lunes, 10 de febrero de 2020

Mi crítica de "La Odisea de los Giles" (Cine)

Vi esta excelente película nacional justo el día antes de la entrega de los Oscars, para cuya competencia la enviamos en representación del país pero no quedó entre las seleccionadas. Y me parece justo que así sea ya que no le veo méritos suficientes como para ganar el Oscar (claro que si lo hubiese obtenido el cantar hubiera sido otro), me parece una digna película para el consumo interno, pero es muy poco lo que públicos extranjeros puedan apreciar de esa crisis del 2001 que nos tocó padecer. La película está basada en el libro de Eduardo Sacheri "La Noche de la Usina" (que todavía no leí, así que no puedo entrar en desgloses), pero el autor colaboró en la construcción del guión junto con el director de la película, el siempre eficaz Sebastián Borensztein, así que pienso que el traslado a la pantalla habrá sido fiel al espíritu de la novela. La película podría inscribirse en el género de "aventuras", o "suspenso", sin faltarle los componentes dramáticos que delinean la crisis del 2001 y su efecto en la gente de a pie, pero me parecen pocos méritos para entrar en una competencia como la del Oscar, que premia las miradas sociales o de comportamientos por sobre las anécdotas.
Estamos en el pueblo de Alsina, en plano año de 2001, el matrimonio integrado por Fermín (Ricardo Darín) y Lidia Perlassi (Verónica Llinás),(él, un viejo jugador de fútbol con más de una jugada gloriosa en su haber) junto con un viejo anarquista que se dedica a reparar gomas de autos, Antonio Fontana (Luis Brandoni) deciden reciclar una vieja fábrica en modo de cooperativa, comprándola con los ahorros de todos los pueblerinos destacados y dando trabajo a una cincuentena de gente. Hablan con el hijo de De Luca, el antiguo dueño de la fábrica, ya muerto, y convienen un precio: 300.000 U$s, lo cual a Fermín le parece un poco inalcanzable, pero gracias a sus glorias en el fútbol consigue un descuento de 50.000 U$s. Con Fontana se ponen a recaudar el dinero y a explicarle a los inversores qué cosa es una cooperativa, ya que muchos no son instruidos. Allí vemos a un viejo peronista, Rolo Belaúnde (Daniel Aráoz), quien discute siempre con Fontana sobre la doctrina de Perón y los muchachos y Bakunin por la contrapartida; a los hermanos Gómez, tan pobres de luces como cándidos e inocentes; al "loco" Medina (Carlos Belloso), un tipo apodado así por sus características de "border" (excelente trabajo de Belloso, siempre jugando en el límite); y por fin, Carmen Largio (Rita Cortese), principal accionista, ya que es la "rica" del pueblo, quien colabora con 100.000 U$s a cambio de que pongan a trabajar en el proyecto a su hijo a ver si se encarrila. Así las cosas, logran juntar la cifra de 158.653 U$s, lo cual va a parar a una caja de seguridad. Pero en el banco, Perlassi está por obtener un crédito y el director le hace transferir todo el dinero a una cuenta, para acelerar el trámite, que de otra forma no saldrá. Fermín toma prestado el dinero de los accionistas y lo coloca en su cuenta. Al día siguiente el ministro Cavallo declara el tristemente célebre "corralito". ¿Para qué vamos a entrar en explicaciones que son de público conocimiento?, como también se las ahorra la película.
Lo cierto en que, volviendo de uno de los tantos infructuosos reclamos bancarios, Perlassi y su mujer derrapan en la ruta, quedando él muy malherido y muriendo ella. A partir de allí comienza el infierno (y redención) de Fermín Perlassi. Casi un año le lleva recuperarse de sus males y de la muerte de su mujer, suerte que aun está su hijo, Rodrigo ("Chino" Darín) que le da fuerzas para seguir. La cosa empieza a pintar cuando Fontana y Belaúnde llegan con la noticia de que Manzi (Andrés Parra), uno de los banqueros que provocaron que pusieran todo el dinero en la cuenta sabiendo lo que se venía, ha encerrado una bóveda bajo tierra en donde creen que guarda toda la plata que les sacó a los ahorristas, no sólo a ellos sino a montones de perjudicados más. Y allí comenzará la parte de "aventura" del film: tratar de dar con ese dinero y robárselo al ladrón, que como sabemos, conlleva cien años de perdón.
