lunes, 5 de noviembre de 2018

Mi crítica de "Sin Filtro" (Teatro)

Después de tanto tiempo de espera por fin pude acceder a ver esta grandiosa obra de Florian Zeler, y la espera valió la pena. La obra es ligera y muy cómica, las risas no paran desde que empieza hasta que termina, y eso en gran parte por la conducción de dos estupendos comediantes como son el "Puma" Goity y Carola Reyna, que realmente se sacan chispas. Pero más allá de la aparente liviandad de la propuesta hay un trasfondo agridulce para dejarnos reflexionando: ¿qué pasa cuando está dividido lo que pensamos con lo que decimos? ¿Es un gesto hipócrita el pensar una cosa y decir otra o tal vez lo hagamos para no lastimar al otro? ¿Es tan envidiable una vida de lujos y de sexo desenfrenado cuando se tienen vínculos sólidos y una vida en común que compartir? Estos y muchos otros son los dilemas que plantea "Sin Filtro", una obra que brilla con luz propia dentro de la cartelera porteña.
El humor se ha vuelto un socio fundamental del teatro comercial actual, y esta no es una excepción. Todo se desarrolla en el living de la casa en donde viven Daniel (Goity) y Valeria (Reyna), una noche en que él vuelve más temprano de su reunión con editores (es un gran editor de libros de primera línea) y ella está corrigiendo exámenes (ella esta doctorada en historia y da clases en la universidad) y trae una noticia bomba. Se ha encontrado con su amigo Martín (Carlos Santamaría), quien ha dejado a su esposa Lorena, gran amiga de la pareja protagónica, para irse detrás de una jovencita de 28 años llamada Eva (Muni Seligmann), dejando en la más profunda depresión a su ex, y Daniel los ha invitado a cenar a su casa. Claro, no puede decírselo así nomás a Valeria, quien consuela todas las noches por teléfono a la desamparada Lorena. Y son sus pensamientos (los de ambos) los que se escuchan entre diálogos. De ahí que se vuelva tan cómica la situación. Porque los vemos rumiar lo que piensan de cómo va a reaccionar el otro, y digámoslo claramente, Daniel es un pollerudo que no se atreve a decirle la verdad a su esposa, de quien sabe, se pondrá como una furia. Así pasa el tiempo, dilatando la situación embarazosa hasta que por fin se decide a hablar (más bien se lo sonsaca ella a tirones). Y sucede lo esperado: ella estallará.
Pero así las cosas, por fin va entrando en razón y se decide a agasajar a su amigo con una cena agradable cuando les presente a su nueva pareja. Claro, todos nos presentimos lo que estará por venir. Aunque no en tamañas proporciones. Es francamente gracioso Goity cuando musita sus pensamientos y pone su mejor cara de galán, ganador, infeliz, perdedor, alternativamente, mientras duda y reflexiona sobre cómo comunicarle la buena nueva a su esposa. Carola no se queda atrás con su histeria natural cuando se la dice, y sus pensamientos van desde el ¿qué se esconde este? hasta el ¿cómo voy a hacerle ésto a mi amiga? Pero cuando por fin llega el sábado y la tan esperada reunión, todo se ha calmado: se preparan con el mejor de los ánimos a recibir a sus invitados. Martín llega primero, ya que Eva está con una llamada telefónica por entrar. Y lo hace entrando por la puerta grande, con el mejor de los vinos para su amigo (y el más caro) y desde entonces no dejará de aparentar sus dotes de nuevo rico y refregársela al matrimonio por la cara.
