martes, 2 de febrero de 2021

Mi crítica de "Las Chicas de la Culpa" (Teatro)

 Debo aclarar que nunca me sentí tan incómodo en un espectáculo teatral ni me aburrí tanto como en este. Porque "Las Chicas de la Culpa" es una verdadera bocanada de aire rancio. Y eso que lo vi por streaming y no pagué mi lugar que si no... como hubiese dicho mi abuelo: les incendio el teatro... Las chicas de la culpa son Natalia Carullas, Connie Ballarini, Malena Guinzburg y Fernanda Metili. El modo de hablar de estas cuatro féminas no se encuentra ni en un lupanar ni en el peor de los bajofondos, ¿será cierto que las mujeres cuando se reúnen solas se ponen tan guarangas? Porque si esto fuese el paso previo a un encuentro sexual 1 a 1 (o 4 a 1), se justifica, hay que calentar al otro con todas las armas de que se dispone -por lo menos conmigo surte efecto-. Pero acá no se trata de calentar a nadie sino de hacer reír en un espectáculo teatral. Y no debemos olvidarnos de eso, de que estamos en un teatro y no en un burdel, y que cuando abunda la grosería es porque se acabó la inteligencia o la imaginación. Para colmo el espectáculo carece de una estructura teatral -dije, bueno, vamos a ver otro show de stand up-, no, acá se junta a las cuatro chicas en el escenario y se las hace hablar de temas al azar, o se les propone juegos concretos con los que deben acumular puntos.

Lo tenía gratis por la tarjeta Black, y me anoté en este espectáculo ya que me parecía que iba a ser otra interesante reflexión sobre la culpa a través del humor judío que Malena Guinzburg tan bien conoce. Nunca me imaginé que iba a asistir a tan amplio catálogo de bajezas. Desde describir unas vacaciones "de mierda", a opinar sobre la mejor manera de hacer pis o caca en la playa sin ser vistas -o directamente en el mar-, pasando por el hisopado anal, la mejor manera de meterse cuanta cosa se encuentre en alguno de los orificios femeninos, el comer ananá para estimular el gusto de los fluidos vaginales o el semen, las virtudes de arrojarse un gas en pleno acto sexual -sin obviar el famoso pedo de concha-, el jugar pelota-paleta diciendo todas las palabras fálicas ke acudan a la mente -perdón, de nuevo me vuelve a fallar la letra cu-, pasando por todo el catálogo de vómitos, cagadas, meadas, pedorretas y groserías sexuales ke se les puedan ocurrir, y todo sin metáforas, al más burdo estilo-Jorge Corona.
De más está decir ke entre ellas se llaman boluda, pelotuda, conchuda, puta o forra de mierda, las damas en cuestión. Parecía la más educada de todas Fernanda Metili, por su atuendo y su recato, pero a los tres minutos vi ke me había ekivocado -no por nada trabaja en la radio junto a Jay Mammon- mientras ke Connie Ballarini -luciendo bota ortopédica- parece la más desesperada por frotarse o introducirse cualkier cosa en sus intimidades. Malena Guinzburg es la más conocida de todas y ya sabemos ke puede ir desde el humor más inteligente hasta la chabacanería más pura. Y Natalia Carrullas, kien no duda en llamar cachorra al órgano femenino -cosa ke a Fernanda le rememora a Natalia Oreiro con flekillo- hace alarde de sus cuarenta y cinco años bien llevados y en garantizar ke salió con cuanto chico más joven ke ella encontró.
Entre los juegos ke les toca realizar está el de teatralizar una consigna bajo el género cinematográfico elegido por el público -ke no sé porké siempre eligen porno o novela brasileña- donde las actrices se despachan a gusto y piacere con todas las obscenidades ke le vengan a la cabeza. El tópico feminista está a la orden del día, pero lo ke sobresale es la manía de Metili de observar el tamaño de los testículos de los hombres en la playa tomando sol con las piernas abiertas. Parece ke eso la deleita especialmente. La última prenda consiste en reproducir la escena de una telenovela dada, disfrazándose y jugando al ridículo entre todas. Se ve ke si hay algo ke no tienen estas cuatro chicas es vergüenza y pueden explayarse a sus anchas parodiando las infamantes novelas.
En definitiva, ke las únicas ke se divierten son las ke están encima del escenario, el público no sé, pero como suele haber público para todo, habrá kienes se manden sus buenas carcajadas. No obstante las cuatro se meten con los espectadores y no dudan en referirse a ellos como la HDP del barbijo verde o similares. Habrá a kien todo esto le resulte divertido. A mí me aburrió hasta el hartazgo y me pareció de pésimo gusto. Por suerte ke no fui a verlas.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá y si kieren comentar no se priven.
El Conde de Teberito -un crítico independiente-.

3 comentarios:

  1. Tenés toda la razón!!! yo pagué en el teatro metropolitan y es malísima sin argumento ni los juegos estúpidos que hacen lo hacen bien un mamarracho lamento tanto haber gastado en esto. Cuatro payasas, va les queda grande, guarangas sin un diálogo coherente la Guizburg ni leyendo un papel con preguntas lo hacía bien desastre.

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  2. Tuve la misma sensación….una cantidad de groserías que incomoda y empalaga hasta convertirse en algo ordinario con lo cual no me siento identificada para nada en absoluto. Fui a verlas al teatro y me pareció la peor obra que fui a ver en mi vida. Totalmente decepcionada

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  3. Fui ayer al Gran Rex pensando que era algo de calidad. Pues no, nunca ví algo tan malo y tan grosero. No me reí ni una sola vez. Nos fuimos a mitad de la obra. Todo lo que describis, es tal cual.
    Una estafa, ni siquiera tiene un guión.

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