viernes, 23 de agosto de 2019

Mi crítica de "Cortina Rasgada" (Cine-Alfred Hitchcock-1966)

Con el análisis de "Cortina Rasgada" termino mis críticas de la obra de Alfred Hitchcock, ya que sus tres últimas películas, "Topaz" (1969), "Frenesí" (1972) y "Trama Macabra" (1976), carecen de todo valor cinematográfico y son productos de un director cansado y agotadas sus ideas, por lo tanto no pondré mi foco en ellas. Vayamos ahora a "Cortina Rasgada".
¡Cincuenta! Para su película número cincuenta en cuarenta años de carrera, Alfred Hitchcock quería un producto de gran envergadura. Estaba decidido a hacer olvidar el fracaso que había sido "Marnie", su film anterior. Deseaba volver a estar en el lugar que ocupaba en el ranking: el primero. También tenía la intención de mostrarse a la altura de la admiración cada vez más manifiesta de los cinéfilos de todo el mundo. En resumen, le hacía falta un tema capaz de unir sus ambiciones comerciales y artísticas.
Por lo tanto, no era cuestión de apresurarse. Fue así como en tres años rehusó tres guiones antes de decidirse por el de "Cortina Rasgada". Primero piensa adaptar una novela publicada en 1922, "Los tres rehenes", de John Buchan. Hitchcock conoce bien el universo del autor  porque eligió en sus comienzos la adaptación de su libro más célebre: "Los 39 Escalones". El héroe debe llevar a cabo una investigación sobre una red de espías que hipnotizaron a tres niños para secuestrarlos. Hitchcock renuncia  a este proyecto porque la hipnosis no es según su modo de ver suficientemente cinematográfica. "Visualmente no hay diferencias entre un personaje hipnotizado en realidad y otro que simula serlo". Luego, Hitchcock trabaja en una película: "Mary Rose". También renuncia a ella por miedo a desconcertar a su público. "No es realmente un Hitchcock", dice del guión. Entonces piensa en una comedia policial: el personaje principal será un inmigrante italiano que, convertido en director de un gran hotel, quiere llevar allí a su familia de Sicilia, pero esta no tendría más que una idea: desvalijar a los cliente del hotel y adueñarse de una colección de medallas expuestas en el hall. Para escribir el guión, hizo venir de Italia a Age y a Scarpelli, guionistas de una película de Mario Monicelli. Pero no estaba satisfecho con el resultado: "Los italianos son muy descuidados en cuanto a las cuestiones de construcción".
Fue entonces, cuando la idea de "Cortina Rasgada" se le impuso: "Dos diplomáticos ingleses, Burgess y MacLean, habían decidido abandonar su país para irse a la Unión Soviética. Me pregunté, ¿qué habían pensado las señoras Burgess y MacLean de todo ésto?" La interrogación de HItchcock está siempre presente en el film: la primera parte muestra punto de vista del personaje femenino que asiste, estupefacto, a lo que ocurre. Además por esta razón, el director busca a un autor especializado en la descripción del alma femenina. Lo encuentra en Brian Moore, que acaba de publicar "Judith Heatrue". Pero se plantea un problema: Brian Moore no quiere trabajar para el cine. "Resulta -cuenta éste- que andaba necesitado de dinero para tener la libertad de escribir novelas, y la oportunidad de trabajar con el gran Hitchcock me pareció digna de consideración". Una lectura detallada del primer proyecto sumerge a Brian Moore en tal perplejidad que llama a Hitchcock para decirle que prefiere renunciar. Hitchcock y Universal encuentran el medio de convencerlo: le ofrecen 50.000 dólares, es decir ¡el doble del monto inicialmente previsto!
Mientras mantiene relaciones muy cordiales con el cineasta, sin duda favorecido por su origen irlandés, Brian Moore se da cuenta rápidamente que Hitchcock no sabe en realidad a dónde quiere llegar. "No dejaba de saltar del punto de vista de la mujer al del marido, y la historia del principio comenzaba a enredarse -explicará el autor a Donald Spoto-. Estaba obsesionado por los detalles triviales, del tipo: qué compañía de aviación vuela tal día o tal otro, pero esa actitud encubría un desconocimiento real de las motivaciones de los personajes". Un día, Brian Moore, se atreve a decirle a Hitchcock lo que piensa de su trabajo en común: "Si hubiera escrito ese libro, lo hubiera tirado o lo hubiese reescrito por completo".
