miércoles, 11 de noviembre de 2020

Mi crítica de "Pelle, el Conquistador" (Cine)

Con la visión de "Pelle, el Conquistador" asistimos a la primera película que le granjeó el prestigio internacional a Bille August, ésta es de 1987, y si bien comenzó su carrera como director en 1978, tuvo que esperar diez años para que el reconocimiento le llegara. La investigación biográfica sobre el director ya fue realizada en el momento de "La Casa de los Espíritus", sólo que August ya ha cumplido sus flamantes 72 años -los cumplió el 9 de noviembre-. August es adicto, parece a adaptar novelas extensas y fabricar relatos de igual duración. Asistimos a la vida de los inmigrantes que buscan un horizonte mejor para terminar sus días, acá lo hacen de Suecia a Dinamarca. Llegados al nuevo país, Lasse Karlsson y su hijo Pelle, de unos 10 años, venidos de Tomelilla, arriban en un barco de inmigrantes y están decididos a no aceptar el primer trabajo que se les ofrezca. Pelle viene esperanzado pues su padre le ha dicho que en esa nueva tierra los niños no tienen que trabajar. Pasan las horas, y tras haber despreciado trabajos, Lasse y Pelle quedan solos en la plaza, hasta que llega un capataz a ofrecerles 100 coronas anuales por el padre y el hijo para tareas agrarias. Lo primero que hace es darles su lugar en el establo, junto a las vacas y gallinas -el campesinado no difería mucho del ganado- . El primer amigo que se hace Pelle es Rud, un chico de la misma edad que él, desgarbado y algo deficitario. El patrón es el señor Kongstrup, un hombre que no respeta a su mujer, engañándola con cuanta jovencita se le cruza y obviando sus necesidades.

