domingo, 23 de julio de 2017

Mi crítica de "El Viajante" (Cine)

Esta segunda película ganadora del Oscar a la Película Extranjera para el iraní Arghar Farhadi (la anterior fue "La Separación", en el 2011, ya comentada en este espacio) es reciente, del 2016, y plantea el mismo tipo de cuestionamientos éticos y morales de la otra. Acá el título de "Viajante" se aplica a la obra teatral que está montando este actor y profesor de escuela secundaria de varones, "La Muerte de un Viajante", de Arthur Miller y lo de la "muerte" es porque llevará a cabo su propio asesinato, más que un crimen, un caso de justicia por mano propia.
Aquí el comienzo de la película ya es de por sí inquietante, un edificio en el que vive la pareja conformada por Emad Etesami y Rana (actores ambos de la obra teatral), se está derrumbando con todos sus inquilinos huyendo por las escaleras: las paredes empiezan a cuartearse, los vidrios de las ventanas a resquebrajarse. Todo es un gran caos del que todos logran salir con vida. Pero deben ponerse a la busca de otro departamento que los cobije urgentemente. Ayudados por Babak, su director y compañero escénico, consiguen un moderno departamento en buenas condiciones que pasan a habitar inmediatamente. Sólo hay una pieza cerrada que es donde el inquilino anterior guarda sus pertenencias. Acá el conflicto no aparece tan pronto como en la otra película sino que va a tardarse sus 30 minutos. Después de ahí, sí, no parará más hasta el trágico desenlace.
Sucede que una noche en que vienen los esposos del teatro off en dónde trabajan, él se demora haciendo unas compras y Rana entra a tomarse un baño. Previamente a eso suena el portero eléctrico y ella abre suponiendo que es su marido y deja abierta la puerta de calle. Al rato, cuando él llega, encuentra todo el baño en desorden, con el piso ensangrentado y sin rastros de su mujer. Pronto la encuentra en un hospital en donde la están atendiendo, llevada por unos vecinos que han escuchado sus gritos, con todo el rostro lastimado, presuntamente por un agresor que entró y abusó de ella. Este es un detalle que la película se reserva de explicitar (creo que por razones religiosas o políticas, de hecho la película está prologada por un "En nombre de Dios"), con lo cual no sabemos si fue violada (se supone que sí) o simplemente lastimada.
Hay varios aportes significativos a lo que hace al orden religioso-social de Irán. Primeramente que la obra que han elegido para representar es ni más ni menos que "La Muerte de un Viajante", en donde Willy Loman, su protagonista, se suicida, práctica intolerable para los iraníes y que influyó en otra obra maestra como "El sabor de la cereza", de Abbas Kiarostami, a la que tuvo que cambiarle el final justamente porque hablaba de un suicidio. Otro aporte significativo es que el nuevo departamento en donde se instala la pareja está habitado por gatos, lo cual debe tener un significado especial que no logro desentrañar. Así como el colegio en el que da clases Emad es sólo de varones, ¿acaso la enseñanza secundaria está restringida para las mujeres en Irán o se trata sólo de una casualidad? Como bien sabemos, en el cine no hay casualidades, todo lo que vemos en plano ha sido minuciosamente estudiado y es de pensar que tenga su motivación. Así como el vestuario de la obra de teatro respeta a rajatablas las costumbres iraníes: las mujeres duermen vestidas y con el chador en la cabeza y la prostituta con la que traba relación Loman aparece completamente vestida con un sacón de calle. Todos datos que nos informan que la libertad no es el tema fuerte de la sociedad ni del cine iraní.
Bueno, revisando las pertenencias de la anterior inquilina destaca la cantidad de zapatos que tenía, y se habla de que era una "mujer de vida fácil" que recibía clientes en su casa. A todo esto, Emad ha encontrado un celular y las llaves de un auto en el sillón de su casa, pertenecientes al agresor de su mujer. Probando las llaves en varios vehículos estacionados cerca, logra dar con una camioneta en la que las llaves calzan perfectamente y a la que pone a resguardo. Pero pronto la camioneta es sacada del garage por su mujer y desaparece misteriosamente. Por medio de uno de sus alumnos logra dar con el paradero de ésta y pertenece a un empleado de una panadería al que le ofrece que le haga una mudanza con la intención de atraparlo. El hombre se niega, aduciendo que él no hace ese tipo de trabajos y que además no tiene tiempo libre. Cuando finalmente concreta una cita con el delincuente, este no concurre a ella.
Pero el magistral guión de Farhadi está construido de tal forma que siempre avance hacia adelante, a puro golpe de timón y volantazos cinematográficos cambiándonos la escena esperada. No contaré más de la película porque no quiero privar al posible público del placer de sorprenderse y desentrañar por sí mismos el caso. Sólo diré que hace un juego del gato y el ratón y cerca al criminal de tal modo que lo deja sin escapatoria y sin argumentos, y que éste finalmente muere de un ataque al corazón, cumpliendo así con su inexorable destino de verdugo.
Es una obra que recomiendo ver un día de mucha calma, para apreciar totalmente sus mil y un matices y su mirada sobre una realidad que, seguramente, inquieta al director, como todos aquellos talentosos cineastas iraníes que han puesto en tela de juicio su sistema (Kiarostami, Jahfar Panahi, Samira Makmhalbaff). Una película para entendidos del buen cine.
Y gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

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