viernes, 23 de septiembre de 2016

Mi crítica de "Los Días de Julián Bisbal" (Teatro-TV)


Agregado al catálogo de Teatrix pude ver esta excelente puesta de la segunda obra de Roberto "Tito" Cossa, del año 1966, grabada en estudios 30 años después, en 1996, con producción de Romay y dirección escénica de Raúl Serrano. Dentro del costumbrismo que maneja tan bien Cossa, esta obra puede ser considerada, sin temor alguno, como una verdadera tragedia (si bien no se adapta a los cánones de lo que se entiende por tragedia), una obra sin salida que plantea la desgracia de ser un hombre gris dentro de la multitud de fantoches. Un hombre que ha llegado a los 40 años sin tener nada, aparentemente. Tiene un departamentito y una buena mujer que lo quiere pero que no es ni hermosa ni sumamente inteligente. Ve pasar su vida deambulando por el bar del gallego Don Bouza, visita a sus padres viejos y enfermos, se reúne con tres compañeros de secundaria, todos más exitosos que él, y finalmente se reencuentra con una prostituta que termina echándolo de su casa, para cerrar el día volviendo a encontrarse con su mujer. El periplo dura desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la mañana del día siguiente. Está estupendamente jugada por un Jorge Marrale que se desenvuelve perfectamente en el registro dramático (tan bien como en el cómico, como ya lo he señalado en estas páginas) y nos conmueve por la angustia y la desazón que sufre el protagonista.
Julián Bisbal es eso, un compendio de los fragmentos que van armando su vida, pero un armazón pequeño, que no tiene el carácter para dejar la oficina que lo oprime con un jefe que lo tortura por un sueldo miserable, ni para pegar el salto que lo conduzca a otra dimensión de vida. Hace 15 años que trabaja para la empresa Ribaudo a las órdenes de un tal Bazán, y ese día al que acudimos nosotros, se "hará la rata" al trabajo para encontrarse con su pasado y su porvenir vacío. Todo empieza a las 8 de la mañana poniéndose la inexorable corbata y camisa para ir a trabajar, tomar el café inmundo que le da su mujer mientras ella hace planes para el domingo ir a visitar a sus padres con su marido y festejar el cumpleaños de su progenitor con un asado. Le recrimina a su esposo que todas las noches está llegando a las 2 de la mañana y que ni siquiera la toca a la hora de dormir. Él le contesta que ese día va a llegar alrededor de las 4 porque tiene que encontrarse con compañeros del secundario. Otra buena excusa para no llegar juntos a la cama...
De su casa pasa por el bar del bueno de Don Bauza quien el dice que tiene pensado pagar sus deudas y vender el bar y volverse a su país, porque "en la Argentina de hoy no se puede vivir... esto no es lo de cuarenta años atrás, que sí había vida en esta ciudad". En el bar reconoce a un ex compañero de oficina, González, quien viene de pasar la noche en un hotel junto a otro amigo y dos chicas que "levantaron" esa misma noche. Lo invitan a tomar una ronda de whisky a la que él accede de mala gana. González es una porquería de persona, canchero, arrogante, fanfarrón... pero inaugura un local de fotografía en la av. Santa Fe y eso le interesa a Bisbal porque vislumbra un futuro allí. Lo interroga sobre cuándo empezó con la fotografía y el otro le contesta con evasivas y algo de un contrabando. Promete ir a la inauguración.
La disposición del espacio escénico en dos plantas, en donde se ve todo el tiempo a los demás personajes hace muy dinámica la función. Sube al primer piso y allí se encuentra en casa de sus padres, amueblada con estilo viejo y viejos son también los padres, llegando a los 70 ú 80 años. Su padre no puede probar el cognac porque le cae mal pero se toma algunas copitas a escondidas de su mujer. No quiere ir al médico porque tiene miedo de que le encuentre algo malo y dice que tal vez ya llegó su momento. La madre le cuenta que él no duerme de noche, y que lo escuchó llamar a la radio para decir que no pasen tanta música y que hablen más ya que a él le gusta que le hablen... el operario de la radio le contesta que es un hombre muy solo. Todos están solos en esta obra, cada cual a su manera y a su forma, pero todos han establecido un cerco entre ellos y la realidad que parecen no querer ver. Sólo quien se atreve a mirar más lejos es Julián.
De allí va a encontrarse con sus ex compañeros de secundaria en un restaurante. Son ellos: Vacari (Arturo Maly), un ingeniero al que le faltan cuatro materias para recibirse, Morandi (Manuel Callau), un abogado prestigioso que dejó sus sueños socialistas para casarse con la hija de un bodeguero de Mendoza y por último Derizi, un industrial del alambre tejido. Todos están esperando al "gordo" Bisbal, que tanto los hizo reír en el colegio con sus imitaciones. Cuando llega todo es motivo de algarabía para ellos, lo obligan a imitar profesores y cuando Julián se encuentra en su salsa se da cuenta que han desviado el foco de atención para comer saladitos y salamín y hablar entre ellos. Él les pide ayuda, si no tienen un corretaje para ofrecerle, pero ellos todo lo toman a broma y se ríen ante su ocurrencia. Bisbal por fin explota diciendo que le fue muy mal en la vida y que la está pasando muy fea. Y que se va de la velada. Los tres se quedan atónitos y ante su proposición le piden que se quede pero es irrebatible. Su última parada será en casa de una prostituta amiga, Dora (Cecilia Rossetto), quien al principio lo cobija pero al ver que él quiere pasar la noche con ella y recordándole que le había prometido que se iba a recibir de ingeniero y casarse con ella le dice que ahora se ve con un tipo de 70 años quien le da 4.000 $ por semana, y que él ya no tiene nada que hacer allí y lo despide de su casa.
Por fin Bisbal vuelve con su mujer, quien lo espera levantada, le hace otro café y él explota ante ella diciéndole que se siente un fracasado y que no sabe como salir de ese atolladero. Hay que ver la delicadeza que tiene Cossa para la construcción de sus personajes, cada mínimo gesto es dado de importancia, como una cafetera que chorrea o el detalle de que hay que cerrar la llave del gas.
Todo volverá a comenzar para Bisbal al día siguiente y sospechamos que nunca podrá moverse de su rutina y de su ruina. Por eso es que la califico de tragedia a esta genial pero angustiante obra de Tito Cossa. Porque la crisis de los 40 le ha pegado fuerte al protagonista que está en el medio de su vida, que no tiene una esposa que lo atraiga, que ya no tenga padres de quienes aferrarse, ni amigos que puedan echarle un hueso ni una puta que lo aprecie. El terror al vacío se presenta muy nítido ante los ojos de Julián, y allí sólo ve un pozo sin fondo, motor de todas sus angustias (que le provocan todos los tics y las manías del hombre torturado por su existencia). Se destacan en el reparto Mónica Vehil como Cármen, la esposa, Tincho Zabala como Don Bouza, Susana Lanteri y Juan Manuel Tenuta como los padres y los restantes ya han sido mencionados. Les recuerdo que pueden ver la obra completa sólo tocando el ícono que dice "Ver obra" en mi blog.
Les agradezco mucho nuevamente por haberme leído hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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