jueves, 1 de abril de 2021

Mi crítica de "De Eso No se Canta" (Teatro-Musical)

https://www.teatrix.com/ver/de-eso-no-se-canta

 Teatrix ha tenido la bonísima idea de grabar este material durante la pandemia, en un escenario con cantantes y músicos pero sin aplausos -los que realmente hacen falta porque son el marco que cierra el cuadrito de cada canción-, un espectáculo ideado por el siempre activo Pablo Gorlero y con las excepcionales voces de Débora Turza, Laura González, Julián Rubino y Nicolás Cúcaro, estupendamente acompañados por el piano de Juan Ignacio López y la percusión y el charango de Tomás Pol. En todas las épocas de toda la humanidad existieron esas canciones "prohibidas", esas que incomodaban al poder de turno o simplemente podían "herir" los oídos de las gentes bienpensantes y que por un intersticio o por otro acababan por filtrarse y salir a la luz de cualquier manera. En estos tiempos no tenemos listas negras, afortunadamente, pero sí. como dice el querido amigo Luis Brandoni "listas blancas", aquellas que favorecen y dan trabajo siempre a los artistas -actores, cantantes- aliados del poder.

Y este recital se encarga justamente de rescatar ese manojo de letras, músicas y textos censurados y que ayudan a vivir en esos tiempos difíciles. Señalar las propiedades canoras de uno sobre otro sería injusto, ya que los cuatro tienen excelentes voces y el desempeño es impecable, calzándose diferentes personajes y estilos a lo largo del concierto. Sólo remarcar que Débora Turza pone toda su autoridad de ser la figura más conocida, que Laura González pone un dejo de intelectualidad y de romanticismo y es impactante la actitud rebelde y "militante" que se calza Cúcaro no obstante su juventud.
Empieza el concierto con los cuatro autojustificándose con "Por qué cantamos", ese himno colosal proveniente de la pluma de Benedetti y el pentagrama de Favero. Sigue después Turza haciendo una muy buena versión recitada de "La Llorona" y González otra vez con Benedetti diciendo "Qué les queda a los jóvenes". Luego los cuatro juntos cantarán "La Internacional", ese panfleto comunista vigente hasta nuestros días. Sigue el recuerdo de la Guerra Civil Española con la muy sentida "Ay, Camela!" en la potente vos de Débora Turza y unas fuertes palabras a cargo de Nicolás Cúcaro sobre la Segunda Guerra Mundial, prólogo de la hermosa canción de los partisanos "Bella ciao" en la voz de Rubino, con dulzura y potencia. Para escuchar nuevamente a Cúcaro en "Que la tortilla se vuelva", otra canción de rebeldía ante la burguesía.
Luego se evoca, sin solución de continuidad a Martin Luther King, la Primavera de Praga, Mayo del 68, la matanza de Tlatelolco y el Cordobazo, en la palabra y el cuerpo de los cuatro actores. Para terminar con la alegría y la sabiduría de la cueca de Violeta Parra "Me gustan los estudiantes", en las voces de los cuatro. Débora Turza asumirá seguidamente la sentida canción "Te recuerdo Amanda", continuamos con una evocación de Vietnam y un tema en inglés a cargo de Rubino. Luego será el turno del atentado al teatro de Alejandro Romay por la futura puesta de "Jesucristo Superstar", de Andrew Lloyd Webber, con bombas y todo el incendio al teatro por un supuesto grupo nacionalista. Débora Turza cantará entonces la canción más provocativa de la obra, aquella en donde María Magdalena le confiesa su amor a Cristo: "Es más que amor". Seguimos con el Proceso Militar y los Desaparecidos en nuestro país, con los temas "Ayer nomás" y "Alicia en el País..." encarnados por Cúcaro y Rubino seguidamente y luego "Otra voz canta", mientras Turza recita -pañuelo blanco en la cabeza- "Desaparecidos", de Benedetti. y González recitará "Señora de Ojos Vendados", de María Elena Walsh. Entre los cuatro atacarán la "Balada del Cómudus Vizcacha", de la misma autora, esta vez en forma de canción. Luego vemos un pequeño video de Piazzolla hablando del gobierno de Alfonsín y de cómo un ala del peronismo intentaba hacerle un golpe de estado, y de que entonces sí habría llegado el momento de abandonar el país. Todo para corolarlo con "La Bicicleta Blanca" y seguir con "Para el pueblo lo que es del pueblo". Voy a hacer un alto acá. En la época de Alfonsín nos habíamos juntado con mis amigos Fabián Vena, Miguelito y Alejandro y habíamos grabado una parodia de radio (WU50 Radio Kilombo) donde un grupo de militares preparaban un golpe a Alfonsín, a quien por otra parte admirábamos mucho y en esa radio Vena cantaba como el cantautor "Piedro" "Para el pueblo lo que es del pueblo" con la misma música y la siguiente letra: "Para el pueblo lo que es del pueblo, porque el pueblo se lo ganó/para el pueblo los militares, para el pueblo la represión" Y un corito de ángeles (nosotros) coreábamos: "la represión... la represión..." Fue francamente muy divertido y una etapa de mi vida que nunca voy a olvidar.
Pero saltándonos esta parte, la función termina con la "Marcha de la Bronca" a todo coro y a todo pulmón por los cuatro. Un muy buen espectáculo que toca los puntos picantes de la historia mundial y argentina, con esas canciones prohibidas que siempre quisimos volver a escuchar, esta vez en manos de tan buenas voces y excelentes actores además. Un "gorlazo" de Gorlero y esta formación acústica que daría gusto ver reunida prontamente y nuevamente. Para ver una y otra vez y cantar con ellos. La recomiendo fervorosamente.
Gracias por leerme y espero sus prontas devoluciones y acá va el link para que puedan ver el show.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 24 de marzo de 2021