Lo primero que tratan de hacer es dar con el paradero. Afortunadamente tienen datos fidedignos sobre el lugar del entierro de la plata y está en un campo propiedad de Manzi, a quien pintan como un psicópata algo desmedido. Aquí habría una divergencia entre mi mirada y la del autor y director. ¿Por qué un tipo que cometió semejante desfalco a la credulidad pública tiene que ser un psicópata de rasgos patológicos, como los de ir armado y temblar ante cada posible descubrimiento del dinero? ¿No puede ser uno de tantos banqueros "normales" que se vio envuelto en esa incertidumbre? Bueno, pero así lo ha decidido el autor de la novela y el director del film, quién acentuó la característica enfermiza de este hombre hasta cualidades inverosímiles. El reconocimiento del terreno lo hacen entre todos, y allí comienza el debate sobre el plan a tomar. Rodrigo Perlassi se infiltra en el despacho de Manzi como un representate del vivero que viene a cuidar de sus plantas, trabando pronto relación con Florencia, secretaria de Manzi y damnificada también por el "corralito" quien pronto acapara el corazón del inocente Rodrigo. Pero allí está él para rescatar cualquier dato que pueda servirle a la cofradía de "giles". Por el encargado de instalar la alarma se enteran que lo más sencillo de hacer es provocar que Manzi desconecte la batería de la alarma. Pero ¿cómo hacerlo? Mediante una cantidad de datos técnicos en los que no ahondaré en esta crítica, pero, la solución está en "enloquecer" a Manzi hasta que desconecte la batería por él mismo. Para esto intervienen en la bajada de la tensión que afecta ese instrumento y la manipulan a su gusto, conectándola y desconectándola constantemente, lo que provoca en el estafador una psicosis en su relación con la batería que lo hace desactivarla.
Ya está todo listo para el gran ataque. Y así todos los involucrados se dividen las tareas y esperan una noche tormentosa para actuar. Fontana se encarga de las topadoras que otrora manejo como encargado de la vialidad del municipio. Belaúnde y el "loco" en hacer explotar la fuente de energía que le provee de electricidad a... todos los pueblos del derredor, ya que se les va la mano, los Gómez en la logística, y Fermín... parece no querer participar porque ve desbarrancarse el proyecto. Pero la decisión de su hijo de actuar lo saca del ensimismamiento y pondrá manos a la obra. Toda la acción sorprende a Manzi en un casamiento (que también se ha quedado sin luz) y se entrega a una carrera desenfrenada por defender su plata. Todo está manejado con mucho brío y tensión en esos últimos minutos de película, Borensztein tiene la mano segura a la hora de dar sorpresa e inquietud al espectador. El grupo de actores se entrega con verdadero placer a esta lucha por recuperar lo que le han robado, y de paso, su dignidad como ciudadanos de un país devastado. La reivindicación social tiene su justo premio. Todos saldrán beneficiados, menos Manzi que ve incendiarse su preciada bóveda y su dinero desaparecido.
Darín vuelve a mostrar una vez más su calidad de actor que insiste en parodiarse a sí mismo, aunque esta vez más ajustado a un guión que no le permite sus "ocurrencias". Brandoni demuestra que puede encarar cualquier papel y que todos le ajustan como un guante, y todo el elenco se presta con solvencia a jugar esta gran aventura en pos de su reivindicación como "giles" honestos, trabajadores, laburantes incansables y creyentes en las leyes de un país que a veces parece de mentira. Gran película para recrear parte de nuestra historia y donde por una vez ganan los "buenos". Gran merecedora del Goya a "Mejor Película Extranjera" y que brilló entre lo mejor de la producción nacional del año pasado.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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