sábado, 20 de octubre de 2018

Mi crítica de "Mentiras Inteligentes" (Teatro)

El jueves pasado fui a ver esta brillante obra dirigida por Valeria Ambrosio e interpretada por Betiana Blum, Arnaldo André, Mariano Martínez y Flor Torrente. La obra es un vaudeville clásico, con lenguaje y temática de hoy, pero responde a las célebres comedias de enredos y ocultamientos tan conocidas por el público argentino y de buena parte del mundo. Mentiras hay muchas en la obra, aunque no sé si puedan calificarse de "inteligentes". Son mentiras que cuesta mucho ocultar y nada más. La mentira es como esa puerta en la que clavamos un clavito, luego otro y así siguiendo. Que aunque luego los desclavemos, el agujero queda y no se puede ya volver a cerrar. Parecería ser que esto es lo que ocurriría en la obra, que todos los afectados quedasen con cierto tipo de rencor. Nada más alejado. Las mentiras se producen -así como las acciones que las desencadenaron- y luego impera la felicidad más absoluta. Son los misterios de la comedia. Que nadie salga herido de gravedad.
Lo cierto es que fui a verla con un cierto resquemor, ya que no aguanto ni a Mariano Martínez ni al pétreo Arnaldo André. Pero debo reconocer que me sorprendieron, y gratamente. Lo que pasa es que la mágica Ambrosio sabe sacar todo el jugo posible de sus intérpretes, y hasta la más mínima acción se vuelve significativa y graciosa en este contexto. Arnaldo André resulta manejar muy bien el timming de la comedia y tiene la autoridad suficiente para plantarse en el escenario y con su potente voz, modificar la escena. Mariano Martínez está muy bien también y sabe explotar su personaje de casanova engañador (no tolero su espalda recontra tatuada, por suerte se ve sólo algunos momentos). A Betiana Blum ya la conocemos de larga data y sus dones para la comedia, amén de haber intervenido en la mejor película argentina de todos los tiempos como fue "Esperando la Carroza", y sabe moverse con soltura dentro del plan delirante. Y Flor Torrente, además de ser muy bella y engalanar el escenario, se revela como buena actriz también (ya lo había demostrado como la hija suicida en "La Casa de Bernarda Alba"), pero sabe jugar al paso de comedia con amplitud. Lo cierto que esta es una obra en dónde todos pueden lucir sus momentos graciosos, no está destinada la comicidad sólo para determinados personajes sino que todos resultan ser material para la risa. El autor es Joe di Pietro, de quien no tengo mayores referencias, y el programa de mano no ayuda.
La acción comienza en el vestuario de unas canchas de tenis, en donde Guillermo (André) ha batido por paliza a su hijo Willy (Martínez), abogados ambos, y es en ese sitio en que el hijo le confiesa al padre que está viviendo una historia de amor con su entrenadora personal del gimnasio a donde concurre y que ya está perdidamente enamorado de ella y piensan irse una semana a las playas de Hawaii a tener sexo salvaje. Claro, Willy está casado hace un año con Juana (Torrente) y acaba de tener una hija con ella. Está bien, ella nunca fue la persona erótica por excelencia, hace todos sus deberes sexuales como si se trataran de tareas del hogar, y con la entrenadora de nombre desconocido (para nosotros) ha recuperado su estado erótico. Le pide ayuda al padre y le suplica que por favor no le comente nada a su madre, Alicia (Blum) ya que ésta puede complicarlo todo. El padre se lo jura y le dice que deje a la amante para concentrarse en su mujer, que hay que hacer lo correcto, como ha hecho él durante toda su vida de casado.
Pero ni bien llega a su casa, Guillermo se topa con Alicia, que está saliendo para su clase de aerobics en el mismo gimnasio que su hijo, sólo que en el turno de la mañana, y ella enseguida se da cuenta de que algo no anda bien. Logra sacarle a su esposo, entre tira y afloje, la confesión de que su hijo tiene "problemas de hombres" y que no dirá una palabra más sobre el asunto. Alicia tiene una gran librería en donde lee todo el material que le llega y ahora está sorprendida porque quieren hacer continuar la saga de las "Cincuenta sombras" con unas "Sesenta sombras", que el libro es prácticamente una basura inleíble y que quieren que ofrezca un free-shop para promocionarlo. Ella piensa muy seriamente en alquilar su librería. Guillermo le insinúa que deberían hacer un viaje a Hawaii para renovar su pasión conyugal (Hawaii será el leiv-motive que recorra toda la obra). La madre, más preocupada por solucionar el problema de su hijo, lo llama para invitar al matrimonio a cenar esa noche, quienes acceden de mala gana.
Será en la velada nocturna donde transcurra el grueso de la acción y donde se destapen varias máscaras (aunque, como ya comenté, la sangre no llegará al río). Recién llegados los invitados, aparece Guillermo con el cheese cake recién comprado y la única que se anima a probarlo es Juana, aunque se establezca un momento tenso con Willy para hacerle probar un bocado, a lo que él se niega. Como el matrimonio ha ido con su pequeñuela recién nacida, se intercalan para atenderla, momentos en que el otro queda a solas con sus padres o suegros y aprovechan para las confesiones. Es allí cuando Juana les comenta que lo ha visto a su marido muy enfrascado en la computadora consultando viajes para Hawaii y que ha decidido sorprenderlo con dos pasajes para ellos para esos pagos. En otro momento en que Willy se queda a solas con sus padres tiene un fallido y pronuncia el nombre de Jazmín por el de Juana. Allí es donde Alicia se da cuenta de que su hijo se está acostando con la tranning, a quien ella también conoce y le parece una preciosa criatura de 21 años. Se entrecruzan temores de engaño en el joven matrimonio, tanto por parte de uno como de otro, pero todo queda zanjado. Ahí es cuando Alicia decide soltar lo de su "affaire". Ocurrió hace 30 años, cuando ella estaba ya casada con Guillermo y criando a un infante Willy de 5 años. Era bibliotecaria y se le apareció un joven estudiante quien la sedujo y la cosa pasó a mayores. Vivieron un romance de unos seis meses, los suficientes para hacerle ver a ella que eso era inviable, que tenía un esposo al que amaba y un hijo al que criar. Entonces decidieron separarse. Esto hace enfurecer a su marido y le dice que él lo conoció y le plantó una trompada en plena cara. La sentencia de lo que ha contado debe servir para hacer reflexionar a su hijo, quien enseguida comprende la lección y acepta el viaje que su esposa le propone. Deciden quedarse juntos y chan-chan, final feliz. Pero ¿puede desaparecer así una pasión tan fuerte como la que Willy sentía por Jazmín? ¿Cuánto tiempo le durará hasta que vuelva a serle infiel a su mujer? Son preguntas que quedan instaladas en el público que no queda conforme con un final tan "moralizador" y modelo. Yo, al menos, no quedé contento. Quería ver más acción, que saliera a relucir toda la ropa sucia y que las "mentiras" fuesen al menos "inteligentes".
Así las cosas, la obra terminó y todos enfilamos para casita, con la conciencia limpia y el alma en llamas. Pasé un buen momento, no lo voy a negar, hay chistes buenos y el enredo que se arma es creíble. Pero algo faltó... No sé, tal vez quien ya la haya visto o esté por verla me pueda aportar otra visión. Esto es todo lo que puedo yo decir...
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

2 comentarios:

  1. Guillermo al final se va de su casa?
    Me quedo esa duda.

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  2. Atendiendo a tu pregunta te contesta que Gullermo no se va, sino que vuelve con su esposa. Gracias por comentar.

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