Mi crítica de "Cuareterna con humor" (Teatro-Unipersonal)

https://www.teatrix.com/ver/cuareterna-con-gonal


 No me enganchan más con el pelotudazo de Sergio Gonal, aunque se decida a hablar de la cuarentena y lo matice con (¿?) humor, ya sea en una grabación en estudio especial para Teatrix, y no pare de hacerle propaganda a la plataforma de teatro en todo momento. El calvario dura sólo una hora y diez, pero parecen diez horas y una por lo insufrible. Cuenta chistes viejos, estúpidos, la mayoría de ellos con carga obscena o chabacana, se repite, se ríe de sus propios chistes, cosa que ningún cómico debe hacer y sobre todo manda cariños y besitos a todos: a las parejas, a los abuelitos, a las esposas, a las suegras, a los niños, todos ellos víctimas de sus chistes más salames.

Y cobra la gran infamia de rendirle tributo a Juan Verdaguer, un Señor del humor al que nunca se le escuchó una grosería, y lo que es más, jamás se reía de sus chistes, siempre con su eterna sonrisa irónica y esa cara de piedra que tenía para descerrajar las más profundas humoradas. Pero en fin, este es Sergio Gonal, quien sólo se pone interesante cuando se pone memorioso y evoca tiempos pasados, que son los míos, o cuando se pone a reflexionar sobre usos y costumbres de los argentinos, como la visita al supermercado chino o las mil y una forma de hacerse pasar por someliers que tienen aquellos que se hacen pasar por entendidos. Es loable su recuerdo de cuando su padre los llevaba a comer afuera y distinguía la calidad del restaurante a elegir por aquellos que tenían mantel de tela, en contraposición por el mantel de papel, que en definitiva era donde ellos terminaban comiendo.
Se puede tomar con algo de simpatía sus reflexiones sobre los barbijos y su uso -y su olvido- lo cual nos coloca en el rol de potenciales asesinos. Y de cómo incorporamos palabras nuevas a nuestro vocabulario como aquella de asintomático. Antes ser asintomático era saludable ya que quería decir que no estabas enfermo. Hoy es todo lo contrario, podés estar contagiado y ser un asintomático sin saberlo. De ahí desprende lo del cornudo asintomático, que viene a ser el que porta cuernos sin darse cuenta, y toda una sarta de chistes zonzos sobre el tema. Y como quiere tanto a los abuelitos -que vienen a ser los más expuestos al coronavirus- se manda todos los chistes viejos sobre idem que recuerda, siendo el más oprobiante aquel de las botas tejanas, que ya se lo había escuchado a otro cómico o a él mismo, vaya a saber, que no sólo es estúpido sino de muy mal gusto. Cuando nos advirtió que este material era para disfrutar en familia, con los chicos y los abuelos. También hace bromas sobre el Alzheimer o sobre las famosas dentaduras de los viejos.
Llega el turno de los chistes sobre restaurantes y no quedan afuera las cartas de los mismos con sus nombres de comidas edulcorados e irreconocibles o sus listas de precios. Y sobre el tema de los vinos de los que se jacta de ser un perfecto desconocedor, y de cómo saborearlos mejor, marear al vino, tomarlo por el tallo de la copa o sentirle sus mil y unos olores a esencias. Todo para terminar diciendo que su padre compraba el vino más barato y lo ahogaba en soda de un sifonazo. Una sutileza impecable. Por no hablar de las diferencias entre los chefs modernos y los cocineros antiguos, haciendo un culto a Doña Petrona, sin ahorrarse groserías ad hoc.
Y pasamos a hablar del tópico infaltable: los matrimonios, con algún que otro chiste aceptable pero la mayoría generosos en guarangadas y superfluos. Catalogando a las esposas en dos clases, a saber, las rezongonas y las escondedoras, como que no hubiese más categorías de mujeres. Todo le sirve en definitiva para contar sus viejos chistes sin tratar de aggiornarse o de entender que hoy en día los problemas de género pasan por otra parte, desde el amor infinito pasando por las separaciones compulsivas hasta llegar a la violencia doméstica y a los femicidios. Claro, eso no rinde para hacer bromas, pero si estamos haciendo un estudio sociológico hagámoslo enserio, ¿no?
Y finaliza su show hablando de los niños de hoy en día y dónde habrá ido a parar la supuesta inocencia, lo cual lo convierte en un cuentista más verde aun y menos apto para la familia. Lo que sí le envidio es que pueda pasar una hora y diez hablando a todo lo que da, sin cortar ni montar el material y ¡sin tomar un vaso de agua!
Conclusión, que hoy en día a cualquiera se le cuelga el rótulo de humorista, aunque no tenga la menor gracia para contar un chiste ni el más mínimo atisbo de respeto por un público al que consideran tan retardado y chabacano como a ellos. Por suerte hay de los otros casos, los cuales ya han sido comentados y elogiados también en este blog.
Bueno, gracias por seguir con la compañía y espero sus devoluciones y comentarios.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

