domingo, 23 de diciembre de 2018

Mi crítica de "Mamma Mia! Vamos Otra Vez" (Cine)

Les tengo una muy buena noticia: si la original "Mamma Mia!" era un bodrio, esta segunda parte/precuela es notablemente superior. Bien dicen los productores de cine que si querés salvar un desastre la llames a Lily James, acá dio resultado, es prodigioso lo que puede hacer esta chica. Si vieran lo bella, lo buena intérprete y lo buena cantante que es, no dudarían en darle todos los créditos de haber salvado a esta película. Es que hay mucho metraje rodado con ella como protagonista y se ha convertido en la estrella del film. Otra cosa a favor de la obra es que todos han entendido de una vez por todas que se trata de una farsa, y ahora todos juegan a la autoparodia y no sólo Julie Walters, que era la única que salvaba la plata en la entrega anterior.
Como pasa en todo musical, debemos suspender la credibilidad por dos horas y aceptar que todos se pongan a cantar y bailar en medio de una escena, con total naturalidad (si vamos al caso, con la ópera pasa otro tanto, o con el ballet, que nos cuenta una historia y expone sentimientos mediante pasos de danza, o con un concierto, que es capaz de representarnos un poema sinfónico sólo con sonidos). Las canciones de ABBA son aquí nuevamente las protagonistas y lo hacen con ese ritmo y esa melodía pegadizas que suelen tener las canciones del popular grupo sueco. Y además las letras no están trastocadas, y se adaptan perfectamente a la historia que se está contando.
La narración juega con dos niveles de tiempo simultáneamente y alejados el uno del otro. Empieza con Sophie (Amanda Seyfried) enviando invitaciones y preparando la gran inauguración del hotel Bella Donna, en su islita griega que la vio nacer, en homenaje a su difunta madre Donna Sheridan (Meryl Streep en el otro film, aquí en un cuasi cameo). En otra instancia de tiempo anterior, asistimos a la salida del colegio de Donna (joven, acá la hermosa Lily James) y de cómo buscó su lugar en el mundo hasta llegar a la isla perteneciente a Grecia. Y de cómo engendró a Sophie, en brazos de tres desconocidos con quien la vida le llevó a tener sexo casi en el mismo momento: Harry (Colin Firth adulto), el sueco Bill (Stellan Skargard) y finalmente Sam (Pierce Brosnan), con quien se casó y sigue viviendo en la isla. Por supuesto que Sophie invita a sus tres posibles padres para la inauguración y sólo cuenta con la presencia de Sam, ya que los demás se excusan por no poder ir. Llegarán también las infatigables amigas y compinches en lo musical de su madre: Tanya (Christine Baranski) y Rosie (Julie Walters), quienes enseguida quedan prendadas del señor Fernando Cienfuegos (Andy García), un mexicano que es el brazo derecho de Sophie.
Y Sophie se pelea con su marido Sky, quien se encuentra en New York estudiando hotelería y le han tentado para que se quede a perfeccionarse. Juntos cantan una hermosa y sentida "Uno de nosotros", decidiendo su ruptura. La historia también nos retrotrae al paso de Donna por París, donde conoce a Harry y quien la conquista cantando y bailando una versión de "Waterloo" en un restaurante que no tiene nada que envidiarle a "Hello, Dolly". Con quien por supuesto se acostará... Luego de perder su barco, es socorrida por Bill, un sueco que la lleva en su embarcación hasta la islita griega, con quien por supuesto, se acostará... Y ya en la isla es seducida por Sam, quien la ayuda a instalarse en la destartalada casa... con quien por cierto se acostará... Así las cosas y abandonada por los tres (quienes sin embargo tratan de volver por ella), se descubrirá embarazada de Sophie. Entretanto se contratará como cantante de las canciones de ABBA en el mesón que hay en el centro del pueblo (especialmente bella es su versión que hace de "Andante, andante"), reclutada por el hijo cantante de la dueña del local, quien es también propietaria de la casucha a que ha ido a parar y se la cede por el buen trato que hizo de ella.
Es importante también para la dinámica de la película las escenas de canto y baile grupales (con mucho coro), lo que faltaba en su antecesora, y es acá manejado con buen relieve por el nuevo director Ol Parker. Por supuesto que antes de la inauguración del hotel se levanta una tempestad que lo destruye todo, pero, ayudada por los lugareños, Sophie y Sam logran reconstruir su hostería en menos de una jornada. Los dos padres restantes llegan, y no vienen solos, Bill se ha encontrado con un viejo amigo, a quien salvó su matrimonio, e invita a toda la cofradía de pescadores y sus esposas que les acompañan. Pero también ha vuelto Sky, el marido huidizo, y trae consigo a la abuela de Sophie (Cher) quien vuelve dispuesta a reparar sus años de lejanía. Y, en plena fiesta, esta abuela reconoce en el Sr. Cienfuegos a su antiguo amor, a quien le dedica la canción "Fernando", y... ¡se ha formado una pareja!
También Rosie (Julie Walters) se reencuentra con el hombre que siempre quiso tener y su amiga se lo acaparó, Bill y no sólo cantan a dúo sino que se quedan juntos. Y en una de las escenas más nostálgicas del film, Sophie, quien ya ha tenido a su hija, va a bautizarla a la capilla que está en la cima de la montaña, y allí se reencuentra con el espíritu de su madre, Donna (ya lo dijimos, Meryl Streep) con quien canta una emotiva "Mi amor, mi vida". Se enlaza con Lily James teniendo a Sophie y bautizándola, quien se une al canto.
Todo cierra perfecto en esta película encantadora, tan reconfortantes son las dos horas que hemos pasado junto a esta fauna de viejos amigos, que dan ganas de repetir. Los actores no desentonan (salvo Pierce Brosnan cuando canta) y se muestran encantadores y sumados al juego de encontrarse a cantar canciones de ABBA; todos trabajan bien y ahora se dan cuenta que están interpretando una farsa. Y queda en nuestros oídos la bella melodía de las canciones y los hermosos paisajes de la costa griega. Por una vez la película ha vencido al musical en el teatro. Véanla, no los va a defraudar. Escucho opiniones.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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