lunes, 7 de septiembre de 2020

Mi crítica de "Despertar de Primavera" (Teatro-Musical)

Sacada del baúl de los recuerdos, pude disfrutar de esta "Despertar de Primavera", estrenada en nuestro país en el 2010, hace ya 10 años, y con una camada de actores y cantantes jóvenes que despuntaban al estrellato, como Florencia Otero, Fernando Dente, Federico Selles, Eliseo Barrionuevo, Julieta Nahir Calvo o Belén Pasqualini. Toda una sorpresa al encontrar esos nombres tan queridos en esta versión. La producción general y adaptación corrió por cuenta de Cris Morena, muy arriesgada al saltar de las novelas juveniles al meterse con temas tan espinosos como el despertar sexual, la revolución de las hormonas, el suicidio o el aborto. Esta obra está basada en la pieza homónima de Frank Wedekind y tiene música de Duncan Sheik y letras y libro de Steven Sater. Esta obra produjo un revuelo dentro del teatro musical para adolescentes y contó con su propia horda de seguidores fieles, esos que van a verla en varias funciones y se conocen de memoria todas las canciones, algo que no volvería a pasar hasta el suceso de "Casi Normales", otra obra que despuntó en varias temporadas y miles de seguidores en nuestro país.

Debo decir que lo primero que me saltó a los oídos fue el disgusto, al escuchar casi todas las letras acompañadas de una música de rock estridente, salvo algunas pocas baladas con un ritmo más tranquilo, que es lo mejor de la obra. Igualmente, ninguna de estas canciones van a pasar a formar catálogo para los seguidores de musicales, ya que no hay ninguna que valga la pena recordar. Yo en el momento de su estreno no la había visto, pero ahora me salvó el recuerdo la plataforma de youtube. Las actuaciones son muy jugadas, ya que, como dije, tocan temas muy ríspidos, y hay incluso la representación de un acto sexual en el escenario con plena luz y desnudos parciales. Se destacan Flor Otero como la jovencísima Wendla y Fer Dente en el rol de Melchior. También tienen roles de bravura Federico Selles como Moritz, el mejor amigo de Melchior, Eliseo Barrionuevo (que me conmovió con su papel en "Una vez en la vida") en el rol del adolescente Hanschen, que busca su deseo homosexual, o la talentosa Belén Pasqualini en el papel de Martha, una jovencita golpeada y abusada por su padre. Me sorprendió ver en el casting a Ayelén Varela, una de las chicas de Operación Triunfo de la cual supe estar enamorado (después me olvidé) en el rol de soporte Cantante 4.
La anécdota transcurre en un pequeño pueblito alemán de normas escolares muy rígidas, en el cual vive la quinceañera Wendla, que al ser tía por segunda vez le pregunta a su madre que le revele la verdad sobre cómo se conciben los hijos, pues ella no se traga más el cuento de la cigüeña. La madre, acalorada, no puede esquivar el bulto y le dice que para que una mujer se embarace debe estar muy enamorada de su marido. Punto final. Lo que no aclara las dudas de la jovencita para nada. Mientras, algunos jóvenes recitan ante su severo profesor textos en latín, sólo piensan en mujeres y en sexo, o por lo menos lo que ellos creen que es sexo, ya que no lo tienen muy claro todavía. Cantan sobre sus sueños eróticos. Al mismo tiempo, las chicas sólo piensan en chicos con el tema "Sos mi adicción", muy bien interpretado por el quinteto de chicas jóvenes con sus bellas voces y alejándose de la balada rockera, por suerte. Los jóvenes manifiestan sus experiencias onanistas y las llevan a cabo, mientras piensan en sus regordetas profesoras. Melchior está escribiendo un ensayo, en esos momentos se está dedicando al tema de la vergüenza, al mismo tiempo que el pastor en la iglesia da su sermón asociándola con el pecado. Moritz es el amigo timorato de Melchior, al que hay que instruir sobre todo en los temas sexuales, con la vasta pluma de su amigo que le describe a la perfección el cuerpo de las mujeres y los actos sexuales, salpicado por explícitos dibujos que aquel atesorará como el más preciado de los tesoros.
