jueves, 14 de septiembre de 2017

Mi crítica de "Bilac ve Estrellas" (Teatro-Brasileño)


Desde ahora, el equipo de Teatrix incorporó una asociación con la plataforma teatral de Brasil "Cennarium", desde donde podemos recibir obras teatrales de ese país habladas en portugués y subtituladas, sumándolo a los ya consabidos estrenos de Broadway. Este es el caso de "Bilac ve estrellas", comedia musical con la dirección de Joao Fonseca, la autoría de Heloisa Seixas y Julia Romeu y la música y letras de Nei Lopes. Es en realidad una obra musical de cámara, con la apoyatura musical del clásico trío jazzístico (piano, batería y contrabajo) y el escenario no tiene la amplitud de los que nos tienen acostumbrados los musicales de acá. Como pieza artística genera mucha expectativas, más de las que cumple: no puede esperarse de ella la hondura filosófica de las letras de Pepito Cibrián Campoy ni la majestuosidad musical de un Andrew Lloyd Webber ni de los autores de "Los Miserables". Ni siquiera alcanza a la musicalidad de "Hello, Dolly!" o "La Novicia Rebelde". Pero lo que sí tiene es un gran sabor carioca y de batucada brasileña, intercalada con algunos números que recuerdan a la música típica de Francia. Sí, porque es un musical brasileño que mira a Francia como símbolo de la Belle Epoque en que se desarrolla y tiene allí sus sustento primigenio.
Vamos por partes. Olavo Bilac es un encumbrado poeta, alrededor de quien gira mucha gente, entre ellos, el Padre Maximiliano. A la vez Bilac gira, como si fuera la relación Luna-Tierra-Sol, a la vera de José do Patrocinio, un inventor que ha ideado un aparato para volar, más concretamente un globo aéreo o Zeppeling. Esta es la trama base de la obra, si bien Bilac es importante y produce risas con su extraña bizquera el argumento se desarrolla en torno al misterioso aparato volador. La obra peca de bastante ingenuidad tanto en su argumento como en sus letras, que si bien tiene algunas subidas de tono no alcanzan para ruborizar a una monja. Las mujeres deliran por un poeta tan apasionado y sensual (en su escritura) como Bilac, no en su aspecto físico, que tiende a la caricatura, con sus ojos entrecruzados, su bigotito años 20 y su rigidez de cuerpo. Por eso se siente impresionado cuando una sofisticada portuguesa llamada Eduarda Bandeira se muestra atraída por él. Hasta el punto de meterse en su cama y desnudarse frente a tan ascético caballero. Pero esta mujer es una espía, que colabora con el Padre Maximiliano (también poeta y enemigo acérrimo de BIlac, a quien llega a retar a duelo), que quieren hacerse con los planos del globo volador y vendérselos a los hermanos Wright, quienes sueñan con construir su primer avión.
Como obra coral hay muchos otros personajes que aparecen y desaparecen, interpretados por la misma docena de actores (los nombres de los actores es imposible relacionarlos con los de los papeles que les tocan en suerte), pero hay uno por demás expresivo y cargado de comicidad (debido en gran parte más a la actuación que a la letra), es el de Mme. Lambiché, una gitana adivinadora del futuro y lectora de cartas y manos que se mete al público en el bolsillo cuando canta o simplemente se desplaza por la escena. Una gran actuación de una gordita desconocida por estos lares. Otro de gran magnetismo es el barbado Padre Maximiliano, que con su sarcasmo y doble cara (él interpreta que la castidad depende del alma y no de lo que el cuerpo haga, ya que es el fiel amante de Eduarda Bandeira), llegando a los extremos de herir con su florete en el duelo a primera sangre a Bilac. Y el tercer personaje importante es el moreno José do Patrocinio, que con su cuerpazo de negro fortachón se impone ante el público.
Por lo demás Bilac está muy bien tratado por el actor que lo sostiene, hace juegos increíbles con esos ojos y hace de su delgadez un emblema quijotesco. Si bien está dotado para la versificación y la poesía seductora, como hombre, resulta un verdadero pusilánime.
Pero volvamos al tema de los planos del aerostato. Los mercenarios tienden una trampa a do Patrocinio para alejarlo del hangar donde tiene su aparato volador, para llegarse hasta allí y cargarse con los planos. Pero los amigos no caen en la trampa y tanto Bilac como do Patrocinio se aparecen esa noche en el lugar. Con un bastonazo duermen a Bilac e incendian el hangar con la aeronave dentro y al otro lo secuestran para que les diga donde esconde los planos. Pero éste se niega a hablar, hasta que lo amenazan con torturar a su esposa. Ahí el revela el lugar secreto: la confitería en dónde se reúne la bohemia de esos tiempos. Pero Bilac y la policía llegan antes y le tienden una trampa a los mafiosos. Al día siguiente de que son apresados llega a Brasil Santos Dumont, un experto en aviación, a quién, al ver destruído su aparato deciden venderle los planos para los Hnos. Wright. Todos bailan contentos y festivos, aduciendo que el primer aparato volador será de origen brasileño.
Las canciones son alegres y pegadizas, con un ritmo bien portugués y hay mucho movimiento constante en la escena, con una mínima escenografía que resulta muy funcional a la hora de los bailes. Este fue otro hallazgo de Teatrix, que vino a ensanchar el horizonte teatral de los amigos del proscenio.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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