domingo, 7 de octubre de 2018

Mi crítica de "De Aquí a la Eternidad" (Teatro Musical- Broadway)


Vi, gracias a Teatrix este musical registrado en Londres en el 2014, con letras de Tim Rice (quien lograra sus mejores éxitos junto a Andrew Lloyd Webber) y música de Stuart Brayson. La partitura es ágil, melodiosa, vibrante y concisa, pero no presenta ningún hit ni ninguna canción para el recuerdo, evidentemente, "De Aquí a la Eternidad", no es una banda sonora que pase a la eternidad de los musicales. Nada que ver con musicales históricos como los del siempre eficaz Lloyd Webber o Bob Fosse, "Los Miserables", "West Side Story" o "La Novicia Rebelde", por mencionar sólo algunos icónicos. El reparto está bien seleccionado, salvo la actriz-cantante que encarna a Karen Holmes, una rubia teñida bastante desabrida y algo vejeta, que rompe con la homogeneidad del elenco. Todo lo contrario sucede con el rol de Lauren (el otro personaje femenino fuerte y de contrapeso con Karen), la prostituta de buen corazón que busca redimirse, muy expresiva, con una bella voz de soprano y bastante linda. Los hombres son otros dos, el sargento primero Milt Warden (alto, pintón, de buena voz y carismático), bien elegido y el ex boxeador y soldado Robert E. Lee Prewitt (de tesitura barítono, nada de pinta pero también un prodigio en cuanto al atractivo actoral) muy bien escogido también. Los demás personajes, como el capitán Holmes, cornudo marido de la rubia, el soldado italiano Maggio, compinche de Prewitt y el sargento Galovitch, que tiene problemas con la conjugación de los verbos, son roles secundarios pero de peso en la historia, bien jugados por los actores que debieron sostenerlos.
La acción transcurre (para quien no haya visto la película) en la Segunda Guerra Mundial, en el verano de 1941, en una isla de Hawai, centrándose en el accionar diario de la Compañía G, a la cual pertenecen los personajes masculinos ya enunciados. La guerra permanece latente, no se enfrentan nunca a contiendas armadas salvo en el ataque final de Pearl Harbor, en el que muere toda la agrupación y por la que serán llamados los "héroes del '41". En el marco de esta lucha tiene lugar la acción. Milt Warden, quien comanda la Compañía G, conoce a la esposa de su jefe, el capitán Holmes, Karen Holmes, y se enamora perdidamente de ella, quien... le da calce inmediatamente, como hiciera con todos los demás miembros de la base en su paso anterior. Quedan en encontrarse furtivamente en la playa, y al saber Milt de la actitud promiscua de la mujer se lo echa en cara. Sabremos luego que ella fue operada por una infección a causa de la gonorrea que le contagiara su marido de jóvenes, con lo que, sintiéndose defraudada de él, buscó refugio y amor en cuanto hombre se le puso a tiro. Buen argumento y buena estrategia... Milt la perdona inmediatamente y continúa el romance con ella a pesar de poner en juego su pellejo si llega a ser descubierto por el marido. Igualmente la relación sale a la luz pero la guerra no le da la oportunidad al capitán de matarlo.
Entretanto, el soldado Robert E. Lee Prewitt, quien ha dejado las dos cosas que más amaba, como tocar la trompeta y el boxeo (luego nos enteraremos que eso lo decidió cuando en un combate dejó ciego a su contrincante, habiéndole prometido a su madre, en su lecho de muerte, a sus 11 años, que nunca le haría daño a nadie, y habiendo traicionado su juramento), es presionado por sus generales a que vuelva a boxear, para hacerse valer en el cuartel. Él se niega a toda costa. En una visita que hace al prostíbulo de mujeres hawaianas (es un "muchacho decentito",como hubiera dicho mi abuela, y no quiere transgredir nunca norma alguna) en donde no acepta los servicios de ninguna chica, se enamora perdidamente de Lorane, la llamada "la Princesa", súmun de las putas, quien lo rechaza y le dice que no es conveniente tener nada con ella. Finalmente, tanto va el cántaro a la fuente... que logra que ella se enamore de él y lo reciba en su casa como novios. Pero ella lo que quiere es hacer fortuna y volverse a América, donde encontrar un hombre decente con quien formalizar y constituir una familia decente con hijos decentes. Proponen amarse hasta que ella parta. Es muy bella el aria que entona ella pidiéndole que no se enamore porque constituye la perdición.
A la vez Karen le pide a Milt que se convierta en oficial, lo cual va en contra de sus principios, ya que odia la Armada. Es muy significativo que todos los soldados canten alabanzas a la Armada, -muy de "patrioterismo" norteamericano- a la cual consideran su hogar y que nada de lo que suceda fuera de la Armada les incumbe, y que se alistaron allí para pasar sus próximos 30 años bajo su cobijo. El único que reniega, además de Prewitt, es su amigo Maggio, un petiso italiano que está disconforme con todo su reglamento. Y que lo impulsará a Prewitt a una noche de juerga en el bar gay Waikiki, donde, por robarle dinero a los muchachos será arrestado por la Guardia Militar y recluido a trabajos forzados. Morirá en el calabozo después de ser inducido por un oficial a volarse la cabeza. Cuando caiga también Robert preso, le jurará a este delincuente que lo va a matar.
Mientras tanto, una pelea fuerte con otro de los soldados, Bloom, lo llevará a revivir el boxeo dejándolo fuera de combate a pesar de que el otro lo ataque con un cuchillo. Luego, ya cebado, matará al oficial que indujo a la muerte a su mejor amigo y, herido, se refugia en casa de Lorane, de donde saldrá para luchar en el ataque de Pearl Harbor. Pero la vuelta al cuartel, de noche, le costará la vida, a mano de los soldados vigías.
Como vemos, es un dramón al mejor estilo shakespereano. El elemento masculino es muy fuerte durante toda la obra y vemos peleas y bromas que se cruzan en los dormitorios, así como la explosión en ralenti cuando son atacados por la aeronáutica japonesa. Esta fuerte impronta de masculinidad choca un poco con los cánones del teatro musical clásico, siempre centrado más en los romances que en acciones militares. Pero aún así el tema amoroso persiste y es el motor de las acciones que se desarrollan en la obra. Lo importante de las canciones (hay bellos momentos en que se cruzan las dos parejas creando cuartetos elogiables), es que hacen avanzar la acción siempre hacia adelante y no son un mero decorado de la misma. La escenografía es funcional a la acción, y tanto representa los cuartos de los soldados como las oficinas de los generales o las canteras de trabajos forzados, todo con una estética minimalista que echa mano a los menores elementos.
La duración de dos horas y media no le juega en contra, muy a su pesar, la hace llevadera y acentúa los conflictos. Es un musical entretenido, que se deja ver, recurre a motivos musicales que no son frecuentes en este género y como ya dijimos antes, es uno más de la adocenada transposición de éxitos del cine o del teatro a la estética del musical. Se deja ver.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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