sábado, 27 de junio de 2020

Mi crítica de "Secretos de un Matrimonio" (Cine-Ingmar Bergman-1973)

Siempre he dicho que lo que Bergman hace es filmar terapias de grupo. Y aquí, con este nuevo intento, esta vez en un largo proyecto para la televisión sueca en forma de minisserie de seis capítulos, nos presenta una historia sobre un matrimonio que termina por volverse larga y pesada, monótona y reiterativa, y por no interesarle a nadie los "secretos" que tenía para contarnos. "Escenas de la vida conyugal", como conocemos mejor a este largometraje tuvo su suerte en teatro, aquí interpretada por Alfredo Alcón y Norma Aleandro y me dio la misma mala sensación cuando la vi. Tuvo un poco más de suerte Norma Aleandro cuando la dirigió con el tándem Darín- Érica Rivas/Valeria Bertucelli al convertirla en comedia, y hacerla de esa forma más digerible. ¿Pero es que "Secretos de un matrimonio" no puede ser vista como comedia? Y, la verdad es que sí, si Bergman le hubiese puesto un poco más de ganas, porque los constantes vaivenes en el matrimonio formado por Marianne (Liv Ulmann) y Johan (Erland Josephson), ese que se va transformando como una ameba, va tomando forma, la va perdiendo y vuelve a tomarla en calidad de amantes, es un sinsentido que puede bien tomarse a risa y verle el lado cómico (aún en la obra misma hay varias cosas que son tomadas con liviandad por el director sueco). Marianne y Johan están hechos el uno para el otro, y no importa que su matrimonio pase por varias fases (entre ellas la de la ruptura), siempre volverá a acomodarse a ellos porque en el fondo son grandes amigos, que no perdieron el disfrute de estar juntos y pasarla bien uno al lado del otro. Por eso no importa que ambos se vuelvan a casar con otras parejas: siempre volverán a la raíz, aquella que cobijó a Marianne y a Johan. Acá las parejas de ellos no interesan, es por eso que no las vemos, no importa que se llamen Paula o Henrik, lo que nos importa es la vida del matrimonio original y no hace falta nada que desvíe el relato. Tan sólo al principio nos presenta Bergman a otra pareja (la de Katarina y Peter) en su capítulo inicial denominado "Inocencia y pánico", para hacernos ver cómo van a terminar las cosas entre Marianne y Johan. Katarina y Peter se pelean, discuten, se humillan en público, todo para darnos a entender que van a terminar en divorcio, administrado por la hábil abogada Marianne. Aquí es donde se dice una frase fundamental (en boca de Johan): "La ausencia de problemas es en sí un grave problema". Porque el matrimonio de ellos parece una pareja perfecta, no discuten, se llevan bien, coinciden en casi todo, tienen dos hijas bien criadas, padres afectuosos, en resumen, lo tienen todo para ser felices y contentarse el uno con el otro. En el segundo capítulo ("El arte de esconder bajo la alfombra") veremos que hay una atractiva colega que le está revoloteando a Johan y a quien trata de impresionar, y que hay una clienta de Marianne que viene a pedirle un trámite de divorcio porque después de 20 años de casada descubre que ya no hay amor entre su marido y ella, o peor aún, que nunca lo hubo. Estos son datos que nos hacen ver reflejado el propio matrimonio de Johan y Marianne, y anticiparnos sutilmente lo que va a pasar.
Esta película es muy ascética en su presentación. Casi sin decorados, con tomas llenas de planos medios y primeros planos (casi no hay planos generales) de un muy acotado Sven Nykvist, sin música en toda su extensión y sin gracia alguna en la puesta (hay otros cineastas, como Fellini, a los que, al incursionar en la televisión les fue mejor -"I Clowns" y "Ensayo de Orquesta"-) este paso por la TV se vería coronado con más gloria en su reconstrucción, 20 años más tarde con "Saraband", aquel experimento de volver a juntar a Ulmann y Josephson en su vejez (no estoy diciendo tampoco que esta sea una gran película, pero se sostiene con más