sábado, 17 de febrero de 2018

Mi crítica de "Marco Polo" (Teatro-Musical-Infantil)


Viene fallando Teatrix últimamente con los estrenos... Me tocó ver esta obra infantil para niñitos mogólicos autistas e infradotados que nada aporta a la cartelera porteña, a pesar de que su directora, Carla Calabrese pondere y alabe sus virtudes. Se dio en el último 2017 en el Maipo y la mayoría del público -¡ahora entiendo!- eran chicos entre cinco y ocho años... ¿Alguien me podrá explicar alguna vez qué es lo que le hace gracia a un chico? Porque yo, desde mi pequeño cerebrito de adulto no logro desentrañarlo. Después de haber visto "Vivitos y Coleando", del gran Hugo Midón y "Saltimbanquis", otra buena puesta, creí haberlo entendido, y me sentí muy reconfortado de que me gustaran esas obras, igual que como disfruto de Pescetti, a quien sí entiendo y  lo comparto con los chicos. Pero esta obra, francamente me parce colmada de idioteces y sandeces que hasta a un payaso le daría vergüenza ejecutarlas. No sé, se dice que al público infantil es imposible engañarlo porque cuando algo no les gusta lo dicen a viva voz, sin el pudor de los adultos, así que habría que preguntarle a los chicos que asistieron a las funciones a ver si les gustó (si les "encantó"). De todos modos me parece un producto para las vacaciones de invierno, que si bien está bien ideado y con mucha producción, se le huele lo pasatista de lejos. La directora asentó que su obra está hecha para que "reine la paz en el mundo" (¡¡¡!!!) lo cual me parece bastante simplista y superficial. ¡¿Qué quiere que le diga Señora?!
La anécdota es muy simple: se pone a un galancito adolescente de la tele (Franco Masini) a hacer de Marco Polo (un trabajo que no requiere gran composición, por lo menos en esta versión) a viajar hacia China, conocer al Emperador Kublai Khan (Pablo Sultani, el "Shrek" de la puesta vernácula) y a su hija, la princesa Mei (una hermosa Mariel Percossi) y saber que ésta está prometida con el abominable General Want Mo (Mariano Chiesa, actor de amplia trayectoria en musicales. Ver "Casi Normales") con quien ella rehúsa casarse y que se enamorarán a primera vista con el Marco Polo galancito de la tele... Pero entonces, el General, al darse cuenta, decide interpelar al Espíritu de la Guerra (una sacerdotisa que aparece flotando por los aires) para que le dé una piedra mágica con la que poder hipnotizar a Marco Polo para que intente asesinar al Emperador, él lo detenga, quedando como un héroe y Marquitos Polo como un traidor y sea ejecutado. Bueno, para que se las voy a hacer larga... Todo esto sucede, pero Mei sospecha algo raro y sigue enamorada de Polito, aunque su padre la entregue en matrimonio al General y este quede como héroe nacional y Polo deba huir. En su huída se topa con el Maestro (Manuel Victoria) y su ayudante Achú (Mariano Condoluci, un chiste estúpido, ya que se confunde su nombre con un estornudo, ante el cual todos pronuncian: "Salud"). Luego de unas lecciones de "vida" y de kung-fú, el Maestro da por apto a su alumno para enfrentarse al Maligno (que es de por sí "muy malo", grita, gruñe y hace todo tipo de maldades, cosa que no quede duda de su alma villana -acá no hay grises, o son algunos enteramente buenos o totalmente malos, como para que los chicos se vayan haciendo una idea del mundo y vayan poniendo en orden sus cabecitas, ¿no?-).
Bueno, Marquito llega, lucha y vence (por supuesto), se demuestra que el intento de homicidio lo hizo bajo hipnosis y por fin sea disculpado y el pérfido sea enviado al ostracismo, y por fin Marco y Mei puedan ¿casarse? ¿o darse un beso?. El hecho es que cuando Masini se saca la camisa para luchar y luce sus brazos arranca un grito enfervorizado de todas las adolescentes calientes que asistieron para el sólo hecho de verlo. Franco Masini, de la noche a la mañana se ha transformado en un "sex-symbol" juvenil... Lo que me hace recordar la frase de Bertold Brecht: "Esa chica tiene éxito porque es hermosa. Y alguien contestó: No, es hermosa porque tiene éxito". Así son las reglas de mercado y de consumo de hoy en día, sin darse cuanta que a los que consumen es a ellos (a los presuntos consumidores de mitos).
De más está decir que la obra se la roba Mariano Chiesa, el General Want Mo, cuando baja a la platea y se pasa quince (¡sí, 15!) minutos improvisando y jugando con los chicos (desde su rol, claro) y les pide que elijan un animal  para que los presuntos hipnotizados (Marco Polo, Mei y el Emperador) se comporten como tales. Acá sucede lo peor de la obra, los transformados en "animales", se tientan de risa, como si nunca hubiesen hecho un ejercicio de (no digo ya de primer año) sino de primera clase de teatro, la única que mantiene su compostura es  Mariel, la más digna, pero a los otros se los utiliza como efecto cómico y para despertar el aplauso de un público descerebrado que festeja sus carcajadas contenidas.
Otra. Franco Masini afirmó en reportajes y entrevistas que había tenido que aprender la técnica del kung-fú para sus escenas de acción... ¿dónde estaban? Lo único que debió aprender es a correr y evitar alguna que otra patada voladora a cargo de Chiesa. Pero de artes marciales, nada. Todo se reduce a una parodia mal hecha de la ceremonia de las ejecuciones, disfrazadas con gritos intempestivos y desaforados que penetran cualquier tímpano, horrorosamente llevadas a cabo y sin la menor vergüenza propia (yo sí sentí la ajena).
Las únicas dos chinas que aparecen en la obra hablando en chino deben haber salido de algún supermercado de barrio porque son chinas auténtica y hablan lo mismo que habla la china de al lado de mi casa. Lo de superproducción queda muy por debajo de los niveles de tal. La música... la música no es ni buena ni mala, es totalmente indiferente, salvo cuando el bueno de Marco Polo canta en ritmo de rock, con guitarras eléctricas sonando estrepitosamente y convierta todo en una fiesta (del mal gusto), ¿rock en tiempos de Marco Polo? ¡Ah, claro... es el "aggiornamiento" como se lo llama ahora!
Lo que sí resulta la gota que colmó el vaso es que una obra que dura una hora diez se extienda hasta ¡una hora y media! para que suba la directora al escenario y hable maravillas de cada uno de sus actores, músicos, iluminadores, letrista, acomodadores y vendedores de las entradas del teatro. La directora se llama Carla Calabrese, por si no lo tienen claro y la libretista y letrista es la ¿argentina? Alice Penn, también presente en el reparto de elogios. El autor de la música es el vago conocedor de musicales Javier Giménez Zapiola. Ah, sí, porque el mamarracho este es un musical, ¿se habían dado cuenta? de donde no se entienden las letras de las canciones, cantadas por gente que tiene una papa en la boca, salvados sólo por Masini y la Percossi. Lo único lindo de la obra es la presencia más que respetable de la joven y hermosa Mariel Percossi, linda, atractiva, dulce, de grandes ojos, gran sonrisa, gran nariz... pero como está bastante bien maquillada pasa todo poro un rostro hermoso. Como dijera Shakespeare: "lo demás es aire"...
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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