miércoles, 19 de julio de 2017

Mi crítica de "Intervista" (Cine-Fellini-1987)

Y llegamos a la penúltima película de Fellini y la última de mi ciclo: "Intervista", de 1987. Además de tener al viejo Fellini en pantalla nos damos el gusto de ver en la actualidad de ese año, también a unos envejecidos Mastroianni y Anita Ekberg, compañeros en "La Dolce Vita" y vivir con ellos recuerdos entrañables. La novedad, ahora en el libreto colabora con Federico, Gianfranco Angelucci, un desconocido nuestro hasta entonces. En la fotografía vuelve a estar Tonino Delli Colli y en la música el gran Nicola Piovani con música propia y otras de homenaje a Nino Rota. El montaje ha quedado definitivamente en manos de Nino Baragli y en la escenografía y vestuario el gran Danilo Donati, otro fiel colaborador de Fellini. La película se plantea como una mamushka, es decir, películas dentro de la película, como nos tiene acostumbrados el director, pero acá llevándonos más lejos todavía.
En "Intervista" Fellini utiliza de nuevo, como en "Ensayo de Orquesta", la presencia de la televisión, como pretexto que hace desenvolverse la obra. Una televisión que no es una mirada sino un interlocutor al que el director de cine dirige una serie de reflexiones y discursos sobre Cinecittá y su propia obra, una televisión, por otra parte, japonesa, lejana, que se revela a la postre como un personaje más, configurado en el interior del relato, como el crítico francés en "8 y 1/2".
El motivo desencadenante de "Intervista" es una entrevista para la televisión japonesa a la que Fellini se somete mientras se encuentra preparando el rodaje de otra película, que no llega a realizar, ni siquiera a comenzar en la duración del film: una adaptación de la "América" de Kafka. Como en "Roma", se incorpora a sí mismo y a los entrevistadores al relato, pero mientras en la primera su reflexión opera sobre el propio film que se va haciendo, sobre "Roma", "Intervista" presenta una mayor complejidad, aquí estamos, como en "Apuntes de un regista" ante varios procesos de textualización. Por una parte, la obra que vendrá, la "América" de Kafka, cuyas pruebas vemos como en "8 y 1/2", salvo que aquí asistimos al propio proceso del rodaje, no a la vista de la prueba ya hecha, rodada, sino a su proceso de producción, con la paradoja de que el texto se enmascara en una caja china dentro de otra más complicada.Se hace el rodaje de las pruebas, y las escenas que vemos cuentan con la voz del demiurgo dando instrucciones en el off todopoderoso del autor que asume la obra, si pensamos que eso forma parte de la propia "Intervista" como obra globalmente considerada.
Éste sería el primer nivel de abismación, aún más complejo que el de "8 y 1/2". Un segundo nivel, de otro tipo,que enlaza más con la línea felliniana del recuerdo, de la memoria inventada a la manera de "Amarcord" o "Roma", es el de los preparativos de la evocación representada, producida al hilo de sus reflexiones sobre Cinecittá, que Fellini presenta directamente ficcionalizada a través de la historia de la llegada de otro periodista -él mismo, joven, como en "Roma"- a entrevistar, a su vez, a una diva, como los japoneses a él, -divo también ya a estas alturas, lo quiera o no. Esta fundición de entrevistas se combina con otros momentos representados, no ya pertenecientes al recuerdo sino al falso documental -como en "Roma" las fiestas del Trastevere y la entrevista a Magnani, Mastroianni o Sordi-, momentos reflexivos importantes de la biografía felliniana y de la propia mitología de Cinecittá. El más significativo es el de la visita a Anita Ekberg en villa Pandora y el reencuentro con Mastroianni muchos años después del rodaje de "La Dolce Vita" un hito importante en sus carreras y en la imagen de Cinecittá para el mundo del cine.
