viejo amor.
Pero claro, ellos han sido el gran amor en la vida del otro, y no bien se ven, la llama de la pasión se enciende, y pronto terminarán besándose apasionadamente en el garage del supermercado. Y más tarde entreverados en las sábanas de una habitación de hotel al que frecuentarán no pocas veces. Ella había prometido contarle todo a su Philippe, en quien tiene una gran confianza y a quien, él, ama desesperadamente, pero no puede, dada la relación clandestina que han tomado sus encuentros. Como toda historia de "amor loco" todo es desesperado, desmesurado, apasionado al extremo, volviéndose nafta y fuego. Así son las relaciones entre Bernard y Mathilde, quienes sin embargo no han dejado de amar a sus respectivos cónyuges, sólo que esta fue su verdadera historia de amor. Se llaman, se buscan, se espían, se celan... en definitiva, se aman y se desean totalmente. Cada encuentro de sus cuerpos y sus almas es una fiesta a la que sólo ellos dos están invitados.
Philippe le confiesa una noche a Bernard que ella se casó con él después de un fallido y erróneo matrimonio que duró sólo seis meses, después de una relación tormentosa con un amante que era "cínico y violento". Ése era él. Ella le cuenta que cuando él la dejó, para empañar la amargura se casó con un tal Patrick, que, a las dos horas, ya supo que se había equivocado. Así es como Bernard descubre una cicatriz en sus muñecas, tal vez resabio de un intento de suicidio. Ella en la actualidad traba relación profesional con un tal Roland, amigo del marido, quien la incita a rejuvenecer su pasión por dibujar libros infantiles y escribir historias para chicos. Ella toma el toro por las astas y se dedica de lleno al dibujo y a la pintura para ilustrar sus libros, que finalmente son editados con éxito.
Pero todo no puede continuar en ese statu quo, y cuando ella anuncia un próximo viaje de "luna de miel" que nunca se llevó a cabo con Philippe y hacen una fiesta en el parque para organizar la despedida, dos horas antes de tomar el avión, a Bernard le agarra tal estado de locura que comienza a golpearla y abofetearla en presencia de todos los invitados. Lo separan entre varios mientras ella queda tendida en el suelo y allí es cuando todo sale a la luz para sus respectivos cónyuges. Ambos engañados sienten pena poro el otro y celos por el uno, reconociendo que sus parejas les habían estado mintiendo por todo ese tiempo. Philippe, en plena luna de miel, la tilda de mentirosa y embustera. Cuando vuelven de su viaje, tanto Bernard como Mathilde tratan de evitarse y no cruzarse. Luego intentan una reconciliación como amigos. Pero entre sueños, Mathilde dice el nombre de él y esto desmoraliza a Philippe.
En la recepción de los libros de ella, un pequeño incendio en la cocina de Mme. Jouve, que es aplacado por Mathilde la lleva a refugiarse en el baño, donde dos jóvenes comentan de alguien que se acostó con su vecina y de que es lo peor que podía hacer. Ella corre hacia el medio del follaje y entra en una crisis de llanto que ni el marido ni todos los asistentes pueden cortar. De ahí es internada en una clínica psiquiátrica en donde se le diagnostica una depresión nerviosa de la que sólo ella con su voluntad podrá salir. Pero no. Se ha abandonado a su suerte. Y no importa que Philippe la visite todas las tardes, ella sólo necesita a Bernard, de quien su mujer ahora está embarazada y el que no le presta atención a Mathilde. Mme Jouve le pide que vaya a verla ya que es el único que puede sacarla de ese estado. Él acepta ir a regañadientes y Mathilde empieza poco a poco a recuperarse. Cuando le pide que le ponga las pilas de la radio él le dice que está contento que se interese por las noticias, y ella le responde que sólo escucha canciones, que cuanto más idiota son más dicen la verdad.
