domingo, 22 de noviembre de 2020

Mi crítica de "Antes del Anochecer" (Cine)

 Y me mandé tres al hilo. Esta es la tercera de las críticas de las "Antes de...", la menos idílica, la más desesperanzada y descorazonada, la que tiene más personajes secundarios aparte de ellos dos -ya viven dentro del mundo, se han casado, tienen hijas en común, amigos, lectores, etc.-. Ahora estamos en Grecia, pasando seis semanas en plan de vacaciones. El guión, como siempre ha sido compuesto por Linklater más Hawke y Delpy y por fin tiene música incidental propia, y hasta una canción de títulos cantada en griego. A pesar de que han pasado los años, el disfrute no deja de ser completo. Están más viejos y cansados -41 años, no es tanto, pero lucen agotados- sin dejar de ser hermosa Julie Delpy, se la ve más gordita y culona, y Ethan Hawkw ha perdido un poco de su magnetismo, además de lucir sucio y desprolijo, como buen yanqui, frente a la francesita pulcra.

Al comienzo del film Jesse está despidiendo a Henry, su hijo de 13 años en el aeropuerto, hay complicidad entre ellos a pesar de que Jesee ya no esté junto a su madre. Hay una infinita tristeza en el rostro de él al verlo partir. Jesse y Celine se han casado entre sí hace nueve años y tienen dos hijas gemelas de 7 años (cada una). Mientras él va manejando por su viaje en Grecia, ella diserta de si debe trabajar a las órdenes del gobierno; no le gusta pero no le queda otro remedio que aceptar. Ella recuerda que cuando chica tenía una gata llamada Cleopatra, y que cada vez que salía por ahí venía preñada y luego daba a luz dos gatitos. Siempre dos gatitos justos. Un día desayunando con su padre éste dijo: "lo más difícil de mi vida fue matar esos gatitos...". Claro, la gata paría 7 ú 8 y él debía deshacerse de los que sobraban. Se los llevaba en una bolsa de plástico con éter. Esto descorazonó a Celine. Henry le dijo a su padre que pasó el mejor verano de su vida, pero no fue por su compañía sino porque hubo una chica, incluso se lo llegó a confesar a Celine ya que él estaba muy preocupado sobre cómo besar. Jesse siente que tiene que ocuparse de él ya que su madre lo está estropeando. Necesita de un padre que lo forme como hombre. Celine dice que ya arrojó la bomba, que es por eso por cómo se desunen las personas; discuten un poco sobre esto y ella dice que lo dijo mitad en serio mitad en broma. Pero ya la piedra de la discordia está plantada, será por esto por lo que lleguen a la discusión del final.
Llegados a la finca de Patrick, un viejo escritor y su amiga Natalia, Jesse juega al fútbol con sus amigos; Celine y sus hijas recogen verduras en el huerto y luego colabora para la confección de la ensalada. Stefano, un amigo italiano que Jesse se hizo allí, le dice que leyó sus dos libros y le pregunta si es cierto que en el segundo, cuando perdió el avión se quedó en el departamento de ella teniendo sexo desaforadamente. Acá vemos que lo que cuenta Jesse en sus libros es la historia real, y también nos actualiza lo que no pudimos ver de la conclusión de esa película anterior. Este se lo confirma. Y le dice que ahora está trabajando en un libro sobre gente que tiene enfermedades en el cerebro: una de ellas es una anciana que se la pasa en un continuo deja-vu, después hay un tipo que se desconoce cuando se ve en el espejo y por último un ama de casa que cree recordar todas las caras que vio en su vida. El libro es sobre el paso del tiempo y sobre la percepción y luego escribirá un film sobre ese material.
Ya sentados a la mesa, Patrick, el patriarca anfitrión propone un brindis por haber conocido a todos los amigos que asisten a su comida -son 8 en total- y dice que cuando vio a Jesse en el aeropuerto vestido de esa forma se dijo a sí mismo "este tipo nunca puede ser un escritor". También hay una parejita joven que se conoció el año anterior, mientras ella hacía Shakespeare en el teatro. Quedaron en contacto viéndose por skype y se quedaban dormidos juntos a través de la pantalla. Stefano acota que piensa que así será el sexo del futuro, puedes hacerlo con quien quieras, y en la forma que quieras y que no intervendrán los genitales. Son todas parejas que se aman. Y cuando Celine juega a portarse como una puta ingenua con Jesse, ésto lo hace sentirse muy orgulloso de su mujer. Anna, la jovencita les pregunta cómo se conocieron, y Celine le hace un pequeño racconto de la situación y le recomienda que si quiere saber cómo es el sexo con ella tendrá que leer los libros. Anna se pregunta si el amor dura, ya que, por cierto, no es eterno. Natalia, la adulta amiga de Patrick dice que está olvidando de a poco la cara de su difunto esposo, y se dedica cada mañana a recordarla, y que hay días en que éste se le presenta. Jesse brinda entonces por la permanencia.
Luego vemos a Jesse y Celine caminando juntos por el terreno griego, en un travelling que los seguirá los minutos largos que dura esta conversación, en plano medio, y aunque no sea un plano secuencia, da esa sensación (son más de 10 minutos). Ella le recuerda la carta que él se escribió cuando tenía 20 años para el Jesse de 40: Jesse por ese entonces quería que todo transcurriese muy rápido, aunque ahora pide todo lo contrario. Ella dice que por primera vez está extrañando el correteo de sus dos hijas, ahora que están solos y preservados de tener que cuidar de ellas. A lo que Jesse comenta que la vida personal de cada uno está dada desde el momento en que sale de la casa de sus padres hasta que nacen sus hijos... Celine le pregunta si la viera ahora en el tren la invitaría a bajar, después de haber sido madre de gemelas. Jesse le contesta con esquives, para decirle enseguida que es la mujer más atractiva que ha conocido. Jesse tiene 41 años y Celine advierte que es el hombre más viejo con el que ha tenido sexo. Luego de seguir caminando un poco Jesse le dice que su abuela de 98 años ha muerto y que llevaba un año de viuda. Estuvieron casados 76 años. Celine le pregunta si a ella la aguantaría 76 años. Jesse dice que lo estropeó, ya que llamó a su padre para darle el pésame y le dijo que ahora era huérfano, y a él no le gustó nada esa broma. Entran a una pequeña capilla levantada por los turcos en su invasión a Grecia y Jesse dice que la gente deja limosnas para los ciegos. Celine promete no hacer más chistes de mamadas en capillas y dice que sus hijas le preguntaron cómo había sido su boda. Luego asisten a la puesta del sol desde un café griego.
En la recepción del hotel una mujer joven le pide a Jesse si puede firmarle el libro ya que tanto ella como su esposo lo admiran y le pide que también lo firme Celine ya que ella debe ser la heroína del relato. Ya en la habitación, Jesse deja al descubierto las tetas de Celine (si García Lorca, que era un poeta hecho y derecho podía decir tetas, yo que no le llego ni a los talones, creo que también puedo utilizar la misma palabra), que permanecerán un buen rato al aire, firmes y sólidas todavía, aunque pequeñas. Cuando están por hacer el amor, llama Henry para avisar que ya está en Londres, de lo que deriva una discusión entre los esposos por la tenencia del niño y su futura crianza en Chicago. Celine ve cómo se desmorona todo su sueño de trabajar en Francia para el presidente y nota que lo único que quiere Jesse es recuperar el tiempo perdido con su hijo y sacárselo a la alcohólica de su madre que sólo piensa en vengarse como Medea.
Celine dice que quiere el trabajo en Francia, aunque a la mañana dudara de él, y que él puede irse a vivir a Chicago con su hijo que ella se quedará cuidando de sus hijas en París. Discuten. Celine se trastoca, todo su ser angelical se pone como si fuera una furia. Y dice que él sí puede estar escribiendo todo el día y que a ella le gustaba tocar la guitarra pero que ya no puede hacerlo. Jesse acepta que fue su música la que le cambió la vida y que debería encontrar tiempo para hacerlo. Celine se vuelve vulnerable cuando piensa en el cuidado de sus hijas y Jesse aprovecha para abrir una botella de vino. Entonces Celine le pregunta si se acostó con esa chica de una tienda y él se excusa diciendo que la ama y que ama a sus hijas, y que no le pregunta lo que hizo ella cuando fue a visitar aquel ex-novio suyo. Entonces Celine se da media vuelta y sale del cuarto de hotel. Vuelve un momento para decirle que ya no lo quiere. Y vuelve a salir. Jesse mira el té que Celine había dejado sin tomar, el vino que tampoco probó ni la fruta que no comió. Celine está sentada sola en un bar afuera, Jesse va a ella. Luego de un corto intento de acercarse a ella fingiendo no conocerla, se pone a "leerle" una carta que la Celine de 80 años le escribió para la de 40. Y le dice que le envió a ese joven que está enamorado de ella y le advierte que la noche que mejor sexo tuvo en su vida fue al sur del Peloponeso. Celine le dice enojada que no todos son figurantes de sus libros. Y Jesse termina leyéndole que la vida no es perfecta y que tendrá unas cuantas dificultades a los 40 pero que podrá sortearlas y sus hijas crecerán hermosas y serán luchadoras feministas. Celine termina dando el brazo a torcer y aceptándolo una vez más haciéndose la inocente, una combinación mortal para Jesse y para todos nosotros.
Así termina esta película dulce y amarga como la vida misma, con luces y sombras, diciéndonos que no todo es el cuento de hadas que nos contaron cuando empezó esta trilogía, allá hace exactamente 27 años, en una noche vienesa, lo que daría lugar a la más grande epopeya fílmica jamás contada, una que pudo vencer el paso del tiempo, con sus pérdidas y sus recuperos, con sus achaques, con la pérdida de la juventud y el entrar a la adultez, con el nacimiento de los hijos y con los vaivenes amorosos que nos hicieron estar en vilo casi seis lustros. Inolvidables Celine y Jesse, inolvidable maestro Linklater. Imperecederos Julie Delpy y Ethan Hawke.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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