miércoles, 26 de junio de 2019

Mi crítica de "Easy Virtue" (Cine-Alfred Hitchcock-1927)

En 1926 Hitchcock se halla en una curiosa situación: acaba de filmar tres películas ("The Pleasure Garden", "The Mountain Eagle" y "The Lodger"), ¡pero ninguna de ellas se estrenó! En efecto, los circuitos de distribución están saturados a causa de una intensa producción de origen norteamericano que hay que vender con prioridad.Por otra parte, por más que Hitchcock goce de la confianza de su productor, Michael Balcon, debe afrontar el odio tenaz de G. C. Scott, el poderoso dueño de la red de distribución. No obstante, en el pequeño mundo del cine londinense se comienza a hablar de Hitchcock como de una de las esperanzas más seguras del cine británico.
Es así como, incluso antes del estreno de sus películas en salas, Hitchcock se contacta con el hombre que va a influir en la continuación de su carrera: John Maxwell. Este último acaba de asociarse con un norteamericano, J. D. William, dueño del circuito más importante de cines norteamericanos. Ambos quieren construir en Inglaterra un estudio capaz de competir con Holywood. Necesitan sangre nueva.
Hitchcock firma y cobra un cheque considerable. Y puesto que por una vez tiene tiempo de sobra, decide poner fin a su eterno noviazgo con Alma Reville. La joven, de origen protestante, también acepta compartir la religión católica de su novio. Para el viaje de bodas, los recién casados eligen Saint-Moritz, una estación de deportes invernales muy chic a la cual la pareja permanecerá fiel toda su vida, y donde Hitchcock sitúa la intriga de "Agente Secreto". Por supuesto, ni hablar de practicar la menor actividad deportiva. ¡Los días son muy cortos para los únicos placeres de la mesa, abundantemente rociados!
En Navidad, la pareja regresa a Londres para asistir al estreno de "The Pleasure Garden" y de "El Vengador", que se estrenan finalmente y son presentadas al público con tres semanas de intervalo. Pero antes de integrar la nueva compañía de Maxwell, HItchcock quiere respetar sus compromisos: aún debe un film a la Gainsborough. Por simple comodidad, elige adaptar una nueva obra de teatro, escrita por Noel Coward, un autor exitoso célebre por su pluma ácida que comienza a suscitar el interés de los productores y los directores de cine. Y como HItchcock no tiene la intención de perder su tiempo, vuelve a contratar automáticamente para los papeles principales a los actores que trabajaron para él en "Downhill", su anterior film.
"Easy Virtue" es la historia de un doble divorcio. En esa época, en la Inglaterra puritana, este acto era considerado como un delito y era objeto de juicios particularmente humillantes. Las mujeres salían de él deshonradas para siempre. Dejando de lado este aspecto melodramático de su tema, Hitchcock se lanza a una vigorosa crítica de la burguesía social y nos ofrece el retrato de una mujer digna, perseguida por prejuicios estúpidos. Un tema que luego sabrá desarrollarlo con maestría. Puesto que pone su arte al servicio de ese punto de vista  limitado, no duda en tomar distancia  con relación al texto de Coward. ¡Así la primera mitad del film no se corresponde más que en algunas líneas de exposición con la obra!
Hitchcock, por medio de una hábil serie de flashbacks, nos explica como Larita (la heroína interpretada por Isabel Jean) se halla frente a su marido en el tribunal acusada de adulterio. Las miradas al pasado son traídas por el movimiento mismo de la cámara, que reconstruye las escenas dramáticas anteriores, a partir de primeros planos sobre objetos que sirven de pruebas convincentes (una jarra, una carta). El movimiento inverso sirve luego para volver al presente. Con muy pocos intertítulos Hitchcock logra además restituir conversaciones que ocupan varias páginas del texto original.
Cuando Larita, después de su divorcio acepta casarse con John, un rico inglés que conoció en la Costa Azul, Hitchcock elige hacernos asistir al diálogo filmando a la telefonista que escucha a los dos amantes después de haberlos comunicado. Por su rostro nos damos cuenta de que la petición de matrimonio fue aceptada. Sin diálogo, ¡comprendemos todo! Asimismo para explicarnos que el viaje de John y Larita ha terminado, le bastan a HItchcock dos imágenes: la primera nos muestra un caniche típicamente francés sobre una pila de valijas; la segunda, un bulldog inglés encaramado sobre las mismas maletas.
Sin embargo, "Easy Virtue" no se realizó únicamente en un estudio. Hitchcock experimentó notoriamente un gran placer por filmar exteriores en la Riviera. Sabrá acordarse de ello a fines de los años cincuenta en "Para atrapar al ladrón", con Cary Grant y Grace Kelly, cuya acción se desarrolla por completo en la misma zona.
A lo largo de la producción, Hitchcock quiere conservar el dominio sobre el tema. No tiene en cuenta las advertencias de sus superiores, un poco espantados por la virulencia del tono, y se enoja con Ivor Montagu, el hombre que tanto lo ha ayudado para "El Vengador", por un simple detalle de puesta en escena. La única crítica que soporta es la que se dirigirá a sí mismo. Siempre lamentará el último intertítulo, ese en el cual Larita, al salir  del tribunal donde fue de nuevo condenada, lanza a los periodistas: "Disparen, ¡no hay nada más que matar!". "Es la peor réplica que jamás he dejado pasar", dirá.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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