El matrimonio Philippe-Mathilde ha vendido la casa. Y una noche en que está desocupada, Bernard siente ruido y va a investigar. Allí la encuentra a ella, vestida con un impermeable y lo incita a hacerle el amor. Por supuesto que no se protegen del SIDA ni de un posible embarazo, porque segundos más tarde ella sacará un revólver de su cartera descerrajándole un tiro en la cabeza a él y reservando otro para ella. Bien dicen que la pulsión de vida y la de muerte van siempre juntas. El Eros y el Thanatos. Así como los franceses tienen el don de llamar al orgasmo la "petit-mort". El deseo y la muerte se han unido para poner el único fin posible a esta historia bien de "amour-fou".
Es una gran película, todo está bien en ella, desde las actuaciones que son un lujo; la dirección el lujo mayor, la explosión del deseo que se da entre ellos nunca estuvo tan bien retratada en el cine. Las escenas se dan como pequeñas viñetas, cerrándolas todas con un fundido a negro y dando paso a la siguiente de una forma de narrar que ronda lo novelesco. Y el final no podía se otro más desgarrador para esta pareja de amantes que no fueron enterrados juntos, y que según opinión de Mme. Jouve merecen el epitafio de "Ni contigo, ni sin tí".
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 10 de enero de 2018

Mi crítica de "La Cordillera" (Cine)

Esta nueva película de Santiago Mitre, guionada por él mismo junto a Mariano Llinás, sorprende por su potencia, su rispidez y su coherencia. Se podrá decir que es un film oportunista ya que toca temática de inmediata actualidad y coyuntura política. Nos recuerda mucho al cine de David Lean (No confundir con David Lynch), el de "Lawrence de Arabia", "Dr. Zhivago" y "Pasaje a la India", ya que combina escenas de grandeza visual natural, imponentes escenarios naturales con la íntima psicología de sus criaturas. Pero también estamos en presencia de un thriller, y es imposible no pensar en Hitchcock con esa música de Alberto Iglesias casi omnipresente que recuerda mucho a las mejores partituras que Bernard Herrman escribiera para el maestro inglés con sus pizzicatos, sus lentos y su armonía de clima de suspense.
Acá la Cordillera es el gran escenario donde se desarrolla el drama. La Cordillera, esa mole de piedra que oficia de límite, de separación y de encuentro entre varios de los países de la región. La Cordillera, con su omnipresencia que obliga a la introspección, al ensimismamiento, al encerrarse sobre uno mismo para reflexionar. Así transcurre, en Chile y con el marco del gigante rocoso, la Cumbre de Países Latinoamericanos que tratarán el tema crucial de la energía brindada  por el petróleo y su explotación en la región Latinoamericana.
Es magistral como combina Mitre la acción a gran escala, los debates y chicanas entre los países intervinientes, y el drama humano que se desata a nivel gobierno entre el presidente de la Argentina, Hernán Blanco (Darín) y su hija Marina (Dolores Fonzi). La fugaz aparición radial de Marcelo Longobardi nos habla de un presidente que es el "hombre invisible", que todo el mundo votó pero que pasa desapercibido (ninguna alusión al gobierno de Macri, aunque Darín bien podría haber encarnado al Primer Mandatario argentino), alguien de quien no se esperan mayores decisiones. Blanco viaja a Chile acompañado por su fiel secretaria Luisa Cordero (Érica Rivas), que más que secretaria parece una esposa, en la dedicación que tiene en atenderle hasta los mínimos detalles o en acariciarle la cabeza cuando la tensión es muy grande. A la vez viaja el Jefe de Gabinete, Mariano Castex (el insoportable Gerardo Romano), encargado de llevar adelante la toma de decisiones. El conflicto con Marina proviene de que el ex marido de ella, Esteban Caamaño está sobornando al gobierno de Blanco con revelar asuntos secretos. Es por eso que Marina estalla en una crisis nerviosa de la cual tiene antecedentes y viaja a Chile para reunirse con su padre.
La acción alterna con la presencia de los otros presidentes allí, recibidos por una presidente chilena (que nos recuerda mucho a Bachelet), de correcto vestir y modos agradables y campechanos. Está también el presidente de México, oveja negra del rebaño, quien quiere que los Estados Unidos sean aceptados en el plan de explotación del petróleo, frente a la negativa de los demás Estados. El presidente de Brasil, Oliveira Prete, ejerce un papel mefistofélico con respecto a los demás (una excelente labor de Daniel González Cacho).
