lunes, 8 de agosto de 2016

Mi crítica de "Joven y Bonita" (Cine-F. Ozon- 2013)

Ví la última película (hasta ahora), de ese gran provocador del cine francés que es Fracois Ozon, "Joven y Bonita". La verdad es que no me pareció tan mala como prometían los que ya la habían visto y comparaban con su filmografía anterior, en realidad no me pareció mala en absoluto. Si hay una virtud y un defecto que podemos encontrarle es la elección de la protagonista: se llama Marine Vatch y es la chica que tiene loca a media Europa (ahora se ha estrenado otra película con ella). La buena noticia es que es joven y hermosa (como lo indica el título del film), es delgadísima, de unos ojazos verdes impresionantes, un rostro terso como tercipelo, lindos pechos (se muestran mucho en la película), una figura encantadora... en fin, todo lo que un hombre puede desear... La mala noticia es que es absolutamente inexpresiva, no sé si será porque su papel se lo exigía o porque ella es así. Hay quienes la comparan con la nueva Catherine Deneuve, y en algo no se equivocan, tiene ese aspecto de belleza glacial, inconmovible, que sólo fue capaz de arrojar una (¡1!) lágrima en toda la película. Sí, se me dirá, son marcaciones del director... pero habrá que verla en el futuro qué es lo que puede brindar.
Acá el argumento se desarrolla en cuatro situaciones bien marcadas, una por cada estación del año, separadas por canciones que explican los sentimientos de Isabelle (Vatch) según el paso del tiempo, y tiene cierta rememoración a las canciones empleadas por Ozon en "8 Mujeres".
Comienza en el verano, donde toda la familia está pasando sus vacaciones en una villa balnearia, allí Isabelle (con su hermano Víctor, de eterno compinche) vive su primer amor de adolescencia. Tiene 16 años, y el afortunado es un alemán fortachón y rudo, con toda la pinta germánica, llamado Félix. Él es el encargado de desvirgarla una noche de playa, en dónde ella disfruta más bien poco (bhá, nada), del acto en cuestión. Previamente su hermano la había sorprendido gozando a todo lo que daba masturbándose con una almohada en las largas siestas veraniegas. Lo que queda de esa experiencia es abrir el canal de goce, para lucrar con él...
Sí, porque cuando llegue el otoño e Isabelle ya haya cumplido sus 17 años, la veremos convertida en una prostituta adolescente que se comunica por celular con sus clientes y tiene página en Internet. Uno de sus primeros clientes, y será de los más fieles será George, hombre de edad que la trata muy bien y le paga religiosamente los 300 francos que ella pide. Se verá envuelta en muchas situaciones de prostitución, todas en hoteles de alta categoría, y no faltará algún pervertido que le pague por verla tocándose en varias posiciones y masturbarse por ella. Ésta sale vestida de su casa con rompa normal de adolescente, pero en el baño del subte se transforma en la mujer sensual que atenderá hombres y luego vuelve a su modosito traje de púber. Por supuesto que ni sus padres ni su hermano sospechan nada cuando la ven salir todas las tardes para "estudiar con sus amigas". Hasta que la fatalidad quiere que una buena tarde, George, consumidor de Viagra para mantener las cosas erectas a pesar de su edad, muera de un ataque fulminante al corazón. Ella huye de la escena de la muerte (estaba cabalgándolo) y parece que deja su ambicioso trabajo.
Cuando llega el invierno, un policía y una asistente social visitan a la madre de Lea (tal era su nombre de batalla) mostrándole fotos de su hija y desayunándola sobre sus pasatiempos y la muerte de George. La madre al principio lo niega, pero una vez hecho el allanamiento y confiscados celulares, computadora y descubierto su monedero con las ganancias, la madre se rinde a las evidencias. Es allí cuando se enfrenta duramente con su hija y le da flor de paliza... pero la cosa no pasa de allí, aunque el secreto es sabido por toda la familia. Las amigas del colegio de Isabelle continúan en la ignorancia. El padrastro de la chica tiene una frase muy desafortunada: "Ella es joven y linda, es normal que los hombres se fijen en ella y le ofrezcan citas". Esto despertará las sospechas de la madre hacia un hombre bueno que no fue consciente del daño que podía provocar con ese comentario. Deciden mandarla a un psicólogo -como opción de ir internada a un instituto psiquiátrico- pues ella se niega a ver a un profesional. Todo va bien con las sesiones. La chica se arrepiente de su pasado, dice que en el momento no lo disfrutaba, pero que luego tenía ganas de volver a hacerlo y que lo hacía por el vértigo que le provocaban las citas por celular, el llegar a esos hoteles y ver a alguien nuevo cada vez (esto corrobora la opinión de quienes dicen que las putas no lo disfrutan de verdad, yo tengo mis ciertas dudas...). Cerrando el invierno, se enamora de un chico en una fiesta y llegada la primavera los encuentra de novios.
En la primavera vemos a los novios haciendo el amor y ella parece disfrutarlo mucho, algo que no ha experimentado en su vida anterior. Pero un día le dice que está cansada, que ya no lo ama y que tienen que separarse. El muchacho no patalea mucho y silenciosamente se va silbando bajito con pasito de murga. Pero ella parece que vuelve a las andadas (esto se comprueba porque cambia los chips de su celular y ahí tiene decenas de invitaciones) y un día es citada al hotel por una mujer. Es la viuda de George, y descubrimos alegremente que debajo de ese pelo rubio canoso y esos anteojos negros está la querida Charlotte Rampling con sus ojos siempre perennemente verdes. Le pregunta cuántos años tiene en realidad y le dice que quería conocerla. Después de algunas confesiones por parte de la mujer grande, suben a la habitación donde se encontraban los amantes y le pregunta cuál es su tarifa. Ella le deja los 300 francos en la mesa y sólo le pide que se recueste con ella en la cama para recordar a su esposo. Cuando Isabelle se despierta ya está sola y el dinero sigue allí. No hay más datos de que haya vuelto a la prostitución, pero algunas tomas insidiosas del director lo hacen sospechar. Toda la familia se va de viaje de vacaciones al llegar el verano y este cuento se ha acabado.
Ozon vuelve a poner el dedo en la llaga de la tranquilidad social, y nos demuestra que nuestra propia hija, hermana o compañera puede ser muy bien una puta de lujo que engaña a medio planeta. No remueve tantos escombros como en otras películas, es cierto (recordemos "Gotas de lluvia sobre rocas calientes", inspirada en la pieza teatral de Fassbinder, "Sitcom", "La Piscina", "Bajo la arena", "8 Mujeres" o "5 x 2", sin mencionar "En la casa", que todavía tengo por verla, la anterior a esta, que dicen que esa es buena de verdad), pero logra colocarnos sobre un tembladeral de dudas similar al que ejercía Buñuel con "Belle de jour", perdonando el paralelismo. Ozon lo ha hecho de nuevo.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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