domingo, 12 de abril de 2020

Mi crítica de "Ladrones de Medio Pelo" (Cine-Woody Allen-2000)

Siguiendo con la serie de críticas destinadas al seminario "El Seleccionado Sub-18 de Woody Allen", me toca considerar ahora este film.
Ray Winkler es un ladrón retirado que está casado con Frenchy, una experta cocinera. Junto con un grupo de amigos, Ray planea dar un último golpe robando un banco; para ello alquilan un local que está al lado del banco, con la idea de hacer un túnel en la pared y entrar en él. Como tapadera, Frenchy abre un local de venta de galletas que ella misma cocina. El robo no sale muy bien, pero las galletas de Frenchy son todo un éxito y comienzan a ganar mucho dinero, gracias a lo cual pueden empezar a codearse con la flor y nata de Manhattan. Así conocen a David, quien enseña a Frenchy los secretos para convertirse en una verdadera dama.
Nominada al Globo de Oro y a la Mejor Actriz (Tracey Ullman).
El rodaje tuvo lugar en Nueva York durante 1999 con un presupuesto de 18 millones de dólares (10 de los cuales fueron aportados por la DreamWorks). Se estrenó en Estados Unidos el 17 de mayo del 2000 en un total de 800 salas, con una recaudación de un total de 17 millones de dólares, mientras que en el resto del mundo recaudó unos 12 millones más, por lo que la taquilla global fue de unos 30 millones de dólares. Pero antes Allen realizó una serie de preestrenos ante un exigente y entusiasmado público universitario, en una gira por diversas universidades (Harvard, New York University, la Universidad de Chicago y la UCLA en Los Angeles), comentando los pormenores del rodaje del film con los estudiantes.
A partir de algunos logrados gags en la línea de los Hermanos Marx, ciertas reminiscencias del cine de Mario Monicelli, homenajes a las películas del cine negro producidas por la Warner en los años 30 y un ritmo de comedia física y verbal en la línea del gran Ernest Lubitsch,"Ladrones de Medio Pelo" cumple con el propósito primordial de entretener y de despertar una sonrisa casi constante en el espectador. Toda la crítica la comparó con la película de 1969 "Toma el Dinero y Corre", ya que el propio personaje de Allen, Ray Winkler realmente nos recuerda mucho a Virgil con sesenta años. "Sencillamente un día se me ocurrió esta idea y decidí hacerla. Nunca planifiqué volver a un viejo éxito ni nada por el estilo".
La mejor anécdota de la película ocurrió durante la escena en el subterráneo de la tienda de galletas "Sunset Cookies" cuando se inundó de agua mientras Ray y su banda de ineptos ladrones perfora una cañería  al tratar de hacer un túnel que les permita acceder al banco cercano. Durante buena parte del día, los actores Tony Darrow, Jon Lovitz y Michael Rapaport estuvieron con el agua hasta la cintura. Afortunadamente, se pudo rodar toda la secuencia en una única jornada. De hecho, el subterráneo fue la única escenografía que se construyó para la película, y dispusieron de 95.000 litros de agua que se bombearon hasta el interior desde un tanque próximo.
La historia tiene dos partes bien diferenciadas, la primera, se centra en las rocambolescas vicisitudes por las que pasa la pandilla de ladronzuelos, capitaneados por el personaje de Allen, y la segunda que se adentra en una cruel sátira social de la mano de unos Winkler que pretenden entrar en la alta sociedad neoyorquina. Woody Allen profundiza en el retrato de la burguesía intelectual de Manhattan vista desde la perspectiva de unos nuevos ricos que tratan de culturalizarse yendo a museos, conciertos y reuniones sociales, pero que donde mejor se encuentran es viendo un partido de besibol. No pueden ocultar su total incultura y brutalidad en el refinado y sofisticado mundo de la clase alta, lo cual da pie para muchos chistes rápidos, como cuando Ray confunde al escritor Henry James con el trompetista de jazz Harry James. O con comentarios del tipo "mi diversión favorita no es ir a la ópera o a ver ruinas, ¿sabes?. Ya duermo bastante en casa".
La fotografía de Zhao Fei y el diseño de producción de Santo Loquasto traducen a la perfección ese universo de brillos exagerados y colores chillones que jamás combinan entre sí en el que se mueven los ilusos protagonistas. La estrambótica casa de los Winkler es todo un homenaje a la berretada y al mal gusto elevado al paroxismo, como comenta uno de los personajes.
Aparte de la siempre segura performance del actor británico Hugh Grant, destaca sin duda la brillante actriz de televisión Tracey Ullman con un papel de ordinaria con un mal gusto tan exagerado como cómico. Allen, como el gran director de mujeres que es extrae de ella un perfecto retrato de la vulgaridad norteamericana en el papel de Frenchy. Sus mejores momentos los logra cuando, en una parodia perfecta de Judy Hollyday en la película de George Cukor "Nacida ayer" (1950), interpreta a una pacata ama de casa que quiere culturalizarse de mano de un apuesto galán, Grant haciendo de William Holden (siguiendo con el símil).
Tracey Ullman ya había protagonizado el oscarizado film de Allen "Disparos sobre Broadway". También trabajó con el director neoyorquino cantando en "Todos dicen Te Quiero", aunque su actuación fue eliminada en el montaje final debido a la extensa duración del film. Siendo una actriz cómica con varios premios, Ullman consiguió no hace mucho su séptimo Emmy por su trabajo como actriz invitada en la serie televisiva "Aliy McBeal" (de 1998 a 1999). Sus otros Emmy pertenecen a las series "Tracey Takes on..." (1996) y "The Tracey Ullman Show" (1986) -programa por el que también obtuvo un Globo de Oro- así como su trabajo como actriz invitada en "Love & War". Entre sus trabajos cinematográficos destacan "Plenty" (1985) de Fred Shipisi, con Meryl Streep, "Te amaré hasta matarte" (1990) dirigido por Lawrence Kasdan y "Panic" (2000) de Henry Bromelli.
Por último, apuntar que el actor Michael Rapaport repite aquí en un papel muy similar y con las mismas "luces" al que ya interpretó en "Poderosa Afrodita", como uno de los amigos expresidiarios de Ray. Suya es la idea de anunciar las galletas de Frenchy en la revista "Playboy".
Una farsa corrosiva que se deja ver con una sonrisa.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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