miércoles, 15 de mayo de 2019

Mi crítica de "La Verdad" (Teatro)

Bueno, ayer tuve la oportunidad de asistir a la función para "La Nación", de esta obra puesta a todo trapo en Buenos Aires, en el Complejo La Plaza. Se trata de un neovodeville magníficamente interpretado por Juan Minujín, Jorgelina Aruzzi, Valeria Lois y Héctor Díaz y sabiamente orquestado por Ciro Zorzoli. Cierta vez le pidieron a Oscar Wilde que escribiera una obra en la que su protagonista dijera sólo la verdad. Él respondió que eso sería imposible ya que no llegaría vivo al segundo acto. Algo parecido le ocurre a Martín (Minujín) pero por su opuesto, es un mentiroso consuetudinario que vive de traición en traición, a su esposa, a su mejor amigo, en una historia amorosa con la esposa de éste. Y convence a todo el mundo de los beneficios de no decir la verdad: "¿qué pasaría si todos dijesen la verdad? sería imposible que continuaran las parejas juntas, sería inexistente todo vínculo social..." Pero llegado el momento de enfrentarse con la sinceridad todo se vuelve contra él y nos damos cuenta de que vivimos en un mundo de mentirosos y todos lo estaban engañando a él. Resulta ser víctima de su propio juego patético.
Por supuesto que las grandes revelaciones entran más directamente cuando son tratadas bajo la óptica del humor. Y de eso hay mucho en la pieza, la carcajada es constante y no se apaga, y el sentido del humor es del inteligente, sin chabacanerías ni golpes bajos.
Estamos ante una nueva obra de Florian Zeller, el autor francés vivo más exitoso de su país, con cuatro novelas y once obras teatrales, estrenadas en todo el mundo, dramaturgo de tan sólo 38 años a la fecha (¡Un pibe! ...es que a mi edad ya todos me parecen unos pibes...). En nuestros escenarios esta es la tercera obra que se presenta: las dos anteriores fueron "El Padre" (protagonizada por Pepe Soriano) y "Sin Filtro" (con el "Puma" Goity y Carola Reyna), de extraordinario éxito ambas. Zeller no es un moralista, si bien presenta problemas éticos, no toma una postura, sino que deja que el espectador sea quien la adopte, variando el ángulo de su problemática a medida que transcurre la acción. Es el "niño mimado" de New York y Londres, siendo muy representado también en toda Sudamérica. Sus piezas tienen todas ese toque humorístico que las hace tan apetecibles, y aquí reaseguradas por la brillante traducción y adaptación de Fernando Masllorens y Federico González del Pino, quienes siempre componen un trabajo de artesanos.
Hay varios chistes notables en la obra ("pensé que el único que llamaba al teléfono fijo era Rodríguez Larreta"; "yo llegué al hotel con la cama tendida, la voy a dejar tendida") y hay uno en especial plagiado a Muscari (en "Falladas"), la exclamación tan aplaudida: "¡por Dios! ¡por Dalma y por Yanina!", pero como dice el diccionario de Les Luthiers: "plagio: fuente de inspiración". Aunque los más aplaudidos sean los espontáneos, los improvisados, como cuando falló el dispositivo que tenía que hacer entrar un sillón y lo tuvo que empujar a mano Minujín y agregó "estamos ordenando la casa". Son las cosas impredecibles que pueden ocurrir en cualquier función y el actor sabe cómo capitalizarlo a su favor.
Básicamente, el argumento de la pieza transcurre en relación a la mentira que Martín lleva a cabo en su relación con Ana (Aruzzi, recordada por su excelente trabajo el año pasado en "Niní en el aire"), esposa a la vez de Lorenzo (Díaz), su mejor amigo. La que completa el cuarteto es Julia (Lois), esposa de Martín, a la que miente con total descaro. Tan es así que el comienzo de la obra, después de pasar la tarde en un hotel con Ana, Martín vuelve a su casa y debe improvisar mentiras para ocultar su falta ante la llamada de un compañero de trabajo con quien asegurara que estaba reunido. La excusa es que se había ido a encontrar con Lorenzo quien estaba muy deprimido ya que había perdido su trabajo. Pero sucede que Lorenzo también lo llamó... Martín sale elegantemente de cada encrucijada que le plantea el destino frente a su mujer, y planea un "week-end" con Ana en Mendoza, diciéndole a Julia que tiene que ir para esa provincia por motivos de trabajo. Finalmente tienen la escapada los dos amantes y se ven acuciados por las llamadas de sus respectivos cónyuges al celular, para lo cual deben inventar salidas "espontáneas". Es sumamente graciosa la situación de Ana, quien le dijo a Lorenzo que estaba con una tía con Alzheimer ayudándola a hacer la mudanza. Lorenzo la llama y pide hablar con la tía, para lo cual Martín debe componer a una viejecita española con mucha gracia, y con no pocas metidas de pata que dan pie a otros tantos gags, muy celebrados por el público. Pero Ana ha llevado marihuana para probar, y entre la fumata que les cae muy mal a los dos y la culpa, decide hablar con su marido y ponerle todo en claro, lo que causa el pánico de Martín ya que va a quedar expuesto con su mejor amigo.
Ya junto a Lorenzo, con quien juega al tenis (y Martín se ha dejado ganar, por el remordimiento, pese a que el otro es un desastre como jugador), su amigo le refiere en los vestuarios que sospecha que Ana tiene un amante, y se pone de veras muy sádico en la forma que describe lo que le va a hacer al traidor cuando lo descubra. Primero lo va a abrir en dos con un facón que heredó de su tío, y en una segunda fase le va a pasar por encima con la camioneta hasta dejarlo completamente destrozado, lo cual pone a Martín blanco de terror. Él le recomienda que no le diga nada a Ana de sus sospechas, que la trate con cariño y ya va a ver como vuelve mansamente con él.
Martín va a ver a Ana a su consultorio de oculista y le dice que Lorenzo lo sabe todo, y ella le confirma que la noche anterior le contó toda la verdad y le dijo que se estaba acostando con él. Martín entra en pánico y decide volver a ver a Lorenzo y sincerarse con él. Lorenzo (desempleado) está en su casa viendo la televisión y recibe a Martín muy fríamente. Este, después de titubeos varios y otros tantos whiskys, le cuenta todo, a lo que su amigo le responde que ya lo sabía hace seis meses, fecha en que Martín y Ana empezaron a verse a escondidas. A lo que Martín, asombrado, le pregunta por qué no se lo dijo antes. Lorenzo le dice que temía que fuera por venganza... Sí, es que Lorenzo era desde hacía un año y medio amante de Julia, y todos estaban al tanto del engaño de Martín (incluida su propia esposa, quien ahora resultaba la principal infiel). Por lo tanto, el burlador resultaba burlado... Pero cuando Martín llegue a su casa y enfrente a su mujer diciéndole si ella sabía todo lo de Ana y él, ella resulta sorprendida y enojada y niegue todo vínculo con Lorenzo. Una vez más Martín ha caído en su propia trampa...
Una comedia de enredos desopilante, que nos induce a pensar que lo mejor es decir siempre la verdad... o no. Como sucede con las mejores obras del arte cómico nos hace reflexionar a la vez que nos entretiene y nos divierte. El desempeño del elenco es un verdadero lujo e inmejorable, los cuatro se sacan chispas y es inevitable pensar en la gran mano que está detrás de todo esto: Ciro Zorzoli quien demuestra un ejercicio total de la comedia y de los materiales que tiene enfrente.
Una obra para no perderse. La recomiendo fervientemente.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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