martes, 29 de septiembre de 2020

Mi crítica de "Enemigo de Clase" (Cine)

Enemigo de clase levantó mucha polvareda entre mis amigas y compañeras de cine que vieron la película y con quienes la discutí, teniendo visiones diametralmente opuestas del film. Puedo decir que esta es una película para la polémica. Hablemos primero de su director, Rok Bicek, nacido en Novo Mesto, Eslovenia, en octubre de mil novecientos ochenta y cinco, con lo que tiene apenas treinta y cuatro años. Declaró: El instituto de la película es como una sociedad en miniatura a imagen y semejanza de mi país. Fue candidata al premio Luigi de Laurentiis a la Mejor Opera Prima en la  Mostra de Venecia desde su selección en la Semana de la Crítica. Enemigo de clase consiguió siete premios Vessna, equivalentes eslovenos a los Goya españoles, incluyendo el de Mejor Película.

Un nuevo profesor ha ingresado al colegio que será el mundo de esta película, un colegio de cuyas paredes no saldremos a lo largo de todo el metraje y en cuyo interior se desarrolla toda la acción. El profesor en cuestión es Robert Zupan, nuevo maestro de alemán, que viene a reemplazar a la maestra Nussa. Al comienzo de la película nos enteramos que la madre de Luka, uno de los alumnos ha muerto y Zupan les habla de los rituales, como el de pararse cuando un profesor entra a la clase o el de levantar la mano para hablar. Una de las primeras imágenes del film es muy demostrativa. Sabina, una de las alumnas, está tocando el piano, ensayando para el festival del carnaval. El profesor entra a la sala a escucharla y cierra la puerta tras él. Nosotros quedamos afuera. Y cuando una puerta se cierra en una película, se cierra una puerta, sin más ni más. Es el prolegómeno para todo lo que pasará después. Los examina en alemán, lengua elegida no al azar ya que tiene la dureza y características que nos evocan directamente al nazismo, y así es como se pretende pintar al profesor, como un nazi hecho y derecho, que es mi opinión sobre él también, aunque después me la hagan cambiar. A Sabina le pregunta si sabe lo que quiere ser, a lo que ella contesta que no, entonces le hace buscar en el diccionario de alemán la palabra "perdedor" y le pregunta si quiere ser eso toda la vida. Sabemos poco de Sabina, que es una chica sensible por su afición a la música, que es poco comunicativa, que no mira a los ojos y que tiene una sola amiga a quien regala una pulsera hasta que pase el concierto de carnaval. Al día siguiente nos enteramos que Sabina se ha suicidado. ¿Fue por la presión del profesor? ¿Tal vez algún otro conflicto no resuelto? La rectora recoge de la casilla de la alumna sus pertenencias y los compañeros se las arrebatan. Tratan de dilucidar si se había comportado de manera diferente peor no consiguen llegar a buen puerto.
El profesor los examina, un alumno quiere pasar y Robert le dice que el hijo mayor de Thomas Mann se suicidó y que éste no asistió al funeral. Zupan no ha suspendido sus clases por la muerte de Sabina, lo que es muy mal considerado por sus compañeros y se lo critica. El alumno se sienta y lo califica. Mientras tanto la profesora de psicología -un personaje totalmente ridículo- da su clase explicando las distintas fases del duelo y los ubica en qué fase se encuentran en ese momento, algo sacado de toda lógica y que aparece como inadecuado. Luka se levanta y escribe "pulpo" en el pizarrón -algo sobre lo que la psicóloga había metaforizado con la muerte de su madre- y se retira del aula. Le reprochan al profesor que siga dando clase en medio del clima de tragedia, éste les dice que la vida sigue, los alumnos se levantan y se van, lo culpan al profesor por su conducta nazi. Cuando éste llega para dar clase todo el piso del colegio está sembrado de velas en homenaje a la difunta, entra al aula y todos se ponen de pie. Les dice que han entendido mal los rituales. Ahora, si este sujeto quiere predicar con el ejemplo, flaco favor es el que le hace a su accionar de esa forma. Yo tuve un maestro muy rigoroso en séptimo grado, que nos enseñó prácticamente todo lo que mis compañeros y yo sabemos sobre las normas de conducta: que había que ponerse de pie cuando una madre entraba al aula, que había que ofrecerle una silla, que las chicas entraban primero al aula y que nadie debía sentarse hasta que no estuvieran todas sentadas, que no debíamos decir malas palabras en presencia de las chicas, etc. Pero predicaba con su ejemplo de buena persona y de ser humano cariñoso y comprensivo, había también momentos para la diversión y para la carcajada. No era acartonado y nos llevó por el camino del saber y de la corrección, algo de lo que veníamos careciendo a pesar de la buena educación que se nos daba en nuestras casas. Siempre recordaremos al maestro Dante con cariño, emoción y respeto, algo que Zupan no supo ganarse entre sus alumnos por más que, según me digan mis amigas de cine, estaba dando el buen ejemplo.
Donde Sabina tocaba su música surge una música de piano, el profesor abre la puerta y hay un pasacassette reproduciendo la música. Nunca la copia logrará reemplazar al original. Quieren conmoverlo pero ni así... Los chicos van a acusarlo con la rectora del suicidio de Sabina, ésta les dice que le den una oportunidad. Los estudiantes más rebeldes toman la palabra desde la radio del colegio, culpando abiertamente al profesor y haciendo un panegírico de la muerte de Sabina. Otros profesores tratan de disuadirlos, sin éxito. Zupan sigue dando clase como si nada. La rectora cita a los díscolos de la radio y les da una semana de suspensión y la obligación de disculparse con el maestro. Pero ellos se rebelan contra él y le dicen abiertamente que es un nazi y que por culpa suya Sabina se mató -lo que no saben los chicos es que los padres de la suicida fueron a hablar con la rectora para decirle que su hija era adoptada y que nunca se lo habían dicho y que al enterarse se suicidó-, le hacen el saludo del Fhürer y se van de su clase.
Regresa la profesora que se había licenciado por maternidad y les dice a sus alumnos que le puso a su hija el nombre de Sabina, pero éstos le reprochan que se hubiese ido y que los dejara en posesión del nazi y que no la vieron en el entierro. La profesora sale disparando... Llega Zupan, todos se ponen una máscara con la cara de Sabina, el profesor también, y le da a la mejor amiga, Mojca, un texto en alemán escrito por ella donde dice que Sabina lo hizo por ella, que aunque todos piensen ahora en ella lo hizo por puro egoísmo y que no tuvo que extrañar a nadie como ahora todos la extrañan a ella. Es raro que una chica que tenía tan pocos amigos haya cosechado tantas adhesiones después de su muerte si no era querida antes, ¿no? O será lo que decía el viejo Proust, que los únicos paraísos que existen son los paraísos perdidos... La rectora habla con Zupan pero este no da su brazo a torcer. Dos estudiantes están peleando, entre ellos Luka, y cuando Zupan trata de separarlos este le pega al profesor. Hay una reunión con los padres de todo el alumnado y la rectora les dice que no se expulsará a todo el curso si los dos chicos se disculpan. Entre los padres no hay dos que se pongan de acuerdo, cada cual lleva agua para su propio molino.
En la clase final, el profesor cambia el rígido alemán por el esloveno- situándose al nivel de todos, por fin- y les pregunta qué hizo mal. Le responden que fue injusto y que tomó el suicidio de Sabina como parte del proceso educativo. Él les dice que lo tildaron de nazi, pero que para los nazis existían los buenos y los malos, mientras que él los trató a todos por igual y que si fue que nunca habló de lo de Sabina fue porque la decisión fue de ella. Que ellos no saben elegir por sí mismo, mientras que Sabina eligió. Culpan al sistema pero el sistema funciona: es rigoroso, frío y matemático, sólo que si tienen fuerza pueden sobrevivir en medio de la corriente. Les desea lo mejor en la vida y se despide de su última hora de clase. No sé a ustedes, pero a mí la lección no me alcanzo, me parece muy poco para tanta indiferencia frente a un hecho tan ominoso como es la muerte desde un referente para una juventud desorientada y dispersa como es un maestro de clase. Faltó calidez, empatía, comprensión, calor humano, en fin todo lo que un líder -cómo en este caso se trataba- debe brindar a quienes esperan una palabra de él.
Sabina recorre el barco del viaje de egresados, donde todos ahora disfrutan despreocupadamente, sin que nadie advierta su presencia allí.
Y digan lo que quieran, Sabina cada día compone peor. ¡Volvé a la droga, Joaquín...!
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



No hay comentarios:

Publicar un comentario