jueves, 9 de julio de 2020

Mi crítica de "Pan y Rosas" (Cine)

"La chingada, chingue tu madre y pinche patrón..." si los dejáramos hablar toda una película a los mexicanos no saldríamos de estos vocablos, que parecen ser los únicos que enriquecen su lenguaje... Hoy vemos "Pan y Rosas", de Ken Loach, del 2000. Kenneth Loach (nacido el 17 de junio de 1936), más conocido como Ken Loach es un director de cine y televisión británico, conocido por su estilo de realismo social y su temática socialista. Loach es uno de los directores más laureados en el Festival de Cannes, siendo uno de los nueve directores que han ganado la Palma de Oro en dos ocasiones; en 2006 por "El Viento que Agita la Cebada" y en 2016 por su film "Yo, Daniel Blake". En la actualidad tiene 86 años.
Pero yo me pregunto, ¿debemos ver con Carlos enteramente directores afiliados al comunismo? ¿No hay otras realidades en el mundo? ¿Es que les pedimos el carné de afiliación y después decimos: "veamos esta película"? ¿Nunca podremos ver, por ejemplo, alguna de las buenísimas películas de Clint Eastwood o de Héctor Olivera, para nombrar algunos, que tanto enriquecieron a la cinematografía? Si bien es cierto que no tuvieron mucha suerte con Carlos -justo es decirlo- gente como Ettore Scola o Nanni Moretti, o Godard, que también ostentan el cartel de comunistas... Bueno, así son las cosas, yo lucharé desde adentro para que esto cambie alguna vez y tengamos más pluralidad de aceptación, sin importar la filiación sino la calidad del producto (¡qué feo me suena eso de "producto"!)
Pero vamos a la película (y no digo la "peli" porque me parece rebajar al arte del cine). Estamos en 1999, en plena frontera de México con Estados Unidos, allí comienza el film, cuando algunos inmigrantes ilegales cruzan la frontera ayudados por un grupo de "mercenarios". Llegados a territorio norteamericano, Rosa (Elpidia Carrillo) es la única que no puede pagar la totalidad del "pasaje" de su hermana Maya (Ana Padilla) y por eso no la dejan bajar de la camioneta. Astutamente, logra escaparse de su captor que la quería para sus fines sexuales, e ingresar en la corporación donde trabaja su hermana como limpiadora. Parecería ser que es el cargo más alto al que pueden aspirar estos inmigrantes ilegales, debiendo pagarle a Pérez, el supervisor de las limpiadoras la comisión del sueldo de un mes para que tramite sus papeles como legales. Acepta hacerlo en dos meses. "Estos uniformes nos hacen invisibles", le dirá su amigo Rubén (otro limpiador) y con ello la garantía de pasar desapercibidos allí donde lo necesiten. Pero de tan invisibles que son, tienen todas las de perder, ya que, según se lo hace ver un muchacho que se ha inmiscuido en el edificio, no gozan de servicio de salud ni vacaciones pagas ni todos los beneficios a los que debe aspirar cualquier trabajador que se precie. El muchacho en cuestión es Sam Shapiro (Adrien Brody, Oscar por "El Pianista", de Polanski y el Dalí de "Medianoche en París", de Woody Allen), un activista por los derechos de los trabajadores que anda buscándose problemas en todos lados y agitando el avispero reclamando por los derechos de la clase obrera.
Hasta aquí todo en orden, se conoce con Maya, ella lo ayuda a escapar de la persecución de los guardias del edificio, lo hace entrar en su casa, donde conoce la situación de la hermana de Maya, también limpiadora y su marido diabético que no tiene una atención de calidad con referencia a su problema, y es echado violentamente de la casa por Rosa por venir a meter la nariz en sus asuntos. De todas formas le cayó bien a Maya y le deja su tarjeta. Ya nos imaginamos que Maya y Sam van a ser quienes reivindiquen la condición de trabajo de sus compañeros y se la jueguen por ellos. Pero, claro, la protagonista tiene que ser una chica joven, linda y flaca, para conseguir inmediata empatía con el espectador, ¿no podría haber elegido a una gorda petisa y fulera? No, evidentemente no, hasta para los que luchan contra el sistema hay cosas que los hacen ser compatibles con el mismo. No se negocia. Rubén, el amigo (y pretendiente) de Maya, quiere entrar a estudiar derecho en la universidad, pero, aunque su examen de matemáticas fue el mejor, también es latino y no le quieren otorgar una beca. Por suerte existe una fundación de unos hermanos mejicanos que pueden ayudarlo, para eso necesita aportar 1600 dólares, que supuestamente sacará de su trabajo.
