viernes, 30 de marzo de 2018

Mi crítica de "Coco" (Cine-Dibujos Animados)

Vi la maravillosa "Coco", que con toda justicia ganó el Oscar a mejor producción animada, dirigida en este caso por Lee Unkrich y co-dirigida por Adrián Molina. Este film pertenece a la factoría Disney-Pixar, comandada por el talentoso Richard Lesseter. "Coco" es una historia compleja, pero que cala hondo y llega hasta el corazón. El verdadero protagonista de la película es Miguel, un chico mexicano de unos 10 años, pero su bisabuela Mamá Coco tendrá una presencia definitoria en la película, por eso el título del film puede prestarse a confusiones. Quien no quiera conocer detalles sobre el final del film, que no siga de estas líneas porque para poder analizarlo es preciso recorrerlo de punta a punta.
La anécdota se instala en tierras mexicanas, algo inusual para la compañía Disney-Pixar y narra la saga familiar de Miguel, cuyos ascendientes se remontan a su tatarabuela Imelda, su hija Coco y un marido que ha sido sacado de la foto porque los abandonó por irse con su guitarra a dedicarse a la música. Por eso la música es una palabra tabú para la familia Rivera, es algo así como una maldición. Y resulta que a Miguel le ha dado por inclinarse a ese arte y quiere ser cantante y guitarrista, como su admirado Ernesto de la Cruz, el cantautor más grande que haya dado la tierra mezcalita. La abuela Imelda, una vez dejada por su marido tuvo que rebuscársela por sí misma y se dedicó a la fábrica de zapatos, trabajo que ha ido pasando de generación en generación hasta llegar a los propios padres y abuela de Miguel, y quieren que su hijo continúe con la tradición y que ni se acerque a la música.
La calidad de los dibujos animados generados por computación es exquisita, y llega hasta el asombro, sobre todo en la escena dedicada a la Noche de los Muertos y la visita al cementerio, en donde la multiplicidad de detalles y la muchedumbre que puebla el santuario es tal que el detallismo se convierte en preciosismo. La visita a la Ciudad de los Muertos es de una imaginería visual que corta el aliento por su belleza de colores y figuras y puede quedar entre lo más logrado de toda la historia de la compañía Disney, esa fábrica de sueños que, desde que estrenó su primer largometraje, "Blancanieves y los Siete Enanitos" en 1937 viene acompañando multitud de infancias.
El tema de esta película es el festejo tan difundido en México del Día de los Muertos, y su demistificación de la muerte como algo terrible y angustioso, sino como un día para celebrar y recordar a las personas que nos precedieron en su viaje al Más Allá y el recuerdo con cariño y respeto. Los terapeutas que estudian el reciente "invento" de la "Decodificación" (a la que no llaman terapia) encuentran argumentos en esta película para sostener su postura. En breves palabras, la Decodificación (de la que no soy entendido no obstante mi paso por la facultad de Psicología) se basa en curar enfermedades somáticas del tratante, rastreando su pasado hasta remontarse a ancestros olvidados, como para buscar una justificación psicológica de esa enfermedad. Es algo parecido al otro "yeite" de las Constelaciones Familiares, pero con sutiles diferencias. Bueno, decía, han encontrado en esta película motivos suficientes para respaldar su teoría.
El caso es que Miguel averigua que su tatarabuelo, el que abandonó a su familia, no es otro que su ídolo Ernesto de la Cruz, de quien tiene todos los discos, se sabe de memoria sus canciones y sabe interpretarlas en la guitarra, y ve asiduamente sus películas. Y como lo que necesita para presentarse en la competencia del Día de los Muertos es una guitarra y su abuela le ha roto la que él construyó, se interna en el mausoleo de quien fuera su antepasado para tomarle prestada su guitarra. Pero allí, por un efecto perteneciente a la administración cósmica se ve arrastrado a la tierra de los muertos, a los que al principio mira con cierta aprensión, pero pronto aprende a tratar con esos esqueletos cuyas calaveras se estructuran y descomponen con toda facilidad, hasta sentirse uno de ellos (y de hecho lo es, ya que él empieza a transformarse en un muerto más). Pronto topa con su familia de origen, su tatarabuela Imelda y demás familiares, tíos, primos, etc. Le pide a Imelda la bendición para regresar al mundo de los vivos y esta se la da, a condición que se aleje para siempre de la música, tema que como ya vimos, está fuera de toda consideración para la familia. Entonces, huye, secundado por su fiel perro callejero Dante (todo un descubrimiento de estos Disney, por lo simpático y movedizo que es, además como en toda película de dibujos animados habitada por gente, debe haber un animal mascota que oficie de trazo cómico en Disney), hasta toparse con un personaje desheredado que está pronto por caer en el olvido, Héctor. El tema del olvido es muy importante, porque cuando en la Tierra ya no hay nadie que recuerde a sus muertos, estos simplemente se desvanecen y desaparecen del Mundo de los Muertos, que es ciertamente lo que pasa en la vida, vivimos en la memoria de quienes nos recuerdan hasta que somos olvidados, después desaparecemos de la faz de la existencia aún como muertos. Héctor es un mentiroso y engañador compulsivo que le dice a Miguel que conoce a Ernesto de la Cruz ya que cantó con él y que puede llevarlo hasta la esplendorosa fiesta que éste realiza en el Día de los Muertos y que es aclamado por la multitud.