miércoles, 17 de marzo de 2021

M crítica de "Pucha" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/pucha


 Vi "Pucha" en contra de mis prejuicios, ya que siempre el stand up me ha decepcionado, me parecen monólogos llenos de groserías sin sentido y sin un verdadero contenido. Además venía de la mala experiencia de haber visto a Malena Guinzburg junto a "Las chicas de la culpa", ya comentado acá que me pareció una verdadera porquería. Pero no, este show me resultó fresco y divertido que, si bien tiene una gran parte de groserías, no me pareció tan chocantes. Vamos a ser sinceros, no es Bernard Shaw este espectáculo, pero puede competir en ingenio y verborragia. Los comediantes son cuatro: la ya mencionada Malena Guinzburg junto a Diego Scott, Pablo Fábregas y Fernando Sanjieo, quienes se sacan chispas en sus respectivos monólogos. Todos tienen la condición de la gracia en sí, ya que los cuatro saben decir muy bien sus textos, aportando la necesaria cuota de humor. No debe ser ajena a esto la dirección de Diego Reinhold, el cual se luce con mano maestra.

La tecnología aporta mucho al armado, ya que toda la presentación e intervenciones de Diego Scott están apoyados por un gran despliegue visual, así como pasos de comedia de los cuatro juntos. Las pretendidas acotaciones científicas de Scott le son refutadas desde la pantalla con las más aberrantes guarangadas, que sin embargo en vez de empañar el show lo acrecientan. Enseguida viene Malena, la primera disertante, y va a hablar de cómo nunca llegó a nada: para enana quedó grande -ella admira a la enana Noelia ya que al menos lo consiguió- a obesa tampoco llegó. Según ella siempre se quedó en el camino. Por supuesto sabe reírse de sí misma con mucha sabiduría. Le hubiera gustado militar en causas como las ambientales pero su espíritu nunca se lo permitió. Por aquello de defender a las ballenas, harta de cualquier comparación. Odia a aquellos militantes de los deportes, como por ejemplo los runners, que más o menos te obligan a enrolarte junto a ellos convenciéndote de que corras 42 km, con el pretexto de que es por la paz. Como así los adictos a las series que te ponen entre la espada y la pared a ver si "la seguís", aunque sea un embole mayúsculo. Todo dicho con mucho humor y mucho desenfado, como es el estilo habitual de esta monologuista.
El segundo en presentarse es Fábregas, quien sostiene que se siente muy orgulloso de ser porteño, y de que hay algo que todo porteño cumple a rajatabla: el no cruzar jamás la General Paz, porque ahí nos volvemos sapos de otro pozo, nos taramos, no sabemos cómo desenvolvernos y además podemos estar seguros de que nos van a robar, secuestrar, o como mínimo, violar. Y expone con mucha convicción sus temores a cruzar el temido límite y que en su casa existía esa norma tácita: nunca cruzar al más allá. Y que cuando tuvo que hacerlo para ir a la casa de un compañero de facultad se armó la de San Quintín en su hogar. Así como el porteño no debe viajar a ningún sitio que quede a más de 50 kms. a la redonda de la Capital. No así como esos que viajan a Jujuy y después les falta el aire no bien bajan del avión. Y ni hablar de la fanfarronería porteña en Jujuy que intentan comprar todo lo que les suene a regional, hasta los hijos mism
Y el último en actual es Sanjiao el que va a hablaqen los shoppings y la educación de los niños. Todo con absoluto pesimismo y mucha gracia. Por suerte el espectáculo no tiene golpes bajos, más allá de algunos temas políticamente incorrectos tocados por Malena, pero bajo el reinado del humor todo está permitido. La hechura del show es impecable y como dije antes se destacan los rubros técnicos y ni que hablar del material humano y la amplia generosidad en humor desplegada por los comediantes. Sería muy auspicioso verlos alguna vez trabajando todos juntos en una comedia con argumento.
Pero bueno, por el momento es lo que hay. Casi dos horas de diversión asegurada y acá les dejo el link para que puedan disfrutarlo tanto como yo. Un espectáculo altamente recomendable.
Espero sus críticas y gracias por seguir leyéndome.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