Pero Marina entra en una crisis y rompe una de las ventanas del lujoso hotel entre la nieve, de un sillazo, acción tras la cual, queda ella paralizada y enmudecida sin reconocer estímulos externos. Todo sazonado por la siempre eficaz mano de Lucía. Y de Naty, la amante de Blanco con quien tiene una noche de sexo apasionado. Marina, al día siguiente es ingresada en el hospital zonal donde se le hacen todos los estudios del caso (convengamos que es la hija del Presidente de Argentina) y no se le detecta ninguna anomalía por la que no pueda comunicarse, sólo hay una explicación, hay algo que la bloquea psíquicamente., además de haber quedado algo lastimada en su cara por los vidrios rotos. Marina ya se había mostrado como una hija rebelde, que no apoyaba al gobierno de su padre ni quería contestar interrogatorios sobre su relación con su ex marido (del que nunca se había divorciado) y con el cual los unían hijos en común. Para producir ese desbloqueo mental llaman a un eminente psiquiatra que -siempre bajo la mirada atenta de su padre y de Lucía- les propondrá "terapias estratégicas". La terapia de marras consiste en la hipnosis, único méotdo con el cual va a conseguir hacerla hablar.
La hipnotiza y ella habla, le refiere gran angustia, le cuenta un sueño que tuvo, de la quinta de su abuelo en su infancia, de su caballo Durazno, regalo de su padre, del vecino Arturo, quien le robó el caballo y con quien siempre se reunía su progenitor a charlar y habían cultivado una amistad... Lo cierto de esos relatos es que si bien eran todos verídicos, habían sucedido mucho antes de que ella naciera y su padre nunca se los había referido... Esto será un tema que quedará abierto en la película sin encauzarlo jamás. Ya repuesta, Marina, en una excursión en telesférico con su papá, le vuelve a contar sus recuerdos, y de cómo él le había prendido fuego a la casa de Arturo... Allí Blanco estalla y la hace callar, diciéndole que todo eso no existió jamás.
Por su parte, Los Estados Unidos se comunican con el Presidente Argentino y celebran un encuentro, pidiéndole absoluta reserva. Se encuentran en plena montaña, en lo que parece una fábrica abandonada, que da lugar a un espacioso y lujoso salón en donde es recibido por... Christian Slater (aquel hermoso niño de "El Imperio del Sol" spilberguiana) y el actual Batman. En un correcto inglés yanqui, al que Blanco responde muy bien, se comunican, y le pide el representante norteamericano que en un primer momento se van a presentar ellos como aspirantes a compartir los pozos petrolíferos y él tiene que ser su más enconado detractor. En un segundo momento se pedirá que se agregue a los países de América Central, a lo que él deberá contestar que sí, dándoles tiempo a los yanquis de infiltrarse en el mercado y copar así el negocio del petróleo. Le ofrece dos mil millones de dólares para que acepte. Blanco contraoferta: cinco mil. A lo que el norteamericano consulta y se estiran hasta dos quinientos. Corte de la acción. Cuando, en la superficie, Mariano Castex quiere aleccionar y acompañar en el auto a su jefe, éste se corta solo y pide que lo lleven sólo a él.
A la vuelta al hotel se entera que Caamaño, su ex yerno ha sufrido un ACV con pronóstico de muerte. Marina lo insulta, preparada para volverse a Buenos Aires y lo llama "asesino" a voz en cuello, "no tenías por qué librarte de él", le dice. Él niega toda responsabilidad y la abraza, pero ella lo rechaza. Sólo acepta los consuelos de Lucía (siempre maternal). Se lleva a cabo el último encuentro para decidir el futuro de la región y México queda como el malo de la película. Cuando llega el momento de votar para incorporar a los países de América Central... No les voy a develar el final de la película, ya les conté bastante...
