domingo, 21 de enero de 2018

Mi crítica de "Voley" (Cine-2014)

Extraño deporte el voley. Pareciera ser que es uno cuyas reglas son de lo más fáciles, se trata de poner la misma cantidad de gente de un lado y otro de la red y golpear la pelota con las manos para que el contrario la devuelva. No tiene nada de misterioso. Pare haciendo un paralelismo entre este juego y las relaciones sociales y enamoramiento entre personas el entrecruzamiento se complica más. Al máximo si tenemos en un microcosmos seis personas, dos varones y cuatro chicas, que se disputan entre sí, y que no jugarán tres contra tres, sino que parece ser todos contra todos. O todos gustando de todos.
Me interesaba conocer la obra del gran Martín Piroyansky (nacido en 1986) y sólo sabía que esta era su tercer película como director y guionista. Las anteriores, un corto, "No me ama" (2010) y otro largometraje "Abril en New York" (2012), la que nos ocupa aquí es del 2014. Y se nota que Piroyansky ha visto mucho NCA (Nueva Comedia Americana, pero también Nuevo Cine Argentino), porque conoce las reglas de uno y otro para explotarlas al máximo. Y si hasta ahora había sido un excelente comediante, como director da dos pasos adelante, manejando como pocos el género al que es más propicio: la comedia. Y digo que conoce la fórmula de la Nueva Comedia Americana porque recurre acá a un lenguaje poco académico, escenas escatológicas (sólo tres, por suerte) y los tópicos de la estudiantina estadounidense como fumarse un porro o aspirar cocaína y tener relaciones sexuales todos con todos, mostrando poco pero sugiriendo mucho más.
Aquí, Piroyansky se guarda el papel de antihéroe que lo caracterizó en tantas películas y logra su objetivo, que es acostarse con la mayor cantidad de chicas posibles. Él es Nico, propietario (en realidad lo son sus abuelos) de una casita en pleno Tigre, rodeados por el agua y lejos del mundanal ruido a donde van a festejar año nuevo y a pasar unas vacaciones en la que todo está permitido cinco amigos más. Su pareja (no se sabe bien si son todavía o ya no), Pilar (Ines Efrón), su amigo Nacho (el Chino Darín), la novia de éste, Manuela (Violeta Urtizberea), otra amiga, Cata (Vera Spinetta), y una colada, amiga de la primaria de Manuela y el centro de todas las miradas, la bella Belén (Justina Bustos). Este es el seleccionado. Y entre estos se darán todas las combinaciones posibles del amor heterosexual (aunque hay también un beso lésbico). La convivencia en esos días de vacaciones parece natural, pero no lo es tan así. Manuela hace un cartel con todas las normas de convivencia y combinaciones de camas, y aquí empieza a demostrarse su obsesión por el orden y la limpieza. Ella con su novio se apoderan del único cuarto con cama matrimonial y adjudican los otros dos cuartos a los otros cuatro, pero de forma rotativa ya que hay un colchón en el suelo por el que todos deberán pasar para repartirse desdichas. Pronto empiezan a circular los dos únicos porros que llevaron y realmente hacen estragos. También la cocaína está a la orden del día, aspirada pro Belén y Nico. Y para completar el cuadro, Pilar, Cata y Nacho comen unos hongos alucinógenos que los pondrán fuera de circulación para la noche de Año Nuevo. Alguien le dice a Manuela que ella es tan ordenada y limpia que es insoportable, y esto la vuelve más vulnerable y se pone a llorar mientras repasa los platos a la noche.
Manuela y Nacho no están pasando por el mejor de sus momentos, y este no duda en engañarla con Belén, que era la presa favorita para Nico. Y Nico se enrollará con Manuela, pero tendrá sexo a la vez con Cata (como un simple acto, propuesto por ella) y con su ex novia Pilar, la que cree que él está enamorado de ella y esta considera su relación como simplemente sexual. Nico lo explica todo durante la primara noche: un hombre puede tener sexo todos los días y dejar embarazadas a 365 mujeres en un año, y una mujer sólo puede tener un embarazo por año, o sea que de entrada hombres y mujeres somos diferentes. Es por eso que el hombre (más cercano a un animal prehistórico que a un ser racional) busca tener sexo con muchas mujeres más que estas con hombres. Esta teoría le será rebatida por las mujeres del grupo quienes consideran una excusa para su machismo. Nico tratará de enganchar a Belén, pero ella le rehuye y termina metiéndose con Nacho, hasta que son descubiertos por Manuela, quien a su vez estaba haciendo lo mismo con Nico. Es graciosísima la escena de las recriminaciones, en ralenti y al son del "Nessun Dorma" de "Turandot", cuando todos se dirigen a la parte de abajo de la casa para ver por qué se mueve el caño del baño y sorprenden a Nico y Manuela en plena cópula, siendo Nico golpeado de un trompazo por Nacho, su mejor amigo, al que él le está usando la mujer...
El partido de voley es importante en la película porque allí quedan demostradas las posibles relaciones de sexo o de pareja entre estos seis amigos. Manuela disculpará a su novio y finalmente se irá con él, dejando enamorado por completo a Nico, quien tiene que conformarse con la compañía de Pilar, su eterna novia quien decide quedarse para ayudarlo con la limpieza, y, tal vez empezar a encarar su relación desde un lugar distinto.
Pero todo esto no sería más que un círculo de parejas si obviarámos un complemento exclusivo: el humor. Hay acá un uso inteligente del humor que levanta carcajadas a su paso y unas excelentes actuaciones de todos los integrantes, que saben condimentar con su pizca de gracia cada escena que transitan. Salvo, como dijimos, cuando se recurre a la escatología, como el sonido de una brava defecación de Nacho o una pedorreta de Nico, que no me resultan graciosas sino vulgares. Ahí es cuando se empequeñece la trama intelectual de la película, cuando se vuelve vulgar. Pero el resto es valioso y Piroyansky lo sabe, y sabe que él es capaz de muchos matices cómicos y que sus compañero están a la altura de él, aunque se reserve las mejores escenas para su explotación personal.
La dirección de fotografía es otro de los puntales altos de este film, y corresponden a Julián Ledesma, quien, como buen aprendiz de Gordon Willis (el fotógrafo de los primeros films de Woody Allen y de la trilogía de "El Padrino") sabe utilizar muy bien las postales de oscuridad, en donde los personajes quedan ocultos y sólo se los oye, o esa luz tan especial que el Tigre puede imprimir en la cinta de celuloide con sus maravillosas tomas a pleno sol. Todo el elenco se mueve con soltura utilizando un vocabulario que es común de los adolescentes o jóvenes de treinta y pico, bastante explícito en su forma de expresarse. Pero la película tiene sus méritos y eso la hacen sobresalir dentro de una filmografía local que -salvo honrosas excepciones- no se dedica a la comedia. Queremos más Piroyansky.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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