sábado, 8 de abril de 2017

Mi crítica de "La Chica sin Nombre" (Cine)

Acabo de ver esta extraordinaria película de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne (belgas de 60 y pico de años) y la verdad que, como todas sus obras, me dejó más interrogantes que certezas. ¿Que es lo que constituye la entidad de una persona? ¿Su nombre o sus acciones? ¿Puede una persona no haber pasado por este mundo si es enterrada sin identificación?
Repasemos la no muy extensa carrera de los Dardenne. Surgieron a la notoriedad ganando varios festivales con "Rosetta" (1999), se establecieron con "El Hijo" (2002), formaron cayo con "El Niño" (2005) y continuaron su nivel con "El Silencio de Lorna" (2008), "El Niño de la Bicicleta" (2011), la excelente "Dos Días, una Noche" (2014) y ahora arriba esta, "La Chica desconocida" (tal su título original, del 2016). Siempre con una cámara inquieta (la stedycam) que sigue a sus personajes caminando desde atrás o se mete en sus poros para registrar la menor imperfección en sus rostros para indagar a fondo la psicología del personaje, qué le pasa en cada momento y cómo vive su historia.
Acá nos encontramos con Jenny Davin (excelente Adéle Haenel), una médica joven y linda, recién recibida, que no abandonará ni un minuto la pantalla. Acá, como en toda la filmografía de los prestigiosos hermanos, el tema básico es el de la identidad, pero acá tratado de forma mucho más contundente que nunca. Es la identidad de una muerta la que no aparece, y según la médica, hasta no confirmarla no podrá descansar en paz. La historia es así. Jenny comparte consultorio de un centro de salud con Julien (Olivier Bonnau), un joven aún no recibido que pronto abandonará la medicina y se irá a hachar árboles. Una tarde congestionada de pacientes, terminan con el último cuando suena el timbre de la puerta. Deciden no abrir y se van a dormir. A la mañana siguiente llega la policía y le piden revisar su cámara de seguridad, porque la mujer que fue en busca de ayuda ha sido asesinada a unas cuadras de allí. Sólo saben de ella que es una mujer negra, africana. Desconocen el nombre y actividad de la chica, por lo que Jenny se dedica a difundir su foto desde su celular a toda persona que encuentra. Así un joven paciente de ella, Bryan titubea y parece tener algún dato. A las cansadas le confesará a la joven doctora que la vio esa noche haciéndole sexo oral a un hombre viejo en una camioneta (acá es la traducción por casa rodante). Jenny detecta el lugar y se entrevista con el hijo del hombre quien la echa despectivamente, y así llega hasta ese señor viejo, Mr. Lambert (Pierre Siumkay) que reside en un geriátrico. Le hace unas preguntas sin llegar a nada concreto cuando arriba su hijo y la despide brutalmente.
Le dan el dato de un cyber donde ella paraba y allí se dirige. Le muestra la foto a la empleada negra del lugar y a dos parroquianos, que resultan ser proxenetas y al día siguiente la amenazan en su auto y le dicen que se aparte del caso. Jenny deberá enfrentarse con todo el sistema de la prostitución, que es, en definitiva a lo que se dedicaba esta joven chica de 16 años. La policía dice haberla enterrado sin avisarle y Jenny va al cementerio para que la saquen de la fosa común y ella decide alquilarle una tumba, aunque sea una NN. En todo este tiempo, la policía descubre el nombre de la chica (falso, después comprobamos que sería otro), pero no es conveniente seguir revelando detalles aquí, para no estropear el final.
Digamos que "La Chica sin Nombre" es una muestra de cómo el cine puede ser profundo sin aburrir, aún más, tensando un relato policial y de pesquisa que se vuelve atrapante. Hay de todo en la trama, culpa, sexo, envidias, redenciones, secretos y mentiras. Los Dardenne pueden tocar cualquier tema que siempre lo van a hacer con altura, con estilo y con una manera muy particular de contar las cosas.
Y gracias por leerme hasta acá nuevamente.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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