dignidad que la original, a pesar de ser una "secuela"). "Paula", el tercer capítulo, nos viene a decir que el sólido matrimonio de Marianne y Johan se ha resquebrajado, allí donde más duele: él se ha enamorado de otra, y esto, aunque lo llevan "demasiado" civilizadamente al comienzo de la discusión, acaba por destruir a Marianne. Y digo "demasiado" porque en verdad causan gracia estos dos, discutiendo sin énfasis cómo el marido va a dejar a la mujer por una tercera en discordia que vino a interponerse entre ellos. Todo está muy afiatado y parecen tomárselo con mucha calma ambos (hay que ser sueco para eso), casi hasta lo exasperante. En realidad Josephson compone un rol de pusilánime en su relación con Ulmann, al ir y venir de unos brazos a los otros y ella en aceptarlo siempre con una sonrisa piadosa, como a un niño que se le perdona una falta. Ya sé, la moraleja es que siguen enamorados el uno de la otra y la otra del uno aún a pesar de las contingencias, no soy tan bobo, pero me parece tomado con una parsimonia un poco infantil por parte de Bergman.
En el cuarto capítulo denominado "Valle de lágrimas", Johan vuelve a visitar a Marianne, en una escapada de Paula quien se encuentra en Londres, y se muestra muy "cariñoso" con ella. Marianne le habla de que ha iniciado una relación con su psiquiatra quien la incentiva para que escriba sus sentimientos y pensamientos más profundos en una especie de diario, que ella intenta leerle a su ex marido para que éste no siga avanzando. En un momento se los ve que están por sucumbir al deseo y se están por hacer el amor, pero Marianne lo detiene porque confiesa que sigue enamorada de él y que sería muy terrible tenerlo para volver a perderlo. De todos modos se entienden y pasan la noche durmiendo juntos, aunque a la mitad Johan se angustia y se va. No sin antes leerle ella una carta que Paula le envió (como vemos somos todos mooooy psicoanalizados) y que ella interpreta como un intento de hacerse amigas.
En el quinto episodio "Los analfabetos", Johan y Marianne están reunidos en la oficina de él, de noche, y están releyendo el contrato de divorcio que le trajo ella y que él debe aceptar y firmar. Pero prefieren antes de concluir con su matrimonio hacerse el amor sobre la alfombra, aún a expensas de que los descubra el sereno. Ahí se da cuenta Marianne lo importante que era disfrutar del sexo, algo que tenía reprimido y no exploró nunca. Su sexualidad con Johan era más bien pobre y acotada, y en ese momento lo disfruta de verdad. Todo para que Johan concluya en que son analfabetos emocionales, que lo saben todo acerca de los grandes temas de la humanidad pero que nunca se han puesto a desentrañar sus almas (chocolate por la noticia). Entonces todo vuelve para atrás nuevamente: Marianne sostiene que le ha hecho bien el hacer el amor con él porque comprobó que lo quiere sólo como un amigo y que está aprendiendo a desprenderse de él. Y entonces Johan le increpa que ella siempre utilizó el sexo como forma de premio o de castigo para con él, que "se vengaba a través de sus genitales", le dice textualmente. y ahí se desata Johan de que sigue enamorado de Marianne, que está harto de Paula y que quiere conservar su hogar y su amor con su esposa. Para certificar esto pasa del amor al odio y le da una buena golpiza que le provoca el sangrado de la nariz. Culminan sosteniéndose el uno al otro nuevamente.
Y el último capítulo, "En plena noche, en una casa a oscuras" se muestra redundante con todo lo visto hasta acá y ya cansa y exaspera. Son demasiado las dos horas cuarenta de duración para contarnos una historia que va y viene en los sentimientos (desgraciadamente no como "El amor en tiempos de cólera" del gran Gabo) de una forma pueril y que acaba por hartar. Buenas noches Bergman, me voy a dormir.
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).



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