Como respuesta, Hitchcock le recomienda tomarse vacaciones y le pide a Keith Waterhouse y Willis Hall, los autores de "Billy Liar" un film de John Schlesinger, que revean el guión. "Aceptar consejos o estar enfrentado con opiniones contrarias formaba parte de los problemas de Hitchcock", explicará Brian Moore a Donald Spoto, nadie tenía el coraje de decirle a una leyenda viviente que se había equivocado, era muy malo para el pobre hombre. Su pasado y su carácter -había sido un muchacho miedoso y solitario- lo hicieron incapaz de enfrentarse a la gente. Tenía horror a discutir de algo a cara descubierta".
En realidad, Hitchcock, estaba completamente consciente de los deslices del guión. "Yo no estaba contento con el guión y hubiera querido diferir la filmación -confesará unos años más tarde-, pero era imposible a causa de los compromisos profesionales de Julie Andrews". Para Hitchcock el trago era mucho más amargo sobre todo porque no era responsable en nada de la elección de la estrella de "Mary Poppins". Hasta el último momento había protestado por su contrato: "Ella es cantante, no podrá estar convincente en su papel de científica", repetía constantemente. Pero, para relanzar la carrera de Hitchcock, después de su fracaso con "Marnie", Universal deseaba que filmara con estrellas del momento. Y la compañía había sugerido, además del nombre de Julie Andrews, el de Paul Newman... para gran desesperación de Hitchcock, quien no apreciaba en absoluto que el 20 % del presupuesto, más un porcentaje elevado de las recaudaciones, fueran invertidos en los actores. "Habríamos hecho un mejor trabajo sin Julie Andrews y Paul Newman -comentará más tarde-. He aquí una muestra de la mala cocina. Si se cuentan los gastos generales, costaron 1.800.000 dólares, lo cual considero vergonzoso. ¡Gastar tanto dinero por un error de reparto!"
"Las estrellas de esta historia, eran, por supuesto ellos -explica Brian Moore a Donald Spoto-. En esa época, Hitchcock no tenía la costumbre de no ser la estrella. Además, se preocupaba por el tono que ellos intentaban darle a la historia. Estaba muy contrariado. Cuanto más nervioso se ponía, más se aferraba a lo que había podido hacer en sus films anteriores". De hecho, el fracaso comercial de "Marnie", había desestabilizado por completo al director. Consciente que ya no gozaría del mismo crédito que en otros tiempos, obligado a transigir con sus comanditarios, "había perdido parte de su confianza en sí mismo", comentará Francois Truffaut.
Durante el rodaje, Hitchcock no hizo nada para entrar en confianza con Julie Andrews. Tampoco intentó hacerle pagar su presencia de una manera o de otra. No, ella le resultaba simplemente indiferente. "El primer día de filmación -comentará la actriz- nos anunció que la diversión había terminado para él, es decir la parte creativa de los preparativos, y que el resto lo fastidiaba profundamente. ¡Se imaginan lo que sentimos!"
Si bien Hitchcock siguió considerando la elección de Julie Andrews como un error -hubiera querido a Eva Marie Saint, a quien ya había dirigido en "Intriga Internacional"-, veía más bien con buenos ojos la elección de Paul Newman. "En el transcurso de nuestro primer encuentro -contará Paul Newman- discutimos la historia y me dijo que no podía confiarme el guión porque no estaría disponible antes de ocho o diez días. Por el momento, no estaba muy a punto". Las cosas se deterioraron cuando el actor leyó el guión. "Le pareció malo, algo que yo ya sabía -contará HItchcock-, y me mandó una carta para hacerme preguntas que le preocupaban enormemente. Entre esas preguntas, había una que me demostró una vez más que los actores son ganado. 'Cuando me peleo con Gromek, al lado del horno, ¿por qué la granjera que está en el otro extremo de la cocina piensa enseguida en abrir el gas para ayudarme a matarlo?' Más tarde, cuando nos encontramos, me explicó que sería más lógico que estuviera cerca del horno. Agotado, le di la espalda. Al día siguiente, le dije: 'Paul, arreglé el problema de la granjera, ¿Sabe cuándo une la idea de poner en el horno la cabeza de Gromek? En su auto, mientras se dirige al estudio'". Formado en el Actor's Studio, discípulo de Lee Strasberg, Paul Newman, no dejaba de preguntarse, a lo largo del rodaje, acerca de las motivaciones de su personaje. Un día el director explota: "Su motivación, señor Newman, es el salario".
