miércoles, 25 de octubre de 2017

Mi crítica de "Quién Retiene a Quién" (Teatro Musical)

Esta semana hicimos duplete de Fabián Vena (es de remarcar que invitados por él gentilmente) ya que el viernes lo vimos en "Edipo Rey" y ayer en este musical extraordinario en el que todo está a punto caramelo. Hay que reconocer el buen olfato o sentido común que tiene Fabián para aceptar ofrecimientos, ya que todos los trabajos que encara son, en esencia, buenos proyectos. Acá el nivel actoral y canoro de sus acompañantes es un verdadero lujo y todos están por la buena línea. Lo acompañan Laura Oliva (en el rol de Silvia, la madre de Debbie, demostrando que no hay papeles pequeños sino actores pequeños, y que una verdadera actriz puede hacer brillar un papel de reparto), la hermosa e inigualable Florencia Otero, mi amor imposible (Anita Moriarty), Meri Hernández, Tiki Lovera (Mary), Florencia Rovere, Elis García y Máximo Meyer (Eddie). Los que no puse qué papel hacen es porque no los conocía y no pude relacionar su nombre con el personaje. Las voces de soprano de las mujeres son excepcionales y cuando se juntan todas y arman un ensamble crean climas de gran altura. Fabián se luce en una canción como solista demostrando que no sólo es buen actor sino que también... ¡canta bien el muy guacho! Realmente, para mí que lo conozco, toda una revelación ya que no lo había oído cantar más que en la inefable radio FW50 "Radio Kilombo", una ocurrencia de la secundaria, en donde hacía dos cantantes "Piedro" y "Víctor Heredas" (una radio fascista en tiempo de la democracia de Alfonsín) en donde entonaba "para el pueblo lo que es del pueblo, porque el pueblo se lo ganó, para el pueblo los militares... para el pueblo la represión." Sin duda fue uno de nuestros hits como grupo humorístico durante el colegio.
Pero basta de divagaciones. Digamos que este es un musical diferente, plenamente emotivo, en la línea de "Casi Normales", que arranca lágrimas y emociones a lo largo de su hora y media. Fabián es Jason, un medium (medium petisum...) que tiene el don de comunicarse con espíritus de difuntos. Hasta él llegan Mary, quien hace 30 años hubo perdido a su hijo de 20, Debbie, una chica embarazadísima cuya madre murió al entrar ella a su cuarto de hospital después de padecer de linfoma de Hopkins y finalmente Cristina, madre de Sofi, otra adolescente muerta a los 23 años por suicidio. Vienen a reencontrarse con sus seres queridos. A la vez está en el limbo de los muertos Anita Moriarty, una actriz de Clase B (muy B) quien nunca en su vida tuvo un éxito y que muriera en un accidente aéreo acompañando a una de las 50 "Lassie". Esta Anita era el gran amor de Jason y nunca se ha podido comunicar con ella. Pero sucede que una vez hecha la conexión, los espíritus empiezan a desmaterializarse para pasar de plano, "allí donde sus sueños los lleven".
Convivimos con el mundo de los muertos (que cantan, y muy bien, fundiendo sus voces con los vivos) en donde se destaca una arrasadora Laura Oliva, poniendo el tamiz cómico sobre tanta melancolía, un verdadero huracán de frescura dentro de un clima que también tiene sus cotas altas de humor en el mundo de los vivos. Podemos acotar que el musical está muy bien construído (siendo sus autores Vinnie Favale y Frankie Keane), alternando partes dialogadas con otras cantadas, y que las canciones no ejercen aquí de mero adorno musical sino de extensión cantada de lo que no se dijo hablando, hay un verdadero complemento entre parlamento y canto. Como mencionara, apuesta a la emoción, sobre todo cuando esas madres o hija desesperadas por tener contacto con el más allá logran escuchar por un momento las voces o los soplidos de sus seres queridos. Todo acá apunta a la armonía, las canciones son muy bellas tanto en letra como en música (son a veces movidas y divertidas, otras veces más tranqui), el vestuario apunta a la concentración en lo que se dice o bien en el delirio (caso Laura Oliva) o en el clacisismo (Florencia Otero); la escenografía está de acuerdo con el texto y acompañan muy bien esos paneles que suben o bajan según sea la ocasión y la dirección de Juan Álvarez Prado es muy correcta y de mano sagaz en las marcaciones actorales y vocales. Las obras solistas se alternan con ensambles de coros (los más festejados) y resplandece en un gran ensamble de las voces de todos al final, cuando ya no queda otra que apelar a los Carilina...
Fabián está muy correcto en esta obra, pero en realidad todo el elenco lo está, la selección parece haber sido muy rigurosa, y él me dijo que no me pusiera celoso cuando amaba a Florencia Otero o cuando la besaba, pero la verdad es que no pude resistirlo (será degollado próximamente... aunque me queda el (des) consuelo de que ella es casada). Pero bromas aparte digamos que se establece muy buena química entre ambos así como entre todos los personajes en general (es amplia las redes de vinculaciones que hay entre todos). Como dije en alguna oportunidad es un placer ir a sufrir al teatro, para hacer catarsis y pasarla bien llorando por lo que le sucede a esos seres en la escena, es un acto de salud mental compartir los padecimientos de aquellos que tanto aman que son capaces de reencontrarse con el más allá.
Es una lástima que esta obra termine tan pronto y que se dé sólamente los días martes y con tan poca publicidad. Hago votos acá para que se reponga el año que viene y en unos días más accesibles al público en general (aunque ayer el teatro estaba lleno) porque es una pena desperdiciar un material tan hermoso. Los que no la vieron, sonaron, y aquellos que puedan concurrir a la última función que supongo será el martes que viene, la recomiendo calurosamente.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario