domingo, 17 de febrero de 2019

Mi crítica de "Freno de Mano" (Teatro)

"Freno de Mano" podría haber sido una excelente pieza. Una obra mucho mejor de lo que resultó. Pero no encuentra el "timming" exacto de la comedia. No puedo echarle la culpa al libro, que es muy bueno, con la autoría del argentino Victor Winer (tal vez un poco demasiado largo y repetitivo, aunque se ajusta a la hora y media, pero al ser una obra sólo para dos personajes resulta demasiado monótona), ni a la ágil dirección de Rubén Pires (que se esforzó por darle agilidad a la pieza), ni siquiera echarle la culpa a los dos magníficos actores que encuentran en María José Gabin y Esteban Prol el envase perfecto para esos dos personajes desesperanzados (hay una breve intervención de Iardena Stilman, pero al ser tan breve no merece siquiera el análisis). Sucede que se tarda demasiado tiempo en entrar en el juego de la comedia, y los chistes, si bien son buenos, están muy distanciados unos de otros y no son lo suficientemente efectivos. Dicho esto, vamos a criticar a "Freno de Mano" con entusiasmo, como si fuera una de las más perfectas propuestas cómicas de lo que se ofrece en Buenos Aires en este momento.
La acción transcurre en una habitación de hospital en donde pasa sus horas Matilde, antes de la operación de vesícula a la que debe someterse y, de la que está segura que no saldrá viva. Hasta allí llega José, su marido, un hombre sacudido por las sucesivas crisis que han golpeado al país y que ahora trabaja como testigo falso... Se presenta a los juicios y brinda su testimonio a favor del culpable y su abogada, para la que trabajan en yunta. Se ha especializado en poner cara de circunstancia y hasta a derramar sus lágrimas en favor del cliente. Llega a visitar a su mujer, próxima para el cadalso, según como ella lo toma y ésta le dice que le adelantaron la cirugía para el día siguiente por la mañana. Pero hete aquí que el sinvergüenza de José tiene preparado todo para irse ese día con su tía y su prima a New York, para buscar un nuevo trabajo: hacerse atropellar por autos y cobrar la indemnización para pararse para siempre. Y además de eso, quedarse a vivir en Estados Unidos como inmigrante y mandar a buscar a su esposa por su sirvienta cubana o mexicana. Ésto, lejos de sonar como música celestial para los oídos de Matilde, resuena más como un intento de suicidio por parte de José. "Si no falla el freno de mano (de ahí el título de la obra) del yanqui, estamos salvados. Hay que saber caer sólamente", le dice muy suelto de cuerpo mientras ensaya una caída debajo del auto agresor. Y debemos decir que lo hace con mucho arte. Tiene marcadas en su cuerpo con lápiz labial las zonas que acumulan más puntaje según la lesión. Matilde mira todo esto aterrada, sobre todo porque su marido la abandona para morir en manos de un norteamericano cuando ella está a punto de pasar a la gloria en manos de la ciencia... Y resulta que José se ha comprado un librito lleno de frases absurdas como "My house is red and my cat is death", que según él le van a enseñar todos los misterios del inglés. Hasta está tan fanatizado que canta a viva voz el himno de los EEUU, ante la mirada horrorizada de su patriótica mujer, que quiere vivir y morir en su Argentina, soportando las crisis que haya que soportar.
Y lo peor, José no sólo acompañará a su tía a los Estados Unidos sino también a su prima, una flamante divorciada que ha bajado muchos kilos de peso (parece una "pepona") y que lo arrinconó en pleno almuerzo con su tía sometiéndolo a sus más bajos instintos... con su anuencia. Esto acaba por desequilibrar a su mujer quien ya ha barajado la opción de vender su riñón para pagarle un nuevo pasaje al país del norte, pero después de la operación. La venta ilegal de órganos se cotiza muy bien en el mercado negro y eso puede salvarlos, le dice ella. Pero él no acepta peros, viajará sí o sí con su tía y su prima a hacerse chocar por un extranjero. Además cae con la noticia de que les han embargado la casa, que tienen un policía en la entrada que le ha prohibido el acceso y no tienen dónde caerse muertos. Por lo tanto él se va... Ha podido rescatar de la casa una valija con algo de ropa y una pequeña guitarrita como para irse. Pero es generoso, le ha traído algo para ella, tres bombachas y el vestido de novia, que ella se pondrá para que la acompañe en el momento de la operación, ya que ha tenido un sólo hombre en su vida: José, a quien ahora quiere definitivamente muerto.
Él acepta que hubo algo con su prima y cuando Matilde le pregunta si él la quiere y la desea, éste contesta muy melifluamente. Está caliente con la pepona y nueva divorciada y nueva flaca de su prima. Matilde tiene muchos reproches que hacerle, y se los hace, quiere irse purificada al otro mundo, y lo odia por dejarla sola en este sagrado momento. Los diálogos son chispeantes y hasta graciosos pero no llegan a provocar la carcajada franca que otras propuestas ofrecen. Por eso pienso que el problema sustancial de la obra puede ser de estructura. Si partimos de unas bases flojas, es muy pobre el edificio que podamos construir encima. Y eso es lo que sucede con esta obra.
Matilde recibe una pastilla con un vaso de agua de la enfermera, que le frene el insomnio que viene padeciendo hace tres noches. La toma y, entre ganas de vomitar, logra dormitarse un poco. Es allí cuando llega la prima de José, a quien Matilde no ve pero escucha, entre sueños, muy complaciente con su primo, quien le trae hasta un sobretodo para vencer los fríos neoyorquinos del momento. Y quiere que esa noche la pase durmiendo con ella, a lo que él responde que no puede abandonar a Matilde. El final, no por previsible, es menos sorprendente.
La premisa de la obra es "¿Cuál es tu límite? ¿Hasta dónde estaría cada uno dispuesto a llegar?" Y esto puede iluminarnos un poco sobre la intención del autor al escribir esta pieza, entre su larga lista de producciones, según atestigua el programa de mano. María José Gabin (hija de Celis Pérez, más conocido como Pérez Celis) es una muy buena comediante que se une al juego con entusiasmo, al igual que Esteban Prol, a mi gusto de mejor ver ahora que antes, con el pelo corto y todo el porte de un hombre hecho y derecho. Iardena Stilman, pese a su breve intervención se nota que también es una gran comediante. Ya se los dije, recomendable entre lo poco de nuevo que hay en la ciudad, pero hasta ahí...
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario