lunes, 10 de abril de 2017

Mi crítica de "Medea en Manhattan" (Teatro)




Ahora Teatrix nos acerca "Medea en Manhattan", el excelente texto de Dea Loher, dirigida por Lía Jelín (acá muy alejada del humor), con las actuaciones supremas de Valentina Bassi y Nacho Gadano, secundados por Alfredo Allende, Pablo Finamore y Matías Strafe. Acá Medea está muy lejos del virtuosisimo de Eurípides, pero conserva sus dotes para la brujería y la hechicería y es, como en la historia, quien regaló un vestido a la nueva esposa de su amante Jasón que le provocaría arder como una tea encendida. Y también quien da muerte a su hijo, nacido de la pasión con Jasón.
Marcadas las similitudes ingresemos en este texto por momentos críptico que se actualiza con el destino de los inmigrantes en la era Trump. Medea es ahora una chica punk, y todo el tiempo está subrayado por una banda de música punk que comenta los sucesos reemplazando la figura del coro griego y su coreuta. Es una inmigrante ilegal a los Estados Unidos, igual que Jasón, quien también está presente en la historia y su lucha será la de evitar el ser excluída, como tantos inmigrantes. Esta obra, registrada en el 2016 cobra gran vigencia en este momento por el que pasa la gran potencia del norte. Medea no sólo es una inmigrante sino que además es una homeless, vive en la calle, registra los tachos de basura para comer y se tapa con cartones para dormir al aire libre. Conserva del original toda su potencia y su furia, totalmente justificada, aunque no la muerte de su hijo y la de su hermano antes de llegar a puerto. Sí, porque esta Medea ha asesinado a su hermano en el barco que los transportaba desde su ciudad natal hasta Manhattan. Todo porque el hermano se sobresaltó cuando le dijeron que serían cuatro en vez de tres ya que Medea estaba embarazada y peleó por su subsistencia aludiendo que había dinero para tres y no para cuatro. Entonces lo destripó y lo arrojó al mar.
Lo de su hijo fue distinto. Acuciada por la boda de Jason con Claire, la hija del acaudalado confeccionador de vestimenta Sweatshop-Boss (Pablo Finamore), un hombre sin piernas que es el patrón de los talleres clandestinos de confección de ropa, y en vistas de que Jason iba a llevarse al hijo en común, decide asesinarlo. Lo que son los celos de una madre... Jason sigue amando a Medea pero se casa por dinero con Claire, y le ofrece a Medea la posibilidad de irse a vivir con ellos, cerca de su hijo y de su amante, pero ella rechaza el ofrecimiento para no tener que atravesar las penurias de escuchar cuando su marido goza con la otra y le susurra palabras tiernas y ardientes.
Se encuentra en su deambular por las noches de Manhattan con Velázquez, el mayordomo de Sweatshop, un hombre que se dedica a la pintura, a plagiar cuadros del verdadero Velázquez, que de tan auténticos pasan a convertirse en sus propios originales cuando él les pone la firma. Esto hace referencia tal vez a la apropiación del personaje creado o transmitido por Eurípides (ya que pertenecía a la mitología griega), recreado ahora por un nuevo autor, que bien puede poner la firma de esta Medea, dada a la violencia y al alcohol.
Otro personaje que aparece es el travesti Deaf Daisy, encarnado por Matías Strafe, a quien se le escapan por momentos los amaneramientos propios de un gay y transita su personaje ambiguamente, no sé si esto fue marcado así por la directora o es un defecto  del actor. Daisy vende ropa ilegal en esas noches de Manhattan y es a él a quien Medea le encarga un vestido contaminado, infestado, pútrido que haga estallar a Claire cuando se lo ponga, y se lo envía para que lo luzca en su boda. El vestido en cuestión es totalmente rojo, situando así su pasión por la violencia y la sangre.
Sostiene diálogos llenos de pasión y sadismo con Jason y no duda en acudir a su cuchillo vengador para infligirse cortes en ambos brazos y en la cara, pasan del amor más extremo a la violencia física como un arrebato. Ella simplemente no puede aceptar perderlo en brazos de otra mujer, aunque él le jure que sólo la ama a ella. No, corrijo. Amor siente por Claire. Amor es una palabra que nunca usó ni usará con Medea.
"Medea en Manhattan" es un buen ejemplo del teatro no comercial, más destinado a bordear los límites del "buen gusto" que a complacer a su público. De todas maneras esta propuesta ha tenido buena aceptación en el circuito.
El trabajo de Valentina Bassi es descomunal. No se aparta de la escena ni un sólo momento y es capaz de derramar cataratas de lágrimas o de convertirse en la mujer más perversa del mundo en un minuto, capaz de dar muerte a su propio hijo. El entrenamiento físico también es admirable ya que lleva su cuerpo a límites insospechados. Por lo tanto la obra es apta para los más ingenuos de los públicos y para los más exigentes. Como la música punk, es dura de comprender y de aceptar, llevándonos a la violencia de un texto sumamente musical que no contrasta en absoluto con este tipo de música. Además Valentina luce en su cabeza una peluca al mejor estilo punk.
Como dije, es una obra recomendable para un público ecléctico y que esté interesado en ahondar en la psicología de lo que una mujer furiosa y desesperada es capaz de hacer.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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