jueves, 14 de febrero de 2019

Mi crítica de "Así de Simple" (Teatro)

Ayer fui a ver mi primer obra teatral de este año, y empecé con "Así de Simple", en el Picadero, obra que ya va por  su sexta temporada. Y debo decir que la disfruté. "Así de Simple", el título mismo es una ironía o una paradoja, pues en cuestiones de amor de pareja nada es "así de simple", siempre hay recovecos, zonas oscuras, desvanes a los que no queremos subir, sótanos que nos da miedo visitar. Y nada es simple en la pareja que forman Clara y Joaquín, el candor de los tres o cuatro primeros meses se esfuma enseguida. Pero ¿cómo seguir cuando el amor no es suficiente? ¿O cuando se ama pero la rutina mata el enamoramiento? ¿Qué es lo que nos arrastra al fracaso en una relación? Todo esto se pregunta la obra escrita por Ignacio  Bresso y Sofía González Gil, y dirigida por esta última, que a la sazón debe ser hija del prolífico Manuel González Gil, aunque nos preguntamos ¿a la sazón de qué?
Clara y Joaquín. Joaquín y Clara. Dos personajes que ya han pasado al imaginario propio de todos los que asistimos a ese ritual de teatro que se produce todos los miércoles a las 21 hs. Y es que Clara y Joaquín no son dos, sino que son seis. Cada uno interpretado por tres actrices y actores, que comparten escena todo el tiempo y se refuerzan con los parlamentos y los diálogos unos a otros. Todo se deshilvana como verdaderos flash-backs (miradas sobre el pasado), aunque también hay un flash-foward (hacia el futuro), extrapolando este término del mundo del cine.Sí, porque todo empieza en el momento en que Clara y Joaquín deciden separarse, y él está destrozado por la decisión (es muy cómico como uno de los tres Joaquines se deshace en llanto, igual que una de las tres Claras). Este desdoblamiento debe haberse imaginado para dejar en claro que nuestros mundos interiores no son uno solo sino varios, y que cuando hay que tomar una decisión son muchas las voces que pugnan por opinar. En Clara está más claro: parecen ser las tres instancias psíquicas que imaginó Freud para su tercera tópica: el Yo, el Ello y el Super-Yo. Una es la racional y adecuada, otra se deja llevar por las pulsiones y está la tercera que es la que pone el orden y decide siempre sobre lo "correcto". Después de esa primera instancia de separación (no sin dolor y no con menos risas) volvemos para el pasado y accedemos a los momentos apacibles de la pareja, cuando veían una película juntos y la comentaban (claramente la película que están viendo es "Antes del Amanecer", de Richard Linklater, que trata sobre el enamoramiento de una pareja en su primer momento) y ella quedaba extasiada ante los conocimientos cinéfilos de su pareja. También asistimos al momento de conocerse y a las vueltas claras de toda pareja para tomar la decisión de encarar el asunto. Pero pasamos también por la falta de deseo sexual de él, acosado por la rutina y estupefacto viendo un partido de fútbol. A la cara de traste de ella haciendo la limpieza y después de haber concurrido a una fiesta familiar en donde todas las miradas estaban clavadas en ellos y en la expectativa de cuándo iban a tener un hijo, comparándolos con la hermana de él, la prolífica Marianita. En la difícil decisión de instalarse a vivir juntos y de darle las llaves del departamento a ella, etc.
Clara es diseñadora de interiores, profesión que Joaquín subestima y dice que se parece más a un hobbie que a una carrera, mientras que él es ingeniero, y en una primera cita ella se pone a bailar, borracha, ante el estupor de él. Ella le pregunta si no sabe bailar, y ahí se viene el momento más aplaudido de la noche: el baile de él (de los tres), coordinados al unísono por la magnífica coreografía de Carolina Pujal, en donde demuestra un excelente estado atlético y de gran bailarín, dejándola boquiabierta a ella y a todos nosotros. Clara acota: "no sabía que un ingeniero podía bailar así". El humor bordea toda la obra y son ingeniosas las réplicas que dan los dos tríos de amantes, casi al unísono y sin solución de continuidad. Los cambios de vestuario también son muchos y se producen en un instante, sólo el momento de entrar o salir por una puerta. La escenografía no peca de ingenio, tan sólo un sillón, una cama y una repisa, con dos cajones practicables en el centro, que van cambiando de funciones. Todo el derrotero de la obra nos pasea por las variadas fases del enamoramiento, hasta concluir mal, pero luego de ese principio de separación, viene el esperado flash-foward, aquel en que Joaquín invita a Clara a deshacer la casa y viene la posibilidad de un empezar de nuevo, aunque saben que es difícil, casi imposible por todo lo que han pasado, la chispita del deseo y la pasión se vuelve a instalar en ellos y se avecina un reiniciarse de la relación. De hecho, el final de la obra los muestra a los dos, detrás de una transparencia, besándose apasionadamente.
Los actores y actrices son todos excelentes y están a la altura de las circunstancias, lástima que no puedo identificar a cada uno por el nombre de su personaje, pero los nombres de ellos son (primero las actrices): Magdalena Pardo, Julieta Goncalves y Ailín Zaninovich y el de ellos: Andrés Passeri, Ignacio Bresso y Francisco González Gil. Es muy destacable también la labor de la joven directora Sofía González Gil que supo imprimir toda la frescura y la problemática del amor de juventud a esos seres que, por triplicado, le dan vida a una obra que de haber tenido sólo dos personajes hubiera sido muy convencional y aburrida. Toda la dinámica de la pieza está en ese desdoblamiento de sus criaturas que aman, padecen, desean o sufren por causa del amor. Y que mejor preludio para un día de los enamorados como hoy el haber visto esta obra. De las actrices cabe resaltar la labor de la "pobre víctima", la que sufre o se alegra más que nadie, la más joven y petisita del elenco que hace una labor magistral y que debe estar encriptada en uno de esos tres nombres... La obra está muy bien aceitada y ofrece momentos de sano regocijo y, lo más importante, nos deja pensando (y penando). Por eso sólo vale su visión. La recomiendo ampliamente.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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