Pero los problemas empiezan cuando el supervisor despide a una limpiadora por (vieja, aunque no lo diga) haber llegado tarde y haberse olvidado sus anteojos en la casa, sin los cuales no puede trabajar. Entonces Maya se comunica con Sam y éste acude en su ayuda inmediatamente. Estamos en Los Angeles, y la compañía de limpieza se llama Ángel, desde donde se organizan para que los empleadores contraten un seguro para la empresa de limpieza. Se reúnen en secreto en horario de trabajo todos los limpiadores con Sam quién los adoctrina sobre sus derechos. Algunos prefieren el "statu quo" pero hay quienes le prestan oídos. Maya se convierte en la voz cantante de la lucha por la reivindicación social de los trabajadores inmigrantes. Cuando la resistencia es descubierta por el "maldito" Pérez (siempre tiene que haber un antagonista en toda película que se precie), éste intenta saber quién es la cabecilla. Nadie dice nada. Hasta que le ofrece a una limpiadora, Berta, vacaciones pagas, seguro médico y un ascenso a calidad de supervisora... a cambio de que denuncie... como ella se niega a hacerlo Pérez la echa, sin más ni más.
Cuando Pérez va a decirles algo se amparan en la ley, ya que han sido asesorados por abogados y vienen pelando folios con la ley impresa, los cuales se los entregan a su supervisor, tapándole la boca. Lo que más me reconfortó fue oír de boca de los limpiadores-luchadores su grito de batalla: "¡Sí, se puede!" Me hacía sentir en plena campaña (aunque el cántico de Macri se transformó de un "¡Sí, se puede!" en otro "Si se puede"). Lo que me enardeció un poquito fue ver tantas remeras rojas y el puño en alto reclamando... pero, bueno, bueno...
Lo interpelan al mismísimo Griffin, el gerente de la compañía, mientras está devorando su almuerzo, y le dice Sam en persona si sabe que su empresa le paga 5,75 U$s a sus empleados por hora, con lo cual no lo dejan comer en paz. Mientras amenizan viendo una represión violenta contra los trabajadores en 1990, en un video, en la cual el "pueblo" gritaba: "el pueblo unido jamás será vencido" (me parece haberlo oído en algún otro contexto...). Finalmente logran colarse en una fiesta para abogados exitosos (de los de verdad), ejecutivos y actores de renombre, para desbaratarles el evento con un discurso de Sam y la entrada intempestiva de los limpiadores en acción en pleno ágape. Por supuesto que cuando Pérez toma represalias va a ser muy duro, echando a cuantos tenga ganas, pero Maya se interpone y le dice que fue la organizadora de todo y ahí va derechito a la calle. Para esto ya ha vivido su historia amorosa con Sam, aunque muy tangencialmente.
Rubén es uno de los echados y como ve frustrarse sus sueños de estudiar, Maya roba una estación de servicio para pagarle los 1.600 dólares que necesitaba para entrar a la universidad. Luego nos enteramos que la organización de la "fiesta" fue denunciada por Rosa, la hermana de Maya, a quién esta no se lo perdona. Rosa le revela que para mandarles dinero todos los meses a ella y su mamá tuvo que prostituirse por años, haciendo las más ingratas labores sexuales para mantenerles el buche lleno. Ante esto Maya sólo responde con llanto.
Se hace una masiva manifestación de limpiadores en el mismo edificio de la corporación, reclamando que "no sólo quieren pan sino también rosas", slogan que fue heredado de otra manifestación que tuvo lugar tiempo atrás y de la que sus intérpretes salieron ganando. Por supuesto que enseguida se presenta la policía con "el palito de abollar ideologías" (Mafalda dixit) y los meten a todos presos. Estando en la cárcel reciben la noticia de que el movimiento ha triunfado y las reivindicaciones son tenidas en cuenta. Pero (estamos en una película de Ken Loach, no puede terminar bien), cuando le hacen la ficha a Maya la identifican como la autora del robo a la gasolinera y... la deportan para que no pague con cárcel. Allí se acaba la historia social de la que Maya tuvo buena parte en salir vencedora y la propia historia de amor con Sam. Es despedida en el colectivo que la lleva a la frontera por su hermana, arrepentida y llorosa quien le jura que la quiere.
Y así hemos recibido otra lección cívica por parte de Loach, quien, es justo decirlo, filma muy bien y nos hace comprometer con sus causas sociales, involucrándonos en todo el proceso de reivindicación y poniéndonos en el lugar de los oprimidos y los injustamente apaleados. Y lo hace no recurriendo solamente al drama sino poniendo dosis de comicidad en toda la historia. Reivindicación para el cine de Loach.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario