sábado, 18 de septiembre de 2021

Mi Crítica de "El Método Moldavsky" (Teatro)

 Hace una semana fuimos con mi amiga Ana a la avant-premier de este nuevo show de Roberto Moldavsky. Debo decir que yo nunca había visto un espectáculo suyo y que la impresión fue como la que viví dos veces anteriormente: cuando vi por primera vez en vivo a Les Luthiers y a Geretto, que estaba frente a la perfección del humor. Digámoslo sin más, que me hizo llorar de tanto reírme. El tipo es astuto y sabe fijarse en los pequeños detalles de las cosas cotidianas, es un fino cristomatizador de la realidad y sabe encontrarle la viñeta cómica a cada drama. Como hábil transitador del más acabado humor judío sabe cómo hacer reír con la desgracia, con el fracaso, con la tragedia, ponerse en el lugar de la víctima, del pobre fracasado, del débil, el perdedor.

También aprovecha su rol de vendedor de ropa del Once y lo deja ver desde los primeros momentos; cuando después de reprocharnos que todos los que estamos ahí fuimos gratis por el club La Nación y que va a tener que hacer la unción sin cobrar un solo peso, empiece a observar la ropa del público. Sí, porque desde un monitor instalado entre bambalinas y a telón cerrado va a hacer foco sobre cada espectador para opinar sobre su ropa: si es de segunda marca, si lo engañó el vendedor, si es muy audaz para ponerse esos tonos y sobre todo, si usa "animals prints". Por supuesto todo dicho desde el respeto, el mejor sentido del humor y la complicidad de sus espectadores.
Está, felizmente, acompañado por la Valentín Gómez, una orquesta de exquisito gusto musical y que suena muy bien, cuyos integrantes son todos judíos, menos uno, de apellido Ramírez, a quién insiste que se haga un pequeño recortecito para ser admitido en la comunidad.  El humor de Moldavsky se apoya, en este show, sobre tres pilares funcionales: los políticos, la pandemia y las pequeñas cosas. Sobre la política, no deja a nadie en pie, ya que arrasa tanto con el oficialismo como con la oposición. Recuerda cuando Alberto dijo "vamos a encerrarnos por dos semanas, hasta que pase el virus" y cae en las repetidas veces en que tuvo que salir a dar explicaciones, desde el vacunatorio vip hasta el cumpleaños de Fabiola. Tampoco se salvan Cristina, Kicilof o Máximo. El peronismo es el partido más golpeado en el decir del humorista, quien habla de exportar la idea peronista a otras naciones y hasta llegue a postularse como presidente peronista de Israel, para lo cual prepara una insólita danza iddish.
Afirma: "Miren como financió la deuda Guzmán, tan bien que ya los paisanos están buscando en los registros de apellidos: éste tiene que ser judío... no como hizo Kicilof que es de los nuestros y pagó todo al contado y con intereses... ¡un judío no paga nunca al contado!". También cae bajo sus dardos la oposición. "Larreta se excita cambiando de mano las avenidas del centro. Miren lo que hizo con Córdoba: un carril para la bicisenda, otro para los colectivos, otro para taxistas, otro para los que no estén seguros de querer ir por Córdoba... ¡ya no podés doblar a la izquierda sin llevarte puestos dos Rapi y dos Pídalo ya!"
Pero la cosa no termina allí. Sigue con las conductas durante la cuarentena... "¿Se acuerdan que había tres formas de salir? Una era salir al súper -hace como si balanceara una bolsa y no bien lo paran muestra la bolsa-, otra era sacar el perro. Había gente que lo sacaba veintidós veces al día. Se lo prestaban en los consorcios... le daban diurético para que no parara de mear. Y la otra era cuidar a un viejito... yo le ofrecí a mi tía Frida y me sacó cagando: Hace treinta años que no te acordás de mí, desgraciado..." "Los hombres llegaban, se desnudaban en la puerta, le prendían fuego a la ropa mientras le pedían a la esposa que lo manguereara con lisoform y lavandina..."
Y llegamos al final del show después de 70 minutos de ocurrencias y carcajadas, atravesando jugosos diálogos en complicidad con su hijo Eial, quien figura como co-guionista del espectáculo, donde sin duda alguna lo más sabroso son los monólogos. Y terminamos todos cantando "Dale alegría a mi corazón" del asqueroso de Fito Páez. Aunque es otra historia.
Gracias por haberme seguido hasta acá y espero sus devoluciones.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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