martes, 2 de marzo de 2021

Mi crítica de "El Amor en los Tiempos del Colesterol" (Teatro-Unipersonal)

https://www.teatrix.com/ver/el-amor-en-los-tiempos-del-colesterol


 Le estoy eternamente agradecido a Teatrix por haberse decidido a incorporar este material a su archivo, el unipersonal escrito, dirigido e interpretado por Gabriela Acher que me parece una pieza única dentro del humor. Siempre adoré a la Acher por su humor inteligente y sano, que nos pone a cada uno en el lugar de un espectador pensante y reflexivo y exculpador de las propias miserias, las del alma y las del cuerpo. Ella habla de las mujeres, pero en el fondo está hablando de todos, porque si bien el suyo es un humor femenino, a qué hombre no nos ha pasado lo mismo, de desear estar acompañado y permanecer absolutamente solo, de querer vencer los prejuicios y no alcanzarlo, de dudar a la hora del amor o del sexo. Su material es el más puro humor judío, admitido por ella, quien se siente digna hija de madre judía, aquella que pregunta: "hija, ¿estás sufriendo? ¿y entonces por qué no estás practicando?" Es la risa de la culpa, de la eterna queja, de la desgracia propia antes que la ajena. Porque el ser inteligente sabe que tiene que reírse primero de sí mismo para luego poder seguir con los demás.