Pero cuando entra Eva todas las certidumbres se desmoronan. Es una rubia espectacular, con un vestidito suelto y muy corto, con el que luce su enorme pechera y una colita firme y parada con un par de piernas magníficas que seguro conducen a la gloria. Por cierto Muni Seligmann (quien hasta ahora había trabajado para el universo Disney) es esa rubia fascinante, verdaderamente una preciosura de chica... (¡¡¡ya me enamoré!!!). Y mientras Valeria trina en sus pensamientos por cómo Martín pudo cambiar a Lorena por una barbie sin cerebro y llena de curvas, Daniel se deshace en baba por su nueva "amiga". Es así que tiene los pensamientos más retorcidos en cuanto a lo que se va a "comer" Martín cada noche. Y no deja de asombrar a todos cuando pronuncie en voz alta "hermosa concha dorada", mientras se pregunta cuál será el color del vello púbico de Eva, sin darse apenas dado cuenta de que sus pensamientos han pasado a la palabra. Todos lo miran censurantes, incluso Eva, muy disgustada. Él sale por la tangente diciendo que es el título de un nuevo libro que está por editar... Se pone realmente celoso de su amigo y la suerte que ha tenido, mientras él debe convivir con su cincuentona mujer. Por supuesto, la parejita no deja de hacer ostentación de sus viajes, sus lujos y sus desvelos amorosos, lo cual pone de muy mal talante a Valeria de cómo "cancherean" y establece la envidia de Daniel. Pronto destaparán el champagne y Daniel, sin querer mojará el vestido de Eva. Martín les ha pedido muy encarecidamente (en ausencia de Eva) que no les pregunten dónde se conocieron. Y ésto es lo primero que hace Valeria. Obviamente, la chica es una stripper que baila desnuda en el caño de un bar cuatro noches por semana, mientras se prepara como modelo y actriz. Es de observar que no sólo los pensamientos de Daniel y Valeria se escuchan, sino también los de Martín, los que vuelven más patética la situación.
Después de la comida (Daniel ha cocinado unas deliciosas patas de cordero), éste se va a la cocina para preparar los profiterones y verter sobre ellos el chocolate caliente cuando Eva se le acerca y se le insinúa, en un evidente juego de seducción que resulta muy gracioso y a la vez muy incómodo para Daniel, que termina de ensuciarle el vestido manchándola con chocolate. Ella debe cambiarse en la pieza por un vestido de Valeria. La comida termina con el resentimiento mutuo, tanto de Martín como de Daniel, quienes dudan en haber elegido al otro como amigo, el uno porque lo desprecia por su comodidad burguesa y el otro por su sobreexposición y mandadas de parte. Pero antes de irse, Martín habla francamente con Daniel: "Te estás engañando si pensás que yo me equivoqué, nunca fui más feliz en mi vida, ahora, ¿vos estás viviendo realmente la vida que querés?" Lo cual pone en jaque todo el sistema de certezas mantenidas por Daniel hasta el momento y sólo piense ahora en viajar, escribir y tener buen sexo.
Pero Valeria vendrá a sacarlo de ese incómodo lugar con la propuesta de una noche de sexo salvaje, a la que Daniel accede, no sin alguna reticencia. Cabe preguntarse, ¿realmente Daniel está viviendo la vida que desearía llevar o esa noche lo ha conmocionado? ¿Todos nosotros, transitamos por la vereda del sol o sólo corremos por la de la sombra? Por supuesto que todos nos sentimos deslumbrados ante la presencia de una jovencita vital y pulposa, pero ¿eso implica que desdeñemos vínculos que supimos construir desde hace muchos años? ¿Cuándo nuestros pensamientos no nos representan con lo que decimos, no es hora de replantearnos nuestra sinceridad con nosotros mismos y con los que nos rodean? ¿Todos tenemos cosas que esconder y que no pueden salir a la luz? Recuerdo quele habían propuesto a Oscar Wilde escribir una obra teatral en la que un personaje dijese siempre la verdad, y él se negó ya que no llegaría vivo al segundo acto. Parce que así es la vida, en todas las épocas y en todas las sociedades. Pero ¿no es un acto de sinceridad para con uno mismo, el tener que decir la menor cantidad de mentiras posibles, aunque lo que digamos pueda molestar a otro?
Esta es la esencia de una obra que deja mucho en qué pensar y juega con nuestros instintos y nuestro deseo de felicidad. Me gustó mucho la pieza y debo admirar el trabajo de Marcos Carnevale en una dirección ágil y bien resuelta, que saca lo mejor de sus intérpretes. Como siempre, Goity vuelve a jugar con ese medio tono que ya lo hizo una marca en sus obras de teatro, Carola Reyna muestra que es una de las grandes comediantes argentinas, Santamaría se exhibe solvente y sin dificultades, pero la frutilla del postre es esa Muni Seligmann, tan hermosa como talentosa actriz en ciernes, hay que poner mucha atención en ella porque posiblemente sea la nueva revelación. Y vayan a verla pronto ya que baja de cartel el 25 de noviembre. La recomiendo con entusiasmo.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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