El Aprendiz sorprende a Pelle robando leche de la ubre de la vaca para alimentar un gatito y lo engaña para encerrarlo en un cobertizo y bajarle los pantalones junto a otros hombretones y sacarlo de allí a latigazos; su padre toma la azada para vengarse. Todo es cuestión de fuerza bruta y se reducen los instintos a la pura animalidad de los subnormales. Lasse ha traído de su tierra una planta de fresas silvestres (en clara alusión a su admirado Bergman, de quien filmaría más tarde "Con las mejores intenciones"), la cual planta con la esperanza de recoger sus frutos. La labor de Max von Sydow es como siempre magnífica, de un hombre viejo, cansado, débil, enfermo y quemado constantemente por el sol, la del chico no deja de asombrarnos, otro actor con el mismo nombre que su personaje, Pelle. El niño viene con una compra para la patrona, una botella de cognac, pero es interceptado por el marido, quien la vacía en una maceta, ante el escándalo de ella, quien grita que su marido se abusa de ella. Es el cumpleaños de Pelle y su padre, con mucho esfuerzo le regala un cortaplumas -regalo de pobre, dice- y está Erik, el rebelde del grupo de peones, quien sueña con viajar a América para ser libre de veras y le promete a Pelle llevarlo con él. Para celebrar el cumpleaños, Lasse recoge los frutos de las fresas silvestres que ha guardado para ese día. Mientras, la madre de Rud, una vieja loca, va a reclamarle al patrón Kongstrup la manutención de alimentos para su hijo bastardo. Anna, una criada y NIls, el hijo de uno de los adinerados, son novios, y se toman de las manos, pero el padre de él los aparta violentamente, ella huye.
Ni Lasse ni Pelle saben leer ni escribir, para eso el niño va a la escuela. Erik se rebela por tener que comer arenque -como todos los días- en Nochebuena. Pero lo sacan a patadas... Como en Navidad es invierno en el hemisferio norte, los hielos cubren las aguas de los fiordos de Dinamarca, Pelle compite con otros chicos y se echa al agua congelada con el resultado de que otro niño se tira para sacarlo y lo traen medio muerto. Pelle se conquista enseguida a la esposa del patrón y ésta logra sonsacarle lo que se dice de ella: que hizo pactos con el diablo y que por las noches se convierte en hombre lobo; ella acepta que todo eso es por haber querido al hombre equivocado. La mujer luego llega al establo a presentarles a una linda jovencita que resulta ser una sobrina que ha llegado de Copenhague para quedarse con ellos en su casa. Mientras Lasse le hace la corte a una gorda petisa quien lo rechaza por viejo. Pelle le hace prometer a su padre que pronto huirán a América.
Anna, la campesina hermosa, está embarazada de Nils, y llora en el establo, adónde ha ido a robar huevos; Pelle promete guardar el secreto. A la vez, su amigo Rod se deja dar 100 latigazos por media corona, Pelle le pega con verdadero placer sádico y libera allí toda la agresión contenida. Un examinador, en la escuela, le pregunta a Rud sobre la serpiente, Adán y Eva, a lo que éste no sabe contestar y llora gruesas lágrimas. El pastor dice que no podrá permanecer en el colegio. Anna tiene al hijo y lo mata, pero se la lleva la policía, NIlls llora ante la tumba de su hijo adjudicándose el crimen. A la vez éste sube a un bote en medio de una tormenta para salvar a los tripulantes de un barco que está a punto de naufragar, los logra salvar a todos pero él muere.
Erik está divirtiendo a toda la peonada con un acordeón y llega el aprendiz: el capataz lo manda callar, pero Erik lo saca corriendo. Cuando llega la hora del descanso, el capataz le manda a seguir trabajando, Erik va a afilar su pesada guadaña para ir a vengarse del hombre, va con todos sus compañeros detrás dispuestos a la masacre. Cuando lo ataca, la piedra del molino se desbalancea y le golpea la cabeza dándolo por muerto. Mientras, Pelle conoce a la señora Olsen, cuyo marido hace un año desapareció en alta mar y lo supone muerto, y él le dice que su padre es viudo. Lasse le envía el único recuerdo que tiene de su esposa; se presenta ante ella, quien lo recibe y lo atiende bien. Se entienden. Lo invita a pasar la noche con ella. Kongstrup juega a los zancos con su sobrina, de una forma más que sensual. Ésta se ve sorprendida por Eric en la caballeriza, quien ha quedado bobo por el golpe recibido. Todos se visten con sus mejores galas: es domingo y se van a la feria del pueblo. Allí se encuentran Lasse y Olsen. Pelle descubre a su amigo Rud tocando en la pequeña banda, vestido de payaso. El patrón está con su sobrina entre los yuyos, a quien ha desvirgado. Ya en la casa, ella está haciendo las valijas para irse. Llora, la tía la consuela y no entiende por qué quiere marcharse. Pero cuando está por irse llega la enajenada madre de Rud y le dice si está huyendo para no tener al hijo del mismo hombre que ella. Todo esto es oído por la señora Kongstrup. Por la noche todo se alborota, piden rápido un médico, es que la esposa ha castrado al pusilánime de Kongstrup, quien aúlla de dolor con sus partes cortadas.
A la vez, en la escuela, todos los chicos acusan al padre de Pelle de acostarse con la sra. Olsen. Pelle reacciona como puede pegándole a todos. Luego se enoja con su padre y lo amenaza con escaparse si él decide irse a vivir con esa mujer. Otros chicos, armados con palos, atacan a Pelle, por ser el hijo de un libertino. Este se refugia en los hielos de la costa, justo en el momento en que ven regresar de su travesía al Capitán Olsen. Cuando se entera Lasse, con una soga intenta colgarse, pero Pelle se lo impide. Entonces Lasse se emborracha, Pelle llora, impotente ante la situación. Al día siguiente, ya recompuesto, Lasse vuelca el contenido de la botella en el heno para que Pelle no se avergüence más de él. El maestro de escuela ha muerto en clase. En el entierro, Pelle se trenza a golpes con el hijo del pastor que se burla de su padre y la sra. Olsen. Conclusión: que terminan yendo a ver a Kongstrup para que no se lleven a Pelle y la esposa le ofrece el puesto del Aprendiz. Le están confeccionando el traje cuando el capataz se lleva a Erik a la fuerza, Pelle entonces se quita el traje y le dice a su padre que tienen que huir. Preparan todo para esa noche, pero Lasse está viejo y sin fuerzas para irse, surcado de moscas, le dice a su hijo que se vaya solo. Lasse le da sus mejores ropas y la Biblia y lo despide en medio de la nieve en un ritual sin demasiada emoción, como dos amigos que fueran a verse al día siguiente. Pelle entonces se marcha, entre la nieve y la ventisca, a conquistar otros mundos.
Debo admitir que la película emociona y conmueve, más por el rigor de las interpretaciones que por la acumulación de hechos que se suman sin solución de continuidad, como vemos que es costumbre de este director. Todos los sucesos de esta historia han caído bajo la mirada atenta de Pelle, de los que ha sido espectador exclusivo, no hay escena en la que no esté presente el niño como observador y posterior narrador. Excelente la fotografía y la música que resaltan una historia de sentimientos a flor de piel -algo a lo que no nos tiene acostumbrados Carlos, que prefiere un cine de corte más intelectual- y hasta el último extra cumple a la perfección su rol.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).




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