Tal vez sea esa lucidez la que le hizo conseguir siempre parejas más jóvenes, aunque recomiende en su espectáculo a las mujeres que si están saliendo con un hombre mucho más joven que ellas, analicen: primero, si come solo, segundo, si no les pide upa cuando salen y tercero si en sus salidas no les piden llevarlo a un pelotero. Yo confieso que me seduce la posibilidad de estar en pareja con una mujer como Gabriela. Lo que no le perdono es todo el bótox y el colágeno que se puso en la cara, tratando de vencer al tiempo, la hizo parecer un ser monstruoso. Ella, que siempre habló mal de las cirugías y criticaba a aquellas que pasaban por el quirófano. Bueno, sea como fuere, cuando la fui a saludar hace dos años, ella se sorprendió y me dijo: "risa de hombre vale el doble". Es una genia total, lo admito, y aunque robe chistes de Woody Allen y de otros cómicos judíos ("la masturbación es hacer el amor con la persona que más amo", y otros) hay mucho ingenio propio en juego. Gabriela se pregunta: "¿por qué las mujeres estamos solas si lo que más queremos es estar con un hombre?" Y nos responde muchas veces su personaje de columnista cubana Conchita Contento, para el C. M. I. el Canal de la Mujer Insatisfecha. Y así pasamos por esa amiga de más de 40 que está sola por decisión, aunque no propia... (yo me siento identificado). O de esa madre judía que tuvo, que cuando ella se sacaba un 9 preguntaba: "¿y quién se sacó el 10?" o cuando se ganaba un auto en una rifa, "¿quién se ganó el departamento?". Todo en la vida hay que ganárselo con culpa, parece decirnos con este tipo de comicidad.
Muchos grandes humoristas provienen de raíces judías, no sólo Woody sino también Chaplin, Los Hermanos Marx, Neil Simon o Les Luthiers, que me resulta, a mi sano entender, el mejor humor en donde abrevar, porque bien lo dice un proverbio judío: por cada 9 judíos que sufren, está el décimo que los hace reír. Y es un pueblo que lo sabe todo acerca del sufrimiento, la injusticia y la insolidaridad, pero emerge de sus cenizas y se ríe. Y cuando ríe, hace reír al mundo entero, como bien lo dice la canción. Y además, ¿quién no tiene una idishe mame en su casa dándole consejos u órdenes? Como aquel otro chiste que cuenta Acher, el que le dicen a la Virgen María "a vos sí que te fue bien con tu hijo". "No, si yo quería que fuera médico". Como esta prueba, el espectáculo de Gabriela Acher está poblado de ocurrencias y frases ingeniosas. Es un lujo que conviene repetirlo de vez en cuando.
Así es como le reprocha a la ciencia, que no se explica cómo si la NASA pudo poner un hombre en la luna, no haya quien pueda poner uno en la puerta de su dormitorio. Además, entre las desventajas de ser mujer está la de la menopausia, con todas las consecuencias que conlleva, necesidad de apantallarse todo el tiempo, no tener nunca más un período, no poder tener hijos...cuando los hombres podemos tener hijos después de los 80 años... podemos tener hijos después de muertos... podemos tener hijos sin sufrir... podemos tener hijos sin saberlo... ¿No es injusta la naturaleza humana? Las mujeres no quieren ser un objeto sexual, pero en realidad lo único que quieren en sus vidas es ser un objeto sexual, pero para eso no basta con ser linda y flaca sino además tienen que ser jóvenes... Antes se era vieja después de los 50, ahora sos vieja después de los 30... y ahí intervienen los famosos cirujanos, ordenando todo cuanto la naturaleza desordena. Después de cierta edad se te empieza a caer todo... lo único que se retraen son las encías. Pero las ventajas de salir con una persona de la misma edad es que pueden divertirse comparando sus niveles de colesterol, intercambiarse radiografías...
Gabriela elije la crítica y la reflexión como punto medular de su humor, y no sólo es inteligente y ocurrente sino que aparte es graciosa. Sabe cómo contar un chiste o meter el bocadillo perfecto. Y el medio expresivo es el del consultorio sentimental, en donde recibe mails de mujeres desesperadas de todas las edades. Gabriela Acher definitivamente no sólo hace humor femenino, nos abarca a todos, y es un pilar básico para el humorismo de todos los tiempos de esta parte del Río de la Plata. Acá les dejo el espectáculo para que lo disfruten,
Espero sus críticas y gracias por seguir leyéndome.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

domingo, 14 de febrero de 2021

Mi crítica de "Lo Escucho" (Teatro)

me escapé de nuevo al teatro... Tenía pendiente ver esta exitosa obra del teatro cómico francés escrita a doble mano por el músico y actor francés Banábar y el chileno Héctor Cabello Reyes. La pieza no supera la medianía, pero la salvan los dos grandes actores que la defienden contra viento y marea: el Puma Goity y Jorge Suárez. Son dos colosos de la interpretación cómica que pueden ponerse sobre los hombros cualquier mamotreto y sacarlo a flote. Y digo que la obra no alcanza los objetivos porque hay menos carcajadas de las que debería haber y porque el esquema general se repite hasta el cansancio, una y otra vez. Parece como si a los autores se les hubiese acabado la creatividad en mitad de la escritura y deban recurrir a los mismos argumentos nuevamente. Otro punto fuerte es la versión de Masllorens y González del Pino, que, como siempre, se muestran muy aptos para estas lides, el suyo es un trabajo fundamental.