Las trampas de la puesta en escena de las entrevistas de "Intervista" son muy sutiles. En algunos casos, los entrevistadores están dentro de cuadro entrevistando a Fellini, que a su vez dirige todo lo que vemos y a sí mismo y a sus entrevistadores, que son actores. La técnica del reportaje no es más que un molde vacío, un género con el que Fellini juega de un modo artístico. Como en "Apuntes" e "I Clown", estamos en las antípodas del cinema verité y de cualquier viso de documentalismo. Fellini lleva sus materiales al terreno de la creación artísitica aún cuando él mismo y toda la troupe aparezcan como tales, con sus nombres y apellidos, aunque nos dé a conocer el rostro de Danilo Donati o de cualquier otro de sus colaboradores, que los amantes del cine conocemos por los créditos, dando un paso más en relación con "8 y 1/2" y en la línea de "Roma", ya que los dota de un nuevo estatuto, el de personajes de una ficción. Hasta las cámaras, los focos y las grúas, como ocurría en "Roma" o en "I Clown" se convierten en personajes que forman parte de la representación. La metaforización, la creación de estos nuevos emblemas de la modernidad, es especialmente brillante por cuanto apenas subrayada. En otros casos se ve reforzada innecesariamente, aunque la fuerza de las imágenes es tal que acaban envolviendo al espectador. El viaje por el campo en tranvía hacia Cinecittá, por ejemplo, llega a producir la ilusión de un viaje por el Oeste sin necesidad del refuerzo posterior de los indios. Un tanto obvia es también la batalla final de los nuevos salvajes del mundo de la televisión, donde la metáfora no precisa de tales subrayados.
El tema del prestidigitador, tan caro a Fellini y que aparece en "8 y 1/2" como evocador de la infancia a través de la palabra mágica "Asa-Nisi-Masa", se recupera en "Intervista" de un modo explícito por medio de la aparición circense de Mastroianni caracterizado como el mago Mandrake para un corto publicitario. Ese personaje de historieta pone en marcha con su varita los recuerdos de una manera irónica, haciendo bajar una sábana sobre la que van a proyectarse no parcelas de la memoria personal sino escenas de una obra ya hecha: "La Dolce Vita". Aunque el resultado discursivo sea el mismo, hay latente en esa operación casi cruel la sensación melancólica de que la antigua magia evocadora ya no es posible. Lo que se convoca es un momento que no se puede transformar ni repetir sino sólo reproducir mecánicamente un momento único, cuando los actores eran todos unos hermosos jóvenes que ahora pertenecen a la galaxia del mito cinematográfico. Ese instante sólo se deja homenajear y recordar, si acaso una lágrima furtiva que debe acabar en risa, y compartirse en cuanto tiene de experiencia colectiva; los sentimientos personales ante este espejo carecen de sentido.
En el tercer nivel se sitúa el tipo de cine de Fellini inaugurado ya a partir de "8 y 1/2" como film de la modernidad: el texto que se va haciendo y su proceso de hacerse; aquí la "América" de Kafka. Entre tanto, Fellini continúa la entrevista a través de un texto que se detiene en juegos mínimos apenas perceptibles pero de una gran depuración, próximos a algunas de las caricaturas del cine posterior a "8 y 1/2": la escena del contraste carnavalesco protagonizada por los dos pintores, que, ocupados en retocar en un alto andamio un cielo inmenso, se mandan a dar por el culo repetidamente, es una muestra de la ironía de zorro viejo de Fellini. Hay una referencia a "8 y 1/2" en cuanto a introducir la voz de la crítica dentro del film, en forma de una queja de una aspirante por el hecho de que Fellini prefiera gentes de aspecto extravagante a verdaderos actores para sus películas. En este caso, es Maurizio el encargado de contestar, con cierta displicencia: "Nosotros buscamos otra cosa".
El epílogo es coherente, un espacio vacío, el set y la voz del demiurgo. Pero la conclusión no es el vacío, la nada, el nihilismo, la falta de historia propiamente dicha, sino, si es que acaso es necesaria alguna justificación el proceso de decirlo, el gesto artístico, el golpe de la claqueta y el título de la obra, "Intervista", como al final de "8 y 1/2", espejo en el que se ha reflejado un rostro más abstracto, más fatigado pero que no ha perdido frescura.
Y es bueno recordar así al maestro, con la expectativa de emprender una nueva aventura, el rodaje de otra película que señala con su "Toma: 1". Faltará una obra, "La voz de la luna" para dar término a su filmografía y a su vida. Una vida apasionante, hecha de retazos fílmicos que se instalan en nuestra memoria colectiva y pueden llegar a obsesionarnos.
Gracias por leerme nuevamente hasta acá.
El Conde de Teberito (Un crítico independiente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario