jueves, 25 de mayo de 2017

Mi crítica de "La Corte de Faraón" (Cine-musical)

Ayer pude ver por vez primera "La Corte de Faraón", de José Luis García Sánchez, del año 1985 y protagonizada por Ana Belén, Fernando Fernán Gómez y Antonio Banderas. Yo sólo tenía el audio de la película (que es una zarzuela deliciosa) pero no había podido ver el film, así que ahora lo bajé y pude disfrutarlo. Se trata de una comedia musical, instalada en la época del franquismo y que resuena como un grito de libertad más en contra de esa sangrienta dictadura. Claro, no faltan las paradojas, los personajes que dicen ser una cosa y luego son otra, las críticas constantes al régimen por la vía de la ironía fina y las acusaciones a la iglesia. Todo se desarrolla en el interior de una comisaría proclive al Generalísimo a donde han ido a parar todos los miembros de la compañía que representaba la exitosa y pícara zarzuela "La Corte de Faraón", de un tal Tarzício, novio a su vez de la hermosa Mari Pili (Ana Belén) que encarna el papel principal de la opereta y que dicen que ha sido plagiada de "José vendido por sus hermanos", otra ópera (apócrifa) de la época. La zarzuela tiene en sus comienzos reminiscencias de la "Aída" verdiana, pero luego cobra vuelo propio y despliega con fluidez y soltura.
La zarzuela misma es un gran flashback de lo acontecido en el teatro unas horas antes, y transcurre entre canciones, arias y arietas, dúos y coros de la mejor tradición española y con una gracia y una picardía inusuales, que, claro, podían ser tomadas como una burla hacia el General Franco. Es muy conocida el aria "Ay Babilonio", que dice:
"Ay, ba, hay ba,
ay babilonio que marea,
ay va, ay va,
ay vámonos pronto a Judea,
ay ba, ay ba,
ay vámonos allá".
cantada en la bella voz de Ana Belén o el terceto que canta:
"Cuando te miro el cogote,
o el nacimiento del pelo,
se me sube, se me sube, se me baja,
la sangre por todo el cuerpo".
con indudable doble sentido. Tiene aires muy inspirados la zarzuela y esto se debe a sus letristas Perrín y Palacios y al músico V. Lleo.
A la función asiste un cura censor y un funcionario de segunda categoría de la comisaría, y después de escandalizarse por el revoleo de carnes que hay en la obra y por el doble sentido de ésta, deciden detener a todo el elenco subiéndolos a carros de policía. Allí van don Roque Collazo (Fernán Gómez), el productor de la obra y mentor de la misma, y su esposa Amanda (Mary Carmen Ramírez), prima donna de la opereta en cuestión, junto a su hijo, el supuesto autor de la letra y música y su novia. Tarzício, quien encarna el papel del mutilado sexualmente faraón Putifar, y se encuentra junto a ellos un curita joven, Fray José (Antonio Banderas), quien se hizo cura por haber abandonado la "mili" por haberse negado a fusilar, y devenido en actor y cantante y enamorado de Mari Pili.
Cuando son recibidos por el comisario (un efectivo José Luis López Vázquez), Collazo muestra su carné de afiliación al régimen y muestra sus heridas de guerra, así como su esposa (el carné, las heridas no), mientras piden que devuelvan la libertad a su hijo y a toda la compañía. Pero ésta les es denegada. Para amenizar, don Collazo encarga por teléfono una paella para veinte personas, con qué agasajar a todo el cuerpo de la comisaría. Se entremezclan declaraciones, acusaciones mutuas, confesiones con el cura y renegaciones varias. Un operario acusa a don Collazo de ser anarquista en lugar de franquista, y este no tiene con qué desmentirlo. Se manda a poner un biombo que separe la gran comilona de la compañía de teatro que espera, muerta de hambre, del otro lado de la barandilla. Mientras, crecen los arrumacos entre el joven cura y Mari Pili, ya que ésta ha sorprendido a su novio en una fiesta navideña, besándose en la boca con el director de escena.
Toda la película se disfruta de principio a fin, ya que las escenas de comisaría se intercalan con momentos musicales que cuentan todo el devenir de la zarzuela, y si bien la música es muy alegre y pegadiza, no son más sombrías las escenas de los parroquianos en el lugar policial. Está muy bien dirigida y García Sánchez parece entender del oficio y lo lleva todo con buen ritmo y excelentes actuaciones (es muy gracioso ver a Fernán Gómez luciendo un ostentoso peluquín rubio; como así ver a Ana Belén en el ápice de su belleza).
Si bien se destapan las caretas, todo queda en nada por ser Collazo el de más influencia falangista, y pueden irse muy tranquilamente a su casa después de pasar una velada en compañía de "amigos", ya que el comisario se transforma inmediatamente en uno y se lo invita al día siguiente a comer a casa del matrimonio. Pero los actores son encarcelados, mostrando cómo las diferencias de poder delataban o no en la misión franquista. Un film para escuchar con el home-theater prendido a todo lo que da y sin resistirse al embrujo de una sensual melodía y del muestreo de carnes que tantos dolores de cabeza les ha traído a los miembros del elenco. De más está decir que el teatro los ovacionó y los aplaudió de pie, festejando cada ocurrencia de una letra más que inspirada...
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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