La escucha es el procedimiento terapéutico básico de cualquier analista, es ese hilo de Ariadna que va a ayudarnos a nosotros, pacientes, a conectarnos y a descubrir nuestro verdadero deseo, ese que permanece oculto para nuestros ojos, ciertamente detrás de las barreras del Inconsciente. Pero acá ese tiempo para la escucha no se produce. Todo está muy apurado por la acción: al psiquiatra Epstein se le presenta de buenas a primeras un sujeto en el consultorio con una granada dispuesto a hacerla estallar. Evidentemente no es un suicida sino todo lo contrario: la granada está destinada al terapeuta, pero en su comportamiento hay mucho de depresivo. El tipo -luego nos enteraremos que se llama Hugo- está pasando por una crisis de abandono conyugal y parece que ésta está provocada por el Dr. Epstein. Él le llenó la cabeza a su esposa para que lo dejara. El tiempo apremia, debe cambiarle la cabeza a la esposa de Hugo rápidamente a favor de él o hará explotar la granada. Epstein, al principio, como buen analista, no se deja psicopatear por el sujeto, pero luego empieza a tomar forma su propia neurosis y su pánico, ¿y si de verdad estalla la granada y lo mata? entonces la cosa se pone seria y tiene como única arma de defensa disuadirlo y desarmarlo a través de la palabra.
El argumento es original y desopilante, bien desarrollado podría haber dado mejores resultados, pero bueno, es lo que hay y vamos a disfrutarlo... En todo momento la relación va y viene entre ellos dos, hay un tira y afloje, Hugo parece ceder para volver a arremeter, y eso es lo que cansa, hasta el final se da esta conexión ambigua entre ambos que sin embargo no da un momento de respiro para poder relajarnos. De poco sirve que intervengan otros pacientes -los efectivos Daniela Pal y Ricardo Cerone- al primero de ellos, el hombre, Epstein le pide ayuda, que llame a la policía ya que tiene un loco armado con una granada en el placard... pero el paciente lo interpreta como otro síntoma de su propia paranoia. Con la segunda la acción será menos sutil: Hugo toma el rol de psicoanalista -ya que es la primera consulta de la paciente y por lo tanto no lo conoce- y pone a la vista el juego de poder del analista y su evidente codicia por cobrar caras las sesiones y acrecentar su capital, mientras el pobre paciente sigue sufriendo sus síntomas, sin preocuparse por resolverlos. Claro que para permitir este juego nada sutil de su loco amenazante, el verdadero psicoanalista deba encerrarse en el placard, a pesar de su claustrofobia. El objetivo es desnudar las fobias y los propios límites de los analistas, que no pueden controlar su propia psiquis.
Como es lógico en toda obra de teatro que se precie, la granada tiene que explotar -ya nos lo hacía ver Chéjov: si en una obra hay un fusil colgado en la pared, ese es un elemento muy fuerte como para pasar desapercibido, en algún momento hay que usarlo- y explota dentro de la caja fuerte donde Epstein guarda los manuscritos de su próxima novela, y lo hace de la forma más estruendosa posible. Ese momento, en el cual los dos quedan tirados en el piso temblando, tiene un plus de comicidad, es inusual ver a un psicoanalista temblando de pies a cabeza y teniendo que recurrir a psicofármacos. Y cuando finalmente Hugo reconoce que tuvo pequeñas flaquezas con su mujer, como olvidarse del día de su cumpleaños o no recordar que el café lo toma sin azúcar, va asumiendo su culpa en la separación. Pero lo cierto es que ahora ella se va a Buzios con un sujeto mujeriego al máximo que le hace la corte, y que por lo que sabemos, está muy bien dotado. Hay que impedirlo de cualquier forma.
Y es allí cuando la que toca el timbre es la propia mujer de Hugo y está en Epstein lograr reconstruir el vínculo y evitar que ella se vaya a Buzios. Para eso su marido vuelve al placard -recurso repetido- y apuntará o desaprobará cada una de las reacciones de su esposa y de la ayuda que le brinde su ahora cómplice. La actuación de Julieta Vallina es esencial para eso, aunque la veo muy deslucida, gorda y aseñorada, lejos de ser la mujer fatal que supo brindar en otros papeles-. El final es inesperado, por eso no lo voy a revelar acá. La obra, lejos de conmover o desternillar de risa, propone un buen entretenimiento y la capacidad de lucimiento para estos dos, que se sacan chispas sobre la escena durante todo el tiempo. En ese sentido, imperdible.
Espero sus críticas.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

lunes, 8 de febrero de 2021

Mi crítica de "Puré 100% Belloso" (Teatro)

