lunes, 28 de septiembre de 2020

Mi crítica de "Crímenes de Familia" (Cine)

 En primer lugar me parecía extraño que viésemos con Carlos una película argentina. Tenía que ser moooooooooy buena para eso. La película sin duda lo es, pero hay tantas otras buenas que sin embargo no hemos visto... Pero todo misterio tiene su solución. Sebastián Schindel, el director, nacido en 1975, tiene a la sazón 45 años, es director, productor, guionista, director de fotografía y montador. Estudió Filosofía en la UBA y cine en la ENERC. Es profesor de cine documental en la ENERC y en la Universidad de San Martín. Dirigió "Rerum Novae" (2001), "Que sea rock" (2006), "Mundo Alas" (2008) -y acá se me empezaron a poner los patitos en fila-, "El Rascacielos latino" (2012), "El patrón: radiografía de un crimen" (2014), "El Hijo" (2019) y esta, "Crímenes de Familia" (2020). ¿Vieron como todo se acomoda? Y elige para sus dos protagónicos a Cecilia Roth y Paola Barrientos -dos militantes K- ésta última ostentando su pañuelo verde desplegado en su consultorio de psicóloga... mmm, que mala profesional, Licenciada... Todo me cierra ahora. Pero la historia es buena. Habla de cómo en la clase alta argentina se pueden cometer crímenes, tanto desde la célula misma de la familia como en su servicio doméstico, y que los dos ilícitos estaban entrelazados, y cómo la buena conciencia de la dueña de casa viene a poner en orden lo que puede remediar. No hay demasiado simbolismo ni alegoría para desentrañar, tal vez sólo un travelling que recorre el pasillo que da al baño como si se desplazara por el canal de parto hasta dar con el más atroz de los crímenes, el infanticidio llevado a cabo por la empleada de la casa en el momento de nacer su bebé.