Una tarde se encuentran paseando por el bosque Wendla Bergman y su amigo de la infancia Melchior Gabor, empieza a sentirse atraídos el uno por el otro, ahora que ya han crecido y están visiblemente aceptables. Se sientan juntos bajo un árbol y empiezan a seducirse y a tocarse mutuamente con el bello tema "Todo es tan irreal", mientras Melchior alaba el hecho de encontrarse en una sociedad industrial unida al progreso, que en el futuro les permitirán compartir las aulas a chicos y chicas.
Martha canta y cuenta su pena, de cómo es castigada por su padre con cualquier cosa que la lastime, incluso su cinturón con la hebilla, y de cómo este finalmente abusa de ella. Sus amigas la escuchan aterrorizadas. Pero esto repercute en Wendla, quien al encontrarse con su amigovio le pide que la golpee, para ver qué se siente, ya que ella nunca sintió nada. Lo que empieza como un pedido sordo termina en una escena de agresión física por parte de Melchior quien decide pegarle trompadas, en un acto sádico por su parte. Para esto se le ha informado a Moritz que repetirá el año, lo cual hace que su padre descargue toda su furia sobre él en forma de cachetadas y humillándolo todo lo posible. Lo que desemboca en que el adolescente piense en huir y le pida a la madre de Melchior el dinero necesario para irse a América. De lo contrario puede que piense en matarse. La madre le niega la plata porque no la tiene, pero se congratula de que piense en ella como una amiga y un sostén.
Melchior se disculpa con Wendla por haberla agredido, y la reconciliación viene en forma de amor físico exploratorio: sobre una tarima colgante se hacen el amor muy apasionadamente sin cuidarse -claro, ella todavía creía en la cigüeña- y sobre todo lo disfrutan, no lo toman como un pecado ni con culpa, es con la inocencia de los dos "debutantes", como cantaría en su canción Joan Manuel Serrat. En contrapunto con esto, en la iglesia, el pastor dice su sermón sobre la palabra de Lutero. A continuación de esta escena de amor, Hanschen vive su primer amor homosexual con otro compañero, también como fase explorativa de lo que va a convertirse en su sexualidad adulta. Moritz ha conseguido un revólver y va a suicidarse, pero la irrupción de Ilse lo rescata. Ella lo tienta y lo seduce de las mil y una formas, pero él termina poniendo fin a su vida, tal vez por negarse a seguir sus impulsos de amor. Entierro con una canción emotiva alejada del rock -menos mal-. El profesor acusa a Melchior de haber escrito un ensayo inmoral y corrupto, con escenas pornográficas, que han encontrado entre los papeles de Moritz y lo acusan de haber sido él el que lo arrojó en brazos de la muerte.
El médico de cabecera de Wendla le advierte a la madre que ella está embarazada, y ésta la enfrenta. "¿Cómo puedo estar embarazada si ni siquiera tengo marido?", se queja ella, reprochándole a la madre el por qué no le dijo cómo se concebían los hijos. A todo esto, Melchior ha escrito un ensayo antiburgués con palabras verdaderas, sus padres, en vez de enojarse, lo apoyan en todo. Pero lo mandan a un reformatorio por haber destruido la vida de la jovencita. La madre de Wendla junta sus dineros y la lleva a abortar, poniéndola "en manos de Dios". Melchior le escribe desde el reformatorio para escapar juntos. La va a buscar a la iglesia a la noche, a la hora convenida, pero Wendla no asiste. Allí descubre la lápida y ve que su gran amor ha muerto, llora y se desespera. Tratará de cortarse el cuello con una navaja, pero los espíritus de Moritz y de Wendla vienen en su ayuda. Con un desgarrador final termina la obra, salvada por una canción muy esperanzadora que canta el equipo completo. Me gustó, al final, pensé que iba a ser una tontería adolescente más, pero al descubrir que tenía valores sólidos y profundos y tratar temas álgidos me convenció, lo único que no me gustó fue la música y las letras intrascendentes que pululan por toda la obra. Pero me gustó. Y las actuaciones, brillantes. ¿Les dije que amo a Flor Otero, Julieta Nahir Calvo y Ayelén Varela? Se me juntó todo el hembraje en una sola obra. Y si se los dije perdónenme la repetición...
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente). Bhá, más o menos...

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