sábado, 19 de enero de 2019

Mi crítica de "Washington Square" (Cine-1997)

Vi "Washington Square" como complemento de "La Heredera", esta vez dirigida por la polaca Agnieszka Holland. Básicamente la historia es la misma, así que no me detendré acá en narrarla nuevamente, lo que cambian son los intérpretes, acá con una jovencísima Jennifer Jason Leigh en el papel de Catherine Sloper, Ben Chaplin en el de Morris Twensend, Albert Finney encarnando al padre de Catherin, Austin Sloper y Maggie Smith en el rol de la tía Lavonia. Lo mejor del elenco son estos dos últimos, un verdadero lujo en todo lo que hagan. Jason Leigh no está mal, pero está muy lejos del Oscar que ganó por el mismo papel Olivia de Havilland, desangelada, muy pálida, casi sin pintura y con un cutis granuloso que puede observarse bien en las últimas escenas en primerísimo primer plano. Ben Chaplin hace lo que puede con su cara perruna, pero no le llega ni a los talones a Montgomery Cliff, su antecesor.
Acá, con la dirección de la Holland el comienzo parece una comedia de slapstick, porque, la torpeza de ambos jóvenes los lleva a caídas, revoleos y torceduras involuntarias. La cosa se diferencia de la primigenia en algunos detalles, todos basados en la novela de Henry James del mismo título ("¿Ese era el trompetista?", decía un inculto Woody Allen nuevo rico en "Ladrones de medio pelo"), como el comienzo, en donde asistimos al parto que dará a luz a Catherine y muerte a su madre, y a los primeros años de la niña, una obesa infantil, que no aportan mucho a la narración, para diferenciarla del original. Cambian también los valores de la herencia, que si bien en la primera película se hablaba de 30.000 u$s anuales a la muerte del padre, acá se trastocan por 80.000. La ruptura de la pareja en esta oportunidad se debe a que Morris ha conseguido un trabajo como socio en una firma y decide ir a Nueva Orleans a comprar algodón en plena fiebre amarilla. Catherine se opone a que vaya pues quiere casarse enseguida pero el joven, más obstinado, decide ir a ganarse su dinero para no depender del de ella y se marcha, en una pelea por la que la abandonará. El final cambia también un poco pues a la lectura del testamento nos enteramos que Austin ha desheredado a su hija, dejándole sólo los 10.000 u$s que cobraba de su madre y la mansión en Washington Square. El final propiamente dicho es distinto y no conlleva tanta dureza como el de la primer película.
Lo que cambia sustancialmente la película es el costo de producción, que si bien la primera limitaba los lugares de rodaje a la casa, acá hay un delicado despliegue fuera de ella, trasladándose a las calles, y a los Alpes mismos y a calles de Francia en su retiro a Europa. Para quienes no les gusten las películas en blanco y negro (aunque esta, con la dirección de William Wyler es un placer verla), la nueva es en colores y la historia esta narrada con algunas sinopsis narrativas que la hacen diferente (ni mejor ni peor). Quien quiera enterarse del argumento, que lea mi crítica anterior. Bueno, hasta acá una breve descripción de la nueva "Washington Square- La Heredera", que fue realizada en el lejano 1997, hace más de 20 años. Se deja ver y la historia siempre es atrapante.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).




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