Cecilia Roth, aparte de su ideología, supo ser una de las mejores actrices argentinas de su momento, y todavía lo es -aunque ya no depare sorpresas como cuando su asociación con Aristarain-, en cambio, Miguel Ángel Solá está confirmado que es uno de los grandes talentos de todos los tiempos de nuestro país, y sigue asombrando como con su participación en "El Último Traje". Pero acá el que se roba la película es el chiquito que hace de Santi, más extrovertido y espontaneo no puede ser, si sigue su paso ante las cámaras será el gran actor del futuro. Pero vayamos a la historia. Alicia e Ignacio Arrieta, ingeniero él, son un matrimonio bien avenido de Recoleta, que tiene un hijo, Daniel (Benjamín Amadeo), quien a la vez está separado de Marcela (Sofía Gala -y no me vengan ahora con que es una gran actriz, es una pobre chica creída, más fea que la madre, si se puede, y peor actriz que ésta, si se puede-), con la que tiene un hijo, Martincito, al que no se lo dejan ver. Ahora, con Alicia e Ignacio vive Gladys (Yanina Ávila), la empleada, que tiene un hijo también de cerca de 4 años, Santi, que a Alicia le dice tía, y al que prácticamente crió ella. Así pintada la reunión familiar vamos a hablar ahora de los crímenes.
Daniel, al comienzo de la película, llama a su madre desde la cárcel, pues lo han aprehendido por los cargos de lesiones agravadas, violación de propiedad y agresión sexual entre otros, demandado por su ex. Él jura y perjura que todo esto es falso y que le han tendido una cama. Y que ha vuelto a las drogas porque ya de por sí es adicto. Mientras se nos muestra una siniestra sombra de Gladys yendo y viniendo desde ese baño ensangrentado del comienzo y también ella cubierta de sangre, buscando un trapeador. Alicia e Ignacio visitan a Daniel en la cárcel y ven la forma más eficaz de sacarlo de allí. Pero deberá afrontar el juicio. Y si su hijo consumía drogas es porque su ex esposa le hacía comprar para ella hasta que empezó a probar y ya no pudo desligarse. Que lo maltrataba, lo engañaba con compañeros de trabajo. No le permitía ver a su hijo y se inventó una amenaza de muerte y de violación. Todas estas son falacias que irá argumentando Daniel en la visita de sus padres.
Alicia se pinta delicadamente y toma una pastilla -como queriendo demostrarnos que en las altas esferas todos son drogadictos- No, señor mío, yo te puedo asegurar que por tomar un Rivotril no te hacés drogadicto. Yo tomo pastillas para los nervios y no me considero drogadicto y durante la pandemia aumentó escandalosamente la venta de ansiolíticos y no por eso tenemos un país de adictos, así que mucho cuidado con el uso de las metáforas gratuitas. Mientras, en una narración en paralelo, asistimos al juicio por la mucama, atestigua Ignacio y dice que la contrataron en el 2014, hasta que "pasó lo que pasó". Le criaron ellos al hijo ya que ella era prácticamente analfabeta y no se sabía desenvolver: lo llevaron al médico, le enseñaron las primeras letras, lo alimentaron, le dieron un buen jardín de infantes...
Marcela, por su parte, declara en el tribunal algo que, después de haber escuchado la declaración de su ex esposo llorando, parece a todas luces mentira -Tengan en mente "Testigo de cargo", del gran Billy Wilder- De cómo él inventó todo, que la culpaba de engañarlo con sus compañeros de trabajo, ella que se deslomaba trabajando, de cómo la agredía psíquica y físicamente, hasta cómo llegó a violarla en ese encuentro programado por él. Hasta se quiebra cuando dice que tuvo que venderlo todo, haciéndola pasar por una mercantilista absoluta. Ignacio aconseja que reconozca que la violó pero que estaba drogado cuando lo hizo, para que le contemplen la pena.
A todo esto vemos a Gladys rezando el rosario con la panza descubierta y haciéndose cruces con un cuchillo, como premeditando el acto que va a cometer. Echazábal, un contacto de Ignacio, le pide a Alicia 400.000 dólares para hacer caer el expediente de su hijo. Ella duda, no tiene la plata, pero habrá llegado el momento de vender su amplio piso y mudarse a algo más chico con tal de salvar a Daniel... Gladys es acusada de homicidio agravado por el vínculo, ya que dio a luz un bebé en el baño de sus patrones, al que asfixió momentos más tarde. Aunque la defensa va a tratar de exculparla en el juicio, distrayendo al médico que la asistió con preguntas suspicaces. El padre de Daniel, en paralelo, quiere que su hijo se declare culpable, harto de pagar por él, siempre fue una máquina de comer dinero. El papel de Licenciada que le toca a Paola Barrientos, especializada en infanticidio, explica que para Gladys el nacimiento no iba a suceder, era algo que tenía negado, la negación le puede provocar incluso que no le crezca la panza. En su cualidad de semianalfabeta y con un retraso madurativo incipiente, no es culpable de nada de lo que se le acusa.
Echazábal obtiene el informe sobre el ADN de Daniel inscripto en su semen, que fue retirado de su víctima y se lo "vende" a Alicia y le aconseja destruirlo.  Alicia miente en el juicio por Gladys, ya que niega haberle dicho que no fuera a tener otro bebé. Mientras consigue dejar libre a Daniel. Ignacio se ha ido de la casa, dejando a Alicia sola en su aventura de rescatar a su hijo. Daniel viene a comer con ella y Santi -que ha quedado a cargo de Alicia momentáneamente- y empieza a pedirla más plata de la venta del departamento para montar un negocio nuevo, que está destinado al fracaso. A Gladys la encuentran culpable y le dan 18 años de cárcel. En una visita que le hace Alicia a prisión, con Santi para que vea a su mamá, ésta le dice que el hijo que mató era de Daniel, que él la forzó. Alicia queda desorientada y se desahoga cuando llega a su casa embalada para la mudanza, al romperse un juego de tazas y platos y llora desconsoladamente. Se nota que no llora por los platos ya que son de muy baja calidad. Entonces, en un acto de reparación, Alicia le lleva el estudio de ADN a Marcela para que se haga justicia. Su hijo cae otra vez preso y ahora es su madre quien no contesta a sus llamadas. Desde ahora la invitan al cumpleaños de ese nieto que durante tanto tiempo le han impedido ver. El vínculo con Marcela se ha recompuesto porque se comprobó que todo lo que ella decía era verdad.
Santi ha quedado en manos de Alicia por pedido de su madre y lo cría como si fuera un nieto de su sangre. No sé porque me siento atraído por las películas de juicios, debo tener algo de abogado en mi sangre, aunque no tenga ningún familiar de esa profesión. Desde "Doce hombres en pugna" en adelante, no hay película de juicios que me pierda, y esta es una muy buena muestra de ese género. Me gustó. Muy buena.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).


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