sábado, 10 de septiembre de 2016

Mi crítica de "Eterno Perfume a Lilas" (Teatro)

Vengo de ver una maravillosa obra de autoría y dirección de mi directora de teatro, la Profesora Elsa Orrea. Se trata de la mejor conjunción de teatro y artes que vi, porque no sólo hay dramaturgia, sino que hay música proveniente de una violinista en escena, hay danza, hay canto, hay efectos lumínicos... en suma, un placer para todos los sentidos. Es también una colaboración del cine con el teatro, ya que el tema recuerda mucho al de "Rebecca", la célebre película de Hitchcock de 1940, con un hombre joven viudo y la presencia omnipresente de la muerta que se interpone entre él y la nueva vida que trata de empezar en compañía de otra mujer. Hay también un ama de llaves, menos siniestra que la Mss. Danver de la película, aquí la Sra. Madison (sí, como los puentes), aunque también severa y de mal carácter. Y sumando asociaciones, los zapatos que usa Adeline, la nueva mucama contratada, son los mismos zapatos rojos que usaba Dorothy (Judy Garland), en "El Mago de Oz" (Victor Flemming). Hasta Adeline se atreve a jugar con la aspiradora bailando una versión del "Supercalifragilísticoespialidoso" de el deshollinador de "Mary Poppins". Y las referencias no terminan ahí, también los personajes cantan, tal como en los films de Vincente Minnelli o Stanley Donnen. Pero hay una cita más cercana y es el "Todos dicen te quiero" (1997) de Woody Allen. Allí todos los actores (no cantantes) interrumpían sus líneas de diálogo para entonar canciones clásicas con su media, baja o potente voz, según fuera el caso, pero todos sin haber tenido formación canora, así Julia Roberts, Alan Alda, Goldie Hawn o el propio Woody cantaban lo mejor posible. Y acá pasa algo parecido. Cuando la situación se vuelve algo empalagosa o incómoda para los actores, interrumpen su parlamento para largarse a cantar, y la verdad es que lo hacen con gracia y entonación aunque sean pobres sus voces, como el caso de Adeline y de Eric. Un tema diferente es el del operístico Don Pasquale, que tiene una preciosa y potente voz. Y los llamo por el nombre dde sus personajes  porque el programa de mano no refiere (lamentablemente) qué personaje corresponde a cada actor. Son ellos: Estefanía Álvarez, Irene Barrecino, Leticia Elordi, Martín Hennigs, Javier Moreira y Leo Pasquale, todos excelentes en lo suyo.
Pero veamos. Esta no es una obra comercial sino que pertenece al off, así que está hecha de modo artesanal, con la pasión del orfebre, sin medios de producción sólidos, es por eso que destaco sobre todo el valor de la puesta en escena, que es muy cuidada hasta en los últimos detalles. Y como aquí estamos en una obra de lo fantástico, lo sobrenatural (¡Ay Elsita y sus duendes!) aparece por doquier, y es así como se caen cuadros que se vuelven a colgar y a caer, se abren ventanas arreciadas por una fuerte tormenta y se sacuden las cortinas con convicción, se caen libros de sus estantes...
Vamos por partes. La historia podría situarse en pleno siglo XIX por el vestuario de los personajes, aunque una aspiradora eléctrica lo desmiente. Comienza la obra con la mencionada violinista extrayendo los sentimientos más melancólicos de su violín. Da paso a una bailarina de acento clásico que recorre el espacio con sus movimientos estéticos y redondeados (tiene muy buen cuerpo para la danza y es una chica muy joven), que al paso de la obra nos enteramos que es el espíritu de Valerie, la esposa difunta. Entra en escena una potente y rigurosa Sra. Madison y enseguida llega la mucama nueva, Adeline, toda una conjunción de torpeza, simpatía, bondad y alegría. Allí la Sra. Madison le cuenta que el dueño de la casa es el Sr. Eric que ha sufrido un accidente con su esposa en el auto a causa del cual ella ha fallecido y el ha quedado cojo (con perdón de la expresión). Es un gran escritor y le están por editar el último de sus libros. Le pide que cuelgue el cuadro de la finadita en una pared. Ese cuadro se caerá y se volverá a colgar infinitas veces. La chica que hace de Adeline es realmente muy bonita y muy simpática, dando todo lo que el personaje le exige. A todo esto llega el Sr. Eric (quien, me enteré luego, es cojo de verdad, víctima de una entradera a su casa y de la que resultó gravemente herido, hace 18 años que no volvió a subir a un escenario y esta es su reaparición, cuádruple mérito por parte del actor que encarna a Eric), y a fuerza de simpatía de ambos lados conseguirá conquistar el corazón de Adeline. Pero aquí no hay besos ni caricias, simplemente son reemplazados por canciones, en esta comedia dramático-musical (o teatro musical como prefiere llamarlo Elsa). Por fin consigue llevarla a su recámara y pasan una noche juntos. El final, por supuesto no lo voy a revelar, pero tiene una vuelta de tuerca sorprendente.
Un verdadero aplauso para la dirección de actores, la puesta y la luminotecnia que es otro factor muy importante. Realmente Elsa Orrea se luce como demiurga de todos estos seres, tanto desde la dirección como desde la creación, ya que el libro es también de su autoría. Es una obra donde lo sobrenatural convive con lo cotidiano, transformando a esto último en lo siniestro, según la definición freudiana que ya expliqué en otra crítica.
Un "bravo" grande para todo el elenco y esperamos que las funciones de esta obra no terminen acá y se magnifiquen en el tiempo porque verdaderamente ha sido un esfuerzo muy grande por parte de todo el equipo y sería una pena que quede en "debut y despedida".
Muchas gracias Elsa por invitarme.
Y gracias también a los que me leyeron hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

2 comentarios:

  1. Mmmm... Para mi estaban los 2 muertos desde el principio!

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  2. HOLA soy Carla Domínguez, la violinista de Eterno Perfume a Lilas. Gracias por tus palabras ! me emociona saber que llego con intensidad desde el violín a transmitir lo que siento con esta Suite para violín solo que he compuesto especialmente por pedido de Elsa. Con afecto. Carla

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