Lo cierto es que el guión y la dirección soy muy ingeniosos y están tratados con admirable maestría, confirmándonos que Santiago Mitre es uno de los mejores narradores de nuestro cine (sumado a Mariano Llinás de quien todavía se recuerdan sus "Historias Extraordinarias" de 4 hs) y un gran director y puestista.
Darín hace suyo un papel en el que no cae en el lugar común de "Darín haciendo de Darín", muy sobrio y medido, exacto en su composición del Primer Mandatario. Érica Rivas afronta su primer papel de mujer adulta en la pantalla (compañeros hasta hace muy poco de las bergmanianas "Escenas de la vida conyugal") y sale airosa, y Dolores Fonzi como esa hija perturbada y algo díscola no desentona del trío. Todos los otros papeles se han trabajado con una excelencia tal que creemos estar en una verdadera cumbre de países latinoamericanos. Y la cumbre... la cumbre de la Cordillera observa todo, con un silencio glacial, siempre nevada, y expectante de lo que pueda pasar en tan dispar reunión.
Un brillante film, con mucho de thriller y un final inesperado que vale la pena ver. Sumados todos los planteos filosóficos que se han hecho por ahí y que exceden mi comentario.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

sábado, 6 de enero de 2018

Mi crítica de "Saltimbanquis" (Teatro-Infantil)


Ahora, Teatrix, con motivo de la noche de Reyes, nos regala este nuevo musical para chicos. Y sucede que voy amigándome con las obras infantiles, le estoy dejando un resquicio de mi niñez para poner a punto la inocencia y divertirme con la simpleza (y su complejidad) de una obra para niños. Esta la dirige y la adaptó el entendido Pablo Gorlero, la traducción original es de Roberto Palardri, el libro y las letras de Sergio Bardotti y la música original del recientemente fallecido Luis Bacalov. Este último fue un prolífico compositor para cine, quien ganara el Oscar por su música para "Il Postino" ("El Cartero"), la célebre película sobre el cartero de Neruda en Italia. Cabe recordar también su paso por el cine de Fellini con su banda de sonido para "La Ciudad de las Mujeres" (la peor película del maestro italiano), que sin embargo es bastante buena. Y hace un par de años estuvo tocando en el CCK con Martha Argerich para quien compuso un concierto dedicado a su nombre. Cabe aclarar que Luis Bacalov era argentino.
Pero vayamos a "Saltimbanquis". En principio se apoya en el cuento de los Hermanos Grimm "Los músicos de Bremen", haciendo referencia a un burro, un perro, un gato y un gallo que, al volverse viejos y no servir para el trabajo, sus amos deciden convertirlos en comida. Entonces huyen, cada uno por su lado y se dirigen a la ciudad de Bremen, en Alemania (provenientes de la de Dibbersen). Se encuentran en el camino y se hacen amigos. Dispuestos a pasar la noche en una posada habitada por bandidos se suben uno encima del otro formando una figura esperpéntica que éstos ven por la ventana, y cantando cada uno con su propio sonido forman un coro tal que los hace huir. Esta figura pesadillesca es retratada en el espectáculo en un instante mediante sombras chinescas.
En esta obra se trata también de un Burro (Mariano Mazzei), un Perro (Julián Rubino), un Gato (Magalí Sánchez Alleno) y una Gallina (Laura Silva) quienes, cansados por el trato inhumano que le dan los injustamente llamados humanos, deciden escapar de sus amos y mientras van caminando se encuentran y se hacen amigos. Deciden llegar a la Gran Ciudad y formar un cuarteto de cantantes apodados los "Saltimbanquis", por su vocación de trashumantes y apasionados por conocer nuevos pueblos llevando su arte. Pero las lecciones de canto no van demasiado bien y mientras la ciudad los recibe con indiferencia deciden irse a vivir a un pueblo, en donde son esperados por sus amos. Se entabla una terrible lucha entre ambos bandos, siendo ganador el de los animales y se quedan a vivir en la posada de aquel pueblo, como buenos amigos. Mientras el burro trabaja como un burro, el perro se dedica a preservar la seguridad del lugar, la gallina a cocinar, lavar, planchar y demás tareas domésticas y la gata a entretener a todos con su canto, siendo la más entonada y además muy independiente e indomesticable.