Vamos a hacerla corta. Miguel se hace de una guitarra y llega hasta Ernesto de la Cruz cantando, quien reconoce su espléndida voz y el niño le dice que es su tataranieto. Él se emociona y lo hace anfitrión de su fiesta y logra cantar en el concurso. Pero Héctor le revela que está muy triste porque su hija Coco está pronto a olvidarlo y entonces desaparecerá. Ahí MIguel se entera que su verdadero tatarabuelo no es Ernesto de la Cruz sino el mismísimo Héctor, que fue asesinado por el cantante para apoderarse de sus creaciones y hacerlas pasar como suyas. Ernesto de la Cruz se vuelve loco de cólera y manda a Miguel y Héctor al fondo de un gran pozo para que se pudran. Ahora Miguel debe hacer reconciliar a Héctor con su esposa Imelda, ya que en verdad no la abandonó, sino que cuando iba a volver a su casa fue muerto por el villano (no podía haber un buen Disney sin un malo de turno). Coco, la bisabuela de Miguel es una viejecita que está perdiendo la memoria a pasos agigantados y está más cercana de la muerte que de la vida, sentadita en su silla de ruedas. Por fin Miguel se reencuentra con su familia muerta y hace disculpar a Héctor por Imelda, quienes son atacados por de la Cruz en su escenario multitudinario y una cámara que capta todos los movimientos registra la confesión del asesino y la virtud del cantautor Héctor. Inmediatamente es vituperado por el público y desterrado de su lugar de héroe. Héctor le canta a Miguel una canción que le cantaba a Coco cuando era chica y que ella cantaba con él "Recuérdame" (excelente pretexto para meter canciones en la película, como otro recurso viejo de la Disney). Finalmente Imelda y Héctor se reencuentran y le dan la bendición a Miguel de que vuelva a la Tierra de los Vivos y que siga su destino, si quiere ser músico lo ha de ser.
Miguel regresa justo para cantarle a Coco la canción que su padre le cantaba, y la viejita responde entre susurros con la misma letra, esto enternece a su familia viva y logra recomponer el retrato recortado de su abuela Imelda con la foto que Coco retiene de su padre. Al año siguiente Coco ya ha muerto, y se festeja el día de los difuntos entre un baile que organiza cantando a toda voz y ya con su guitarra propia Miguel, aceptado por su familia y con una danza que entrelaza a vivos con muertos. Por fin Coco se ha reencontrado con sus padres y ahora bailan felices, ya despojados de su pesado cuerpo.
En resumen la película es esto, pero tiene muchas tramas y subtramas más que le dan carnadura de película de "seres humanos". Casi toda la acción sucede en la Tierra de los Muertos y despliega gran alegría y entusiasmo, todo lo contrario a lo que hacía prever. El film es altamente entretenido, se mira con atención su hora y tres cuartos de trama y nos deja deslizar alguna lágrima. Es triste y alegre a la vez y tiene momentos plenamente emotivos, como todo a lo que nos tiene acostumbrado la Disney, ahora unida con Pixar (ya desde hace muchos años, y con quien ha logrado sus más rotundos éxitos, el primero fue el de "La Bella y la Bestia").
Altamente recomendada para todas las edades, la pueden ver cómodamente padres con sus hijos sin tener que resignar ninguno su sentido del humor ya que el que presenta es universal. La canción "Recuérdame" también logró el Oscar a la Mejor Canción.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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