jueves, 9 de noviembre de 2017

Mi crítica de "Mi Hermana, mi Amor" (Cine-1966)

Acabo de ver el controvertido film de Vilgot Sjöman, "Mi Hermana, mi Amor", realizador sueco que nació y murió en Estocolmo, desde 1924 al 2006, a la edad de 81 años. Principalmente trabajó con actores de Bergman para este film, de 1966 filmado en un excelente y riguroso blanco y negro, del fotógrafo Lasse Björne, que le da toda la potencia dramática que la obra necesitaba. Es una adaptación de una historia de John Ford, ambientada en la Suecia del siglo XIX. Si bien en el arranque parece algo similar a las "Relaciones Peligrosas", por las características de ambos hermanos, después toma un rumbo diferente.
Charlotte (Bibi Andersson, en su esplendor) y Jacob (Per Oscarsson), con melena leonina, son los dos hermanos en juego y tienen tal espíritu de seducción que a los pocos minutos ya sabemos que cometerán incesto. Él llega de haber estado cinco años ausente y ella está prometida en matrimonio al barón Carl Ulrik Almsden (Jarl Kulle), matrimonio que Jacob como tutor de su hermana tiene la capacidad de impugnar. Pasados los primeros prolegómenos, los hermanos se aman y se prometen estar juntos por el resto de sus vidas, renunciando ella a su casamiento. Pero hay otro personaje con la carga de la culpa y del pecado sobre sí, el Conde Schwartz (el también bergmaniano Gunnar Björnstrand), que tiene muy presentes estos conceptos por haber sido pecaminoso en su vida con ciertas mujeres. Esto marcará definitivamente a Charlotte, imprimiéndole el peso de la culpa a su relación con Jacob. El Conde es a la vez el tío de Ebba (Tina Hedström), una jovencita con quien Jacob juguetea y hasta llega a proponerle matrimonio. Charlotte y Ebba son muy compañeras y comparten muchos momentos juntos, por supuesto sin decir nada aquella de su conflictiva relación. Hay otro peso pesado en la historia: una de las mujeres pobres de la comarca y sirviente de Charlotte, la sra. Küller ha tenido un hijo sin padre hace ya muchos años, un hijo al que ha resultado tonto sin vueltas, es un oligofrénico que se sospecha ha sido engendrado por el padre de su madre. Y esto marcará definitivamente a Charlotte, sobre todo desde el momento en que se entere que está embarazada de su hermano.
Le envía una carta a su prometido diciéndole que suspende el matrimonio, y se promete a Jacob, pero este es un frívolo y mundano que, a pesar de que ama a su hermana, parece rehuir de los compromisos. Entonces Charlotte va a encontrarse con el barón Almsden y a ver la casa que éste compró para ellos. Le pide que le dé explicaciones sobre su renuncia, y ella lo besa y se hace conducir al lecho matrimonial. Allí consuman una relación que habían venido sosteniendo por meses y ella le declara que no puede casarse con él porque está embarazada de otra persona. Éste, después de pensarlo un poco decide que será el padre del hijo que Charlotte lleva en su vientre. Contraen matrimonio, aunque los hermanos no dejan de "visitarse" hasta que el barón empieza a sospecharlo todo, incluso la paternidad del niño.
La película debe haber causado un gran revuelo en la época de su estreno, porque en los 60' no era común que se pusiera sobre el tapete las relaciones incestuosas de modo tan claro. Aunque el film lo trata con total sobriedad, evitando las escenas incómodas y sólo dedicándose a la insinuación, si bien cuenta con varios desnudos secundarios. No es un tema muy frecuentado por el cine el de las relaciones incestuosas y por eso el motivo de "rara avis" de esta película y su decidido enfoque.
Bueno, Charlotte empieza a temer por la salud física y mental de su criatura al nacer, teniendo en cuenta al hijo de la sra. Küller y se empieza a sentir superada por la culpa. El barón reconoce que el hijo es de Jacob y se enfrenta con él, expulsándolo de su casa, aunque esto no impide los escarceos amorosos entre ambos amantes, y se toma revancha con su esposa alejándose de ella y no tocándola en todos los meses de su embarazo y echándole en cara que se ha comportado como una cualquiera al quedar embarazada de su hermano y que la odia. Allí va la ingenua de Charlotte a pedirle revelaciones a la sra. Küller sobre quien fue el padre de su hijo y ésta, al confesárselo logra horrorizarla. El vientre de Charlotte sigue creciendo, y Ebba le dice que Jacob ha desaparecido momentáneamente por una mujer que dejó embarazada y que ha sido acompañado por ésta. Charlotte le dice que eso no es así y en off le devela el verdadero origen de su hijo. Ebba, profundamente enamorada de Jacob y falsamente prometida en matrimonio con él, saca un pistolón y mata a Charlotte. Su esposo, horrorizado pide que venga un médico, pero comprueba que su mujer ya ha muerto. La sra. Küller, que entra justo allí, toma un cuchillo y le abre el vientre, sacando una niña hermosa y sana. Esto da el final de la historia y una nueva esperanza a la vida del engañado barón, quien ahora deberá ocuparse de la crianza de su hija (¿o tal vez la tome Jacob?).
La película no podía terminar más que en tragedia por como venía planteada y hay muchos simbolismos durante la obra. Un Conde que vive afligido por el peso de la culpa y del pecado, y que dice que todas nuestras faltas se expiarán en el infierno, mientras que Charlotte sostiene que después de la vida no hay nada, pero que logra contagiarle a ella el temor por la culpa y la busca de la redención, con una muerte que es aceptada con una sonrisa. Incluso en el montaje hay sorpresas, como la imagen de un cerdo gordo y bien alimentado para presentar, corte mediante al cura párroco gordo y protestante, casado y con seis preciosas hijas, en la siguiente escena. Las actuaciones confirman que este es un gran film, y la prodigiosa iluminación y el encuadre de cámara hacen todo esto un festival para los sentidos. La dirección demuestra que se puede ser audaz sin caer en el mal gusto y alimentar los buenos instintos. Esta obra fue conocida en la Argentina como "El fuego" y hay referencias a ese fuego a lo largo de toda una película que divide el mundo de ricos y pobres, de amos y sirvientes, de una forma muy tangible. Totalmente recomendable para el público adulto.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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