El grupo se completa con lo mejor de la función, un coro de niños de todas las edades (promediando los 10 años) que cantan y bailan todas las canciones del cuarteto mientras se mueven con simpáticos ritmos y una espontaneidad propia de los chicos. Es de resaltar, que siendo tan jóvenes, se han aprendido toda la coreografía y las letras del espectáculo, sumando esto un puntaje inestimable a la presentación. La dulzura y la simpatía que emanan los más chicos es insuperable.
La música es muy inspirada y mezcla un malambo con el jazz propio de las comedias musicales, con una baguala y canciones populares adaptadas. Los chicos y el burro bailan el malambo con impar destreza. Las letras son muy innovadoras e incluso apoyan a los más jóvenes a superar la tan profunda "grieta" que asoló nuestro país durante "la década ganada", en una canción que justamente dice:
"Vamos a empollar un mundo feliz,
no quiero una grieta en mi jardín".
La historia del Burro, transita sobre este pobre animal, que no hace más que rebuznar, llamado a llevar cargas insoportables durante todo el santo día, y fustigado por un patrón que tiene algo de estanciero. El Perro tiene una historia no menos penosa, ya que su amo le ha enseñado a hacer todo tipo de pruebas y se ha olvidado eso de que "el perro es el mejor amigo del hombre"; cuando pierde su olfato y ya no puede rastrear a una perdiz, lo reemplaza por un pitbull, perro malo y enseñado para ser malo, según las palabras del pobre can de raza indefinida. La Gallina (una impagable Laura Silva, que, más gorda que nunca, con todo su físico a cuestas, se mueve, canta y baila con la gracilidad de una... gallina, y se anima a imitar a la inolvidable "Catita" ninimarshallesca con indudable gracia), está sometida a poner huevo tras huevo, los cuales les son quitados, no permitiéndole tener a sus pichoncitos y cuando se niega a seguir empollando, es destinada para el puchero. La Gata es quien menos sufrió, ya que su ama se lo pasaba todo el día hablando por teléfono o dejándola sola, lo que ella aprovechaba muy bien dado su espíritu solitario e independiente, pero cansada a su vez, huyó de su hogar (una estupenda Magalí Sánchez Alleno, experta en musicales y dispuesta al ronroneo y al franeleo).
La moraleja de la historia (en todo cuento para niños es inevitable que aparezca una) es que el género humano es malo y los animales son todos buenos. Y que vale más el valor de la unidad ("todos unidos venceremos"), que las individualidades. Cuando se juntan todos, logran lo imposible: vencer a sus esclavizadores. Parece que toda la acción de los hombres sobre los animales conduce a "zoo, safaris, perrera, matarife", como cantan a cuatro voces, si bien se olvidan que el hombre no sólo puede ser enemigo de sus hermanos menores sino que también puede ejercer grandes beneficios sobre ellos. Si hay muchos barcos pesqueros dispuestos a matar ballenas, también hay miles y miles de rescatistas que buscan salvarlas de la extinción y crearles paraísos naturales como el de área restringida de nuestra Península de Valdéz. Por muchas ratas y ratones y monos que son sacrificados en laboratorios hay otras tantas manos que acarician, alimentan y protegen miles de especies protegiéndolas de la devastación. No hay que estigmatizar todo con poner al enemigo afuera sino de vez en cuando pensar que de afuera también puede llegar la salvación.
Las voces de los cuatro son impecables y están muy bien trabajadas por años de paso por los musicales, y la verdadera fiesta se arma cuando cantan los cuatro en conjunto, apoyados, sin duda por el coro de chicos. Las canciones son siempre ágiles y mantienen despiertos tanto a la platea infantil como a la adulta, ya que rompen en aplauso tanto unos como otros. Un espectáculo no solo para los chicos, sino que en este Día de Reyes, se puede compartir con toda la familia.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).