miércoles, 21 de abril de 2021

Mi crítica de "Picadito de Picotto" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/picadito-de-picotto


 Me tiene cansado Teatrix con su rejunte de mediocres. Estoy HARTO de los bufones, de los cómicos de churrasquería y de los inútiles que se creen comediantes porque son capaces de decir dos o tres puteadas juntas. No tolero más a los comediantes -esto es mucho decir- ignorantes y bocasucias. ¿Dónde quedó el humor fino de Les Luthiers, Dolina, Niní Marshall, Gabriela Acher, Woody Allen, Quino, Fontanarrosa o Bernardo Ezequiel Koremblit? El humor es el más agudo complemento de la inteligencia, y parece que en toda esta camada de nuevos cómicos eso se ha dejado de lado. No importa que Pablo Picotto haga dos o tres personajes -el ferretero, el paraguayo y el chino Leo- lo que sería deseable es que cuando se suba al escenario lo haga desde el lugar del saber. Fisonómicamente puede pasar por gracioso, pero desde que entra diciendo "bienvenidos, amiguites" ya deja oler una ideología que repugna. Puede resultar gracioso, su evocación a la infancia con sus bailes folclóricos o su actuación como Cristo crucificado para Semana Santa, cayéndose justamente de la cruz accidentalmente. Incluso su relato de la vida de Cristo para aquellos que la desconozcan. Lo que es aborrecible es su grosería de barrio, innata, donde falta cualquier matiz de educación o de buen gusto. Picotto cuenta cómo se decidió a ser comediante. En su pueblo -que era muy chico- se representaba la Misa Criolla con su grupo de folclore y narra que para ilustrarla se les ocurrió reflejar la Pasión de Cristo por medio de imágenes vivientes. Y a él le tocó ser el Cristo de la cruz, cayéndose en pleno acto, lo que provocó la risotada del pueblo entero, que había acudido a la representación. Allí descubrió que cualquier cosa que hiciese en su vida iba a estar marcada por el ridículo, por lo tanto debía ser "humorista" -con perdón a los antes mencionados-. Pobre decisión es la de confundir el ridículo con alguna forma de humor, y más como un destino, ya que lo ridículo queda emparentado con la torpeza, la desgracia, lo tonto, en fin. Si es por eso hubiera decidido hacerse payaso y entrar en un circo (ojo que para entrar en el Cirque du Soleil también hay que tener arte). Si esa hubiera sido su decisión nos hubiésemos ahorrado plata y tiempo de tener que soportarlo.

El espectáculo dura no más de una hora, pero a mí me pareció eterno. Es el viejo cuento de la relatividad de Einstein, que un minuto abrazado a una chica bonita pasa volando y con un carbón quemante en la mano parece una eternidad. Pero prepárense para la segunda parte que acá se pone sesuda la cosa. Ahí se pone reflexivo enserio. Resulta quese pone a analizar las fases del crecimiento asociándolas con las formas de producción, ya que, según él, todo en nuestra vida se rige con la manera de hacer plata. Deduce que el tiempo de vacaciones más prolongado que tenemos va desde que nacemos hasta cumplir un año. Después nos mandan al jardín maternal, y según las sucesivas etapas, pasamos por la guardería, el jardín de infantes y el preescolar, en donde lo más importante que aprendemos es a pintar fideos para hacer un collar. Habría que explicarle a este señor huevón que lo que se aprende en estas etapas de la educación son las normas básicas de comportamiento que han de servirnos para toda la vida y la capacidad de sociabilizar con otros chicos. Parece ignorarlo. Después viene la primaria, a la que él denosta si es educación pública del estado. Sepan que yo hice tanto mi primaria como mi secundario en colegios del estado y estoy muy orgulloso de haberlos transitado, así como también la facultad. No sé qué le habrá pasado a este monigote comunista, pero deduce que lo único para lo que sirve la secundaria es para tres cosas: para que uno se haga amigos, para que se emborrache como una cuba y para que viva masturbándose sin parar. En mi caso -y en el de todos mis amigos- las dos últimas cosas no sucedieron, sí pude hacerme de amigos y muy buenos y que me duran hasta el día de hoy. Pero de las dos cosas restantes, ni noticias. Para él toda la educación es vana y es inútil. Y lo refleja explicando que todo se retrotrae a la revolución industrial, en donde necesitaban obreros para las fábricas y que había que educarlos. Entonces se inventó una escuela que se caracterizaba por premios y castigos. Y obediencia. Y que eso dura hasta los tiempos de hoy, sin revisar los programas educativos. 
Esta conferencia de salón bien podría haberla dado Dolina, que conoce mucho más de historia y de procesos educativos y que es mucho más reflexivo.  A Dolina yo lo respeto porque es un Maestro, si bien tenemos diferencias en cuanto a pensamiento político, y que me peleé con él y dejé de escucharlo desde el día en que dijo que Rosas no había cometido ningún crimen político. Como me indigné, simplemente dejé de ser su oyente fiel, pero me parece un tipo súper inteligente y cualificado para cualquier tipo de conferencia histórica -salvo la de Rosas-.
Y Picotto llega a la reflexión de que finalmente, cuando terminaste la universidad y estás ante tu jefe y te entran ganas de rascarte el culo (sic) el sistema te enseña que no hay que hacerlo. Y como no hay nada más lindo, hermoso y saludable que rascarse el culo, como rebeldía ante el sistema el propone que todos nos lo rasquemos.
Así concluye el monólogo de este gran visionario y revolucionario que no me dejó nada. Y como corolario hace a su personaje del paraguayo atendiendo el bar del teatro quien nos contará una historia por demás desflecada de una mujer de edad indefinida -según él era chica cuando Mirtha Legrand ya tenía 150 años- y su perro pekinés, Napoleón. Según él hay dos profesiones del más alto riesgo: ser astronauta de la NASA y ser jubilado de la mínima en Argentina. Y esta Saturnina era jubilada con la mínima. Y cuenta cómo una tarde de verano, cuando la descaderada y su perro bajaban el cordón de la vereda, un auto atropelló al can. Pero se salvó, aunque hubo que ponerle una rueda en sus patas traseras. A eso llama reciliencia... Ah, muy bonito cuento para enseñarnos lo que es la reciliencia...
Una verdadera porquería el inflamado discurso proselitista del Picotto este lleno de groserías, por otra parte, y sin nada bueno que recordar.
Acá se los dejo por si se quieren divertir (recuerden que "divertir" significa "apartar de lo importante")
Y gracias por seguir leyendo y espero sus devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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