https://www.teatrix.com/ver/pure-100-belloso


 En esta nueva incursión de Teatrix por el teatro en pandemia, con un actor trabajando solo en un teatro vacío, nos encontramos con el altamente talentoso y expresivo Carlos Belloso, un exponente indiscutido de nuestro teatro. Acá en el triple rol de actor-autor-director de un unipersonal humorístico en el que despliega todas sus facetas. Lo primero que salta a la vista es la inteligencia de sus monólogos, apelan a un espectador cultivado que lo apartan de la chatura de nuestros cómicos: él puede considerarse un verdadero humorista. Lo segundo es su calidad interpretativa, con una gestualidad rayana en lo esperpéntico, con toda clase de muecas y distorsiones faciales que lo vuelven un verdadero "monstruo" escénico, y un virtuosismo para las voces y sonidos difícil de hallar en otros actores. Nada nuevo hemos dicho de Carlos Belloso, un actor que sobresale del común de la media. Sus personajes son varios y disímiles, desde una mujer con problemas para hablar hasta un científico loco alemán. Pero sin embargo sucede algo extraño: a pesar de estar bien construidos los monólogos y ser inteligentes y originales, no producen la carcajada esperada. Puede ser por la ausencia de público cómplice que nos estimule a reírnos, puede ser por falta de gracia personal o puede que su discurso político de entrelíneas sea más fuerte que el resto - le causan asco periodistas como Leuco, Baby Etchecopar, Feinmann o Majul, todos amigos de la casa-. Si bien son comentarios al pasar, el desconcierto ante estos periodistas, su acento pesa fuerte en un mundo dividido por la grieta y nos impide disfrutar del resto. Asimismo, cuando empuña la guitarra y nos regala tres canciones -una sobre el puré, otra sobre los versos de Evaristo Carriego "Cabeza de novia" y la última exculpando a Nerón de todas las tropelías cometidas porque no era por mal tipo sino por miope- no resultan graciosas estas canciones ni virtuosa su forma de tocar el instrumento.

Belloso se nos presenta a cara descubierta y con un amplio traje anti Covid y mascarilla para desgranar un monólogo de la más pura actualidad, sobre la pandemia y las paranoias instaladas en el ciudadano argentino, como así una reflexión sobre el argentino que no quiere trabajar y sí recibir subsidios del estado como el ATP, el IFE o demás. Nadie trabaja, ni los esenciales: porque si vas al almacén por un tarro de mayonesa, ¿qué es lo que hace el almacenero? sólo darse vuelta para alcanzar el frasco, y si vas al autoservicio, el chino te indica dónde está la mayonesa y hace que se la alcances para cobrártela. Y ni hablar del taxista cuya rutina consiste en mover el volante hasta que uno sube al auto y él aprieta el reloj y sigue manejando. En conclusión: nadie se esfuerza mucho para trabajar.
 Belloso insiste en combinar la física cuántica con la pataciencia, ya que la primera se funda en el principio de incertidumbre y la segunda en las soluciones imaginarias: de esta forma podemos unir la incertidumbre de lo imaginario. Y su primer personaje es un plomero que se encontraba arreglando el inodoro de Leuco metiéndose adentro, hasta que alguien apretó el botón y apareció en escena. Es interesante su monólogo pero no llega a provocar risas, igual que su siguiente encarnación: la de una mujer que acaba de terminar su 7° grado en una escuela granja, donde la materia más difícil era cerrar la puerta para que no se escaparan los chanchos, y como regalo de egresada se compró una máquina de tejer que lo hace todo por sí misma. Lo más eficaz del monólogo es su afición por poner caras estrambóticas ya que la mujer en cuestión tiene problemas para el habla, se maneja mejor por escrito. Nada muy original. Desde la actuación, impecable. Igual que su siguiente creación: un profesor loco alemán -con acento incluido- cuya virtud es manejar una máquina desmaterializadora de partículas. Luego de explicar cómo funciona, con una elocución bastante original sobre cómo se encuentran y conocen dos moléculas procede a hacerla funcionar. Y ahí se transforma en el miope, un ser ke deambula por la vida -discúlpenme, se me volvió a estropear la letra cu- sin ver nada y sin kerer usar anteojos ya ke le han dicho ke es muy fachero y no kiere estropear su fisonomía con un par de anteojos. So convierte enseguida en el testigo ke llegó por obra y gracia de la suerte a juez de la Nación, aunke no se explotan bien las aristas de ese personaje. Después de las canciones seguirá ofreciendo virtudes: una demostración de ventrilokía con un muñeco de madera. No son muy eficaces los chistes pero lo salva la actuación.
Para terminar con el Vaskito, su personaje de la tira televisiva. Todo un tour de force sin un minuto de respiro ke podría haber obtenido mejores resultados. Una lástima para un actor tan descomunal ke no supo desde la dirección poner gracia a las palabras escritas por él mismo.
Otra vez será, Belloso.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá, y dejen sus comentarios si kieren, yo acá les dejo la obra.
El Conde de Teberito -un crítico independiente-

martes, 2 de febrero de 2021

Mi crítica de "Las Chicas de la Culpa" (Teatro)