Por lo tanto, se comprende mejor el incidente que estalla durante una cena en la que HItchcock recibía, especialmente, a su intérprete estrella. Newman llega con un atuendo informal y apoya su chaqueta en el respaldo de la silla cuando los invitados pasan a la mesa. Rechaza el vino de cosecha que el director había preparado y pide una cerveza. Va él mismo a buscarla a la cocina y la bebe de la botella. Joe Morella y Edward Epstein, los biógrafos de Paul Newman, son formales. "No podemos dejar de interpretar esos gestos: un joven bien educado de Saker Heights sabe perfectamente cómo comportarse en una velada elegante. Si se conducía así, no es sino para mostrar hasta qué punto consideraba a Hitchcock pretencioso".
Para compensar los deslices del guión, Hitchcock no tenía más que una solución: hacer un Hitchcock, es decir, multiplicar esas hazañas cuyos secretos siempre tuvo, aún a riesgo de abandonar la psicología de los personajes y desequilibrar el ritmo del film.
La escena más conocida es, sin dudas, la del asesinato de Gromek en la granja. La presencia del chofer de taxi ante la granja impiden a Michael y a la granjera que recurran a un arma de fuego. Entonces, usan el material doméstico: un caldero lleno de sopa, un cuchillo para descuartizar, una pala y el horno de una cocina a gas. Filmado en picado, el plano en que Gromek se asfixia en el horno es de una duración poco habitual. A medida que el tiempo pasa, sus manos se sueltan de las de Michael y se agitan en el vacío. "Con esa escena quise adoptar la posición contraria a la del cliché común -contará HItchcock a Truffaut-. Por lo general un asesinato ocurre muy rápido, una puñalada, un disparo de fusil, el asesino no se toma siquiera el tiempo para examinar a su víctima para ver si está muerta o no. Quise mostrar que penoso, difícil y largo es matar a un hombre". Otro gran momento del film: la secuencia del colectivo que permite a la pareja huir de la universidad. Como no pudo filmar en Alemania Oriental, Hitchcock utilizó la técnica de las transparencias: los "backgrounds" fueron filmados por un operador alemán. ¡Es el verdadero tren de Berlín el que vemos en la ventanilla del micro!
No haremos aquí un inventario de todas las secuencias en donde el Hitchcock "touch" hace maravillas, desde la persecución en el museo, pasando por el cara a cara de los dos científicos ante un pizarrón. No haremos un recuento, tampoco, de todos los momentos en los que Hitchcock da rienda suelta a su humor sardónico. Simplemente señalaremos que había filmado una escena en la que Paul Newman se encuentra frente a un hombre que se parecía rasgo por rasgo a Gromek, el guardaespaldas al que había asesinado. De hecho, era su hermano. Se veía que éste tomaba un cuchillo de cocina para cortar un gran pedazo de budín. "A mi hermano le encanta, decía a Michael, ¿Sería usted tan amable de llevárselo a Leipzig?" En definitiva, la escena fue cortada en el montaje. Era necesario acortar la película, que dura más de dos horas. Pero en su entrevista, Hitchcock prefirió acusar a Paul Newman: "No estaba contento con su manera de interpretar esta escena" ¡Hitchcock tenía un rencor feroz!
Y gracias por leerme nuevamente hasta aquí.
El Conde de Teberito (un crítico independiente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario