viernes, 26 de julio de 2019

Mi crítica de "Juegos de Amor y de Guerra" (Teatro)


Teatrix ha decidido estrenar esta obra breve (tan sólo una hora justa de duración), grabada el 31 de marzo del 2019 en el Centro Cultural de la Cooperación y dirigida por el siempre eficaz Oscar Barney Finn, quien aquí, tal vez un poco viejo, tal vez un poco cansado, ya no da muestras valiosas de su autoridad. La obra no agrega nada al panorama teatral argentino, tal vez por la simplicidad de un argumento injustamente rebuscado o ya sea porque la brevedad de la trama no da lugar a establecer subtramas ni dobleces de valía. Los intérpretes: Luisa Kuliok (Sra. Carolina de Nazábal), Diego Mariani (su hijo, Manuel), Sebastián Holz (compañero de Manuel), Walter Bruno (Teniente Federico Archinalli) y Sebastián Dartayete (el travesti Celeste Imperio, alias Jorge Olegorski), imponen su oficio, una autoridad y firmeza que son los puntales del espectáculo.
La historia no se presta para interpretaciones demasiado elaboradas, sólo podemos ubicarnos en el contexto y espacio de la anécdota. Estamos en 1942, plena guerra mundial, en un colegio militar de la Argentina. Castillo dirige los destinos de la Nación. Dentro del Colegio, el hijo de Carolina ha sido puesto preso y se ha suicidado en prisión por causas que desconocemos pero que se supone que fueron por blanquear su nombre (esto no será así). Entramos en un flash-back que va a explicar cómo se llegó a ese trágico momento. El Teniente Federico Archinalli será el futuro yerno de Carolina, al casarse con su hija Celia, están preparando la boda que se ha fijado para el 21 de septiembre, día de los enamorados (¿?), según lo ha establecido la propia madre. Ya es larga la lista de invitados, sumados los catorce hermanos del novio con sus  respectivas esposas. El futuro yerno esconde, detrás del uniforme de militar argentino, una nacionalidad italiana, hijo de un verdulero, lo cual hace dudar a la Sra. de Nazábal de incorporarlo a su familia. En eso estalla el escándalo del departamento de la calle Junín, un hecho del que ha participado Manuel. Ha ido hasta allí en compañía de un travesti que canta en ruso y habla sólo en francés, con quién se ha fotografiado desnudo, bailando muy sonriente, y nuevas fotos sin ropa lo comprometen al exhibir su gorra en lugares pudendos (la gorra de cadete roja y blanca, símbolo de la pureza del cadete). Cuando estalla el escándalo, se descubre que el travesti es un espía ruso que está allí para obtener información, Manuel es dado de baja y puesto prisionero. Cuando todo esto sucede, el Teniente renuncia a su casamiento con Celia, de quien su madre opina que sería mejor casarla con ese primo al que tanto amaba, más que con el "hijo del verdulero", prefiere mantener la sangre noble en la familia que mezclarla con la clase baja. Celia entra en un desquicio y debe ser internada. A todo esto, la madre sigue manteniendo una doble vida, es amante del Teniente, quien la hace suya según sus más bajos designios. Parece que Manuel ha descubierto este bajo proceder de su madre y por eso es que decide quitarse la vida.
Cuando el flash-back termina, el Teniente ha sido designado a Uspallata, hasta donde quiere acompañarlo Carolina para hacerle los días más felices, olvidando que ha perdido a un hijo y una hija, absolútamente desclasada, esta última. Ya no le importa nada a la Viuda de Nazábal, ni la guerra que asola Europa, ni la desgracia de su familia, sólo quedan el ella el profundo odio y rencor. Así termina una obra de por sí superflua, autoría de Gonzalo Demaría, que nada aporta el panorama cultural vernáculo.
Una lástima, podría haber sido un estreno con un poco más de carnadura. Totalmente desperdiciado.
Y no se olviden que pueden ver la obra completa haciendo click en el título de "Ver obra"
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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