viernes, 3 de febrero de 2017

Mi crítica de "Jekyll & Hyde" (Teatro musical)

Bueno, después de un receso de dos meses por las carteleras porteñas, debido a la ola de calor, volví, ayer que estaba lindo para ir al teatro. E inauguré el año con un espectáculo de excepción: el musical "Jekyll & Hyde", con libro y letras de Leslie Bricusse y música de Frank Wildhorn (o Francisco Cuernosalvaje). El musical, a la vez está inspirado en la famosa novela de Robert Louis Stevenson de 1886. Stevenson escribió dos novelas famosas, ésta y "La isla del tesoro", las dos en franca competencia hacia su adaptación cinematográfica. La última de las transposiciones para la pantalla de "Jekyll & Hyde" es de 1996 ("El secreto de Mary Reilly") y pertenece al talentoso inglés Stephen Frears y está protagonizada por Julia Roberts y John Malkovich y cuenta la relación de la mucama de Jekyll con éste y sus transformaciones, si no la vieron véanla porque es una verdadera joyita.
Pero volvamos al musical. Se ve que el jueves es mal día para ir al teatro (y sobre todo a las obras caras, esta cuesta 800 $ la platea, pero yo la conseguí por Tickets a 530 $, jajaja) ya que sólo estaba lleno en un quinto del teatro, y siendo generoso. Es una lástima para tanto esfuerzo y tanta producción... La buena noticia es que Juan Rodó me dio una sorpresa: mejoró. Ya no tiene la voz tan grave y tan monocorde, ahora se ha convertido en un tenor y posee muchos matices, sino no podría haber elegido un personaje tan complejo, que tiene que desdoblarse en dos y variar la tesitura de su canto según el personaje. La otra buena noticia es que está Raúl Lavié, otro experto en musicales ("El Hombre de la Mancha", "Zorba", "Víctor/Victoria") y que no perdió nada de su voz, está mejor que nunca aún con sus más de 80 años cumplidos. Otra buena, está Eluney Zalazar en el rol de Emma Danvers, la virginal novia de Jekyll, que tiene una voz increíble y un talento total para enfrentar ese personaje puro y casto. La contracara de ese papel lo cumple la prostituta Lucy Harris, encarnado por Melania Lenoir, quien no pudo trabajar ayer y fue reemplazada triunfalmente por ¿Karina? ¿Cecilia? (el nombre se me escapa ya que no figura en el programa de mano) Muerza, y compone con total devoción el personaje más querido y aplaudido de la obra. Sí, se ganó una ovación del público más que justificada, ya que su reemplazo fue de lujo, con un papel totalmente querible. Decíamos, Rodó es el Dr. Henry Jekyll y el malvado Mr. Edward Hyde, y Lavié es su abogado, el Dr. John Uttersson. La escena en la que cantan los cuatro juntos, cada cual con su letra (aunque no se les entienda un pomo) y con la misma música es increíble y un total hallazgo vocal/auditivo. Después está ese himno, que ya forma parte de todas las antologías de musicales que es "Es el momento", entonada por Jekyll antes de convertirse.
La historia debe ser conocida (aún a grandes rasgos por todos). Henry Jekyll ha descubierto la posibilidad de separar el bien del mal dentro de una persona y pide experimentar en un manicomio con los enfermos mentales, pero le es negada su solicitud y todos se burlan de su propuesta. Entonces decide ser su propio conejillo de Indias e inyectarse el suero. De pronto, tras un ataque convulsivo, se ve transformado en Mr Hyde, el mal encarnado en una sola persona, una basura de tipo, vea. Suelto por las calles de Londres empieza a cometer sus brutales crímenes, y sus principales víctimas son aquellos que le rechazaron la posibilidad de experimentar en locos. Se emparenta con Lucy, la prostituta que se ha hecho amiga de Jekyll y la denigra de tal forma que ella no puede menos que horrorizarse cada vez que está con él (la golpea sádicamente, la viola, hasta que termina matándola). Sí, el pecado (representado en Lucy) debe ser destruido para que la virtud prevalezca (en Emma), así como deberá morir Jekyll para matar a Hyde, tal es la fusión que se ha hecho del bien y del mal.
Pero tomémonos a nosotros mismos como experimento. Nadie puede decir de sí que es una persona enteramente buena ni totalmente mala. Todos tenemos nuestras bajezas, nuestras zonas oscuras, así como las más luminosas. No hay personas que puedan considerarse santas o demonios. El bien y el mal conviven dentro de todos nosotros. Ahora bien. Ese mal, ¿no puede ser entendido como "lo inconsciente", más concretamente el Inconsciente dentro del aparato psíquico, ya que esta es una instancia que reacciona a las pulsiones, a lo libidinal, a lo más primitivo o animal que hay en cada ser humano?. Stevenson lo hacía salir mediante un jeringazo, Freud descubrió otro método menos violento y más efectivo: la palabra, el poner en palabras todo lo que remita al inconsciente. Y sabemos que la vía regia para visualizar lo inconsciente se da a través de los sueños, los actos fallidos, los lapsus linguae, los chistes, es decir todo lo condicionado al mundo verbal. Pero hay algo más. Stevenson publicó su novela en 1886 y los primeros trabajos de Freud sobre la histeria y las neurosis corresponden a 1892/93, es decir que Stevenson, sin saberlo, se adelantó a Freud en el descubrimiento de "la otra cara", lo cual no sé si será oportunamente agradecido.
El trabajo de los actores es magnífico. Juan Rodó se adueña de esos dos personajes con total naturalidad (aunque vemos que hay mucho trabajo detrás de eso) y llega al colmo del paroxismo cuando debe discutir consigo mismo, dando vuelta la cara para un lado y el contrario, con el pelo recogido en Jekyll y con su pelo ensortijado y largo en Hyde y cantar a la vez. Cuando se adueña de él Hyde es la maldad misma, y todo su cuerpo canta con él, se encorva, se contrae, es espasmódico, tiene voz cadavérica, etc.
La transposición escenográfica de Brodway a acá varió mucho. Acá casi no hay escenografía, sólo unas torres de metal que se van moviendo en el transcurso de la obra, que por suerte no remedan a las escaleras de "Drácula" como se podía suponer, sino que sirven para enmarcar el cuadro, para darle una contención a la acción. Aparecen sí otros elementos, un sillón, el gabinete del Dr. con su conjunto de probetas y retortas humeantes, la cama de Lucy, la escalinata del altar donde se casará Jekyll con Emma, etc.
Debo hablar ahora de la belleza de la melodía y la poesía de sus letras. Son todas canciones inspiradas, no hay desperdicio en ninguna, aunque seguramente el espectador saldrá tarareando más unas que otras. La música es casi constante, si bien hay momentos sólo hablados, pero son los menos. La obra dura dos horas y media y es el tiempo exacto para transmitir tanta belleza, hasta se hace una estética de los asesinatos, que dejan de ser brutales para convertirse en necesarios y coreográficos. En definitiva, un espectáculo para aprovechar con los cinco sentidos, y si hay alguna mujer leyendo ésto, hasta con su sexto sentido. Y para no dejar pasar ya que estará en cartel sólo por 15 semanas (cuatro meses a partir de enero). Mi recomendación: un lujo, excelente.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El conde de Teberito (un crítico independiente -y un cítrico también-).

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