 Debo aclarar que nunca me sentí tan incómodo en un espectáculo teatral ni me aburrí tanto como en este. Porque "Las Chicas de la Culpa" es una verdadera bocanada de aire rancio. Y eso que lo vi por streaming y no pagué mi lugar que si no... como hubiese dicho mi abuelo: les incendio el teatro... Las chicas de la culpa son Natalia Carullas, Connie Ballarini, Malena Guinzburg y Fernanda Metili. El modo de hablar de estas cuatro féminas no se encuentra ni en un lupanar ni en el peor de los bajofondos, ¿será cierto que las mujeres cuando se reúnen solas se ponen tan guarangas? Porque si esto fuese el paso previo a un encuentro sexual 1 a 1 (o 4 a 1), se justifica, hay que calentar al otro con todas las armas de que se dispone -por lo menos conmigo surte efecto-. Pero acá no se trata de calentar a nadie sino de hacer reír en un espectáculo teatral. Y no debemos olvidarnos de eso, de que estamos en un teatro y no en un burdel, y que cuando abunda la grosería es porque se acabó la inteligencia o la imaginación. Para colmo el espectáculo carece de una estructura teatral -dije, bueno, vamos a ver otro show de stand up-, no, acá se junta a las cuatro chicas en el escenario y se las hace hablar de temas al azar, o se les propone juegos concretos con los que deben acumular puntos.

Lo tenía gratis por la tarjeta Black, y me anoté en este espectáculo ya que me parecía que iba a ser otra interesante reflexión sobre la culpa a través del humor judío que Malena Guinzburg tan bien conoce. Nunca me imaginé que iba a asistir a tan amplio catálogo de bajezas. Desde describir unas vacaciones "de mierda", a opinar sobre la mejor manera de hacer pis o caca en la playa sin ser vistas -o directamente en el mar-, pasando por el hisopado anal, la mejor manera de meterse cuanta cosa se encuentre en alguno de los orificios femeninos, el comer ananá para estimular el gusto de los fluidos vaginales o el semen, las virtudes de arrojarse un gas en pleno acto sexual -sin obviar el famoso pedo de concha-, el jugar pelota-paleta diciendo todas las palabras fálicas ke acudan a la mente -perdón, de nuevo me vuelve a fallar la letra cu-, pasando por todo el catálogo de vómitos, cagadas, meadas, pedorretas y groserías sexuales ke se les puedan ocurrir, y todo sin metáforas, al más burdo estilo-Jorge Corona.
De más está decir ke entre ellas se llaman boluda, pelotuda, conchuda, puta o forra de mierda, las damas en cuestión. Parecía la más educada de todas Fernanda Metili, por su atuendo y su recato, pero a los tres minutos vi ke me había ekivocado -no por nada trabaja en la radio junto a Jay Mammon- mientras ke Connie Ballarini -luciendo bota ortopédica- parece la más desesperada por frotarse o introducirse cualkier cosa en sus intimidades. Malena Guinzburg es la más conocida de todas y ya sabemos ke puede ir desde el humor más inteligente hasta la chabacanería más pura. Y Natalia Carrullas, kien no duda en llamar cachorra al órgano femenino -cosa ke a Fernanda le rememora a Natalia Oreiro con flekillo- hace alarde de sus cuarenta y cinco años bien llevados y en garantizar ke salió con cuanto chico más joven ke ella encontró.
Entre los juegos ke les toca realizar está el de teatralizar una consigna bajo el género cinematográfico elegido por el público -ke no sé porké siempre eligen porno o novela brasileña- donde las actrices se despachan a gusto y piacere con todas las obscenidades ke le vengan a la cabeza. El tópico feminista está a la orden del día, pero lo ke sobresale es la manía de Metili de observar el tamaño de los testículos de los hombres en la playa tomando sol con las piernas abiertas. Parece ke eso la deleita especialmente. La última prenda consiste en reproducir la escena de una telenovela dada, disfrazándose y jugando al ridículo entre todas. Se ve ke si hay algo ke no tienen estas cuatro chicas es vergüenza y pueden explayarse a sus anchas parodiando las infamantes novelas.
En definitiva, ke las únicas ke se divierten son las ke están encima del escenario, el público no sé, pero como suele haber público para todo, habrá kienes se manden sus buenas carcajadas. No obstante las cuatro se meten con los espectadores y no dudan en referirse a ellos como la HDP del barbijo verde o similares. Habrá a kien todo esto le resulte divertido. A mí me aburrió hasta el hartazgo y me pareció de pésimo gusto. Por suerte ke no fui a verlas.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá y si kieren comentar no se priven.
El Conde de Teberito -un crítico independiente-.